ISOLATION | Dramione - Traduc...

By Palowinki

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Traducción autorizada del Fanfic 'Isolation' de la autora Bex-Chan. Esta historia no me pertenece, únicamente... More

Capítulo 1: Refugio
Capítulo 2: Puñetazo
Capítulo 3: Puertas
Capítulo 4: Puntuación
Capítulo 5: Esencia
Capítulo 6: Azulejos
Capítulo 7: Humano
Capítulo 8: Tacto
Capítulo 9: Veneno
Capítulo 10: Gusto
Capítulo 11: Duda
Capítulo 12: Sueño
Capítulo 13: Solo
Capítulo 14: Anhelo
Capítulo 15: Cristal
Capítulo 16: Nevada
Capítulo 17: Estrellas
Capítulo 18: Regalos
Capítulo 19: Grises
Capítulo 20: Lágrimas
Capítulo 21: Cicatrices
Capítulo 22: Tormenta
Capítulo 23: Limbo
Capítulo 24: Horas
Capítulo 25: Kilómetros
Capítulo 26: Fantasma
Capítulo 27: Verdad
Capítulo 29: Semanas
Capítulo 30: Tabú
Capítulo 31: Sangre
Capítulo 32: Pulso
Capítulo 33: Marcas
Capítulo 34: Cordialidad
Capítulo 35 (Parte 1): Agua
Capítulo 35 (Parte 2): Agua
Capítulo 36: Varitas
Capítulo 37: Defectos
Capítulo 38: Otra vez
Capítulo 39: Ahogado
Capítulo 40 (Parte 1): Lucha
Capítulo 40 (Parte 2): Lucha
Capítulo 41: Snape
Capítulo 42 (Parte 1): Resplandor
Capítulo 42 (Parte 2): Resplandor
Capítulo 43: Inerte
Capítulo 44: Moribundos
Capítulo 45: Harry
Capítulo 46: Piedad
Capítulo 47: Poder
Capítulo 48: Después
Capítulo 49: Epílogo
Agradecimiento

Capítulo 28: Ángel

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By Palowinki

En contra de la creencia popular, el infame monumento que se alza en Picadilly Circus no es una estatua del dios griego Eros.

Cuando Hermione había tropezado con un viejo texto victoriano en la Biblioteca de Londres que se refería a él con otro nombre, naturalmente se había sentido intrigada y se había propuesto un pequeño proyecto de investigación para pasar el tiempo durante sus vacaciones de verano antes de cuarto año. Originalmente era una estatua del hermano de Eros, Anteros, pero fue rebautizada con el nombre de "El ángel de la caridad cristiana" durante algún tiempo, antes de ser cambiada de nuevo a Anteros. A pesar de ello, casi todas las guías turísticas, los carteles y los londinenses -sean o no de la zona- siguen llamándola "La estatua de Eros".

Cuando volvió a Hogwarts, les contó a Harry y Ron sobre su descubrimiento y ellos predeciblemente se mostraron indiferentes, pero ella les regañaba cada vez que llamaban a la estatua por el nombre incorrecto y finalmente se habían cansado de sus sermones sobre la importancia de apreciar su verdadero título. Ron, por alguna razón, había tenido un poco de dificultad con el nombre de Anteros, y seguía pronunciándolo mal, 'Antross', lo que solo la irritaba más.

De alguna manera, habían llegado a un acuerdo, y habían empezado a llamarlo "El Ángel de la caridad cristiana" -porque al menos ése había sido su nombre en un momento dado- y luego simplemente se había acortado a 'El Ángel'.

El Ángel en el Circo.

Ella había nacido exactamente a las cuatro y media de la mañana, un detalle que le sorprendió que Harry y Ron hubieran recordado, pero quizás realmente habían estado escuchando entre poner los ojos en blanco y las caras inexpresivas.

Un reloj observado hace tictac más lento Tenía que reconocer el mérito de los chicos. El destino estaba encriptado con su broma interna, y Picadilly Circus estaría lo suficientemente concurrido con el constante bullicio londinense como para que pasaran desapercibidos a esa hora, pero no demasiado como para desorientarse.

Después de lanzar todas sus pertenencias a su bolso hechizado, incluyendo todos los libros que tenía aún por leer y todas las notas que había garabateado en la última semana, susurró un adiós a Crookshanks y le dijo que se portara bien mientras ella estaba fuera. Apenas había pasado la medianoche, así que se quedó sentada en la cocina durante unas horas, inquieta por la expectación y tamborileando con las uñas contra la mesa del comedor, comprobando siempre la hora.

