Joy (Saga SEAL 8)

By Thyra_Sorley

113K 18.7K 2.6K

El suyo ha sido un amor forjado durante años, en silencio y disfrazándolo de amistad, porque para ambos, es u... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Nota de la autora
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Epílogo

Capítulo 22

2.9K 556 54
By Thyra_Sorley

-Dejadme a mí -les pido una vez más. Sé que Fisher no quiere que me quede a solas con Alessandro porque todavía le dura el susto que le di antes, pero dudo que mi ex hable con alguien que no sea yo. De hecho, no sé ni si lo hará conmigo porque sabe que diga lo que diga, está jodido. Los SWAT no le ofrecerán un trato después de que los haya engañado y los SEAL no pintan nada aquí, salvo ayudar a capturarlo.

-Cree que le has traicionado -Fisher insiste en su teoría-, dudo que quiera hablar contigo.

-Intentémoslo al menos -sugiero-. El no ya lo tenemos.

Knowles lo ha intentado por la vía diplomática, recordándole el trato al que habían llegado, incluso si no está dispuesto a cumplirlo ahora, pero Alessandro no se ha mostrado colaborativo, precisamente porque sabe que no obtendrá una reducción de condena. Harper, en cambio, ha intentado intimidarlo, pero tampoco ha funcionado. Y mira que conoce muchas técnicas bastante efectivas sin tener que usar la violencia, pero en ese sentido, Alessandro se siente seguro porque no podemos golpearlo o la detención será anulada. Por eso, precisamente, no podemos dejar que Fisher entre en la habitación, pues usaría los puños, así que solo queda probar a que hable conmigo.

-No perdemos nada por intentarlo -asiente Knowles, que ve cómo el plan se está arruinando. Si no confiesa, no enviarán a nadie. Y a ellos podrían abrirles un expediente por haber actuado en lugar de buscar pruebas como se les pidió.

-La puerta abierta -me advierte Fisher, pero en cuanto entro, la cierro. No echaré el cerrojo, pero sé que si no tenemos intimidad, no hablará conmigo.

-Así que policía -dice nada más verme.

-Te lo dije hace mucho -le recuerdo.

-No pensé que lo cumplieses, la verdad.

-Contigo me pasó al revés, fíjate -me mantengo entre la puerta y él, aunque no podría moverse hacia ella ni aunque quisiese, porque permanece atado a una silla-. Me creí cada palabra que me decías sobre tus planes de futuro. A estas alturas, te hacía siendo el director de tu propia empresa. Una legal, se entiende. 

-Por aquel entonces no podía decirte la verdad, Joy. Te habrías asustado y te alejarías de mí.

-Te entregué mi confianza, Alessandro -sabe de qué le estoy hablando- y me traicionaste. Creía que eras un buen chico, que habías hecho lo correcto y por eso te habías tenido que alejar de tu familia temporalmente, pero todo formaba parte de tu verdadero plan, ¿verdad? Primero te deshaces del socio al que no podrías controlar y con el que tendrías que compartirlo todo y después regresas con tu padre, cuando se le haya pasado el enfado por delatar a Sartore. Así, el negocio acabaría siendo solo tuyo cuando tu padre desapareciese.

-No es tan sencillo, Joy.

-Pues explícamelo.

-Sabes que no puedo hacerlo -mira detrás de mí.

-Claro que no -no me daré por vencida tan pronto. Conmigo ya ha dicho más de lo que ha hablado con el resto-. Después de todo, tampoco me contaste la verdad en Porvoo. Vives de mentiras, Alessandro, son tu sustento. Dudo que sepas la verdad incluso tú. Te has inventado tantas mentiras en torno a ti, que ya no tienes ni idea de lo que realmente quieres.

-Quiero lo que tiene mi padre -dice con calma- y quise en su momento que tú lo compartieses conmigo, pero está claro que no sientes por mí lo mismo que yo por ti.

-Aunque lo hubiese sentido -necesito que entienda que el camino que está a punto de tomar no es el correcto-, saber lo que pretendes hacer me habría alejado de ti igualmente. No podría vivir con un asesino y un traficante, Alessandro. ¿Qué clase de vida sería esa? 

