A tu lado ©

By ElenaaL04

10.8M 552K 114K

Obra TOTALMENTE registrada. Código: 1505104058586 Cualquier plagio será denunciado legalmente. Cada paso que... More

Aclaraciones antes de leer.
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capitulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Epílogo.
Aclaraciones y segunda parte.

Capítulo 26

183K 13K 3.8K
By ElenaaL04

Al despertar, nada de lo que había a mi alrededor se me hacía familiar, ni la cama, mucho menos el olor que desprendían las sábanas, tampoco su textura o el aroma que predominaba dentro de aquellas paredes de madera.

Olía a naturaleza, podía percibir el frío, la sensación de que me encontraba completamente sola a excepción del vampiro que, de pie, se mantenía a mi lado.

Me enderecé sobre la cama; vestía un camisón de seda un poco largo, mi cabello estaba suelto, pero parecía que alguien lo cepilló además de limpiar de mi cuerpo todo rastro de sangre y plata que pudo llegar a quedar sobre él.

—¿Dónde estoy? —Mi voz sonó extraña.

—En Rumanía. —Fruncí el ceño. Pensé que iríamos a Inglaterra—. Quise traerte aquí para que estés tranquila —explicó; se volvió a verme apartando la vista de la ventana.

—¿Desde cuándo te importa el cómo me sienta? —Apremié sin mala intención.

—¿Necesitas algo? —Ignoró mi comentario. Suspiré innecesariamente.

—No —respondí, cruzando las manos sobre mis muslos sin mirarlo a la cara. Huía de su mirada.

—Entonces hablemos —dijo. Y supe a dónde se dirigía.

—¿De qué? —Pregunté con fingida incredulidad.

—Tú bien sabes de qué o, mejor dicho, de quién —espetó en tono tosco, dejando entrever que aún seguía molesto, aunque más que eso, sonaba herido.

—No entiendo —murmuré sin levantar la vista. Parecía una niña a la que su padre se encuentra riñendo.

—¿Por qué defendiste así a ese humano? ¿Por qué me desafiaste frente a él? —Me bombardeó con preguntas. Levanté el rostro abruptamente y lo enfrenté.

—¿Le has contado al consejo sobre él? —Indagué deseando escuchar un no. La seguridad de Brent era lo único que me importaba ahora.

—No, Gabrielle, no lo he hecho —confesó; me sentí tranquila—, primero necesitaba hablar contigo y espero la verdad, porque si no yo mismo me encargaré de matarlo.

Lo miré asustada, entendiendo de sobra que esa amenaza iba muy enserio. Él no dudaría en acabarlo, después de todo para Hadrien, mi humano era eso: Un simple e insignificante humano. Sin saber que con causarle algún tipo de daño me rompería el corazón en pedazos... Más de lo que ya lo había hecho.

—Sabes que no me gusta que lastimes a las personas, más cuando son humanos...

—No me mientas, Gabrielle. Quiero la verdad —me interrumpió sin creer una sola de mis palabras; me le quedé mirando sin saber que hacer o decir, un error y mataría a Brent—. Estoy esperando.

—Cuando salí al bosque... —comencé a hablar en voz baja, pensando con rapidez—, escuché al oso y después al humano, entendí que corría peligro, no pensé en las consecuencias y simplemente le salvé la vida. Fue un impulso, lo que haría por cualquier persona.

—Te dejaste expuesta —aseveró serio mirándome con recriminación en sus ojos.

—Lo siento, Hadrien, tenía que salvarlo —me defendí. Él negó.

—Era su hora de morir, no debiste intervenir —refutó; asentí en un modo de darle la razón para que dejara el tema de Brent de una vez por todas.

—Déjalo vivir por favor, él no dirá nada —le pedí, mirándolo suplicante.

—De eso estoy seguro —dijo y me sorprendí de oír su respuesta—. Ahora contéstame esto: ¿Por qué lo besaste? —Tragué saliva y cada músculo de mi cuerpo entro en tensión.