Un reloj observado hace tictac más lento.

Cuando eran casi las cuatro, escribió una nota rápida a Tonks y Lupin, disculpándose por su ausencia para cuando se levantaran y prometiéndoles que tendría cuidado. Como precaución, hechizó su cabello en un tono rubio claro, uno par de tonos más oscuro que el de Draco, y colocó su bufanda de lana para cubrir la parte inferior de su rostro, justo por debajo de la nariz.

Con una última mirada al maldito reloj, que daba las cuatro y diez, respiró profundamente para deshacer el curioso manojo de nervios en su estómago, y salió por la puerta. Caminó por la hierba bañada en rocío hasta que sintió un movimiento en el aire que le indicaba que había traspasado los límites de la barrera, y entonces se apareció.

-----

El sueño era un bastardo escurridizo.

Había habido demasiadas revelaciones en la última semana. Era casi como si su cuerpo y su cerebro estuvieran intentando aún aceptar su separación de Hermione, y estaban demasiado abatidos por el impacto para asimilar realmente este nuevo entorno y las personas que lo componen. Tal vez simplemente estaba rechazando esta realidad sin Granger.

No tenía ni idea. Y no le importaba.

Sin embargo, había observado pasivamente las rutinas y la conducta de sus antiguos compañeros de clase y de su tía, aunque sólo fuera porque apenas había otra cosa que hacer. Se había enterado de que aquella no era la residencia principal de Andrómeda, sino un piso franco, y que ella volvía constantemente a su casa, normalmente con Bulstrode, que parecía tener bastante buena relación con su tía.

Davis y Bletchey siempre estaban en la sombra del otro, perdidos en su propio mundo. En los raros momentos que emergían de la habitación para la hora de la comida y demás, eran bastante cariñosos, Tracey algo más, pero no hasta el punto querer hacerle vomitar. Bletchey nunca la rechazaba, pero siempre tenía una rigidez protectora en su postura que hacía evidente la intensidad de sus sentimientos por la bruja.

Theo, era otra historia. Si a Draco le había preocupado ser el único que tenía problemas con esta extraña situación, Theo no estaba en el mismo lugar que sus compañeros. Mientras que los otros parecían haberse adaptado bastante bien a las circunstancias, Blaise había comentado que Theo tenía sus días buenos y sus días malos. En no menos de cuatro ocasiones, Draco le había oído murmurar algo despectivo sobre los Muggles y los nacidos de Muggles, y Draco no había podido decidir si se había sentido incómodo o aliviado.

Puede que ya no sea capaz de pronunciar las palabras "Sangre sucia", pero escuchar el insulto le resultaba inquietantemente familiar, y había un leve rastro de respuesta a él. Todavía se estaba cuestionando. Todavía estaba indeciso.

Solo cuando Ted Tonks les había hecho una visita dos días atrás, Draco había sido testigo de uno de los días buenos de Theo. Draco había mantenido la distancia a propósito, pero se había dado cuenta de que el marido de su tía tenía una presencia relajada y afable que resultaba difícil de desagradar, y Theo había perdido toda la repugnancia en su expresión. Habían jugado al ajedrez de magos como si fuera lo más normal del mundo.

Los demás se habían abstenido de hacerle cualquier pregunta, y tenía la sensación de que Blaise había tenido algo que ver con eso. Draco pudo ver que llevaba en silencio el control del pequeño grupo, estudiando distraídamente a todos y a todo con ojos aparentemente apagados, excepto cuando Lovegood estaba cerca. Draco seguía intentando comprender su extraña relación, pero no podía hacer ningún comentario teniendo en cuenta su propio apego a Granger.

Blaise y Luna tenían esa especie de amor reservado que solo notas si estás observando; expresado enteramente con toques persistentes y sonrisas secretas. Desaparecían tranquilamente por las tardes sin decir ni un susurro, y en los días en que Lovegood estaba en otro lugar, Blaise llevaba esa mirada distante de un hombre que no sabía si su alma gemela iba a volver a casa.

Draco sólo lo reconoció porque una expresión similar había rondado su espejo cada mañana.

