EL PRÍNCIPE DE MEDIO ORIENTE

By Liza120787

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Secretos, una infancia triste y llena de reglas y obligaciones. A veces la realeza no es tan feliz como se pi... More

Prólogo
Capitulo 1: Serenity Black
Capitulo 2: Mi mejor amiga
Capitulo 3: El viaje
Capitulo 4: Secuestro
Capitulo 5: ¿Estoy muerta?
Capitulo 6: El caballero de la Luna
Capítulo 7: Peligro en el Palacio
Capitulo 8: ¡Gritos de auxilio!
Capitulo 9: Secretos
Capítulo 10: Un trágico pasado
Capítulo 11: Libertad entre muros
Capítulo 12: Encuentro fallido
Capítulo 13: Un cambio positivo
Capítulo 14: Pacto amistoso
Capítulo 15: Dolorosos recuerdos
Capítulo 16: Un enigma llamado Luna
Capítulo 17: La chica indicada
Capítulo 18: Revelaciones
Capítulo 19: ¿Estará convencida?
Capítulo 20: Una mágica velada
Capítulo 21: Una gran responsabilidad
Capítulo 22: Sentimientos sorpresivos
Capítulo 23: ¿Quien es ella?
Capítulo 24: Cuídalo bien
Capítulo 25: Sentimientos encontrados
Capítulo 26: Señales De vida
Capítulo 27: Reencuentro
Capítulo 28: ¿En Donde Están?
Capítulo 29: Reflexiones tardías
Capítulo 30: De vuelta a casa
Capítulo 31: Declaraciones
Capítulo 32: Confesiones
Capítulo 34: Adiós Mamoru
Capítulo 35: Un final de cuento (1)
Capítulo 36: Un final de cuento (2)

Capítulo 33: Una boda en puerta

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By Liza120787

Ahora ya sabía lo único que Kunzite y Mamoru desconocían, la forma en la que había llegado a los brazos de los Black, aunque con algunas mentiras que me tocó revelarles.

Aún con mi familia reunida, comencé a contar lo que yo sabía. Les hablé a mis padres adoptivos sobre la traición que le secó el corazón al padre de Mamoru, lo que hizo con su madre como venganza, y lo que hizo con mis padres biológicos para garantizar que ellos ocuparan toda su atención en Mamoru.

Mi padre se encontraba atónito al descubrir que en realidad, yo tenía a dos personas que me habían amado tanto como para dejarme partir hacia un rumbo desconocido solo para que siguiera viviendo, pero la que estaba en especie de shock y no reaccionaba ni para bien ni para mal, era mi madre.

Cuando ella por fin pudo hablar se dedicó a recriminar por la acción de mi padre y por ocultarle la verdad. En propias palabras de ella, le negó el derecho a llorarle a su verdadera hija, cosa que tenía sentido para mí.

—Ya habías sufrido bastante y quise evitarte la pena de la pérdida de nuestro bebé. Yo también quería ser padre, anhelaba tener a un pequeño ser en mis brazos, y cuando llegó Serenity, pensé en la suerte que la indefensa criatura correría si no la recibía.  No actué por beneficio propio, lo hice pensando en los tres— resolvió mi padre con lágrimas en los ojos, pero lo que él había hecho parecía que no tendría perdón ante la mujer que amaba. Ella estaba tan dolida y llena de furia que me hizo pensar que tal vez, esta revelación traería consecuencias no muy buenas para mí.

—¿Acaso el saber la verdad cambia tus sentimientos?— le pregunté a mi madre ante su reacción, colocando mi rostro melancólico frente al furioso de ella, pero al ver mi mirada cristalina se dirigió hacia mí, me abrazó, y como toda una verdadera madre lo haría, dejó su sentir a un lado para darme el consuelo que yo tanto necesitaba.

