EL PRÍNCIPE DE MEDIO ORIENTE

By Liza120787

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Secretos, una infancia triste y llena de reglas y obligaciones. A veces la realeza no es tan feliz como se pi... More

Prólogo
Capitulo 1: Serenity Black
Capitulo 2: Mi mejor amiga
Capitulo 3: El viaje
Capitulo 4: Secuestro
Capitulo 5: ¿Estoy muerta?
Capitulo 6: El caballero de la Luna
Capítulo 7: Peligro en el Palacio
Capitulo 8: ¡Gritos de auxilio!
Capitulo 9: Secretos
Capítulo 10: Un trágico pasado
Capítulo 11: Libertad entre muros
Capítulo 12: Encuentro fallido
Capítulo 13: Un cambio positivo
Capítulo 14: Pacto amistoso
Capítulo 15: Dolorosos recuerdos
Capítulo 16: Un enigma llamado Luna
Capítulo 17: La chica indicada
Capítulo 18: Revelaciones
Capítulo 19: ¿Estará convencida?
Capítulo 20: Una mágica velada
Capítulo 21: Una gran responsabilidad
Capítulo 22: Sentimientos sorpresivos
Capítulo 23: ¿Quien es ella?
Capítulo 24: Cuídalo bien
Capítulo 25: Sentimientos encontrados
Capítulo 26: Señales De vida
Capítulo 27: Reencuentro
Capítulo 28: ¿En Donde Están?
Capítulo 29: Reflexiones tardías
Capítulo 30: De vuelta a casa
Capítulo 31: Declaraciones
Capítulo 32: Confesiones
Capítulo 33: Una boda en puerta
Capítulo 35: Un final de cuento (1)
Capítulo 36: Un final de cuento (2)

Capítulo 34: Adiós Mamoru

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By Liza120787

Tan pronto como entré a mi habitación, me recosté sobre mi cama con el cuerpo orientado hacia abajo, coloqué mis brazos bajo la almohada, y hundí mi rostro en esta para llorar de forma inconsolable, hasta que me cansé y sin darme cuenta, el sueño me venció.

A la mañana siguiente, la actitud que presenté la noche anterior, había cambiado de forma drástica. Me levanté, tomé una ducha tibia, me arreglé de forma sencilla pero coqueta y moderna, y me prometí a mi misma que esa sería la última vez que yo sufriría por ese hombre que tantos altibajos me había casado durante los últimos tres meses.

En cuanto concluí mi arreglo personal, tomé las cosas necesarias para hacer mi tramite universitario y me dirigí a la planta baja, en donde mi preocupada madre ya me esperaba con un suculento desayuno. Siendo sincera, no tenía ni la más mínima sensación de hambre, pero debía aparentar que todo en mi vida estaba más que bien, así que, agradeciendo y con una sonrisa más que fingida, tomé asiento y comí una a una las piezas de fruta y el cereal que me habían sido preparados.

—Hija ¿Te sientes bien?— me cuestionó mi madre al notarme tan tranquila después de mi reacción de la noche anterior.

—¡Claro que estoy bien!— resolví con una alegría que casi me creo yo misma.

—Bueno, es que...— ni siquiera dejé que mi madre terminara su última frase, pero sabía perfectamente el punto al que quería llegar, así que tuve que interrumpirla y dar una excusa más que convincente para que dejáramos el tema de Mamoru para siempre.

—No te preocupes. Lo que viste ayer fue solo mi manera de desahogarme. Con la boda de Mamoru por fin cerraré ese oscuro capítulo en mi vida. Mi llanto fue de felicidad, ahora si podré tener una vida tranquila, normal y con mi familia. A partir de hoy, todo volverá a ser como antes de mi viaje, y todas las cosas malas quedarán como un recuerdo y una amarga experiencia. Es hora de pasar la página.

—¡Mi niña! Te conozco bastante bien y no te creo nada, pero si estás segura de lo que estás haciendo, no me queda más remedio que apoyarte— me habló mamá mientras me regalaba un abrazo de esos reconfortantes que solo esos hermosos seres saben dar y que te dan la calma que necesitas.