Entre Blaise y Luna, y Andrómeda y Ted, estaba rodeado de molestos recordatorios de su propio – nada convencional – apego a Hermione, y todo les parecía tan natural. Como respirar.

A juzgar por el tono tintado del cielo, eran entre las cuatro y las cinco, y él estaba fuera, encaramado en los escalones de piedra de la parte delantera de la casa. Llevaba puesto el abrigo que Granger le había comprado, inhalando los débiles restos de su esencia, y sacudiendo de vez en cuando su varita para renovar el hechizo calentador que le protegía del gélido frío.

Aquí no había más que pensar, y sus pensamientos eran siempre tan turbulentos como un mar azotado por la tormenta. Esta noche no era distinta. No escuchó la puerta abrirse.

''Buenos días, preciosa'' la chistosa voz de Theo rompió la paz, y Draco le lanzó una mirada fría cuando se sentó junto a él en el escalón. '' ¿Y por qué no estás metido en la cama?''

''Probablemente por la misma razón que tú'' dijo.

''¿Erección matutina?''

A su pesar, Draco exhaló una risa contenida. ''No exactamente. Solo... demasiados pensamientos como para dormir''.

''Oh, eso'' asintió Theo. ''Sí, este no es el mejor lugar para ponerte al día con tu sueño reparador, Malfoy. Te diría que se vuelve más fácil, pero si eso fuera cierto, no estaría aquí hablando contigo a las cuatro de la mañana''.

''Genial''.

Theo tamborileó los dedos contra su barbilla. ''Entonces, ¿realmente has desertado?''

''¿Estaría aquí si no?''

''Buen punto'' le concedió. ''¿Y exactamente como explicas tu repentina tolerancia por los nacidos de Muggles? Vi esa mirada que me diste cuando dije 'sangre sucia' el otro día''.

Draco suspiró y cerró los ojos. ''Han cambiado muchas cosas desde la última vez que hablamos''.

''¿Podrías explicarlo?''

''Ahora mismo no'' sacudió la cabeza. ''¿Cómo puedo decirte mis razones si yo mismo no las entiendo del todo?''

Theo resopló y puso los ojos en blanco. ''Eso es solo una manera poética de decirme que me meta en mis propios asuntos''.

''Entonces metete en tus propios asuntos'' Draco se encogió de hombros. ''¿Por qué eres tan idiota, Theo? Fuimos colegas en su día...''

''Sí, pero como tú has dicho, han cambiado muchas cosas desde la última vez que hablamos'' dijo Theo, con cierta frialdad. ''Todo el mundo tiene esos putos secretitos, y a Blaise, Miles y Tracey de repente les parecen bien los Muggles. Joder, incluso a ti...''

''A mí no me parecen bien'' le interrumpió. ''Estoy... confundido, como tú''.

''¿Y cómo sabrás tú como me siento yo con todo esto?''

'''Te he visto con Ted, Theo. Tú no le odias, y es nacido de Muggles''.

Theo se frotó las manos y dejó caer su mirada a los pies. ''Ted es un buen tío'' empezó, con su tono ahora reticente. ''En mi primera semana aquí, me tomé una poción oscura que le había robado a mi padre. Estaba cabreado, y solo... quise salir de ahí''

Draco dirigió sus ojos hacia su compañero. ''¿Intentaste suicidarte?''

''No lo sé'' dijo en voz baja, cerrando los ojos. ''Sabía que la poción era peligrosa pero estaba tan jodidamente enfadado. Básicamente empezó a consumirme los órganos, y dolía de cojones. Ted me encontró, me hizo un lavado de estómago, y se quedó conmigo durante seis horas para curar los daños. Le pedí que no dijera nada a nadie, y no lo hizo'' se paró y ladeó la cabeza. ''Le llamé sangre sucia al día siguiente''.

El silencio entre ellos era de ese tipo estático que te advierte que no respires primero; espeso y angustioso porque ninguna palabra sería apropiada para seguir lo que Theo había confesado. El ceño de Draco arrugó en su forma pensativa, y vacilante levantó la mano y dio una firme palmadita de tranquilidad a la espalda de su viejo amigo.

Theo enarcó una ceja cínica. "Si está tratando de abrazarme, te voy a dar un puto revés".

''No iba a abrazarte, gilipollas...''

''Y con razón'' frunció el ceño. ''¿Hemos terminado con esta patética e innecesaria discusión?''