—¿Cómo podría ser eso? ¡Mi niña!— habló mientras el sonido de su llanto se unía al mío para luego continuar. —¡Escúchame bien!— ella se alejó un poco de mí, y con su mano sujetó mi rostro para obligarme a mirarla —Nada de lo que me digan podría cambiar lo que siento por ti. Aún cuando no lleves mi sangre, para mi tu eres mi hija. Desde el primer momento que te tuve entre mis brazos te amé. Cuidé de ti, te dí tiempo, cariño, te alimenté, estuve a tu lado cuando enfermaste, te acompañé en tu primer día de escuela, en cada cumpleaños y hasta en tu graduación. ¿Crees que todos los momentos hermosos que me regalaste en estos dieciocho años se van a borrar de mi mente solo porque me han dicho la verdad?

—¡No lo sé!— respondí agachando un poco la cabeza.

—¡Claro que no! ¡Te amo y siempre te amaré! Nunca dudes de mi cariño, y que te quede clara una cosa, si estoy molesta no es por ti, ni por tu padre, sino por la mentira. Si me hubieran dicho la verdad, de igual modo yo te habría aceptado. Estaba tan ansiosa de ser madre que te hubiera acogido en mis brazos sin importarme tu origen. ¡Eres lo mejor que me pasó en la vida!— en ese momento, ambas volvimos a abrazarnos, aunque esta vez se nos unió mi padre.

—Esmeralda, perdóname, no era mi intención mentirte, solo quería tu felicidad. Por lo mismo, tuve siempre sobreprotegida a Serenity, tenía miedo de que quien la había entregado, algún día la buscara y quisiera alejarla de nosotros— ante las palabras de mi padre, mamá solo le dijo que lo perdonaba, que comprendía los motivos por los que le había ocultado la verdad, y que, desde luego, seguiríamos siendo la hermosa familia que siempre habíamos sido.

Durante mi corta vida, solo vi buenos tratos, comunicación y armonía entre mis padres. Ellos eran el ejemplo de una pareja perfecta, se amaban, se complementaban y se apoyaban en todo; sin duda, ese era el modelo de relación que yo quería para mi futuro. ¡Que lindo hubiera sido vivir un amor así como el de ellos, con Mamoru! Pero... En mi realidad y en mi mundo, no existían los cuentos de hadas. Quizá Mamoru estaba enamorado de mí, y desde luego, yo de él, pero ¿Que podía ofrecer yo, una simple mortal a un príncipe de verdad?

—¡Perdóname hija!— mi padre habló para sacarme de mis pensamientos. — No quiero que todo lo que pasó desde que saliste de viaje con Mina, empañe nuestras vidas ni nuestros futuros. Será mejor que nos olvidemos de todo eso y le demos vuelta a la hoja. Lo mejor será retomar nuestros caminos como si nada de esto hubiera pasado, lo que realmente importa es que estás aquí, con nosotros, y que estamos tan unidos como siempre.

—¿Eso quiere decir que...?— pregunté, pero sin antes terminar mi interrogante, mi padre dio la respuesta que yo tanto anhelaba.

—Así es, quiere decir que no realizaré ninguna denuncia. Si ese hombre hizo algo bueno o malo, la vida se encargará de darle lo que merece— para mí, eso era un gran alivio, tal vez nunca volvería a ver a Mamoru, pero al menos lo protegería de cualquier cosa que estuviera en mis manos.

Los siguientes tres días pasaron de forma rápida. Cuando hice el viaje de mi cumpleaños estaba por elegir una universidad para continuar mis estudios, pero dados los acontecimientos, no pude regresar para poder hacerlo, así que ahora que estaba de vuelta, continuaría con mi vida. Mina se ofreció a acompañarme a la Universidad de Florida para hacer una solicitud de ingreso. Siempre quise estudiar relaciones internacionales, y ella por su parte, estudios comerciales y economía, por lo que esa era la escuela más indicada para que ambas avanzáramos, y dadas nuestras buenas notas de la preparatoria, estaba casi segura de que todo saldría bien.

Mina llegó a casa a muy temprana hora, por lo que yo apenas acababa de levantarme. Aún me encontraba en mi pijama polar de conejo, pantuflas, despeinada y con cara somnolienta.

—¿Qué pasa? ¿Acaso esa es la cara de la mujer que conquistó el corazón de un príncipe?— me dijo mi amiga en un tono bastante sarcástico y burlón con el que de inmediato me vi en el espejo y comencé a reír.

