Maldita sea apenas existo y ya me aburrí.
Un día no eres nada y al otro eres una extensión de la conciencia de alguien a quien no le importa un carajo enviar a sus clones a hacer lo aburrido.
No tener conciencia de la existencia era diez veces mejor que tener un cuerpo físico.
Acompañó a Jess hasta la escuela después de que Sofia se fuera a dormir, honestamente tenía curiosidad por lo que sucedería cuando se conocieran pero al parecer ese drama tendrá que esperar.
Los maestros igual que siempre me besaron el trasero por mis notas antes de sutilmente decir que me veo como bagabundo con esta ropa y que seria mejor ponerme una camisa.
No sabía porque eran más insistentes de lo normal sobre mi atuendo hasta que lo escuché.
Una risa extrañamente familiar y una voz modificada para sonar más amable...
Yo fingía esa voz al atender un cliente en los restaurantes que trabajé mientras sacaba mi doctorado y la risa es la misma que hacía cuando soltaban el mismo chiste estúpido que los otros 100 clientes antes que él.
Me puse alerta pues quien esté aquí no parece ser alguien normal si los maestros con doctorado de Midtown le dan tanto respeto.
Abrí la puerta de la habitación y ya no quería estar aquí.
Solo tenía una pregunta.
¡¿Por qué carajos me pasa esto a mi?!
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La limusina avanzaba entre las calles de la ciudad, mirando por la ventana suspiró cansado por los problemas que le trajo su hijo y los de su compañía.
(A ver quien adivina :3 )
Primero le robaron contratos con algunas empresas pero no le molestó una empresa pequeña que solo tenia una patente costosa como logro.
No les daba más de unos meses...
Para su desgracia cuando los notó le robó un contrato gubernamental así como un par de proyectos importantes.
Pero hoy fue el colmo.
Llevaban años trabajando en un proyecto ahora estancado pese a ser dirigido por uno de los hombres más brillantes que conoció.
Sabía que era normal, no todos los proyectos son solo de inyectar capital para que funcione, a veces era suerte y a veces era por algún talento único.
Nadie sabía de dónde había salido, sobre su dueño y mucho menos la identidad de quien creó distintas tecnologías que posicionaron a Umbrella como número uno en ventas tanto de electrodomésticos como de productos farmacéuticos.
Se decía rumores sobre varias nuevas empresas que se crearían para Umbrella Corporations con el fin de entrar en otros mercados emergentes como el electroautomotriz y los servicios de entretenimiento.
Habían comprado toda empresa que producía productos similares, las compraban y fusionaron ya sea a Umbrella Technologies o Umbrella Pharmaceuticals volviéndose así cada vez más grande.
Un monstruo capitalista básicamente.
Aun cuando no habían entrado al negocio de las comunicaciones ya eran los dueños en este campo gracias a sus derechos del 50% de toda la red 4G que cubría cada parte del mundo.
A menos que puedas crear una red 5G de la nada este mercado era de Umbrella para hacer lo que les de la gana y probablemente seguiría así ya que no muchos comprendían como funcionaba aún.
Ya le dolía la cabeza el pensar que si quería, podría haber destruido esta empresa cuando aún eran unos insectos.
Su hijo como el desperdicio de oxígeno que era estaba en su celular ignorando su alrededor y lo problemático de su situación.
Aun estaba incrédulo de que un hijo como este naciera de semejante ejemplar como él.
Su hijo en un acto de estupidez le hizo una mala broma a un maestro que terminó con la expulsión de su hijo y por eso debía pasar su mañana en ese colegio.
Aunque con lo flojo que es probablemente iniciará clases a partir del siguiente lunes, maldito desperdicio de mañana.
Para colmo según la ley debía ir a una escuela cerca de su casa y que debía ser lo suficientemente elitista para no verse mal ante la sociedad adinerada pero lo suficientemente mala para temerle y que en caso de que su hijo vuelva a hacer algo estúpido puedan lidiar fácilmente con ello desde el trabajo en lugar de perder el tiempo.