-Te trataría como a una reina. Tendrías todo lo que quisieses.

-Y si no puedes conseguirlo por la buenas, sería por las malas -remarco-. No se trata de posesiones, Alessandro, sino de confianza en tu pareja, en que sepa cuidar de ti y protegerte. Contigo, siempre tendría miedo a que me hicieses daño si decidieses que ya no te resulto útil. Por favor, estás hablando de matar a tu padre como si se tratase de una simple cucaracha que hay que pisotear. Es tu padre.

-Como te dije, no me trató bien. ¿Por qué ahora habría de tratarlo mejor yo a él?

-Así que tu plan sigue siendo el mismo, matarlo para hacerte con el control de todo -intento que no se note el interrogatorio sutil que estoy llevando a cabo porque necesito que confiese todo lo que me dijo en Porvoo- ¿Pensabas hacerlo delante de tu madre? ¿O a ella también la matarás? ¿Te estorba tanto como tu padre? ¿Ese es el destino que le reservas a la mujer que te dio la vida?

-No metas a mi madre en esto.

-¡Oh, vaya! Así que, después de todo, sí que quieres a alguien.

-Déjalo, Joy -me advierte. Está llegando al límite de su paciencia y no tardará en explotar, así que lo presiono un poco más.

-¡Qué orgullosa estará de su hijo! Aunque claro, igual es tradición familiar que los hijos maten a los padres para heredar el negocio. ¿Las madres se libran? ¿O cómo va la cosa?

-Que te calles -grita. 

-Solo quiero entenderlo -insisto, esperando que nadie entre ahora-. Porque si es así, necesitaría saber que mi hijo acabaría matándome algún día. Tal vez así procuraría no tenerlo y me ahorraría la decepción y el disgusto que, seguramente, sentirá ahora tu madre.

-Mi madre lo consintió todo -he logrado enfadarlo al fin-. Cuando me despertaba de las pesadillas, me decía que se me pasaría con el tiempo, que era normal estar nervioso al principio. Me decía que todo eso era por el bien del negocio.

-Entonces la vas a matar también a ella -digo sin entonación, solo constatando un hecho.

-Se lo merece -está fuera de sí-. Mi regalo de cumpleaños en mi mayoría de edad fue matar a alguien por primera vez. Ni siquiera sé quién era o qué hizo, mi padre me dijo que debía morir y que yo sería el ejecutor, que debía aprender a tomar decisiones difíciles y a mancharme las manos cuando fuese necesario. Y mi madre se quedó a su lado, viendo cómo apretaba el gatillo, con el orgullo pintado en el rostro. Ninguno de ellos merece vivir. 

-¿Y Sartore?

-Sartore solo fue mi vía de escape en aquel momento. Lo acusé para poder desaparecer de la vida de mis padres sin que pudiesen encontrarme porque por mi cuenta habría sido prácticamente imposible. Ahora que ha salido de la cárcel, haré que le echen la culpa por el asesinato de mi familia. 

-No podrás llegar a él.

-Tengo a mis hombres en ello -ríe-. Si no está muerto ya, lo estará muy pronto.

Espero que el resto del equipo pueda interceptarlos y salvarle la vida. Aunque se lo merecería por todo el daño que ha hecho a lo largo de su vida, es justo que pague por sus pecados en la cárcel, como dicta la ley. Ya lo ha hecho en parte, pero todavía tiene mucho por lo que responder.

-¿Sabes una cosa, Alessandro? Te lo agradezco -le sonrío ahora.

-¿Qué? -me mira con desconcierto.

-Acabas de confesar que quieres matar a tus padres y a Sartore. No es exactamente lo que buscaba, pero bastará por ahora -constato-. Unos meses en la cárcel te harán recapacitar y tal vez para entonces ya estés dispuesto a hablar.

-Joy -me llama al ver que me alejo-. Eso no es nada. No he hecho nada, no pueden acusarme.

-Claro que podemos -interviene Knowles ahora. Debía estar detrás de la puerta esperando el momento adecuado para entrar porque ha aparecido muy rápido-. Tenemos tu confesión grabada y es suficiente para encarcelarte una buena temporada. 