Era cierto, me veía fatal, pero estaba contenta de convivir con mi familia de nuevo, aunque eso no significaba que no extrañara a ese hombre que tantas emociones me había causado y que me había hecho pasar del temor al amor en tan solo dos meses. —¡Mamoru! ¿Qué estarás haciendo ahora?— sin darme cuenta pensé en voz alta y un suspiro de melancolía se hizo notar en mi voz.

—¿Por qué no lo averiguas? Si tanto lo extrañas ¿por qué no lo buscas? Sabes bien en donde encontrarlo— finalizó Mina, pero eso era algo que no podía hacer. Tal vez lo había deslumbrado con mi comportamiento rebelde, pero él había conocido a otras chicas antes de mí, y seguro conocería a más ahora. Yo no representaba nada para él.

Después del desayuno, Mina y yo salimos rumbo a nuestro destino. El camino no era muy largo, en alrededor de treinta minutos estaríamos en la Universidad, pero dado el grado de consentimiento al que mamá nos tenía acostumbradas a ambas, organizó una pequeña mochila con algunos deliciosos bocadillos que pudieran matar nuestra hambre si demorábamos más de lo planeado, pero justo cuando estábamos por partir, alguien a quien creí no volver a ver nunca más apareció en mi casa para darme una cruel noticia que me partiría el corazón pero me convencería de que mi destino no estaba ni estaría nunca en los Emiratos.

—¿Kunzite?— cuestione con sorpresa al verlo parado justo en el portón principal —¿Que haces aquí?— finalice mientras la asustada Mina corrió de regreso al interior de la casa para avisar a mis padres que quien nos había interceptado de primera instancia en nuestro viaje, estaba aquí.

—¿Qué rayos quiere usted en nuestro hogar?— se escuchó la voz de mi padre quien ya se encontraba a mi lado en compañía de todo su equipo de escoltas. —Le advierto que si lo han enviado para llevarse a Serenity, usted volverá de regreso con las manos vacías— mi padre estaba dispuesto a defenderme, pero de inmediato calmé la tensión que se estaba generando.

—¡Alto! ¡Por favor escúchame!— me dirigí a Diamante BLACK. —Si él hubiera querido llevarme a la fuerza, lo habría hecho sin que nadie lo descubriera— afirmé.

—¿Entonces? ¿Qué quiere aquí? ¡Hable ahora!— Diamante se dirigió a Kunzite con un tono lleno de autoridad y bastante exigente.

—¡Ya basta! ¡No le hables así!— interrumpí mientras me interponía entre los dos para evitar que alguno saliera de sus cabales y las cosas se complicaran.

—¡Serenity! ¿Qué haces? ¿Acaso no recuerdas lo que nos hizo?— cuestionó Mina ante mi acción, pero en el fondo la comprendía, ella no sabía quién era ese hombre en realidad.

—¡Por supuesto que lo recuerdo! Pero este hombre lo hizo solo por cumplir las órdenes que se le daban, además, en cierto modo yo le debo respeto— lo defendí.

—¿Qué cosa dices?— Diamante estaba más que sorprendido con mi declaración.

—¡Papá! Antes de que intentes hacerle daño a este hombre, debes saber algo. Él es el que permitió que tu, mamá, Mina y yo estemos aquí reunidos ahora.

—Lo sé, él y su príncipe te permitieron volver, pero ahora no tiene nada que hacer aquí— Diamante seguía sin comprender, así que tuve que decirle las cosas tal cual eran.

—No me refiero a eso. Quiero decir que si él no me hubiera entregado hace dieciocho años, quizá yo habría muerto. Él es el hombre que sacrificó su derecho a criarme, con tal de que tuviera una vida plena y feliz. ¡Papá! Él es Kunzite, mi padre biológico, y te aseguro que si está aquí no es para hacerme ningún daño— finalicé y de inmediato Diamante hizo una seña con sus manos indicando a los escoltas que bajaran la guardia.