Pero él era un hombre que aprovechaba cada segundo así que decidió revisar los talentos de aquella academia, el truco que tenía para saltarse la parte aburrida era revisar directamente la lista de becados.
Su secretaria era útil para algo al menos, muchas empresas pagaban mucho por esta clase de información y ella la consiguió bastante rápido comparado con su última secretaria.
Al abrirla inmediatamente abrió los ojos como platos.
¿Un joven de origen pobre con un CI no identificado pero que tenía las mejores notas de la academia?
¡Se lo quería llevar ahora!
Eran estos jóvenes quienes traían el futuro, aquellos que no tenían nada y que después de mucho sacrificio saldrían adelante.
Incluso se sintió identificado con el joven de Queens, su aspecto bien parecido le daba un extra para volverlo una mascota corporativa.
Eso y su ingenio serían capaces de volver a elevar a su empresa.
Con una enorme sonrisa entró mientras varios maestros lo recibieron, al parecer era una coincidencia del destino pero el curso asignado de su hijo iría a una excursión en su empresa.
Sería una buena manera de cazar talentos y hacerse nombre entre ellos.
La fama y el poder eran lo que le daban una razón para vivir.
Entró ya sabiendo a quienes buscar, después de una charla corta con su hijo lo envío con unos profesores, Norman sonreía al ver la diferencia de trato a comparación de las "personas normales".
Entró a la sala de profesores y le ofrecieron un asiento.
Usando sus habilidades en oratoria comenzó a ganarse a las personas a su alrededor, sonreía con orgullo cada vez que decía algo y los profesores asentían con la cabeza como animales entrenados.
Después de disimuladamente pedir que trajeran uno de sus alumnos ya sé estaba cansando de tanto esperar y hablar con estos simplones pero la puerta finalmente volvió a abrirse.
Entrando por allí un joven con una gorra, un cubrebocas y ropa holgada estaba la razón por la que no se había marchado aún.
Al principio se sorprendió su vestimenta pues la imagen que tenía la escuela era una de él con una camisa y traje, pero él lo entendía.
Tener las mejores notas del Estado, dos patentes que ya producen dinero y buen aspecto.
Aunque lo nieguen él más que nadie sabía cuanto discrimina la sociedad y como le gustaba juzgar y señalar lo diferente o único porque estos insectos jamás serán una pequeña parte de lo que la gente única es.
Envidia, rencor, mala educación o incluso simplemente estupidez.
Las personas sexistas y racistas eran básicamente los peores estúpidos del mundo a sus ojos.
Sonreía al sentir opresión de parte del chico, su altura lo obligó a levantar la mirada.
Sus ojos fríos le dijeron todo.
Él lo conocía.
O al menos había escuchado rumores.
Era imposible darle una mirada tan fría a un desconocido.
-¿Podrían decirme para que me trajeron aquí?-El joven se veía escéptico.
No tardó en conectar los puntos y saber que esto no llegaría a nada...
Pero no puedes culpar a un hombre por intentarlo.
-Joven Mercer lo que sucede es que el día de hoy el representante de una gran compañía pidió conocerlo y pidió conocerlo. Creemos que le debe presentar el debido respeto.-Una sonrisa se formó un su rostro.
Al parecer los maestros no eran tan estúpidos pues estaban del lado ganador.
-¿Ustedes no deberían mostrarme respeto a mi? Si él me necesita que me busque por su cuenta y no venga a interrumpir mis estudios. Estoy seguro que un hombre con un doctorado lo entenderá.-Sentia ganas de reírse por primera vez en todo el día.
-¡¿Como se atrev-La maestra estaba por hablar pero ya había había suficiente.
Si las cosas debían hacerse bien, era mejor hacerlas uno mismo y no un inútil.
-Está bien y en parte tiene razón.-Se puso de pie con la espalda recta.-Soy el Dr. Norman Osborn, Director general de Oscorp.-Norman extendió su mano educadamente al joven frente a él en señal de respeto.
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