Alec

By nayftes

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Una nueva guerra trae consigo a una futura directora en prácticas al Instituto de Nueva York. Bajo la tutela... More

ALEC
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37(SEGUNDA PARTE)
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EPISODIO 19: tratos con demonios mayores

HERA

-¿Invocar a un demonio mayor? ¿Ese es tu plan? -me miró estupefacto y en su habitual pose de brazos cruzas el mayor.

-No creo que sea buena idea -niega la zanahoria-. El único argumento que tenemos es la leyenda, nada nos asegura que ese demonio tenga tal cosa bajo su custodia.

Alexander intentó ocultar su sorpresa ante el echo de que la zanahoria y él estuvieran de acuerdo en algo por primera vez.

-Además necesitaríamos a un brujo -secundo Jace, mirándome. A él le parecía tan buena idea como a su novia y parabatai.

-¿Recordáis la última vez que invocamos a uno? -mira la zanahoria a los dos hermanos y a su pareja.

-¿Invocasteis a un demonio mayor antes?

-Valak -me responde Clary-. Magnus le entregó mis recuerdos para así no ponerse en peligro ante mi padre, pues este podría torturarlo.

-Mirar el lado positivo -les sonrío acompañado de un aleteo de pestañas-. No será vuestra primera vez invocando a uno, no estaréis tan nerviosos.

-Hera, se trata de invocar un demonio mayor -la mano de Jace se poso en mi hombro-, siempre te pones nervioso sin importar las veces que lo hayas hecho.

Los demás parecieron estar de acuerdo con Jace.

-¿Qué salió tan mal para que estéis tan a la defensiva? -hablé, pasando mis ojos por todos. Compartieron una mirada cómplice.

-A cambio de mis recuerdos, nosotros tuvimos que entregarle uno de la persona que más queremos -se animó a explicarme la zanahoria, bajo la mirada de descontento del azabache-. Cuando le tocó a Alec -el nombrado puso sus ojos en blanco, algo muy habitual también en él y se removió. Parecía nervioso por lo que vendría a continuación-, mostró una imagen de Jace y aseguró que el demonio me había engañado.

-Rompió el enlace y en fin, fue un desastre. Clary tuvo que matarlo para salvar a Jace, y perdió sus recuerdos -finalizó Isabelle con un movimiento de hombros para restarle importancia. Ella también notó la incomodidad de su hermano ante el tema.

-Es su parabatai, es lógico que apareciese una imagen de él -miré mis uñas. Va siendo hora de que me las vuelva a pintar-. Cuando le tocase a Jace, lo más probable es que apareciese también Alexander.

Todos volvieron a intercambiar una mirada, esta vez no sólo excluyendome a mi sí no también al azabache quien se veía incómodo e inquieto. Algo más pasó, no fue solo una imagen tenía un trasfondo y yo acabaré descubriendo el que.

-¿Y donde lo invocasteis? -me incline hacia delante en mi silla-. Podríamos usar el mismo lugar para invocar a Marax.

-El apartamento de Magnus, parecía tener una habitación preparada para ese tipo de cosas -volvió a hablar la zanahoria ganándose un codazo por parte de su parabatai. De manera sincronizada desviaron su mirada hasta Alexander quien se veía más serio de lo normal. Al sentir el peso de nuestras miradas alzó la cabeza.

-Como algo salga mal, será tu culpa -me advirtió entre dientes sin llegar a mirarme.

-¿Estás segura querida? -Caterina me mostró la hoja con el pentagrama que debería dibujar en el suelo si quiero convocar a Marax.

-No he estado más segura en toda mi vida -le confirme aceptando las bonitas tizas que al parecer ya había usado la zanahoria una vez.

-Alec -llamó al pelinegro quien se acercó sin quitar todavía su aspecto serio. Esto no le está haciendo ni una pizca de gracia-, prepara a tu prometida.

Era la primera vez que se referían así a mí. Sólo espero no pasar de ser Hera Hadid, a la esposa de Alexander Lightwood.

-Marax es un demonio mayor, por lo que la runa dolerá mucho más que las otras -Me advirtió sacando la estela de su bolsillo donde acostumbra a llevarla.

-Bueno, a lo hecho pecho -le resto importancia mientras se saco la cazadora. Llega un punto en el que encontrar un sitio donde hacerte una nueva runa puede ser una tarea complicada.

