A tu lado ©

Od ElenaaL04

10.8M 552K 114K

Obra TOTALMENTE registrada. Código: 1505104058586 Cualquier plagio será denunciado legalmente. Cada paso que... Více

Aclaraciones antes de leer.
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capitulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Epílogo.
Aclaraciones y segunda parte.

Capítulo 4

199K 14.8K 5.2K
Od ElenaaL04

—Hola, al fin despiertas —Vislumbré a Marco. Estaba de pie a un lado de mi cama.

—Hola... —Susurré con la voz ronca.

Me percaté de que me hallaba recostada en mi cama, afuera estaba oscuro e ignoraba cuanto tiempo estuve inconsciente; pero lo que no podía ignorar era el dolor tan tortuoso que me recorría el cuerpo, no podía respirar sin que sintiera dolor.

—¿Cuánto dormí?

—Un día entero —respondió, a lo que lo miré asombrada—, ya es de noche de nuevo.

No dije nada más. Sentí el ardor en mis ojos por las lágrimas que se estaban acumulando en ellos por el dolor físico y el emocional, además de la impotencia que esto me provocaba. Hadrien me lastimó demasiado. No soportaba el dolor que atravesaba cada centímetro de mi cuerpo. Era una sensación horrible. Lo único que deseaba en aquellos momentos era estar muerta.

—No llores —dijo acercándose.

—Me duele mucho..., ¿por qué simplemente no me mata? —Inquirí dolida.

—Él no haría algo así —susurró como si supiera algo que yo ignoraba.

—Es un monstruo. —Sentencié.

—Van der Vart es difícil..., pero eres importante para él —aseguró.

—Sí, claro, tan importante como un maldito mueble —Marco sonrió un poco.

—Él te...

—Marco —no pudo terminar la frase, ya que Hadrien lo interrumpió.

Marco apretó los labios en forma de impotencia y se giró a verlo.

—Sal ahora —le ordenó con voz dura.

Marco asintió y Hadrien caminó hacia mí luciendo tan maldito como siempre; volví el rostro, no quería verlo. Lo único que me provocaba era odio.

—Deja de llorar —espetó sentándose sobre la cama, junto a mí. Si pudiera alejarme, lo habría hecho.

Respiré con profundidad y ciertamente en aquel momento quise obedecerlo y dejar de llorar, además de que me veía patética y débil, con cada sacudida de mi cuerpo por los sollozos me dolía aún más.

—Disculpa que no pueda soportar el dolor de tener la espalda desecha —escupí con amargura—, no soy tan fuerte como tú —lo escuché suspirar.

—Eso te ganas por desobedecerme y ser una impertinente —lo observé mirándolo con súplica, ignorando su estúpido comentario.

—Mátame, prefiero eso a seguir así. Por favor, acaba conmigo —susurré desesperada.

Vi su rostro descomponerse por un mínimo segundo y algo parecido al miedo y dolor atravesaron sus ojos negros. Aquello que dejó confundida, no por lo que vi, sino por el hecho de que se me facilitaba demasiado leer su mirada.

—Deja de decir tonterías —murmuró con desdén.

Llevó su mano a mi cabeza y traté de resistirme a su tacto, pero era inútil, él era más fuerte y yo no podía moverme. Colocó una almohada en mi espalda dejándome sentada sobre la cama. Gemí de dolor por enésima ocasión.

—Ya... Detente —le supliqué—, me duele.

Hadrien no dijo nada. Frunció el ceño y levantó su mano y entonces noté como un par de colmillos crecieron en su boca, la mía se abrió por el asombro y en mis ojos resplandeció el miedo. Él mordió su muñeca y ésta comenzó a sangrar derramando un líquido oscuro.

—¿Qué haces? —Titubee confundida.

—Bebe —me pidió acercando su mano a mi boca. Me alejé con asco.

—No. —Dije rápidamente.

—Hazlo, Gabrielle —insistió.

Al saber que no tendría más opción y que de cualquier manera me haría beberla, acerqué mis labios a su muñeca y bebí. Su sangre inundó mi boca, no sabía tan mal como yo imaginaba; sujeté su muñeca con firmeza, me sorprendí a mí misma de hacerlo, pero su sangre provocaba cosas extrañas en mí que me hacían querer seguir bebiéndola con ímpetu y desesperación.

