El pelinegro mira con una expresión en blanco y con la mirada llena de aburrimiento el gran espacio negro rodeado por un infinito de imágenes en movimiento que parecían ser partes de la escuela, mientras que la mano seguía jalando de su muñeca.
En un inicio esto fue emocionante, era como un simulador del espacio en donde tu cuerpo no estaba ligado a la ley de la gravedad y lo dejabas flotar en el vacío sin riesgo de chocar con algo.
Y la increíble cantidad de cristales que reflejaban las diferentes partes de la escuela solo lo hacia que la vista fuese el tiple de emocionante.
Pero después de un rato se volvió tedioso e incluso si miraba por mucho tiempo las imágenes te podías marear por el constante movimiento.
- ... ¿Falta mucho? – Se atrevió a preguntar Amane en un tono cansado, esperando que la mano le respondiera.
Esa cosa ya demostró tener boca, así que no estaba lejos de sus límites.
Sin embargo, esta no le respondió y solo siguió jalándolo a donde sea que le estuviera llevando.
Amane alzo su mirada hacia arriba, ¿o era su derecha?, para ver el largo brazo de la mano fantasmal que seguía sin querer soltarle.
Paso un tiempo hasta que el final del brazo se ilumino en una brillante luz que lo dejo segado por unos instantes. Parecía que habían llegado a su destino después de hacer un largo recorrido en este extraño limite.
Cuando el humano estaba por cruzar por aquel rectángulo luminoso que parecía ser la fuente de luz no pudo evitar expresar lo que se le vino a la mente en el momento que vio las manos fantasmales sobresalir del escritorio de Tsuchigomori-sensei.
- Tch, traicionado por el mejor amigo del hombre – Le reclamo Amane antes que su cuerpo desapareciera por aquel rectángulo luminoso.
El otro lado de aquel rectángulo fue un largo pasillo oscuro sin salida con varios espejos rotos por las paredes.
Parecía que él estaba entrando por la pared que cortaba el corredor, la mitad de su cuerpo ya había traspasado por aquel rectángulo.
El otro lado de aquel rectángulo o ahora que lo pensaba bien podía tratarse de un espejo como el de las paredes, parecía que si estaba ligado a las leyes de la física porque cuando todo su peso ya estaba por este lado, la gravedad hizo su trabajo.
- ¡Kyaaa! – Exclamo Amane al caer desde tan alto.
Su caída solo fue amortiguada un poco por el agua que rodeaba el límite, pero por el nivel no fue suficiente para que no saliera herido.
El humano apretó en línea recta sus labios mientras contaba hasta diez en su cabeza, después de un rato soltó un suspiro y se dio la vuelta para quedar acostado de lado.
Había sido secuestrado por segunda vez en este mes y no le hacía mucha gracia.
Si fuese por él ni siquiera se levantaría del suelo cubierto de agua, se quedaría ahí como algún tipo de oruga hasta que alguien viniera a buscarlo.
De no ser porque escucho su nombre.
- ¿A-amane-kun? – Pregunto una voz que conocía.
Girando su cabeza en dirección a la voz, lo primero que noto fue una cabellera rosada.
- ¿¡Mitsuba-senpai!? – Exclamo sorprendido al mismo tiempo que se sentaba en el suelo mojado para verlo mejor.
Ahí al comienzo del pasillo, siendo solo iluminado por una luz se encontraba Mitsuba tal como lo recordaba.
Kou le había dicho que el peli rosado había desaparecido en el mismo día que fue secuestrado por la persona de la máscara de oni, el exorcista le contó con lujo de detalles lo que paso ese día y de cómo se despertó alarmado al notar que ambos habían desaparecido.
Puede que ambos empezaron con el pie izquierdo cuando se conocieron, pero Mitsuba parecía ser un buen sujeto.
Así que intento con todos sus medios encontrar al chico afeminado, sin mucho éxito en sus búsquedas por el fantasma. Incluso los mokkes le prometieron ayudar en su búsqueda a cambio de algunas caricias.
El humano abrió la boca para preguntarle sobre lo que paso.
Pero antes de que las palabras salieran de su boca, la manga de un suéter le cubrió la boca de manera rápida e inesperada.
Sin perder tiempo, Mitsuba lo agarro del hombro y lo empujo más a la esquina del corredor sin quitar su manga de su boca.
El pelinegro no entendía bien las acciones del fantasma, hasta que vio unos espectros arrastrándose por el comienzo del pasillo.
- Shhh – Lo silencio el peli rosado colocando un dedo en sus labios para indicarle que guardara silencio.
Amane solo lo miro aterrado.
Cuando Mitsuba estuvo seguro que no había nadie por el pasillo. Retiro con cuidado su mano de la boca del menor.
- ¿Qué estas haciendo aquí? – Le cuestiono Mitsuba en un murmullo.
- ¿Exactamente donde estamos? – Le respondió con otra pregunta el humano mientras miraba de reojo por el inicio del pasillo con temor que esos espectros siguieran por aquí.
- Estamos en el limite del tercer misterio escolar, el infierno de los espejos – Dijo el peli rosado con una expresión preocupada. – Y acabas de venir en el peor momento –
- En el peor momento - Repitió alarmado lo último que dijo.
El fantasma solo asintió con severidad y como si fuese para confirmar sus palabras, un grito espeluznante se escucho por todo el límite.
- ¿Q-que fue eso? – Pregunto Amane con una mirada preocupante.
Sabia del rumor del numero tres y algunas cosas que Yako-neesan le contaba de él, pero ella nunca le menciono nada de gritos.
Mitsuba pareció dudar un poco, pero al final se decidió que era mejor mostrárselo.
Con prisa se quito su suéter y se la paso al menor.
- Te mostrare lo que esta pasando, pero antes ponte esto – Dijo Mitsuba esperando que con esto disimulara un poco el estado de Amane.
No quería pensar que pasaría si esos sobrenaturales se diesen cuenta que había un humano rodando en el límite.
El pelinegro no le interrogo sobre eso y se puso el suéter lo más rápido que pudo antes que Mitsuba le tendiera una mano, sin vacilar Amane le tomo de la mano y se dejo guiar por su senpai a lo que sea que quisiera mostrarle.
En su mente le agradeció que no le hubiera tomado de la muñeca, porque no había dejado de latir desde hace un buen rato.
Solo esperaba que no fuese una fractura.
Ambos salieron por el callejón con cuidado e ingresaron a un lugar mas brillante que el lugar donde se escondían.
Amane tuvo que entrecerrar sus ojos por un momento por la repentina luz y cuando sus ojos se habían acostumbrado a la luz, vio algo que lo dejo sin palabras.
Un gran espacio expansivo de varios niveles.
Y en todos esos niveles había diferentes tipos de espectros que lanzaban o rompían los innumerables espejos del lugar.
Pero lo que mas le llamo la atención fue la enorme montaña de esos seres que parecían trepar entre ellos para alcanzar un objeto desconocido suspendido en lo alto del techo del límite.
Sus ojos se agrandaron aun mas al darse cuenta de que se trataba del yorishiro del número tres.
Estos espectros habían invadido el territorio de un misterio escolar para destronarlo de su puesto.
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Curiosidad que mata#42
El límite es como una versión del ningún lugar, solo que, en lugar de puertas, el lugar está repleto de ventanas que podías ver lo que pasaba al otro lado del cristal en tiempo real y en ambos lados.