-¿Aquí? -señala con su dedo la parte trasera de mi brazo. No podré ver la runa, aunque prefiero evitar tener que volver a invocar otro demonio mayor en el futuro, por muy emocionante y excitante que me esté pareciendo la situación.

Con un asentimiento de cabeza, pegó la punta de la estela a mi piel. Poco tardé en sentir el profundo dolor, y es que no se equivocaba, dolía como los mil demonios para tratarse de una runa. Mi piel parecía arder en fuego, y este iba en aumento a medida que iba trazando la runa. Me mordí el labio en un intento de no emitir ningún chillido mientras alguna lágrima que otra se escapaba en total silencio de mis ojos los cuales había cerrado con fuerza.

-Listo -me avisó cuando alejó la estela de mi cuerpo y el dolor fue menguando. Limpié con el dorso de mi mano mis mejillas, y si bien ambos sabemos que vio mis lágrimas, no comentó nada al respecto.

-¿Quieres que te eche una mano? -se ofreció la zanahoria acariciando las tizas. Por su sonrisa estoy segura de que se encuentra recordando viejos tiempos.

-La verdad te lo agradecería -acepto mirando con el ceño fruncido el pentagrama con múltiples detalles y runas demoniacas.

Con la ayuda de Claryssa todo resultó mucha más sencillo y rápido. Hablamos de temas triviales durante el proceso para hacerlo más ameno, y aunque intenté sonsacarle algo sobre mi despedida de soltera, quedo en eso: un intento.

-Nada mal -nos felicitó la bruja mirando el pentagrama ahora dibujado en el suelo-. Como hay solo cinco puntas uno deberá hacerse a un lado.

-Yo lo haré -se ofreció la zanahoria guardando la última tiza en su sitio-. Si pasa algo podré ayudar con mis runas.

Caterina ocupó la punta superior y principal, puesto que es ella quien dirigirá la invocación. Belle y yo nos situamos cada una a un lado, quedando así una frente a la otra. Alexander, casi arrastrando los pies y sin perder su ceño fruncido se puso a mi lado, dejando al rubio entre él e Isabelle.

-¿Nos pedirá lo mismo a cambio que la última vez? -preguntó Isabelle.

-Valak es el Demonio de la Memoria, y a cambio de los recuerdos de Clary, pidió uno de cada uno de vosotros, así que con Marax no se sabe -su respuesta no nos dejó muy tranquilos como quien dice, pero ya es demasiado tarde como para echarse ahora hacia atrás.

Tomando nuestras manos, sintiendo como una extraña energía nos conectaba unos a otros cerramos el círculo. Sólo entonces, la bruje empezó a decir unas palabras en latín que no logré comprender.

-El collar, esta latiendo -nos miró Isabelle..

El collar que siempre llevaba puesto, latía tal y como había dicho y visto en otras ocasiones anteriores durante las misiones, aunque esta vez parecía tener vida propia.

-No os solteis las manos -nos advirtió una vez más sin abrir sus ojos.

Mi cabeza se alzó, mis ojos mirando el techo en el momento justo en el que una bola de humo roja emergió de la nada. Trazando círculos fue bajando a toda velocidad hasta el centro del pentagrama donde se hizo más granda, empujandonos hacia atrás. Hice más fuerte mi agarre en ese entonces.

-Marax está aquí -nos informó la bruja.

Si no me lo dice no me doy cuenta...

-El demonio exije su pago -habla mirando al interior de la neblina roja. Parecía un tornado enfurecido, y nosotros los idiotas que intentan retenerlo dentro de un frágil jarrón-. La quiere a ella.

Cuando la mirada de Caterina se posó en mi, el aire se escapó de golpe de mis pulmones. Sentí la mano de Alexander darme un apretón, por lo que giré mi cabeza para mirarlo.

-No te vas a ir a ningún lado -me habló, y puede ver el miedo y la honestidad en sus ojos miel.

¿Y si la lupa es la única forma de descifrar lo que dice en aquel libro? Quizás si buscamos otra alternativa después será demasiado tarde.

-Alec -quise convencerlo de que era lo correcto.

-No -protestó Jace, mirándome desde el otro lado de la neblina roja-. Podemos entregarle cada uno el objeto más valioso que tenemos.