-Joy, eh, Joy -Alessandro insiste en hablar conmigo, pero ya he tenido suficiente. Salgo de la habitación y voy directa a los brazos de Fisher, que me acogen con amor. Solo entonces soy consciente de la tensión que he estado acumulando mientras hablaba con él.

-Lo has hecho muy bien, Joy Joy -me dice sin soltarme-. Eres increíble.

-Me siento horrible -susurro para que nadie más me escuche-. Me engañó tanto tiempo.

-No podías saberlo -me dice, después de alejarnos del resto-. No es culpa tuya, Joy.

-Es un puto psicópata.

-Esos son los típicos de los que luego dicen sus vecinos "parecía tan educado y normal" -aunque bromea, no deja de tener razón. La mayoría de asesinos en serie o trastornados tenían una vida normal y sencilla de cara al mundo-. Lo que no puedes hacer es sentirte culpable por lo que pudo haber hecho. Tú no eres responsable de sus actos, incluso si algunos pretendía hacerlos alegando que era por ti. Nunca es por nadie salvo por sí mismos. Se ponen excusas para no culparse, pero si alguien hace algo es porque quiere hacerlo. Así de fácil.

-Así de fácil -repito, todavía no tan convencida como él.

-Como ahora -dice, rodeándome con los brazos-. Que quiero besarte para que se te borre esa expresión de la cara y, aunque lo haré por ti, en realidad es porque quiero hacerlo.

No me deja responder porque me besa inmediatamente después. Me aferro a él con fuerza y le devuelvo el beso, buscando beberme su seguridad. Fisher es mi apoyo y siempre lo ha sido. En mis peores momento siempre he acudido a él para que me aconsejase. Nuestro amor se fraguó lentamente, con pequeños gestos, a lo largo de muchos años. Y creo que por eso es tan especial. Puede que nos perdiésemos por el camino alguna vez, pero siempre volvemos el uno al otro y siempre lo haremos. No podría vivir sin él.

-Te amo, Biff -le digo al liberar la boca.

-Yo también te amo, mi preciosa mujer imbatible -deja otro beso en mis labios antes de regresar con el resto- ¿Y ahora qué hacemos?

Como si su pregunta fuese una premonición de lo que nos tocará hacer, escuchamos bastante alboroto fuera del edificio. Harper y Downer se asoman a las ventanas que tienen justo al lado, mientras que Knowles va a por Alessandro.

-Tenemos visita -anuncia Downer.

-No podemos enfrentarlos -afirma Harper-. Hay que salir de aquí inmediatamente.

-No podía ser tan fácil -susurro. Estoy tan harta de todo esto, que la ira empieza a acumularse en mí. Y eso puede ser muy peligroso.

Por primera vez, Combs no se queja de nada y es el primero en quedarse en la puerta de entrada vigilando mientras el resto vamos saliendo por la ventana del balcón y saltamos al del vecino de abajo. Se va a llevar un buen susto cuando nos vea, si está en casa, pero es lo único que podemos hacer para salir de aquí sin cruzarnos con quien está subiendo a por nosotros.

-¿Cómo nos han encontrado? -pregunta Cornell, sorprendido. 

Mientras obligamos a bajar a Alessandro, descubro que tiene una sonrisa demasiado satisfecha en su cara y, en cuanto entramos en el salón del vecino, me enfrento a él. Estoy convencida de esto es cosa suya y necesito saber cómo lo ha hecho. Estoy tan cabreada, que no me importa si tengo que zurrarle para que hable. 

-No hay tiempo para esto, Joy -Fisher intenta tirar de mí para que lo deje estar, pero me niego a seguir avanzando hasta que me diga la verdad. 

-Si no lo cacheo, nos seguirán vayamos a donde vayamos, Fisher.

-Ya lo he cacheado yo -dice Combs, que ha llegado a tiempo para oírme.

-Pues no lo has hecho muy bien -protesto, sin mirarlo, porque mis ojos están fijos en Alessandro-. O me dices dónde está o te vienes con nosotros tal y como has venido al mundo, hijo de puta.

