Capítulo 18: Regalos

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Hermione sintió el colchón moverse debajo de ella y reprimió el quejido que le hacía cosquillas en las amígdalas cuando Draco cerró la puerta tras él.

El frío siempre parecía reemplazarle en su cama cuando la dejaba sola, fingiendo dormir y sintiéndose decepcionada, pero así fue durante los últimos días, y sabía bien que era mejor no mencionarlo. Había dejado claro que no estaba dispuesto a abarcar el tema de su rara relación, y habían caído en una pseudo rutina desde el lunes.

Las mañanas siempre comenzaban como esta; Draco abandonándola entre las sábanas delatoras y silenciosamente volviendo a hurtadillas a su propia habitación. Ella entonces le preparaba algo de comida para ese día, antes de dirigirse a la biblioteca o la oficina de McGonagall para continuar con la ardua misión de llevar a todos a salvo a casa. Las tardes les proporcionaban ardientes expectativas e incómodas miradas, que ella personalmente odiaba. Sabía que era simplemente un efecto secundario mientras se ajustaban a su situación, pero los dos tenían un carácter feroz, y ella echaba de menos sus ingeniosas discusiones y acalorados debates.

Tenía el presentimiento de que tarde o temprano se lanzarían al cuello del otro; probablemente una vez que sus nervios e inseguridades se hubieran desvanecido un poco, y Draco haya aceptado que se sentía atraído por una nacida de Muggles.

Cuando la tarde se tornaba en noche, ella se metía en su cuarto y dejaba la puerta abierta para que él pudiera unirse a ella. Había habido un par de noches en las que su orgullo aparentemente había suavizado su interés por ella, y se había ido a su propia habitación. Aquello estaba bien, pues sentía que sus músculos necesitaban algo de tiempo para recuperarse, pero se encontró deseando que él solo durmiera con ella y ahuyentara esas noches de soledad.

Pero nunca lo hacía.

Él entraba en su habitación; la besaba como un hombre atormentado por el destino, los desnudaba y los satisfacía a ambos, siempre insistente en asegurarse que ella estaba saciada, aunque pareciera llevar horas algunas veces. Sabía por las conversaciones sobre sexo de Lavender y Padma que era difícil para las mujeres encontrar esa dichosa liberación, pero Draco trabajaba decididamente en sus puntos receptivos hasta que ella temblaba y gemía, y los dejaba a ambos exhaustos.

Pero nunca se quedaba con ella después.

Nunca ofreció un susurro de afecto una vez terminado.

Nunca se quedaba por más de unas pocas horas.

Ella le escuchaba irse y su corazón le dolía por un momento, antes de razonar consigo misma que él aún estaba luchando con sus prejuicios.

Y entonces la rutina empezaba de nuevo.

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Era el último sábado antes de navidad, y había acordado quedar con Ginny para un viaje a Hogsmeade para conseguir unos regalos de última hora. Ginny volvería a la madriguera en domingo, y aunque Hermione reconocía que su relación con la hermana Weasley había sido un poco tensa este trimestre, la echaría de menos.

''Tengo una sorpresa para ti'' sonrió Ginny mientras entraban en el pueblo. ''Y creo que podría realmente sacarte una sonrisa''.

Hermione arqueó una ceja. ''Estoy intrigada''.

La bonita pelirroja alcanzó su bolso y sacó dos regalos; uno rojo del tamaño del puño envuelto torpemente, y el otro ligeramente más grande con papel dorado. Los confundidos ojos de Hermione se movían entre los dos regalos antes de darle a Ginny una mirada expectante.

''¿Son para mí?''

''Así es'' asintió la joven bruja. ''Son de parte de Harry y Ron''.

Hermione sintió como se quedaba boquiabierta. ''¿Qué? ¿Cómo...''

ISOLATION | Dramione - TraducidaWhere stories live. Discover now