La bruja volvió a hablar en latín, y poco después asintió con su cabeza en dirección hacia Jace dando a entender que había aceptado su trato. Pronto, el collar que latia enfurecido sobre el cuello de Belle, se desengancho de su cuello y levitó hasta el interior del tornado donde desapareció. El siguiente fue Alexander, una fotografía de Magnus apareció frente a él, y siguiendo lo ocurrido con el collar fue tragada por el demonio. El siguiente fue Jace, un anillo de mujer con una 'H' grabada en la plata, quizás el que su madre biológica usaba. Si mal no recuerdo, le tengo visto un collar con dos anillos colgando de este. Luego fue mi turno. Sentí como tirada mi. Mi ropa fue casi arrancada de mi cuerpo. Las costuras de mi camiseta dieron de sí, y pequeño pedazos de tela desaparecieron en el interior. Por un momento pensé que lograría llevarme con él, y por la forma en que Alexander apretó aún más mi mano supe que él pensó lo mismo, más de un momento a otro, el único cómic que había sacado de la habitación de mi hermano se materializó frente a mi. Observé su portada algo descolorida debido al uso, queriendo grabarme cada detalle sabiendo que las posibilidades de volver a verlo son remotas.

-Tengo que finalizar la invocación, cerrar el portal -nos avisó la bruja. Unas cuantas palabras más en latín, fueron suficientes para que Marax se fuera por donde vino, dejando como única prueba de su presencia la condenada lupa en el centro del pentagrama.

-Ha funcionado -habló Claryssa siendo la primera en adentrarse en el pentagrama y coger el objeto.

La lupa no era demasiado grande. Tenía una forma redonda y el cristal está enmarcado en un soporte dorado con diversas runas tanto angelicales como demoníacas talladas. Su mango es de madera, también con diversos dibujos y símbolos tallados. Quitando eso, no parecía más que una lupa antigua que a algún mundano le gustaría conservar en una de las estanterías de su hogar.

-Vamos a probarla -incitó Jace siendo seguido por su pareja, la morena y la propia bruja quien hizo todo esto posible.

Yo me quedé quieta en mi sitio en la punta de la estrella. Este primer encuentro con un demonio mayor me había dejado algo aturdida. ¿Compensaba esa lupa los objetos de gran valor sentimental que nunca recuperaremos?

-¿Estás bien? -recordé entonces la presencia del mayor, quien parece ser el único que no fue junto los demás.

-S-Sí -mi voz no sonó muy segura, más me apañe para mostrarle una falsa sonrisa que por su ceño fruncido pareció no convencerlo en lo absoluto.

-Te dejaré una de las camisetas que aún tengo aquí -me avisó mirando mi camiseta echa jirones-. Intentó llevarte con él a pesar de todo -comentó mientras me guiaba hasta la habitación donde ya estuve con el una vez buscando alguna pista.

Abrió el armario, donde se diferenciaba claramente dos tipos de ropa. Sólo hacía falta ver a Alexander para saber que la ropa de la derecha le pertenecía a él. Sacó una de sus camisetas básicas que suele llevar habitualmente en el instituto. Sólo me hizo falta verla para saber que me quedaría muy grande, pero tampoco es como si tuviera otra opción mejor. La acepté, percibiendo enseguida el perfume masculino que emana tan propio del azabache.

-Te espero junto al resto -habló rascándose la nuca señalando el pasillo por el que habíamos venido y daba al salón donde se encontraban el resto.

-¿Cómo es posible que los nefilim no tengan constancia de la existencia de este libro? -lo primero que escuché fue la voz de Isabelle.

-Créeme, los subterráneos tampoco sabíamos de su existencia -le aseguró la brujo ubicada junto a Alexander. Este último sujetaba la lupa la cuál pasaba por las páginas del libro.

-¿Qué es lo que pasa? -me encaminé hacia ellos y me situé al otro lado del azabache.

-Es un libro de hechizos variados -me explica el rubio sentado en el reposabrazos del sofá. Tenía la estela en la mano y jugaba con ella-. Desde controlar distintas especies de demonios, hasta invocar ángeles.

-Y sea quién sea que esté detrás de toda esta parafernalia tiene una copia -prosiguió la zanahoria.

-Y mientras nosotros preparamos una boda ese ser con malas intenciones prepara algo grande -murmuro apretando el puente de mi nariz.

-Aún estáis a tiempo de retiraros -insinuó Jace, mirando sus manos. Podría jurar que su comentario había salido con rentintin.

