Pase la noche entera con Hyun Su a mi lado, su cabeza estaba colocada sobre mis piernas mientras yo me encargaba de acariciar su rostro y cabellos.
Me sentía perdida, no sabía qué seguía. Ya nadie hablaba o proponía hacer algo, solo vagan de un lado a otro sin importar el hambre que se había acumulado en nuestras barrigas o el sueño que las ojeras en nuestros rostros empezaban a revelar, solo estábamos existiendo dentro de ese lugar.
— ¡¡Están rodeados!! ¡¡Entreguen de inmediato a los infectados!! —
Las fuertes palabras de un hombre rompieron la tranquilidad que estaba teniendo con Hyun Su; temía por la validez de esas palabras así que me di a mi misma la tarea de averiguarlo.
Camine hasta una pequeña rejilla del lugar que daba vista a la calle, al principio no pude divisar nada a causa de la tormenta de nieve que había allá afuera, pero cuando esta comenzó a disiparse, por un segundo entre en pánico.
En efecto todo el lugar estaba rodeado por soldados que apuntaban hacia el edificio y camionetas de grandes magnitudes atascaban cualquier salida posible.
— ¡¡Los sobrevivientes serán transferidos a un campamento seguro!!
Estaba en blanco, estúpidamente estaba en blanco, inmóvil y sin idea alguna de que hacer.
Hyun Su se levantó de su asiento con tranquilidad y arrastró sus pies hacia la salida; giró levemente y extendió una mano en mi dirección.
Corrí a él sin pensarlo dos veces y tome su mano.
Salimos de aquel lugar en silencio, sin veredicto final, sin idea alguna de que pasaría.
A estas alturas ya nadie sabía que podía suceder.
[...]
El trance que había dentro de su cabeza todavía no lograba disiparse por completo, pero aún así estaba seguro de que a la única persona que quería a su lado era a ella; no la recordaba demasiado bien, pero la sensación de calidez y protección que le brindaba su compañía era algo que le daba el valor para tomar desiciones en esos momentos.
Por segundos recordaba esa necesidad de protegerla, de mantenerla a salvo del peligro que él y el exterior representaban y por ello la oferta que acababa de escuchar de allá afuera fue tan prometedora y oportuna que no lo dudo si quiera por un momento para entregarse.
La tomó de la mano porque sabía que de otra manera ella no respondería ante la situación y necesitaba llevarla a algún lugar seguro antes de hacer acto de presencia con los soldados.
Cuando ambos salieron de aquel lugar y avanzaron con calma hacia el pequeño grupo de personas colocado al rededor de una pequeña fogata, por obvia razones llamaron la atención de los presentes pero ninguno de ellos hizo lo suficiente para dirigirles la palabra o sencillamente un gesto.
— ¿Va a algún lado? — El delicado tacto de un niño lo detuvo. — Hyun Su tiene las manos frías ¿tiene frío?
El pequeño removió de su cuello la bufanda que tantos días atrás había calmado la frialdad del invierno y la enrollo sobre la mano que no sostenía a la chica.
Aquella acción pareció desencadenar de una vez por todas el sentimiento que la joven había estado deteniendo desde que el anuncio de los soldados llegó hasta sus oídos, sus manos tomaron con fuerza la de él y se plantó con decisión sobre el suelo.
— Tengo que salir. — La voz ronca que salió de su boca lo tomo un poco por sorpresa.
— No hará frío si nos quedamos juntos. — Nuevamente insistió el menor.
— Quédate, quédate con nosotros. — Pidió otra joven de cabellos negros y largos.
Podía escuchar muchas peticiones, pero no haría nada que condenara el bienestar de esa mujer que quería, no haría nada hasta que ella lo pidiera.
Una serie de disparos se desató para colocar el desorden y miedo entre todos los presentes y obligarlos a entregar a los infectados de manera inmediata.
Ya no había nada que hacer, tenía que separarse y despedirse antes de que las cosas empeoraran.