''Aparentemente sí'' dijo Draco, arrugando la frente cuando Theo se puso en pie y se dispuso a entrar, resoplando y con la respiración agitada, él inclinó la cabeza para llamarle por encima del hombro. ''Por si sirve de algo, Theo, todavía te considero un amigo''.

''¿Debería hacer un bailecito de felicidad?''

''Yo solo... Si necesitas desahogarte, puedes hacerlo, ¿está claro?'' ofreció a la ligera. ''Sé lo jodido que es todo esto. Créeme''.

Theo vaciló, y Draco lo escuchó aclararse la garganta. ''Anotado'' murmuró, tanteando el pomo de la puerta. ''Lo mismo digo''.

-----

Hermione se apareció en St. James' Park.

Conocía bien la zona, y tuvo cuidado para asegurarse de que no se hacía notar, escogiendo un pequeño grupo de árboles cerca de la esquina de Horse Guards Road con The Mall. Picadilly Circus estaba apenas a diez minutos andando de allí, y de inmediato se puso a caminar con fuerza, recitando en su cabeza la ruta que había planeado para tranquilizarse. Las vibraciones estridentes del tráfico y los ruidos de la ciudad le irritaban los oídos, y agachó la cabeza para evitar las miradas del puñado de personas con las que se cruzaba.

Cualquier otro día, se habría detenido a admirar la elaborada arquitectura de Carlton House Terrace, pero apenas les dedicó una mirada mientras subía por Pall Mall. El flujo de peatones se hacía más denso a medida que se adentraba en el corazón de Londres, y se guardó la varita en el bolsillo, recordando el consejo de Moody.

Vigilancia constante.

Subiendo por Waterloo Place y Regent Street, entornó los ojos mientras los llamativos anuncios de Picadilly Circus teñían las aceras de rojos, azules y verdes, y entonces vio la estatua. Se permitió un pequeño vistazo mientras se acercaba a ella con zancadas aceleradas, con los ojos lanzados en todas las direcciones, en busca de un destello de pelo rojo o de una luz que rebotara en unas gafas.

Como era de esperar, había gente dispersa por la zona, deambulando entre ellos o instalados en los escalones de la base de la estatua; turistas europeos con cámaras de fotos sobrecargadas, estudiantes achispados que habían perdido el sueño y algunos profesionales ocupados que claramente estaban luchando con los plazos. Pero ni Harry ni Ron.

Paró de andar y se cruzó de brazos para combatir el frío, observando la estatua, y ansiosamente preguntándose si había malinterpretado la carta. ¿Y si los chicos se hubieran equivocado con la hora de nacimiento? ¿Y si Hedwig había entregado el mensaje el día equivocado? ¿Y si la carta había sido interceptada, o había sido un señuelo y acababa de caer en una trampa como una maldita idiota?

Comprobó su reloj. Las cinco menos veinticinco.

La puntualidad nunca había sido su punto fuerte; qué demonios, cinco minutos de retraso era temprano para Harry y Ron, pero los riesgos engendran dudas, y entonces la paranoia se te cuela antes de que te des cuenta. Casi se había hecho a la idea de abandonar todo el plan pero algo similar a la intuición le subió por la columna vertebral, y sus ojos se desviaron hacia un lado y se fijaron en dos figuras que marchaban en su dirección.

El familiar tinte oxidado del pelo de los Weasley estaba ausente; sustituido por un tono marrón intenso. Tampoco había gafas, ni pelo negro y se había vuelto rubio, ambos rostros habían sido alterados ligeramente con diferentes tonos de piel y falta de pecas.

Pero ella los reconocería en cualquier parte.

Se quedo helada por un segundo, pero luego se puso a correr, con lágrimas de alivio en los ojos mientras corría hacia ellos. Ellos también corrían, sorteando a los londinenses trasnochadores, y ella se abalanzó sobre ellos cuando estuvieron lo suficientemente cerca, rodeando dos cuellos con sus brazos y relajándose en dos pares de brazos incómodamente colocados. El trío permaneció así durante unos momentos de tranquilidad, y luego Hermione se liberó del abrazo familiar y golpeó las palmas de las manos contra el pecho de ambos.

''¡AU!'' Ron refunfuñó. ''Mione, ¿pero qué...''

''¡No volváis a marcharos así!'' espetó ella, apartando las manos. ''Podría mataros a los dos...''

''Te dije que estaría cabreada'' murmuró Harry con una sonrisa discreta.