—Basta —lo escuché decir, pero no lo obedecí—. Gabrielle —me llamó de nuevo.

Alejó su mano de mi boca súbitamente. Me dejé caer sobre la cama. Cerré los ojos, mi boca deseaba beber más de su sangre ¿por qué? Ni yo lo entendía.

Sentí como poco a poco el dolor de mi espalda y cabeza iba disminuyendo. Admiré a Hadrien que permanecía serio sin quitarme la vista de encima.

—¿Te sientes mejor? —Preguntó y por un instante se notó vulnerable.

—Sí..., ¿es por tu sangre? —Quise reafirmar.

—Sí —respondió seco. Me senté sobre la cama con cuidado.

—Ni siquiera pienses que te daré las gracias, ya que fuiste tú quien me dejó en este estado —Hadrien sonrió de lado, una sonrisa que no pareció forzada.

—Esa boquita... —Susurró negando con la cabeza.

Lo ignoré y me moví de un lado a otro, dándome cuenta de que el dolor se había ido. Sonreí.

—Tengo hambre —dije deslizándome fuera de la cama ante su atenta mirada.

—Bien, en un momento te traerán algo —comentó imitándome y poniéndose de pie.

—¿Qué hora es? —Le pregunté.

—De madrugada —contestó dirigiéndose a la puerta a paso lento, como si en realidad no quisiera irse.

—No piensas despertar a la servidumbre ¿cierto? —Inquirí cruzándome de brazos.

—Sí —murmuró como si nada, abriendo la puerta.

—Olvídalo, yo misma me prepararé algo —dije yendo a donde él.

—No. Quédate aquí —me pidió sin ser brusco. Negué.

—No. No quiero que despiertes a nadie, sólo quiero un emparedado —le hice saber llegando a su lado.

—Eres tan... Exasperante —espetó molesto.

—Pues ya que voy a ser tu esposa, no te queda opción que aguantarme por toda la eternidad, y créeme, voy hacer que te arrepientas de haberme elegido —dije sonriendo.

Hadrien entornó los ojos y apretó los labios, pero no dijo nada más.

—Vamos —sonreí aún más. Abrió la puerta para mí y salimos juntos de la habitación.

—El suelo está helado —cuchicheé.

—Tienes más de cien pares de zapatos en el armario, si estás descalza es por tu gusto —reprimí las ganas de responderle. No tenía ánimos de pelear.

Momentos más tarde entramos a la cocina. Toda en ella era de colores oscuros, como el dueño. La cocina era hermosa, eso no podía negarlo. Espaciosa, moderna y con todo lo que necesitara un buen chef para cocinar.

—Siéntate —espetó tosco, pero daba la impresión de que no lo hacía a propósito, sino que simplemente esa era su forma de ser y hablar.

Lo obedecí. Fui hacia un taburete y me senté. Hadrien encendió la luz y comenzó a moverse por la cocina mientras tanto yo lo observaba.

Usaba unos pants negros y una camiseta blanca. Sus brazos estaban completamente tatuados, con dibujos raros, demasiado extraños, no los entendía. Dejó sobre la mesa todo lo necesario para prepararme el emparedado, tomó un tabla y un cuchillo y comenzó a cortar un jitomate.

—¿Qué edad tienes? —Le pregunté con curiosidad.

—Veintiocho —dijo sin mirarme.

—¿Y de vampiro? —Suspiró. Al parecer no le gustaba hablar sobre él.

—1510 años —murmuró.

—¿¡Qué!? —grité sin poder evitarlo— Tú deberías estar momificado o algo así —Hadrien levantó la vista y me miró mal.

—¿Podrías dejar de decir estupideces?

—De acuerdo. Es solo que, eres totalmente apto para un museo... Ya sabes, de esos donde se exhiben a las momias —murmuré reprimiendo una sonrisa.

Dio un golpe a la encimera y me señaló con el cuchillo sin que esto me afectara en lo más mínimo. Él no me mataría porque me necesitaba, así que no le temía demasiado ya.

—Veamos si cuando te demuestre lo que una momia puede llegar a hacerte te agrada seguir con tus chistes.