—¡Discúlpeme!— el orgulloso Diamante Black había hablado. —Lamento haberlo tratado de esta manera, pero como comprenderá, no hemos tenido muy buena experiencia con su nación ni con su gente.

—Lo entiendo, pero créame que no he venido a llevarme a Serenity, al menos si ella no lo desea.

—Ahora que todos somos amigos ¿por qué no entramos y tomamos un café mientras charlamos?— Mina, con sus ocurrencias había dado una brillante idea.

—Antes que nada, quiero agradecerles por haber recibido a Serenity en sus vidas— Kunzite se dirigió a mis padres una vez que estuvimos de vuelta en el interior. —Es una gran mujer, y todo es gracias a ustedes— finalizó en tono melancólico, creo que el hecho de no haberme visto crecer, aun le costaba un poco.

—¡Gracias a usted!— respondió mamá —perder un hijo es difícil, pero lo es más cuando no se sabe el destino que corrió, en donde estará, si tendrá frío o hambre, y creo, sin temor a equivocarme, que su pérdida fue difícil de llevar— Kunzite sólo asintió con la cabeza al mismo tiempo que mi padre estiraba la mano y un fuerte apretón entre ambos se hacía presente.

Al fin con el conflicto resuelto, me animé a averiguar los motivos que habían traído a Kunzite hasta aquí, y a tan solo tres días de mi salida de los Emiratos.

—Mi señor ha resuelto por fin el conflicto que arrastraba desde hace tiempo con los saudíes— era un gran alivio saber que Mamoru no había cometido ninguna tontería tras mi partida, y que se había ocupado de su nación, pero tan pronto como mi mente había imaginado cosas buenas, Kunzite me trajo de vuelta a la realidad. —Él está a punto de hacer una alianza, pero a un alto precio— agregó Kunzite, y en ese momento me paralicé, aún no sabía lo que Mamoru pensaba hacer, pero el tono utilizado por quien más lo quería me hizo suponer que sería una locura.

—¿Qué es lo que va a hacer? ¡Contesta por favor!— exigí con desesperación y bastante preocupada.

—Su nombre es Michiru... Es la hija del líder saudí, y...— Kunzite titubeó un poco antes de revelar la cruel verdad —... va a casarse con ella.

No lo podía creer. Ese hombre que me había declarado su amor, y al que también yo amaba estaba por contraer matrimonio con otra mujer.

—Si vienes conmigo podremos evitar la boda, estoy seguro de que en cuanto mi señor te vea cancelará la ceremonia. Solo es cuestión de que tu...— Kunzite parecía desesperado, pero sin dejar que terminara de hablar, lo interrumpí de forma drástica.

—Lo siento Kunzite. No hay nada que yo pueda hacer para ayudarte.

—Claro que sí. Si vienes conmigo...

—He dicho que no,  Kunzite— lo interrumpí de nueva cuenta. —Si Mamoru desea casarse, que lo haga. Debe amarla lo suficiente como para planear una boda en tan poco tiempo— agregué.

—Mi señor no la ama, está enamorado de ti. Si se casa con esa princesa es solo porque busca la manera más fácil de resolver la situación de la nación, y para no estar solo. Desde que saliste del palacio ha estado encerrado en su habitación.

—Pues lo siento—respondí. —Por mí puede casarse con quien el deseé, si lo hace es por algo, ya sea, amor, conveniencia o compañía, no me importa. Si es todo a lo que has venido puedes irte. Que tengas buen viaje— hablé al mismo tiempo que me levantaba de mi asiento y me dirigía a mi habitación.

Por el momento había perdido el ánimo de visitar la universidad, lo único que quería ahora era hundir mi rostro en mi almohada y llorar hasta quedarme sin lágrimas. ¿Qué caso tenía volver a los Emiratos? Ninguno.

Con la boda él solucionaría de forma definitiva los problemas de su país, y me sacaría de su mente y de su corazón para siempre.

Tal vez era Serenity, la heredera del imperio Black, pero no podía competir contra una verdadera princesa, a su lado, yo no valía nada.

Ahora si había perdido a Mamoru para siempre.

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