Justo cuando dejamos a un lado nuestro tema de conversación, y terminé mi desayuno, Mina apareció por la puerta con toda su documentación. Debido a la sorpresiva aparición de Kunzite, pospusimos nuestra visita a la universidad, pero este día, nada ni nadie provocaría que cambiara de planes. Estaba más que claro para mí que cada quien debía buscar su felicidad muy a su manera, y si la de Mamoru era casarse para terminar con los conflictos entre las naciones cercanas a la suya, la mía era estudiar, prepararme y ser alguien importante y exitosa en la vida. Si existía la más mínima posibilidad de que Mamoru y yo volviéramos a estar juntos, con la noticia de Kunzite, esta había desaparecido por completo. Ahora estaba más que segura de que nunca más volvería a verlo, y que aunque supiera en donde encontrarlo, jamás lo buscaría. Él sería feliz con su matrimonio, y yo con la vida de una simple mortal.

Como ya era costumbre, papá puso a mi entera disposición uno de sus autos, un chófer entrenado en peleas cuerpo a cuerpo y armas, y un guardaespaldas profesional. Ya había sido secuestrada una vez por alguien que ni siquiera me conocía, así que ahora que el mundo sabía que yo era una heredera multimillonaria, necesitaba de toda la protección del mundo.

Mina y yo abordamos el auto y fuimos trasladadas al campus en donde lo primero que hicimos fue dirigirnos a la oficina directiva, presentamos nuestra solicitud y mostramos las buenas notas que ambas teníamos, esperando, con ello, conseguir un lugar en tan demandada institución.

—Me complace informarles que sus notas académicas y sus referentes de los grados anteriores, son excelentes— nos expresó la mujer que lideraba la escuela, pero con sus siguiente declaración nos sorprendió aún más. —Es una tradición de nuestra escuela otorgar becas a alumnas tan excelentes como ustedes, pero...— la mujer titubeó un poco antes de continuar, aunque después de algunos segundos, finalmente lo hizo —... solo, nos queda espacio para un becado, así que decidan ustedes quién de las dos será la afortunada.

—¡Tu te la mereces amiga!— me expresó Mina con una mirada llena de empatía. —Has pasado por tantas cosas en estos últimos meses que lo menos que la vida puede darte es esa beca para poder así cumplir todos tus sueños— finalizó al mismo tiempo que me tomaba de las manos con una sonrisa llena de ilusión, pero tan pronto como la propuesta llegó a mí, la rechacé.

—Si hay alguien que la merece, esa eres tú— correspondí a esa fuerte amistad que nos unía desde niñas. —Sé de sobra que tu más grande anhelo es ingresar a esta universidad, aunque eso represente un máximo esfuerzo para tu madre, quien, estoy segura, dará hasta lo imposible para cumplirlo. Además de mi buen historial, tengo un padre que puede costear todo lo necesario para mi educación. Sería muy egoísta de mi parte aceptar un recurso que realmente necesitas y que se que aprovecharás al máximo— le expresé con una agradable sonrisa.

—¡Serenity!— ella mencionó mi nombre y me regaló un fuerte abrazo.

—De cualquier forma, sabes que mis padres y yo siempre estaremos apoyándote en todo— fue lo último que le dije antes de que firmáramos toda la documentación necesaria y se nos entregaran los horarios, el tiraje de materias y todas las indicaciones pertinentes para poder tomar nuestro primer día de clases.

Tan pronto como todo estuvo listo, ambas comenzamos nuestra preparación. Cada una había elegido una carrera diferente, por lo que no compartíamos mucho tiempo juntas en el campus a excepción del almuerzo, en el que nos contábamos todo lo bueno y malo que nos había ocurrido durante las primeras horas de la mañana.

Esa popularidad que desde la secundaria habíamos tenido, volvió a hacerse presente. Conocimos nuevos maestros y lugares, e hicimos muchos amigos que no descansaban hasta regalarnos algún inocente piropo, y otros, hasta pequeños obsequios, incluso, experimentamos lo que era el amor.

Cierto día, cuando Mina y yo salíamos de la universidad para dirigirnos a nuestras casas, chocamos, sin querer, con dos hermanos bastante

distraídos y que daban la impresión de estar perdidos.

