Capítulo 32: Pulso

4.4K 411 246
                                    

Draco consiguió mantener el equilibrio cuando aterrizaron, y cuando los efectos aturdidores del Traslador se desvanecieron, se encontró en un jardín cubierto de maleza, en la parte trasera de una casa desconocida y aislada que estaba cubierta de hiedra. Parecía demasiado sereno, demasiado inocuo, y empezó a preguntarse si Tonks había confundido su Traslador, pero después escuchó los gritos.

El viento recogió varias voces alzadas, las palabras y la intención sofocadas por las gruesas paredes de la casa, pero el pánico en esas voces era alto y claro.

Tonks salió disparada hacia delante como una bala y eso le hizo entrar en acción, con los dedos de los pies prácticamente rozando sus tobillos, y Blaise le seguía de cerca mientras corrían hacia la casa. Entraron a toda prisa, siguiendo los gritos de auxilio y los fuertes golpes de los pasos apresurados hasta una cocina-comedor, y Draco se quedó helado.

La habitación era un caos.

Los oídos empezaron a dolerle al instante de tanto gritar, hasta que todas las voces parecieron confundirse en un estruendo desgarrador. Había demasiadas cosas en un lugar tan pequeño, y sus ojos iban de una persona que gritaba a otra, tratando de encontrarle sentido. Reconoció primero a Ollivander, el anciano mago que temblaba y se frotaba débilmente los dedos contra una fea herida en la frente. Aquel muchacho Thomas de Gryffindor... ¿era Dean?... intentaba ayudar a Ollivander, pidiendo ayuda mientras trataba de curar sus propias heridas; un corte supurante en el hombro y un brazo roto, a juzgar por la curvatura anormal del codo. Junto a ellos había un duende con sangre que le caía por la raya del pelo, pero poco más que indicara que estaba afligido, y Draco lo reconoció como Griphook de Gringotts.

Lo siguiente en lo que se fijó fue en Lovegood, que parecía más aturdida que de costumbre, con el labio partido y un reguero de moratones de color púrpura en la cara, el pecho y los brazos. Blaise se abrió paso para llegar hasta ella, agarrando sus codos y examinándola de cerca, inclinando suavemente su barbilla y murmurando preguntas sobre la gravedad de sus heridas. Lovegood se limitó a esbozar una sonrisa soñadora y a tocarle la cara.

Su atención se desvió a Potter, un montón arrugado y tartamudeante en el suelo, medio sollozando y medio en estado de shock mientras se encorvaba sobre un elfo doméstico que sangraba y estaba muerto a la vista. Suplicaba ayuda y el tal Lupin estaba agachado a su lado, intentando calmarlo y arrancarle el elfo doméstico sin vida de las manos. Potter se resistía obstinadamente, aferrándose a la pequeña criatura y moviendo la cabeza como un loco mientras suplicaba a Lupin que intentara reanimarlo.

Y entonces sus ojos aterrizaron en un lío de rizos enmarañados y empapados de sangre, antes marrones pero ahora de un color burdeos enfermizo, y se olvidó de cómo respirar.

Completamente paralizado.

Esperando equivocarse, buscó su rostro y sus piernas se debilitaron un poco. Todos sus rasgos familiares estaban allí, pero eran tan, tan diferentes. Su piel era espeluznantemente pálida, color ceniza como una muñeca de porcelana antigua, y sus labios eran azules, excepto por el fino rastro de sangre que se deslizaba hasta su mandíbula. Y su brazo... joder, su brazo. Parecía haber sido mutilado; cortes profundos que prácticamente escupían sangre, y su piel estaba al rojo vivo donde estaba dividida en... ¿letras? ¿Sangre sucia?

Había bilis en el fondo de su garganta y se atragantó.

Se dio cuenta entonces que Weasley estaba acunándola, farfullando repetidamente algo que sonaba como 'mi culpa', con lágrimas en sus mejillas. En otro momento, se habría enfurecido sólo de pensar que Weasley la estaba tocando, pero no reaccionó... apenas le prestó atención, demasiado abrumado y aturdido. Se centró únicamente en ella, buscando cualquier indicio de vida. Una respiración. Un quejido. Un aleteo de pestañas. Cualquier señal de algo.

ISOLATION | Dramione - TraducidaWhere stories live. Discover now