-No te atreverás a desnudarme -ríe, creyendo que ha ganado.

-Ten por seguro que sí -lo amenazo-. Y si me tocas mucho los ovarios, te corto el rabo y dejo que te desangres.

Saco la navaja que tenía escondida en la cintura de mi pantalón y su rostro palidece. Siempre funciona con los hombres, cuando su masculinidad se ve en peligro todos se vuelven unos cobardes. Ni siquiera hace falta ir en serio para que se acojonen.

-En el zapato derecho -dice, casi sin voz, cuando acerco la navaja a sus genitales-. El tacón se abre.

Le obligo a sentarse en el suelo y busco el localizador. Tal y como me ha dicho está escondido en el tacón. Es muy ingenioso, pero no tengo tiempo para admirarlo. Lo destruyo y miro en su otro zapato por si acaso, pero no hay nada. Tampoco tengo tiempo para pensar en cómo ha conseguido todo esto, porque se supone que está enfadado con su padre y que no tiene dinero para semejante tecnología, así que lo descarto por ahora. 

-¿Hay más?

-No -niega.

-Espero que me hayas dicho la verdad, Alessandro, porque tengo muchas ganas de probar cuán afilada está -le acerco la navaja a la cara antes de guardarla. 

Fisher y Cornell lo levantan del suelo y continuamos nuestra carrera hacia el exterior. Lo bueno de habernos detenido en la casa es que ahora los hombres de DiLuca están en el piso de arriba y podemos usar las escaleras sin problema. En la puerta de entrada hay dos hombres haciendo guardia, pero no son un problema para Knowles y Downer, que se deshacen de ellos en un par de movimientos. Fisher y yo arrastramos a Alessandro a uno de los vehículos que hemos alquilado y el resto se divide en los demás. Para cuando nos alejamos de allí, nadie nos sigue todavía, aunque no tardarán en hacerlo, así que necesitamos alejarnos lo máximo posible de las calles. Si va a iniciarse un tiroteo, mejor que no haya víctimas potenciales.

-Esto no pinta bien -dice Fisher, siguiendo el coche donde va Cornell porque es quien lleva el GPS-. Para mí que el gilipollas este ya estaba amigado con su padre de antes, Joy, o no se habría molestado en enviar a tanta gente para rescatarlo.

-Solo tenemos que procurar que no se lo lleven -le digo, apuntando a Alessandro con mi pistola para que se esté quieto porque ya ha intentado salir del coche en cuanto se puso en marcha-. Si DK estuviese aquí, podría conseguirnos un avión para salir del país de inmediato.

-Si todos estuviesen aquí, las tornas cambiarían y serían ellos los que huyesen -remarca Fisher. Y tiene razón. Con los equipos SEAL y SWAT al completo, no tendrían nada que hacer, pero no están todos, así que solo nos queda seguir escapando.

-No podréis huir para siempre -dice Alessandro-. Mi padre es demasiado poderoso. Os encontrará y acabará con todos sin arrugarse el traje. Estáis perdidos. Yo, de vosotros, me rendiría ya.

-Puede que no podamos escapar de tu padre -le digo con fría calma-, pero reza para que lo hagamos porque si nos pilla, te juro por lo más sagrado y lo que más quiero, que le enseñaré las grabaciones de tu confesión. A ver si somos los únicos que caemos bajo su yugo, mamón.

Continue Reading

You'll Also Like

18.4K 1.2K 43
Una historia donde Cassie tiene que aprender a vivir y lidiar con su familia tanto paterna como materna,al mismo tiempo que va descubriendo su poder...
44.3K 1.3K 21
te imaginas ser un robot purgador en un mundo donde los humanos ya no están y lo único que queda son robots trabajadores pues esto le pasó a N un rob...
236K 10.6K 50
Esto será un One Shot de Rapidos y Furiosos 🚘 Los pedidos son abiertos, e intentaré hacer todos los que me pidan... estos son algunos de los perpsne...
7.9K 1K 22
te enseñare lo que es ser un dragón de verdad