''¡Pues claro que estoy enfadada!'' les regañó. ''¡No os he visto en meses...''

''Nosotros también te hemos echado de menos'' dijo Ron en un tono afectuoso, pero Hermione evitó su intento de pasarle el brazo por los hombros. Él le dirigió una mirada herida y una punzada de culpabilidad le golpeó el pecho. "¿Qué pasa, Hermione?''

''Nada'' suspiró ella, evitando su mirada. ''Es que... pronto se hará de día. Deberíamos irnos. ¿Dónde os habéis estado quedando?''

Sus dos amigos compartieron una mirada incierta. ''Bueno'' musitó Harry. ''Es una larga historia, pero nos hemos movido mucho. Pensamos que las zonas alejadas de las ciudades serían las mejores, pero no conocemos muchas. ¿Cuál fue el bosque que visitaste con tu familia?''

''El bosque de Dean'' aportó. ''Si, en realidad no es mala idea...''

''Pero tenemos que conseguir más provisiones'' explicó Harry, señalando la mochila que colgaba de su hombro; la bolsa que ella le había dado antes de marcharse, completa con un encantamiento de extensión indetectable. "La tienda de campaña que teníamos se está cayendo a pedazos y...''

''Yo tengo una tienda'' le interrumpió, dando palmaditas a su propio bolso hechizado. ''He estado reuniendo cosas que pensé que podríamos necesitar desde que os fuisteis...''

''¿Qué pasa con la comida?'' Ron se adelantó con su previsible petición. "Nos estamos quedando sin nada...''

''Tengo todo lo que necesitamos'' les dijo, arrugando la frente cuando se dio cuenta que la mañana estaba empezando a iluminar el cielo. ''Vamos, deberíamos irnos. Encontremos un lugar desde el que aparecernos''.

''Tienes razón, deberíamos movernos'' asintió Harry, y los tres empezaron a bajar por Shaftsbury Avenue. ''De verdad, Hermione, tenemos mucho que contarte. No creerías lo que ha pasado desde que te dejamos''.

Hermione cerró los ojos por un momento y pensó en Draco. ''Sí'' murmuró absorta. ''Yo también tengo algunas cosas increíbles que contaros''.

-----

Una semana más tarde.

Draco apoyó su peso contra la pared, con sus ojos fijos en su tía, que claramente estaba luchando contra las lágrimas.

Andrómeda les contó el día anterior que Ted tenía que huir. Habían recibido un aviso anónimo, probablemente de la Orden, de que el Ministerio había sido informado del paradero de Ted, y que era solo cuestión de tiempo antes de que vinieran a buscarlo. Theo había reaccionado de inmediato y había abollado la pared con el puño, exigiendo saber por qué Ted no podía quedarse con ellos en la casa segura. Ted tuvo que calmarle, explicándole que, si los seguidores de Voldemort sabían que estaba oculto, probablemente llevarían a cabo un registro exhaustivo, y existía el riesgo de que se descubriera su escondite. Si sabían que estaba huyendo, le darían caza y se desviaría la atención.

Por decirlo claramente, Ted estaba arriesgando su vida para ayudar a un grupo de adolescentes que apenas conocía. Theo tenía razón; Ted era un tío decente.

Aquella idea había despertado en Draco un profundo respeto por su tío afín y, de repente, había un segundo nacido de Muggles en el mundo que no despreciaba. Y al igual que Hermione, este nacido de Muggles se veía obligado a desaparecer de su vida demasiado pronto.

Era casi como si el destino se tomara un tiempo de su apretada agenda, solo para joderle la mente. Le ponía en su camino personas que le hacían olvidar todos los prejuicios que le habían enseñado al nacer, y luego se los arrancaba como si fueran pétalos de amapola, y él se quedaba dolorido por la confusión.

Draco movió su atención a su tío, que estaba despeinando a Davis y murmurando unas palabras de despedida a Bletchey y Bulstrode. Junto a Draco, Theo estaba rígido por la tensión, con el puño cerrado y temblando ligeramente, y los dientes rechinando detrás de los labios fruncidos. Sus ojos se posaron en Blaise y Lovegood, observando que sus dedos estaban entrelazados -casi ocultos, excepto desde el ángulo de Draco- y que Blaise acariciaba distraídamente círculos contra el dorso de su mano. Sus dedos se desenredaron cuando Ted se acercó a ellos, y Lovegood cayó en su cálido abrazo con esa familiar sonrisa distraída suya.