—No lo sé, me dejé llevar —mentí de nuevo; Hadrien hizo una mueca despectiva, como si no creyera en mis palabras.

—Él te miraba con confianza, no temía de ti y tú, tú lo mirabas como me miras a mí —dijo esto último en un susurro.

—¿Con odio? —Inquirí, y él sonrió un poco, pero era una sonrisa triste que no le llegó a los ojos.

—Con amor, Gabrielle —susurró con dificultad— ¿Quién es él?

Aparté la mirada de nuevo. Jugueteé con mis dedos y supe que había acabado. No podía seguirle ocultando más las cosas, de nada serviría, tarde o temprano él lo averiguaría y sería peor para mí y para Brent. Quizá Hadrien podría ayudarme a investigar el porqué de la existencia de otra alma gemela para mí y tal vez, sólo tal vez lo dejaría vivir sin molestarlo en lo absoluto.

—Su nombre es Brent... y él... él tiene aroma para mí, el mismo que tú posees

Levanté la vista, no sabía si los vampiros podían palidecer más, pero sin duda, él lo había hecho.

Su rostro se crispó por la sorpresa y el dolor; trastabilló y dio un paso hacia atrás oscilando su cuerpo de manera sutil como si en cualquier momento fuera a caer; movió sus manos abriéndolas y cerrándolas en puño como buscando algo a lo cual sostenerse para no desvanecerse.

—¿Qué has dicho?

—No lo entiendo, Hadrien, pero el caso es que tengo otra alma gemela —gesticulé apenas en un hilo de voz.

—No —expresó caminando de un lado a otro por la habitación, recuperando la compostura—, eso no puede ser, mientes. —Me acusó seguro. Parecía que buscaba un indicio, una esperanza para que lo que salía de mi boca fuera una mentira.

—Por supuesto que no miento —repuse mientras me ponía de pie.

—No es posible, Gabrielle, tú me perteneces a mí, eres mía.

—Y él es mío...— pude vislumbrar algo romperse dentro de él al escucharme

Recordé entonces que le estaba pasando lo mismo que le sucedió con Amelia, y por un momento, sólo por un mínimo instante me puse en su lugar.

Debía de sentirse pésimo, aunque bien, esa palabra se quedaba corta, pero no tenía otra para describir lo que él probablemente sentía justo ahora.

Me di cuenta, mientras lo veía quebrarse frente a mí, que tal vez no podía lastimar a Hadrien físicamente, dado que era mucho más fuerte que yo, pero al parecer, por dentro, él era muy frágil, más aún su confianza en las mujeres y en el amor, y en sí mismo.

Al verlo así lo único que quise fue acercarme a él y rodearlo con mis brazos. Sabía perfectamente que él no se merecía que yo pensara algo así, mucho menos mi comprensión, pero yo no era cruel, podía ser indiferente ante sus maltratos y sus infidelidades, más no ante su dolor, ya que como él había dicho: Su dolor, era el mío también.

—Hadrien —Susurré acercándome a él con precaución. Ignoraba cómo fuera a reaccionar.

Lo que hizo fue acortar la distancia y sujetar con firmeza mi mano, empujándome contra la pared sin ser brusco. Luego llevó sus manos a mi rostro y lo acunó entre ellas.

—Dime que me amas, Gabrielle... dímelo por favor.

Abrí la boca sorprendida ante aquella súplica. En los ojos de Hadrien sólo podía ver a un hombre desesperado y destrozado, yo no podía articular palabra alguna, estaba pasmada.

No creí que llegaría este día, el día en que él me suplicara por algo, que me pidiera con tal desesperación oír de mis labios las palabras que, de no haber sido un idiota, pude haberle dicho hasta el último día de mi vida sin ningún problema.