-Pero ya tenemos las despedidas de solteros organizadas -lo miró su novio indignada. Según me había contado Belle, la zanahoria había puesto todo su empeño en organizar algo que fuera de mi agrado.

-Además que las cosas que pedimos ya han empezado a llegar y mañana vendrán varios emisarios de la Clave -respaldó la morena a su parabatai. Sin duda ellas dos eran las más ilusionadas por la boda, quizás por que no se dan tan a menudo.

-Ahora la boda es el menor de mis preocupaciones -admití. De pronto, casarme o no con Alexander no tenía tanta relevancia, en especial si de eso dependía que la Clave nos permitiera seguir indagando en todo este asunto cada vez más retorcido.

-Ya sabemos que contiene el libro, ¿ahora qué? -nos miró Jace. Parecía estar de peor humor que otros días.

-Sin duda sabemos que han hecho uso de estos hechizos para controlar a los demonios y así poder experimentar con ellos -recalcó Belle tomando asiento junto la zanahoria.

-Y sin duda los bebés que seguían en los vientres de aquellas tres mujeres que encontramos junto el hotel Dumort ahora están con ellos -prosiguió Alexander mirando la punta de sus botas, como si allí fuera a encontrar las respuestas.

-Además necesitan un brujo para abrir todos esos portales -se animó a hablar la bruja. Cuando alguien amenazaba todo el Mundo de las Sombras, fueras hijos de la luna o de la noche daba igual. Todos nos iríamos a la mierda si ese ser malvado y retorcido se sale con la suya.

-¿Quizás podríamos empezar a buscar el brujo que está ayudando? -sugirió la peli naranja-. Tal vez esté nos lleve hasta el responsable, a su supieor. Además que siempre cabe la posibilidad de que esté siendo obligado y no por voluntad propia.

-¿Y los demonios que se lanzaron directamente a por Alec? -nos miró Jace, como si esperase que le diesemos algún tipo de respuesta coherente.

-¿Crees que Magnus está involucrado en todo esto? -nos miró Caterina. La idea de que su viejo amigo esté metido en todo este meollo no debe ser agradable, ¿pero para qué querían a Alexander si no?

-Todo lo involucrado que un muerto puede estar -asiento en su dirección. Con Magnus muerto, la fuente de información era excasa y mucho más difícil. Algo que el brujo nos podría haber explicado en un par de minutos nos está llevando muchas semanas.

-¿Tú sabías que Magnus tenía este libro? -le preguntó Alexander, quien se veía afectado por la conversación. Quizás después de todo la Clave no estuviera tan alejada al pensar que el brujo está implicado de alguna forma en esto.

-No -negó-. De saberlo le habría dicho que debía dárselo a los Hermanos Silenciosos o algo similar que pudiera costodiarlo para que no cayera en malas manos.

-A lo mejor ni el propio Magnus sabía que contenía este libro -comentó, viendo la lupa que descansaba junto el objeto en cuestión. Por muchos idiomas que el brujo supiese, quizás este se escapaba de su conocimiento y por algún motivo lo conservaba en su casa.

-Pues para no saber de qué iba o contenía el libro, bien que hizo un hechizo para que no pudiera salir de estas paredes -ironizó el rubio señalando nuestro alrededor.

-Quizás simplemente sabía que es poderoso -lo defendió Isabelle. Al igual que los demás, ella tampoco quería que Magnus estuviese involucrado.

-Si los shadowhunters se molestasen en conocer mejor Edom esto no habría pasado -aclaro, pensado en los dos portales restantes los cuales nadie a cruzado todavía.

-Pues no se a que esperas entonces -me mira cansado Jace, dándome una invitación a que me pierda.

-Desde luego que tu propuesta es tentadora -puse mis ojos en blanco, un tanto hastiada del humor de perros que se carga.

-Yo podría echaros una manos con el brujo -se ofreció Caterina.

-Vosotros tenéis emisarios que recibir, una prueba de vestuario y la despedida de solteros -nos apuntó Isabelle a su hermano y a mi-. Así que dejarnos esto a nosotros, al menos hasta después de la boda.

-Son solo dos días -la apoya la zanahoria-. Estaremos bien.

Alexander no se veía muy convencido. Dejar a ellas al mando en especial un tema como este iba contra su naturaleza. Pero si en algo tenían razón es que cuanto antes nos casásemos, antes nos dejarían la Clave en paz.

...

Nada mal para ser tú —habló Jace apoyado en el marco de la puerta.