— El abuelo por fin encontró ese túnel que tanto deseaba, ese es un lugar seguro. — Una pequeña niña informó de los hechos a la joven.
— Por favor, Hyun Su. Ven conmigo — Las lágrimas brotaron con agresividad de sus tiernos ojos, haciendo saber a su corazón que jamás se había expuesto de esa manera hasta ahora.
— Debo salir... —
— ¡No! ¡¡Ellos no saben quien es el infectado!! ¡Vámonos antes de que sea tarde! Hyun Su, te lo ruego —
El aire comenzaba a escasear en los pulmones de la chica, sus sollozos se volvían cada vez más fuertes y la manera en que sujetaba su mano había pasado de ser fuerte a desesperada.
Se odiaba por provocarle ese episodio de crisis, pero no podía hacer lo que ella pedía.
Por supuesto que quería estar a su lado y desaparecer de toda esa basura, pero no lo haría hasta que él mismo se sintiera capaz de hacerlo y de poder recordarla bien.
— Yo... —
— No —
— Por favor, escucha... —
— ¡¡No!! ¡¡No me abandones, Hyun Su!! —
— T/N tenemos que irnos ya...
La chica de cabellos largos y negros que se había quedado a presenciar la situación, tomó ligeramente del antebrazo a la joven e intentó separarla.
— ¡Aún estamos a tiempo! ¡Te pido que vengas conmigo! ¡Ellos te harán daño!
Jamás había imaginado el dolor que le producía ver cómo se alejaba, como su mano perdía el suave y frío tacto de ella, pero sobretodo esa sensación de incertidumbre por no saber si volvería a verla lo estaba matando en vida.
Entonces ahí comprendió que de eso se trataba la mierda del amor; tener que soltar en ocasiones cruciales era mejor que aferrarse a un futuro incierto.
— Te prometo que regresare. Necesito recordarte, necesito saber que haré bien las cosas por los dos. — Comenzó a retroceder. — Voy a volver a ti.
Escuchó los gritos y sollozos que partieron su corazón; no intentó mirar a tras una vez más, siguió, caminó y enfrentó la problemática que había afuera.
Su conciencia comenzaba a perderse de nuevo, estaba dejándose consumir nuevamente por ese ente maligno que habitaba en su cabeza desde hace mucho tiempo, pero en esta ocasión tenía algo claro.
Una sonrisa
Una mirada
Un suspiro
Una flor
Un par de calcetines
Su piel
Su nombre
Estaba recordando fragmentos pequeños de su vida
Ella
Ella estaba ahí
Ella siempre estuvo ahí
Él sobrevivió por ella
Él se mantuvo cuerdo por ella
La persona que más amaba
Era ella
Ella lo amaba
— T/N, yo también siento lo mismo que tu. — Susurró para si mismo antes de que los reflectores atacaran su rostro y las balas se abrieran paso entre el aire.
[...]
— ¿Quién fue? — Mi voz a penas y sonaba tranquila en esos momentos.
Era fuerte, segura y cargada de odio.
— ¿Quién apretó el maldito botón? —
— Debes calmarte. — La dueña del maldito perro que por cierto acaba de aparecer, había intentado pedir algo que ya no estaba en mis manos.
— Fue él — Confesó Eun Yoo, señalando al joven de piel tersa y perfecta.
Cabía resaltar que ella también estaba mal o mejor dicho, en pésimo estado tras descubrir que su propio hermano había decidido dejarla junto a los demás para cometer un acto de suicidio dentro del bombardeo que se había desencadenado.
— ¡Perra mentirosa! —
Camine con rapidez, levante mi mano en el aire y abofeteé con todas las fuerzas que mi corazón y frustración habían recaudado, la mejilla del chico.
Nadie dijo nada, todos guardaron silencio como si lo que acabara de hacer cobraba justicia por todos cuando no era así.
— Ustedes son los monstruos... — Recite con la voz quebrada.
¡¡¡¡ Ustedes son los monstruos !!!!