''Recuerda mantenerte alejado de las bayas inmaduras y del muérdago'' dijo mientras se apartaba. ''No querrás molestar a los nargles''.

Draco levantó una ceja, pero resistió el impulso de burlarse de su comentario.

''Lo haré'' contestó Ted con una sonrisa de afecto, inclinándose para estrechar la mano de Blaise. ''Ayuda a Andrómeda a mantener a raya el grupo mientras no estoy''.

''Por supuesto''. Blaise frunció el ceño. ''Buena suerte, amigo''.

Draco enderezó la espalda cuando Ted se giró hacia él, acercándose con una expresión seria que hizo sentir a Draco un poco aprensivo y torpe.

''Tú cuida a mi mujer'' le dijo en un tono casi susurrado, para que solo ellos pudieran oírlo. ''Cuida de tu tía, ¿vale?''

Sin saber qué decir, Draco inhaló lentamente y se limitó a asentir con la cabeza, y el pequeño gesto pareció ser suficiente para apaciguar a su tío. Cambiando su postura con incomodidad, desvió la mirada cuando Ted finalmente se acercó a Theo, y Draco ladeó la cabeza para poder captar discretamente las silenciosas palabras de su conversación.

''... tu temperamento, cuenta hasta diez'' aconsejó Ted. ''E intenta pensar antes de hablar''.

''Sí, sí'' Theo refunfuñó con desprecio, y Draco no tuvo que mirarlo para saber que estaba poniendo los ojos en blanco. "Abraza a un Hufflepuff y esas tonterías...''

''Eres un buen muchacho, Theo'' le cortó Ted. ''Puedo verlo, 'Dromeda puede verlo, y todos aquí pueden verlo. No necesitas más que fe en ti mismo''.

''Como quieras'' murmuró Theo tras suspirar y Draco los miró para encontrarlos estrechando las manos. ''Tú solo vuelve con vida, ¿vale?''

''Claro'' Ted aceptó despreocupadamente. Demasiado despreocupado. Y le dio una palmadita firme a Theo en el hombro antes de dirigirse de nuevo hacia Andrómeda, deteniéndose a mitad de camino y escudriñando con ojos críticos a los silenciosos habitantes de la sala. "Bueno, os veis todos jodidamente lamentables. Sabéis que volveré antes de que os deis cuenta de que me he ido''.

Nadie dijo una palabra durante unos lentos y estirados segundos, y por alguna razón, Draco se encontró mirando fijamente las manos de Blaise y Lovegood que se habían vuelto a unir. Justo cuando el silencio empezaba a resonar en sus oídos, Andrómeda se adelantó para tirar del brazo de su marido, y todo el persistente optimismo de su rostro se esfumó.

''Venga, amor'' le pidió, con la voz ligeramente temblorosa. ''Tienes que irte, y me gustaría despedirme de ti''.

''Está bien'' habló Blaise. ''Os dejaremos''.

''No, está bien'' le paró Blaise, cogiendo a Andrómeda del codo. ''Iremos fuera'' vaciló, y luego les mostró a los taciturnos Slytherin una última sonrisa alegre. ''Os veré pronto''.

En el momento que la pareja dejó la habitación, hubo un susurro colectivo de suspiros liberados, y el silencio previo se rompió cuando todo empezó a moverse de nuevo. Tracy sorbía por la nariz un poco y hacía un mal trabajo para disimularlo, y Miles la sacó de la habitación, seguido de cerca por Millicent. Un momento después, Draco se estremeció cuando Theo golpeó bruscamente la pared con el puño y salió furioso por la puerta, escupiendo una lista de blasfemias a su paso.

''¡Theo!'' le llamó Blaise, pero lo único que respondió fue un par de golpes de objetos inanimados lanzados al suelo, y Blaise gruñó mientras se volvía hacia Luna. ''Voy a asegurarme que no hace nada estúpido''.

Y entonces solo quedaban Draco y Lovegood.

Él se centró en sus zapatos y se mordió la lengua, esperando a que ella se fuera tras ellos, pero apenas se movió.

''No le estrechaste la mano'' puntualizó Luna en su usual tono soñador.

''Apenas conocía al hombre''.

''Pero te hubiera gustado'' dijo, y su comentario contundente lo desconcertó por un momento.