Sin embargo. No lo haría, no podía decirle que lo amaba, no se merecía en lo absoluto la paz y la calma que eso le traería; me hizo sufrir de muchas maneras y aunque sonase cruel, al parecer ahora estaba pagando un poco todo el daño que me hizo sin que yo siquiera haya movido un solo dedo.

—Dímelo por favor —me pidió de nuevo.

Maldita sea. No..., yo no sabía qué decirle. Era cierto que antes de morir yo lo amaba, pero al despertar algo cambió, quise enterrar mis sentimientos por él y lo había hecho, no obstante, eso no impedía que me doliera al menos un poco el verlo así.

—Yo... no lo sé —le hice saber mirándolo a los ojos, los de él con cada minuto se volvían más opacos, pareciendo grises.

—No, Gabrielle..., no me digas eso —susurró con dolor.

Quise decirle tantas cosas, decirle que en estos momentos estaba pagando un poco todo lo que me había hecho sufrir en el pasado, que se merecía el estar así, pero no lo haría, no podía regodearme de su dolor, yo no era como él.

—Te lo dije, Hadrien, te dije que enterraría mis sentimientos por ti, y lo siento, no puedo sacarlos de donde están, peor aún, tú no puedes hacer nada para que vuelvan a salir de mis labios esas palabras que tanto estás deseando escuchar.

—Gabrielle —susurró de nuevo. Quería llorar, de verdad que quería hacerlo al notar el dolor que atravesaba sus ojos y el sentirlo tan vivo dentro de mi pecho.

—Rompiste mi corazón... era tuyo y no supiste valorarlo...

—Lo sé —aceptó con pesar, alejándose de mí, dándome la espalda—. Vi en tus ojos ese brillo, Gabrielle, uno que no era para mí, sino para él, así que dime, ¿qué sientes por Brent?

Sospese sus palabras, permaneciendo en silencio unos instantes.

¿Qué sentía por Brent?

No podía responderle, nuevamente no sabía qué decir, sólo lo había visto dos veces, lo cual no era suficiente para llegar a sentir algo por alguien. Pero hice a un lado lo que sabía del amor y de los sentimientos, porque todo ello era basado en los humanos y yo, dejé de serlo, y entendía bastante bien que los vampiros eran diferentes incluso al querer.

Llevé los dedos a mis labios al recordar el beso que Brent me dio y sin poder evitarlo una sonrisa se formó en mi boca. Fue tarde para evitar que Hadrien me viera, notó mi sonrisa y desvió la mirada hacia otro lado.

—No es necesario que me respondas... esa sonrisa en tu rostro habla por ti

Salió de la habitación dando un portazo.

Por instinto di un paso hacia al frente para ir tras él, pero me detuve. ¿Qué podría decirle? ¿Que no sentía nada por Brent? Ni siquiera yo podía estar segura de ello.

Sacudí mi cabeza y fui hacia la ventana para saciar mi curiosidad.

Afuera era de noche y no había absolutamente nada que no fuera árboles y hierba verde, no había casas cerca, mucho menos un camino o carretera, y me pregunté cómo es que Hadrien me trajo aquí, aunque bueno, quizá fue a su velocidad.

Solté un suspiro desde el fondo de mi corazón, me sentía muy triste. Miré la puerta, pero me contuve de salir.

Fui hacia la cama y me recosté de nuevo sobre ella. Cerré mis ojos pensando en Hadrien.

Ignoré la razón por la cual a mi mente arribó el día que Amelia asesinó a Luz. Recordé a Hadrien muy diferente a como siempre se comportaba conmigo, la forma en que se mantuvo a mi lado sin dejarme sola, quizá, era el único recuerdo bueno que tenía de él, donde no se comportó como un vampiro psicópata, sino como un hombre normal.

También esa noche en el Pub antes de que todo esto sucediera; él se comportó normal, tranquilo, hasta sonreía y bromeó conmigo. Me tomó de la mano y me regaló besos muy distintos a los demás.