—¿Podemos ayudarlos en algo?— cuestionó mi mejor amiga de forma pícara. Francamente no pensé que eso fuera buena idea, por el momento mis relaciones con los hombres no eran una prioridad, aunque me costará admitirlo, Mamoru no salía de mi cabeza. Entre más pasaban los días, más comenzaba a notar su ausencia.

—Estamos buscando la oficina directiva— nos respondió el joven de cabello plateado.

—¿Por qué no nos ayudan a encontrarla? ¿Harías eso por mi? ¡Bombón!— me expresó el chico de cabellera negra mientras de manera muy atrevida me daba un par de ligeras palmadas en la cabeza.

Mi primera reacción fue negarme, pero, como siempre, la atolondrada de Mina estaba más que emocionada por conocer a quienes estaban por ingresar al plantel, así que, después de que ella dibujara en su rostro un tierno puchero, no pude más que aceptar esa petición con la que inició una nueva aventura.

Una vez que comenzamos una amistad con ellos, supimos que el nombre del peliplata era Yaten, hermano del joven de cabello negro, llamado Seiya. Ambos provenían de las afueras de la ciudad, de uno de los barrios más humildes, pero eso no quería decir que valiera menos, sino todo lo contrario. Ambos jóvenes, habían luchado desde pequeños para salir adelante. Era admirable como ambos tenían un trabajo de medio tiempo para costear sus gastos, y estudiaban. No cualquiera puede hacer eso.

Con el paso del tiempo, formamos un pequeño grupo y siempre estábamos los cuatro juntos en el almuerzo. Esos hermanos eran bastante divertidos, nos hacían reír la mayor parte del tiempo, pero de pronto un día algo cambió y Yaten le realizó una declaración de amor a Mina, quien no dudó en dar un "si" como respuesta.

Seiya por su parte, siempre me halagaba, todos los días me recordaba lo linda que era, se preocupaba por mi y me demostraba con cada una de sus acciones que él, al igual que Yaten y Mina, deseaba con migo algo más que una amistad, pero mi corazón aun no estaba preparado para eso.

Seiya era bastante gracioso, agradable, tierno, caballeroso, y ¿por qué no admitirlo? físicamente era muy atractivo, sin duda, él era el hombre perfecto, aquel con el que cualquier chica sueña que llegue a su vida para hacerla feliz, no por nada, en la escuela todas morían por él; todas menos yo. No es que no apreciara todo lo que él tenía, era más bien que Mamoru aún seguía clavado en mi mente y en mi corazón, y no sería justo para Seiya utilizarlo para borrar una sombra que quizá era imborrable.

Cierto día, Seiya me invitó a salir, en un principio me negué poniendo un sin fin de pretextos, pero no funcionaron. —Entonces es una cita, te veo mañana— me dijo mientras yo tenía un sin fin de sentimientos encontrados.

¿No merecía al menos una oportunidad en el amor? ¿Que había de malo en abrirle mi corazón a tan agradable muchacho? ¿Y Mamoru? ¿Él aún pensará en mí?

Mi mente solo ideaba tonterías. Era más que obvio que cuando decidió casarse, yo ya no formaba parte de los sentimientos de Mamoru, él ahora tenía una esposa de su mismo nivel y clase, y yo... debería resignarme a vivir la vida de una simple chica norteamericana. ¿Heredera? Tal vez, pero con cero por ciento de sangre real corriendo por mis venas.

Después de mucho pensar, y recibir uno de esos sabios consejos que solo los padres pueden darte, concluí en que, si no correspondía a los sentimientos de Seiya, por lo menos debía volver a divertirme como lo hacía antes de que los últimos acontecimientos pasaran.

A la mañana siguiente, me arreglé un poco. Me coloque una blusa, un short casual y unos diminutos tacones que me permitieran verme coqueta, pero cómoda. Francamente no sabía a dónde nos dirigiríamos, aún así, mi idea era disfrutar el día en compañía de mi amigo.