Sus peculiares ojos me miraban de arriba abajo, su mirada era pesada, intensa. No resulta muy difícil saber porqué Clary había caído ante sus encantos.

—¿Descubristeis algo? —le pregunto mientras vuelvo a darme la vuelta para mirarme en el gran espejo de cuerpo entero.

—Caterina aún está en ello, y nosotros igual —se sitúa detrás de mí y nuestras miradas se conectan a través del reflejo—. Ese libro tiene demasiadas páginas.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —me pongo de lado para ver la parte trasera del vestido.

—Ya me la estás haciendo —se burla de brazos cruzados sin perder detalle de mis movimientos.

—¿Qué le tienes preparado a Alexander como despedida de soltero? —ignoro su comentario.

Jace da dos pasos hacia delante, su pecho no llega a tocar mi cuerpo pero mi espalda percibe el calor que irradia su cuerpo. Su dedo índice y pulgar son suficientes para acomodar una de las finas tiras del vestido antes de que yo pudiera hacerlo.

—Nada muy elaborado, no olvides que se trata de Alec —habla mirándome a través del reflejo. Sus dedos todavía tocan mi piel sujetando la tira a pesar de que ya la ha acomodado.

—Has estado de un humor de perros estos últimos días —me giro de manera brusca pillandolo desprevenido, aún así no retrocede ni un paso.

—El asunto de los portales me tiene estresado —miente.

La boda. Esa dichosa boda que no puedo sacarme de la cabeza.

Su promia mente y pensamientos lo delatan.

—Es por Alec —hablo muy segura de lo que digo. Jace frunce el ceño e inclina la cabeza ligeramente, es un buen actor pretendiendo no saber de que hablo—. No te hace ni puñetera gracia que se case conmigo.

—No la verdad es que no —me mira esta vez molesto. Tiene la mandíbula tensa al igual que el resto del cuerpo—. Ya lo vi una vez en el altar, replanteandose así mismo que mierda estaba haciendo allí de pie vestido de blanco a punto de casarse con una persona a la que no ama —me saca un poco más de media cabeza, mi cabeza alzada para poder mirarle a los ojos sin titubear—, pero es mi parabatai, hicimos un juramento. Le juré que estaré ahí para él en las buenas y en las malas y así será, incluso aunque todo esto me parece una desfachatez.

—La última vez no le salió tan mal, ¿no? —camino hacia la cómoda donde se encuentra la pulsera sobre el cojín dorado que Isabelle llevará—. Al final no se casó y se besó por primera vez con el amor de su vida.

—Pero mira como acabó —camina hacia una foto que Isabelle tiene enmarcada. En ella salen todos, incluyendo al brujo—. Alec a vuelto a ser quien era, y lo quiero de todas formas. Así lo conocí y no lo cambiaría por nadie pero, ahora vivirá con un corazón roto, al menos hasta que se dé cuenta.

—¿Qué se de cuenta de qué? —me hago un moño para sacar mi pelo de delante. Siento su mirada sobre mi espalda.

—De ti.

Por el ángel Raziel, ya empezamos. Otro más no.

—Sé que tendemos a decir que todas las leyendas son ciertas y bla, bla, bla —ruedo mis ojos exhausta de tanta parafernalia y dramatismo—, pero esa leyenda de la shadowhunters y el licantropo no es más que eso: un mito, una leyenda, una fábula, un cuento que contarle a los niños cuando se van a dormir.

—No lo digo por la leyenda, Hera —se vuelve a acercar y esta vez si pega su cuerpo al mío. Sus manos se mantienen lejos de mí cuerpo, más su mejilla roza la mía y su barbilla se posa sobre mí hombro. Su poca barba me pica la piel desnuda—. Soy su parabatai, tenemos un vínculo, ¿recuerdas? Cuando fue lo de Magnus no estábamos en los mejores términos, nuestro vínculo estaba debilitado, pero luego podía sentir como se ponía cuando Magnus estaba presente o simplemente lo veía a lo lejos.

—¿Siente algo más que molestia cuando estoy cerca? —lo miro a través del reflejo. Ni hago el amago de separarme, su cercanía no es incómoda. Hemos entrenado juntos en varias ocasiones no es como si fuera la primera vez que nuestros cuerpos se tocan.

—Esta intrigado por ti.