¿Acaso era en realidad él cuando hacía eso? ¿Quién era Hadrien? ¿El vampiro cruel o el vampiro bueno? Quizá un poco de ambos, o tal vez aquella faceta de vampiro sádico era sólo una máscara para no salir lastimado.

Y si bien, yo no le ponía las cosas fáciles, me comportaba de manera inmadura en ocasiones. Probablemente si no hubiera besado a Brent, la noche para Hadrien y para mí habría sido distinta, quizá hasta pudo ocurrir un cambio, uno positivo.

Pero, aunque se lo merecía, se merecía que lo tratara como a cualquier cosa, esta vez la que arruinó todo fui yo. Porque no era como él, porque pese a estar a su lado en contra de mis deseos —al menos eso quería creer— al final de cuentas éramos una pareja, teníamos algo que nada en el mundo podía romper jamás. Y caí bajo al "engañarlo" besándome con Brent cuando pude esperar.

Me puse de pie y salí de la habitación rápidamente. La cabaña contaba con dos pisos, pero aun así no era muy grande, aunque no tuve tiempo de apreciar los detalles.

Busqué a Hadrien dentro de ella, pero no se encontraba allí.

Me quedé quieta en el umbral de la puerta para lograr escuchar y sentir donde se encontraba, lo que sucedió enseguida; mi vista fue hacia el techo. Sonreí.

Salí de la cabaña y no sé cómo demonios me las arreglé para subir en menos de un minuto.

Ignoré el vértigo que me produjo el estar ahí arriba y alcé la vista hacia el cielo, donde no había una sola nube.

Nosotros nos encontrábamos bajo una manta de hermosas estrellas, miles y millones de ellas, acompañadas de una luna preciosa que iluminaba todo a nuestro alrededor, nunca había visto un cielo más hermoso.


Mi atención se fijó en Hadrien, quien se hallaba de pie a unos metros de mí, dándome la espalda.

La brisa llegó a mi rostro y movió mi cabello de un lado a otro, deslizándose entre las hebras, que, si hubiese sido humana, estaría teniendo escalofríos.

Cerré los ojos un momento sintiendo como me acariciaba y lo bien que se sentía percibir el frío.

Me acerqué a Hadrien quien estaba ensimismado en sus pensamientos, tanto para no notar mi presencia, siendo un vampiro tan viejo, listo y astuto.

—Hadrien. —Susurré a la vez que tocaba su mano. Él se giró a verme sorprendido, pero la sorprendida fui yo cuando noté rastros de sangre en su precioso rostro.

Mi corazón se oprimió.

—¿Qué haces aquí? —Preguntó dándome la espalda de nuevo.

—Estás triste —afirmé. No respondió, entonces confiada me posicioné a su lado, mirando al cielo—. Este lugar es hermoso. —Lo vi sonreír un poco, como si estuviese recordando algo.

—Siempre quisiste conocer esta ciudad. —Sonreí.

—Tú sabes todo de mí —le reproché. Él negó y alzó sus hombros como si estuviera tomando un largo respiro.

—Cuando tus padres iban a asesinarte y yo lo impedí, no sabía que tú eras mi aroma favorito. —Lo oí atenta. No podía creer que me estuviera contando aquello—, yo pasaba por ahí y escuché a esos humanos hablar sobre asesinarte, ¿puedes creerlo? Asesinar a una bebé que no podía defenderse. —Apretó las manos en puño destilando coraje, incluso cuando ya habían transcurrido tantos años—. Entonces intervine y los asesiné antes de que pudieran hacerte daño.

Admito que en su momento me dolió saber que él había asesinado a mis padres, pero ahora comprendía que si no lo hubiera hecho yo no estaría aquí, y de cualquier manera, si yo me hubiera encontrado en su lugar, habría hecho lo mismo.