Él le lanzó una mirada fría. ''¿A dónde quieres llegar, Lovegood?''

''A nada. Era solo una observación'' dijo encogiéndose de hombros, y el chasquido distante de una aparición marcó sus palabras. ''Ese será Ted marchándose''.

''No me digas...''

''Tal vez deberías ir a ver si Andrómeda necesita algo...''

''¿Y qué cojones podría ofrecerle yo?'' soltó a la defensiva.

''A veces, lo único que necesita alguien es otra presencia'' murmuró Luna mientras pasaba por delante de él. ''Aunque sea una reticente''.

Finalmente solo, Draco se encontró esperando a que su tía volviera de fuera, golpeando impacientemente el pie contra el suelo y contemplando si debía molestarse la molestia. Tras cinco minutos mirando a la puerta, su curiosidad, y quizá algo más, se apoderó de él, y resopló agitadamente mientras decidía ver exactamente qué era lo que retenía a Andrómeda.

La encontró sentada en los escalones de piedra en la parte delantera de la casa; los escalones en los que él se quedaba habitualmente cuando todos se habían retirado a la cama, y perdía de una manera masoquista su mente en pensamientos y recuerdos de Granger. Por el leve temblor de sus hombros y su cabeza inclinada, se dio cuenta de que estaba llorando, y algo que casi parecía empatía le pilló completamente desprevenido.

''¿Qué quieres, Draco?'' preguntó ella de repente.

Se relamió los dientes y se preguntó qué había planeado realmente conseguir con esto, pero sus hombros se desplomaron en señal de derrota, y la verdad le encontró antes de que pudiera rechazarla.

''Quería decirte que... quizá tenías razón'' murmuró, casi medio esperando que ella le escuchara. ''Quizá tú y yo no somos tan distintos''.

-----

Hermione estaba leyendo la copia de Los cuentos de Beedle el Bardo que Dumbledore le había dejado en su testamento.

La historia de los tres hermanos y su trato con la muerte se había convertido en su favorita; las leyendas melancólicas y el brillo blanco de su Lumos eran una buena compañía a medianoche mientras Harry y Ron dormían. Era su turno de montar guardia esta noche, lo que le vino muy bien. Casi se había vuelto paranoica creyendo que murmuraría el nombre de Draco en sueños cuando las pesadillas atrapaban su subconsciente. También hacía todo lo posible por evitar pasar demasiado tiempo a solas con Ron, asegurándose siempre de que Harry estuviera cerca o poniendo excusas cuando él intentaba iniciar algo que pudiera llevar a algo más allá de la amistad.

Adaptarse a este nuevo conjunto de cambios estaba siendo más difícil de lo que había anticipado, a pesar de la compañía familiar de Harry y Ron. Las conversaciones habían sido un poco incómodas por su parte, ya que pensaba demasiado en todo lo que decía, con cuidado de no mencionar algo que pudiera contener alguna pista sobre su tiempo con Draco. En su mayor parte, había escuchado con sencillez a los chicos mientras le explicaban lo que había sucedido en su ausencia.

Le habían contado sobre su corta estancia en Grimmauld Place y cómo habían establecido que R.A.B eran las iniciales de Regulus Black. Habían descrito que un breve interrogatorio con Kreacher los había llevado hasta Mundungus Fletcher, un miembro original de la Orden que se había dedicado al hurto. Un viaje rápido al Callejón Diagón, y habían recuperado el Horrocrux, pero habían luchado para encontrar un método para destruirlo, y la energía negativa había causado algunas fricciones severas entre sus dos mejores amigos, aunque habían parecido dudar en decirle sobre qué habían discutido.

Habían decidido abandonar Grimmauld Place y habían revoloteado entre varios lugares cuando quedó claro que Voldemort acabaría derrocando al Ministerio. Habían acampado en zonas boscosas de las afueras de las ciudades, volviendo ocasionalmente a Grimmauld Place para buscar alguna pista sobre un método para destruir el medallón. Habían acampado en el Bosque de Epping cuando descubrieron la Espada de Gryffindor, y su ceño se frunció al darse cuenta de que nunca habían explicado...

Una rama se quebró detrás de ella, dejó caer el libro y se dio la vuelta, con la varita apuntando a su inofensivo objetivo.

''Guau'' susurró Harry, poniendo las manos en alto. ''Solo soy yo, Hermione''.