—Eso es porque no me conoce, tampoco es que sea mucha cosa —me encojo de hombros sintiendo como su barba se clava un poco más en ese zona—. Además, que yo sepa le van solo los hombres.

—Si bueno, eso creía él también.

Su comentario me descoloca totalmente. Me giro, sujetando su rostro entre mis manos y casi pegando nuestras narices.

—Él no puede sentir nada por mi —hago que me mire a los ojos. Su barba pica las palmas de mis manos—. En cuanto esto de los portales esté solucionado y tenga el visto bueno para ser directora de mi propio instituto saldré de aquí pitando.

—¿Y qué pasa con Belle y Clary? —me mira molesto—. ¿Crees que no te han cogido cariño? Por mucho que no quieres o para la mala suerte de tu madre eres como tu padre. Llegas y te haces la dura, la iceberg como tú dices. Pero días después te sabes el nombre de las personas, las saludas a todas y cada una de ellas cuando te las cruzas por los pasillos o entras en algún lugar.

—Son mis compañeros de trabajo —le resto importancia a sus palabras. Realmente no me había dado cuenta de esos pequeños detalles—, es normal que conozca sus nombres.

—Podrás ser tan disciplinada como tu madre —levanta un dedo—, igual de inteligente y perspicaz —alza otros dos—, pero entras en la habitación y la llenas con tu simple presencia, al igual que tu padre.

—¿Jace? —Isabelle nos mira confundida sin pasar por alto nuestra cercanía y la tensión en el ambiente—. ¿Qué haces aquí? Clary lleva buscándote un buen rato.

Jace intercambio unas cuantas palabras con la morena y desapareció sin si quiera mirarme. Aún respiraba si fragancia masculina.

—¿Qué ha sido... —me señala a mi y luego la puerta por donde el rubio se fue— eso?

—Nada importante —miento con una sonrisa en mi boca. Me dirijo rápidamente a los zapatos que me dio como opción para llevar y levanto dos pares. Debía distraerla para que dejase el tema a un lado—. ¿Cuáles te gustan más?

—Las tres horas más largas y aburridas de mi vida —me quejé cogiendo una de las varas de madera. Alexander había ido inmediatamente a la sala de entrenamiento nada más acabar de recibir a los enviados de la Clave, mientras yo me desvíe hasta la cocina a por un poco de chocolate.

—No importa las veces que tengas que pasar por eso, es igual de aburrido y tedioso que la primera vez —concuerda conmigo mientras realiza movimientos perfectamente ejecutados al aire con la vara.

—¿Un combate antes de irnos a nuestras despedidas de solteros? —lo miro desafiante. Había luchado contra su parabatai antes, incluso con Belle y la zanahoria, pero nunca tuve la oportunidad de enfrentarme al frívolo director—. Venga, te sentará bien desahogarte. Entre nuestro matrimonio y lo de los portales es comprensible.

—Hera, no me calientes —habla entre dientes haciendo un par de movimientos más con la vara.

—Podría responder algo pervertidos a eso, pero no te caliento de esa forma —chasqueo la lengua y dio el primero golpe. Anonadado, Alexander lo bloquea. Las varas emiten un seco sonido cada vez que chocan entre sí.

—Baja el centro de gravedad —me advierte cuando casi lanza mi vara lejos en uno de sus ataques.

—¿Siempre eres así de correcto? —hablo mientras nos movemos por la sala. Estamos reñidos y eso aumenta la tensión, ninguno está dispuesto a perder llegados a este punto.

—¿Siempre hablas mientras luchas? —responde con otra pregunta, lo que me hace rodar los ojos.

—Tú querido parabatai está irascible últimamente —intento golpear sus piernas haciendo un barrido pero salta esquivando la vara—. Entendiendo por últimamente desde que anunciamos nuestro compromiso.

—No es por el compromiso —me asegura.

—Así que ya has hablado con él —alzo mis cejas repetidas veces—. ¿Sabes que al principio pensaba que él te gustaba? —me río ante mis propios pensamientos—. Cuando hablaba lo mirabas de una forma peculiar.

—¿Forma peculiar? —me agacho sintiendo como su vara corta el aire por encima de mi.

—Como se miran los protagonistas en las películas.

Lanzó mi siguiente golpe, directo a su estómago. Su mano agarra el extremo de mi cara y tira de ella, yo la suelto ante la sorpresa y me desarma. Tira ambas varas al suelo, lejos de nosotros y están van rodando por el suelo hasta la pared, donde se detienen.