Tragué saliva y me mordí el labio apartando la mirada, decidí guardar silencio, al menos hasta que terminara y así pudiera seguir haciéndole preguntas.

Segundos después colocó frente a mí un enorme emparedado y me dio un vaso con leche como si yo fuese una niña pequeña.

—Puedes irte..., gracias —susurré esto último en voz más baja.

—No. —Lo miré—. Come.

—¿Siempre te la vives dando órdenes? —Lo cuestioné.

—Sí y si sabes lo que te conviene debes obedecerme sin rechistar. —Suspiré resignada y comencé a cenar, Hadrien no dejaba de mirarme y me resultaba incómodo.

—Lo haría si fueras más amable conmigo. —Mentí. Lo cierto es que ni así podría obedecerlo como si fuese dueño de mí.

—Deberías sentirte afortunada de que al menos tienes una cama donde dormir —argumentó apoyando ambas manos contra el borde de la encimera. Suspiré sin detenerme a pensar en que mi situación podría empeorar y continué cenando.

—¿Podrías decirme algo sobre ser vampiro? —Gesticulé en un hálito de voz. Entornó los ojos y luego enderezó la espalda luciendo más imponente.

—¿Qué quieres saber? —Exclamó serio.

—¿Cuales son tus poderes? ¿Puedes salir al sol? —Pregunté curiosa, quizá podría encontrar una pista para matarlo.

—Poseo velocidad, oído infalible, fuerza sobrehumana, la misma que aumenta con el pasar de los siglos y una visión perfecta que me permite ver más allá de lo que los humanos pueden apreciar —detalló—. Y sí, puedo salir a la luz del sol, sin embargo, un vampiro recién creado no, su piel se encuentra aun sensible y puede debilitarse en cuestión de minutos, para posteriormente morir.

Oí cada detalle como si fuese un vendedor de productos, de esos que suelen salir en las madrugadas en la televisión que te dicen de todo para convencerte, sonando casi increíbles con sus productos. Así mismo sonaba lo que Hadrien me decía, no hablaba de nada malo acerca de ser vampiro, sólo como desventaja el estar muerto.

—¿Y cuáles son las desventajas? —Apremié dejando de lado el plato donde comí. Hadrien suspiró, con aire ciertamente etéreo, guardando silencio unos interminables segundos.

—En realidad... Ninguna. Puedes vivir entre los humanos si así lo deseas, nuestra apariencia es casi igual a la de ellos, a excepción de nuestra extrema palidez y los ojos oscuros que en ocasiones suelen denotar temor. Aunque si la pregunta me la haces personal, te diría que la visión a veces es un problema, más cuando intentas mirar hacia arriba.

—Gobernador. —Ambos miramos hacia el hombre que apareció en la puerta de la cocina interrumpiendo nuestra charla.

—¿Qué sucede? —Preguntó Hadrien.

—Son los licántropos. —Él frunció el ceño y se volvió a verme.

—Ve a tu habitación —me pidió notándose algo preocupado.

—Sí —acepté sin rechistar.

Recogí mi plato y el vaso y salí de allí. Pero antes de irme miré un momento a Hadrien, lucía angustiado, no entendía por qué, pero quería permanecer a su lado y saber qué sucedía, sacudí mi cabeza por lo estúpido de mis pensamientos y regresé a mi habitación.

Pokračovat ve čtení

Mohlo by se ti líbit

665K 74.4K 58
Una manada incompleta era una manada en peligro, el Alpha necesitaba un Omega y para esa época era muy difícil encontrar a alguno. Midoriya era un om...
64.6K 3.3K 20
Levi y Mikasa de principio se odiaban pero ese odio se convertiría en amor Mi primer historia Todos los derechos de personajes Son de hajime isayama...
820K 71.1K 47
Remontándonos al siglo XVIII, una hermosa chica encontró en medio del bosque un, aparentemente, abandonado castillo. Entró y descubrió un millar de r...
2.3M 249K 64
🔥 ALESSANDRO 🔥 Alessandro es lujuria, es pecado, es aquello que solo puedes desear en lo más profundo de tus fantasías, es un sueño hecho realidad...