''Maldita sea, Harry, me has hecho saltar'' respiró, bajando la varita mientras él llegaba a sentarse a su lado en la hierba. ''¿Todo bien?''

''Todo bien. Es solo que no podía dormir. Pensé en hacerte compañía''.

''Sí, claro'' asintió ella. ''En realidad, estaba pensando en algo. Nunca dijisteis cómo os encontrasteis con la Espada de Gryffindor. ¿Cómo...''

''Mi madre'' soltó Harry, y Hermione vio como una rara expresión se apoderaba del rostro de él. ''Sé que suena raro, pero escúchame en esto; un Patronus me llevó a él. Y el Patronus era una cierva. El Patronus de mi madre''.

El corazón de Hermione se hundió cuando recordó la noche en que dejó Hogwarts; recordando el momento en que ella y McGonagall habían sido advertidas de la caída del Ministerio por el Patronus de Snape. El Patronus de una cierva. Una parte de ella contempló si debería contarle a Harry sobre los secretos de su antiguo profesor. Después de todo, McGonagall le había dejado claro que esa información no debería repetirse, pero parecía demasiado cruel permitir que su mejor amigo se aferre a la ilusa creencia de que su madre se ponía en contacto con él desde el otro lado.

''Harry'' empezó ella con una mueca. ''Ese no era el Patronus de tu madre...''

''Mira, sé cómo suena...''

''No, Harry, solo....''

''Pero quien más podría tener un Patronus de una cierva que me llevara a...''

''Fue Snape'' se apresuró, y los ojos de Harry se abrieron de par en par tras sus gafas. ''Sé que suena raro, pero cuando estaba en Hogwarts, McGonagall me contó que él es un espía para la Orden...''

''Pero él mató...''

''Lo sé'' suspiró ella. ''Pero no fue tan sencillo. Dumbledore le pidió a Snape que realizara la tarea para que...'' se dio cuenta de la emoción que crecía en su voz mientras se preparaba para decir su nombre. ''Para que el alma de Draco se salvara. Creo que hay más, pero sé que Dumbledore le pidió a Snape que lo matara. Snape ha estado de nuestro lado todo el tiempo''.

La expresión de Harry oscilaba entre la sorpresa y la incredulidad. ''No'' dijo entre dientes, sacudiendo la cabeza. ''Eso es imposible...''

''Harry, yo he visto su Patronus'' continuó ella. ''Él lo mandó para advertirnos de que los Mortífagos estaban llegando a Hogwarts, y era una cierva...''

''¡Pero eso no tiene ningún sentido!'' exclamó Harry, poniéndose en pie con dificultad. ''¿Por qué demonios tendría Snape el mismo Patronus que mi madre?''

''No lo sé'' contestó Hermione cansada. ''Tal vez es solo una coincidencia...''

''Tengo que hacerme a la idea de esto'' dijo para sí mismo, dándole la espalda. ''Necesito pensar...''

''Harry, lo siento...''

''Necesito tiempo a solas'' dijo él, dando unos cuantos pasos en la dirección contraria. ''Solo dame un momento, y después necesito que me cuentes todo''.

Hermione sintió la culpa le engullía el pecho.

No todo. No sobre Draco. Aún no.

''Vale'' acordó. ''No te alejes más allá de las barreras, Harry''.

La oscuridad lo absorbió como alquitrán hambriento, y ella volvió a quedarse sola, preguntándose qué pensamientos caóticos estarían estampando en la cabeza de su amigo en ese momento. Merlín sabía que apenas se había tomado bien la revelación sobre las actividades encubiertas de Snape todos aquellos meses, y empezó a pensar en lo que debería decir cuando él acudiera a ella para pedirle más detalles.

Dejó caer su mirada preocupada y se posó en Los cuentos de Beedle el Bardo, el viento que agitaba sus páginas como un viento fantasmal se apagó, y se concentró en el pequeño símbolo garabateado en la página mostrada; el triángulo, el círculo y la línea. Se había fijado en la extraña marca unas cuantas veces y nunca le había prestado mucha atención, pero algo le había hecho... clic. Con un grito ahogado, buscó en su bolso un libro que había leído en Hogwarts.

Y tenía las palabras 'Reliquias' y 'Muerte' en la punta de la lengua. 

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Simplemente un dulce los unió. 💌 FANFIC. ¿kookmin ó Jikook? Ni siquiera yo lo sé. •Editando•