—¿Tus últimas palabras? —me pregunta mientras se pone en posición de defensa. Habíamos pasado a una lucha cuerpo a cuerpo.

—Te gustaba Jace —afirmo. Su comportamiento sólo confirmó mis sospechas.

Lo sucedido en la casa del brujo cuando invocaron al demonio poco después de la llegada de Clary. Su mala relación con Clary al inicio, no solo se debía a su personalidad pues de ser así se llevarían como ahora, además de que ver a Jace siguiendo a la zanahoria debió ser un golpe duro para el mayor. Acostumbrado a tener al rubio para el solo, se sintió...destronado. Eso solo creo una gran brecha entre ambos, debilitando el vínculo cosa que nombraron varias veces en mi presencia. Solo debía sumar dos más dos para obtener la respuesta.

Sus golpes eran secos, directos, no titubeaba su cuerpo estaba en automático. En ese momento no estaba segura de sí me veía a mi o a un demonio, pero de lo que sí estoy segura es de que antes no había sacado a relucir todo su potencial. Veía la determinación en sus ojos, no seguía ningún tipo de secuencia lo que lo hacía imprevisible, letal podría decir. Los tipos de golpes que conoce son montones imposibles de memorizar y por ende en pocas ocasiones pude predecir su siguiente movimiento.

—Pensé que era un entrenamiento —hablé con voz ahogada debió a sus brazos ejerciendo presión en mi cuello, mientras que con mis piernas también lo tenía enganchado.

—Lo dejó de ser desde el momento en el que empezaste a hablar —responde de la misma manera.

—¡¿Pero que hacéis?! —nos chilló Belle con sus manos en sus caderas. Nos miraba de forma desaprovatoria—. Deberíais estar preparandoos para vuestra despedida.

Alexander finalmente aflojó su agarre, por lo que finalmente yo también lo liberé y ambos nos levantamos estirando nuestros cuerpo. Había sido el combate más duro y tenso que he tenido en mucho tiempo. Quizás Jace le ganase en cuanto a destreza con la espada y el cuchillo, pero sin duda la lucha cuerpo a cuerpo es lo de Alexander además del arco.

—¿Lista?

Clary se había empeñado en vendarme los ojos desde el momento en el que puse un pie fuera del instituto. Estuvimos conversando durante el trayecto en coche y a pesar de mi insistencia no había soltado nada.

—Sí mujer —le aseguré ya cansada de la pañoleta.

Sentí como deshacía el nudo y la pañoleta se aflojaba. Para mí sorpresa no había música, ni decenas de personas bailando y bebiendo en una de las tantas discotecas de Nueva York. Esos muebles y decoración además de la tenue iluminación lo conocía más que bien.

—Sorpresa —hablaron Simon y Raphael al unísono. Me sorprendió no ver a Isabelle allí siendo honesta, pero no me podía quejar en absoluto.

Me acerqué a ambos y para su sorpresa los abracé brevemente. En seguida me puse a cotillear por la habitación. Había alcohol como era de esperar, bastante comida basura y una gran pila de CD's que seguramente son cortesía de Simon por los superheroes que hay en la portada.

—¿Lista para un maratón de Marvel? —cogió la zanahoria la primera película de todas.

Acomodada en el sofá junto a Raphael y los dos mejores amigos en el colchón del suelo repleto de cojines, empezamos a reproducir la primera película. La había visto hace nada como quien dice con Jace, pero eso no es un problema para mí. La zanahoria y el vampiro nos miraban divertidos cuando Simon y yo decíamos el diálogo a la perfección.

—¿Te lo estás pasando bien? —me susurró al oído Raphael. Sus ojos oscuros se veían brillantes bajo la luz de la televisión. Tenía una suave sonrisa en su boca, y parecía nervioso por mi respuesta.

—Mucho —le aseguré con una sonrisa de oreja a oreja. La primera que había dado desde que llegué aquí.

Debería estar dándole vueltas a lo que sucederá mañana. A qué uniré mi vida a la del chico Lightwood aunque sea de manera temporal, e incluso me había ya visualizado totalmente ebria como quizás este Alexander ahora mismo en un intento de lo que tendrá lugar mañana. Sin embargo estaba en el hotel Dumort, acompañada de mi buen amigo Raphael, la no tan insoportable zanahoria, y mi nuevo amigo friki.

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