Como dos niños pequeños, fuimos al parque de diversiones de la ciudad. Por extraño que parezca, papá me permitió salir sin vigilancia, ya que consideró que era vergonzoso enviar guardaespaldas a ese lugar, además de que Seiya había prometido cuidar muy bien de mí. Ambos pasamos una tarde de ensueño, nos subimos a todos los juegos mecánicos, comimos unos deliciosos hot dogs, entramos a la casa del terror y ya imaginarán nuestras caras llenas de miedo. —¡Veamos quién es más hábil!— me dijo al mismo tiempo que, de un juego de destreza liberaba un pequeño llavero en forma de osito.

—¿Sabes algo Serenity? Me gustas, y mucho. La paso muy bien contigo— fue lo que dijo mientras recorríamos el camino de regreso a casa.

—Seiya... Yo...— titubee un poco antes de hablar, pero finalmente terminé contándole mi tonta historia, la de como un viaje de placer se convirtió en un secuestro, y como terminé enamorada como una idiota de un príncipe.

—¿Y si tanto lo amas por qué no lo buscas?— fue su pregunta, pero de inmediato respondí con el ya clásico pretexto de mi inferioridad, de no ser de la realeza, y como detalle principal, que él ya estaba casado.

—Muy lamentable— me dijo cuando por fin llegamos a mi casa. —Siempre me quedó claro que para ti solo soy un amigo, aún así, solo quería que salieras conmigo como despedida—eso sí me había dejado en shock —Yaten y yo conseguimos una beca en el extranjero y es una excelente oportunidad para los dos. Toma— me dijo extendiendo su mano para entregarme el pequeño osito que había ganado. —Te lo regalo por haberme acompañado esta tarde— finalizó para despedirse y yo, entrar a casa. Esa cita había sido la experiencia más cercana de amor que había tenido en mi vida, y me refiero a amor real, no al de un imposible cuento de hadas.

Después de pasar mi mente por muchos recuerdos, vino a mí el que Seiya decidiera ir al extranjero, y lo relacioné con cosas como el pasaporte, entonces fue cuando por fin me decidí a abrir ese sobre en el que Mamoru aseguraba que me devolvían mi documentación personal, pero cual fue mi sorpresa que al ver lo que había en su interior, además de mis documentos de viaje, encontré un sobre blanco con una fotografía de los Emiratos y una pequeña no ya escrita al reverso.

°°°°°°°°°

Para Serenity

Sé de sobra que desde que te traje al palacio no he hecho más que lastimarte con mi comportamiento y con cada una de mis acciones, y te pido perdón por ello. Gracias a ti, ahora soy un ser humano distinto, sacaste a flote mi lado más noble y humilde, y eso es algo que nunca nadie había podido lograr. No se como lo hiciste, pero poco a poco te fuiste clavando en mi ser, y aún más, en mi corazón. Hay un dicho que dice "si amas déjalo ir, si regresa es tuyo y si no, nunca lo fue" y eso es precisamente lo que voy a hacer. Te amo tanto que prefiero dejarte en libertad antes que verte sufrir más. Si algún día decides volver, te estaré esperando con los brazos abiertos para recorrer juntos esta maravillosa ciudad que no pudiste disfrutar por mis tontos caprichos, pero si decides no hacerlo, te comprendo.

Te ama: Mamoru.

°°°°°°°°

No lo podía creer, esa nota siempre había estado ahí y nunca la ví. Quizá si hubiera leído esto antes, hubiera corrido de regreso a los brazos de ese príncipe, pero ahora, ahora era demasiado tarde, él se había casado, y aún así lo hubiera hecho por despecho, amor o interés, él tenía una mujer a su lado a la que no podía lastimar. Quizá también ella era una víctima de su título nobiliario, y no merecía ser lastimada.

En definitiva, las relaciones amorosas no eran lo mío, y esta nota era lo que me recordaría de por vida que Mamoru no estaba a mi alcance, y no era para mí. —!Adiós Mamoru!— exclamé con lágrimas en los ojos mientras rompía la fotografía. —¡Adiós para siempre!— exclamé hasta que sin ser consciente, el sueño me venció.

Desde aquel día, no volví a hablar nunca más de Mamoru, el tiempo pasó, y Mina y yo estábamos a punto de graduarnos. Al parecer, todos los que conocían mi historia de amor con aquel príncipe, se habían creído eso de que yo ya no pensaba en él, la pregunta era, ¿yo en verdad lo había olvidado?

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