Comprendí entonces mi teoría, más que nunca pude entenderlo, saber que, él no era malvado del todo, que dentro de su corazón oscuro había luz y que si me lo proponía podría hacerla resurgir. Era cuestión de comportarme, de no llevarle la contraria, aunque tampoco dejarme pisotear por él; sin embargo, tenía la certeza de que ambos podíamos entendernos bien si poníamos de nuestra parte y no seguir con aquella competencia de quien puede odiar más o sacar de quicio al otro más rápido.

Lo haría por él, por mí y la eternidad que nos quedaba por vivir juntos.

—¿Por qué querrían hacerlo? —Lo cuestioné momentos después, retomando el hilo de su confesión, queriendo saber todo, absolutamente todo.

—Es algo que jamás supe —me contestó y luego se permitió seguir—. Después te vi. Eras una cosita pequeña envuelta en una manta rosa. Yo te tomé entre mis brazos y tú me miraste y yo... yo por primera vez en mucho tiempo me sentí vivo.

Si me corazón latiera, estaría haciéndolo desbocado ante sus palabras.

—Hadrien —susurré cohibida, con los ojos brillando de emoción.

—Entonces comprendí que eras tú..., tú la mitad que le faltaba a mi alma, a mi vida.

Lo tomé de la mano y le di un suave apretón, con las lágrimas a punto de desbordarse por la comisura de mis ojos; no me culpen, era extraordinario oír de alguien quien nunca expresa sus sentimientos tales palabras que no eran un te amo, mucho menos cursilerías, sino verdaderas palabras llenas de sentimientos y sinceridad, que no eran forzadas o trilladas, sólo palabras que podían demostrar el amor que supe entonces, él sentía por mí.

—¿Y después qué hiciste? —Susurré aclarándome la garganta, sin querer sondear más en el tema de sus sentimientos. Aun se hallaba frágil y no quería que volviera a cerrarse.

—Te di a mi hermana para que cuidara de ti. Yo no podía mantenerte conmigo, aunque así lo quisiera —prosiguió—. Me sentía el ser más afortunado por haberte encontrado siendo una bebé, lo único que hice fue esperar, esperar a que tuvieras la edad suficiente.

—Pero te mantuviste cerca, ¿no es así? —Me miró y sonrió, lo hizo de verdad, tan sincero y lindo, una sonrisa llena de cariño y amor... Ese amor que se negaba a aceptar, pero ahora por algún milagro lo dejaba salir.

—Te cuidé y te protegí de todo, siempre estuve a tu lado.

Había tal sinceridad en sus ojos que se me hacía imposible no creerle, además que él no me mentiría sobre algo así, Hadrien podría ser cualquier cosa, menos un mentiroso.

Entonces no pensé en nada más.

Olvidé a Brent, olvidé el daño que Hadrien me causó, sus castigos y humillaciones, olvidé todo y me lancé a sus brazos. Sujeté su rostro con mis manos y besé sus labios siendo un beso diferente al que siempre había estado acostumbrada. No sabía qué estaba sucediendo, si Hadrien estaba cambiando o simplemente hoy fue su día de confesiones, no pensé en nada más, ni en lo que pasaría el día de mañana; sólo me concentré en sentir sus labios sobre los míos, transportándome a un lugar donde sólo existíamos mi vampiro y yo.

Continue Reading

You'll Also Like

304K 29.8K 38
Ser la dama de honor en la boda de mi hermana mayor, no sería un problema sí yo no estuviera en secreto enamorada de su futuro esposo. Y ahora tengo...
3.9M 238K 91
SEGUNDA PARTE DE "Eres mía, preciosa". Entré en su vida, e hice de ella un torbellino sin importarme las consecuencias y lo que vendría con ellas. Qu...
1.4K 157 26
No hay nada más desolador que encontrarte solo. Pero Alaia está acostumbrada. Sin embargo, se ve obligada a abrir los ojos para ver mucho más allá d...
3.4K 339 28
Una adolescente ideal, saca buenas notas, hace deporte, toca el violín. La hija perfecta. Todo estaba genial hasta que por un indestacable motivo de...