Capítulo 16: Nevada

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La boca de Draco aún estaba húmeda de su beso.

Colapsó en el sofá, cerrando los ojos fuerte acunando su cara con las manos sudorosas, mientras el frío se enrollaba alrededor suyo. No tenía ni idea si estaba temblando por el frío, o de las dolorosas punzadas que hacían que su pecho se sintiera a punto de romperse, y se sintió completamente perdido. A pesar de sus permanentes insistencias en que Granger y este lugar habían llevado su mente a la ruina, se dio cuenta ahora que su presencia realmente suavizaba los turbulentos pensamientos que le alborotaban el cráneo. Sus veinte días de silencio habían sido tortura; su soledad le llevó a tener más dudas sobre la sangre y lo que quería de Granger.

El eco de la voz de su padre y sus preconcepciones sobre los nacidos de Muggles estaban ahora distorsionadas y frágiles; apenas susurros en las esquinas de su mente. Le enfurecía y asustaba que ella hubiera tenido tal efecto en su resolución, pero también había una narcotizante sensación de alivio que no acababa de entender. Besarla y tocarla fue como alcanzar la más inusual sensación de paz; y aunque se sentía completamente perdido, era un... perdido bueno. Imaginó que era similar a la euforia que se supone que se experimenta al ahogarse, y ciertamente se estaba ahogando.

Y ella lo había dejado aquí; con la frustración crepitando bajo su piel y luchando contra imágenes que cortan la cordura de ella y Corner. En el final de su cerebro maltratado, sabía que Granger cumplía su promesa de que ella y ese imbécil Pelma-claw no eran nada más que amigos, pero los celos le consumían igualmente. Se sentía capaz de un ataque asesino cada vez que su imaginación le preparaba una imagen de ellos, pero, ¿qué podía hacer? Nada, salvo consumirse.

Sus uñas le apuñalaron en la sien cuando otra ola de resentimiento le golpeó, y se tragó la bilis que había empezado a abrasar su tráquea. Un profundo y gutural gruñido hizo que todo su cuerpo vibrara, y se obligó a permanecer sentado, sabiendo que lo más probable es que golpeara el puño contra la pared hasta que sus nudillos fueran metralla si se movía del sofá.

No tenía ni idea de cuanto tiempo había pasado desde que lo dejó, apenas minutos probablemente, pero se sintió como su hora más solitaria.

Siempre había sido muy entrenado y disciplinado con su comportamiento, pero un solo momento a solas en una habitación con ella le hizo dejarse llevar por sus impulsos, y eso lo petrificaba. El control era esencial, pero su cerebro bien podría ser desparramado contra la pared por todo lo bien que lo estaba haciendo ahora. Había un agujero masivo en su cabeza, el que sus prejuicios ocuparon una vez, y ahora se estaba llenando con ella en su lugar.

Sus palabras.

Su cara.

Su esencia, sus sonrisas, sus suspiros.

Granger...

Levantó la cabeza cuando la puerta se abrió, y le dejó completamente sin aire cuando se dio cuenta que ella había vuelto. Su respiración era errática y tenía la cara sonrosada, sus rizos habían vuelto a su estado salvaje, enmarcando su rostro a la perfección. Entre las sacudidas de su pecho y sus ojos dilatados, se veía desconcertada pero jodidamente comestible. El suave balanceo de su vestido azul marino lo saludaba, y se puso en pie en menos de un latido; actuando únicamente por instinto.

Se cruzaron las miradas al otro lado de la habitación, y la confusión y tensión prácticamente ondulaba entre los dos, y Draco se propuso mantenerse quieto. Podría muy bien estar adelantándose; Granger simplemente puede haber olvidado algo, y no le haría ningún favor ilusionarse. Pero por la ansiosa expresión tallada en sus preciosos rasgos, podría decir que ella estaba ahí por una razón específica, y un nudo de excitación y tensión se le coaguló en las entrañas.

ISOLATION | Dramione - TraducidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora