Erick
He recibido una llamada de mi chica ayer en la noche invitándome a cenar a la casa de sus abuelos. No he dudado en aceptar pues cualquier excusa para poder verla es buena.
Estoy a solo media hora de salir hacia la casa. Anna me ha comentado que son un poco diferentes a su padre, algo así como presumidos; y realmente yo quiero causarles una buena impresión así que he pedido prestado el carro a un amigo. Llevo una buena facha pues he buscado en lo más profundo de mi guardarropa las últimas piezas de ropa elegante que me quedan sin lucir delante de mi chica.
Esta vez no me olvido de llevar algún detalle y por el camino, hago una parada y compro el más lindo ramo de flores blancas y lila que encuentro. Finalmente luego de perderme por un momento llego a la casa que me ha descrito Anna. Dos pisos, pintura color agua y ventanas blancas.
Toco el timbre y me recibe una mujer amable con uniforme de sirvienta.
-¿Me permite su chaqueta?- Antes de quitarme una de las prendas que me hace lucir elegante llega Anna y para mi suerte interrumpe y le pide que se retire.
Nos saludamos con un dulce beso y le entrego las flores. A pesar de haber pasado solo un día sin ella el hecho de que este un poco más lejos de lo normal me causa nostalgia.
-Pasa, mi familia ya está en la mesa, pensamos que no llegarías.-
-Lo siento me he perdido entre tantas casas gigantes.- Me siento un poco avergonzado y espero que esto no cause una mala impresión sobre mí. Anna me conduce hasta lo que al parecer es la sala de comedor pero para mí tiene el tamaño de mi apartamento. No sé, quizás esté exagerando un poco pero no puedo negarlo, hasta Sam se perdería en una casa tan grande. La familia, en realidad sus abuelos y tía, están reunidos en la mesa.
-Abuelos, tía. Les presento a Erick.- Hago un gesto en forma de saludo pues no encuentro palabras para saludar. Todos me miran de una forma que me hace sentir incómodo y me pregunto si hay algo de malo con mi imagen, si me he equivocado en algo.
-Y... ¿a qué te dedicas?, pareces un poco mayor para estudiar en el colegio de mi nieta.- Luego de un incómodo silencio, su abuela pregunta con una expresión que me dice que está tratando de descifrar mi edad.
-Estoy comenzando como ayudante de ventas con un amigo.- Veo la cara de impresión de Anna. Ésta era una sorpresa que quería darle esta noche. No pensé que fuera así, pero es un buen comienzo.
-¿Ayudante de ventas en que empresa?- Por primera vez escucho hablar a su abuelo.
-Es en una pequeña tienda cerca de donde vivo.- Al mencionar esto su semblante cambia por completo.
-¿En dónde vives?- Me comienzo a sentir un poco incómodo pero antes de poder contestar escucho a Anna que se aclara la garganta y trata de evadir por mí la pregunta pues creo que se ha dado cuenta como me siento.
-¿Podemos retirarnos?- Pregunta Anna habiendo terminado el postre. Al ver que su familia asiente, nos retiramos y me lleva al jardín donde hay unos asientos donde cómodamente podemos disfrutar de una hermosa vista a las estrellas.
-Disculpa a mis abuelos, no quisieron incomodarte...-
-No te preocupes entiendo perfectamente porqué lo hacen.- Contesto antes de que termine de intentar disculparse por algo que es completamente normal, incluso a pesar de haberme hecho sentir tan incómodo.
-A ver, explícame eso de que trabajas como asistente de ventas en la tienda de un amigo.- Dice mientras suelta unas pequeñas risitas típicas de ella.
-No te burles, es cierto. Era una sorpresa. La persona que ocupaba este puesto ha renunciado y me lo han propuesto a mí. Acepté sin pensarlo dos veces, pues no es mucho lo que gano, pero no me hace mal tener algún ingreso para ir ahorrando.- Al escuchar esta noticia da un salto de felicidad y se me abalanza encima para darme un fuerte abrazo.
-Estoy muy contenta por ti, de veras. Pero... ¿puedo saber para qué intentas ahorrar?- Tiene una cara de curiosidad tan cómica, que no puedo evitar soltar una sonrisa.
-Bueno ya sabes, las personas tienen que ganarse la vida de alguna manera. Yo espero poder salir de mi pequeño apartamento, no es que sea tan malo pero... supongo que no siempre viviré allí. Además tengo un perro al que tengo que cuidar, Sammy no es un perro cualquiera.- Está tan atenta, es tan comprensiva que no quiero dejarla ir.
-Pronto yo también podré trabajar y podremos salir adelante juntos... no sé imagínate en un futuro... tú, yo y Sam en una casa frente al mar. Una casa gigante con un cuarto, que tenga un balcón para admirar el atardecer todas las tardes hasta el último día de nuestras vidas.- Mientras habla, me voy imaginando todo lo que va diciendo, pero no quiero que se haga ilusiones de una vida juntos. Yo no quiero que sufra lo que he sufrido yo.
-No te adelantes tanto, hay que darle tiempo al tiempo. Tú eres muy joven y aún necesitas terminar tus estudios.- Miro el reloj y me percato de que ya es tarde para yo estar aquí. No quiero causar ningún inconveniente, así que me despido de ella y le doy las gracias nuevamente por invitarme a cenar.
Me dirijo a la parte delantera de la casa para subir al auto de mi amigo, que por cierto nadie le prestó atención, y me encuentro con que una de las ventanas de la casa está abierta y casi me tropiezo con ella. La luz del cuarto está prendida y adentro se escuchan unas voces.
-Todo esto es por culpa de ese viejo hombre. Yo siempre supe que no era para ella. Ahora también han desgraciado a su hija. ¿Qué clase de niña anda tan mal educada, con el cabello teñido de ese color, y arrimándosele al primer hombre que se le ponga en frente?-
-Hay hija, gracias al cielo te tenemos a ti. No vamos a permitir que el nombre de nuestra familia siga en juego.-
No quiero seguir escuchando esto, me dan asco las palabras que acabo de escuchar. Ni siquiera tengo que mirar hacia adentro, pues es obvio de qué clase de personas vienen estas palabras. Tengo que salir de aquí, pero antes azoto la ventana y salgo corriendo hasta el auto antes de que alguien pueda verme. Algo está mal y yo no puedo permitir que nada malo le pase a mi chica.