¡Ey! Es Un Amor Entre Nosotro...

Autorstwa Niky_pollo

415K 28.5K 9.3K

Jayson Thomas, un hombre reconocido en el Reino Unido, queda encantado con una chica de cabellos rubios despu... Więcej

Personajes
Bienvenido
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25 "El pasado"
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Epílogo

Capítulo 15

7.8K 606 157
Autorstwa Niky_pollo

Va y ven - Tainy, Yandel.

Hoy es sábado. Lo único malo con que sea sábado, es que tengo por hacer mil trabajos y proyectos de la universidad.

Desde muy temprano la he pasado sentada en el escritorio trabajando en mi computadora portátil, leyendo algunos libros de texto porque a muchos maestros les gusta hacernos sufrir. Son tan jodidamente inteligentes que saben que esa información no se encuentra con facilidad en Google, solo en los libros de quinientas páginas que nos obligan a cargar en la mochila.

Olvidando el tema de la universidad y enfocándonos en Jayson; cenemos juntos, eso es todo. Él se va a su empresa, yo a la universidad y, con ello, ya no nos volvemos a ver en todo el día más que en la noche. No intercambiamos muchas palabras, lo cual agradezco porque no quiero tener más conflictos con él. Son suficientes con los que tenemos.

He jurado que le iba a decir todo lo malo que hiciera a mis padres, pero, al parecer, no les ha dicho absolutamente nada.

¿Qué tanto quiere sufrir para por fin enfadarse conmigo y mandarme de regreso a Vancouver?

¿Saben lo más irracional de todo? Ya no quiero causarle más problemas. Lo sé, ni yo lo puedo creer. Jamás imaginé que eso vendría a mi mente.

Hmm, ¿será por qué te gusta el hombre? No sé, piénsalo y después me dices.

Ugh, no te hagas ilusiones, conciencia.

Dejo caer mi frente al escritorio. Entre la universidad y Jayson me frustran.

Levanto mi cabeza para sobar mi frente con la yema de mis dedos. Por unos segundos me quedo atorada observando la pantalla de mi computadora, luego la cierro al igual que mis libros. Mañana voy a continuar trabajando.

Estiro los brazos hacia el techo, causando que los huesos se truenan. Muevo mi cuello de un hombro al otro y también truenan.

Satisfacción pura.

Me levanto de la silla y, entonces, noto el dolor en mi espalda. Apenas soy consciente del estrés que cargaba en mi cuerpo. Tampoco es algo de impresionarse, siempre me pasa lo mismo cuando paso muchas horas sentada haciendo trabajos. No entiendo como las personas que trabajan en oficinas pueden aguantar tanta inmovilidad. A mí me pone ansiosa estar quieta en un solo lugar.

Como no tengo nada más que hacer, voy a la primera planta para ir al patio a olvidarme del estrés que tengo.

—¿Adónde vas?— esa voz inglesa inunda mis oídos.

Suelto la manija y me giro—. Pensé que estarías trabajando.

—Estaba muy estresado, así que decidí regresar a casa.

—Oh. Iba a dar un paseo por el patio— señalo con mi dedo la puerta principal.

—Te acompaño, sirve de distracción— camina hacia mí. No soy tan grosera como para decirle que no venga. Además, ese no es el caso, sí quiero su compañía.

—Vamos.

En el camino, le doy miradas rápidas. No me puedo contener. Que lleve puesto un pantalón negro perfectamente planchado y una camisa blanca con los primeros botones desabrochados, es mucha distracción para mí. Una dulce distracción diría yo.

—No me mires así, Lea— balbucea con su vista fija al frente y sus manos ocultas en sus bolsillos.

—¿Así cómo?

—Con esas miradas que según de <<no me doy cuenta>>— que pena, debería aprender a ser discreta.

—Eh... yo... no te estaba viendo— dirijo mi vista hacia el árbol grande que está enfrente de mi ventana.

—Ajá.

—Yo no sé tú, pero estoy cansada.

Tiro mi cuerpo sobre el frondoso césped. Mis ojos se enfocan en las grandes nubes que se mueven por el viento. Algunas nubes forman figuras, no creo ser la única persona en este mundo que vea figuras en las nubes.

Dirijo mi vista al señor guapo. Aún sigue con sus manos ocultas en los bolsillos, solo que esta vez me está mirando con demasiada atención. Es como si sus ojos se iluminaran de verme a... ¿mí?

Lea, no pienses en tonterías.

—¿No te piensas acostar? Déjame adivinar, no quieres arruinar tu costoso traje— digo con el propósito de sacar de mi cabeza la absurda idea de que me está mirando.

—No es por eso— suspirando, se une a mi lado.

—¿Entonces qué es?

—Eh... nada.

—Dime, ándale— gira su rostro al mío.

Tarda unos segundos antes de volver a hablar.

—¿Por qué quieres saber?

—Curiosidad.

—No te diré— regresa su mirada al cielo.

—¿Qué tan malo puede ser?— río.

—No es malo, solo que algunas cosas no deben abandonar mi boca. Nunca.

—Ah, comprendo— me callo. No lo voy a presionar, y, cómo dice, lo que sea que tenga en esa mente, no deberá nunca abandonar su boca. Debe de ser algo muy malo, así que no quiero saber.

¿En qué momento llegamos a esto? A estar tirados en el césped del patio trasero de Jayson Thomas, el socio de papá.

¿Hay química entre nosotros? No lo creo, discutimos muchísimo. Quizá solo estamos confundidos. No hay química pero hay deseo, o quizá soy yo quien se está haciendo todas estas ideas tontas. Tal parece que me he convertido en una experta en ello.

—¿Alguna vez has hecho algo loco?— habla, de pronto.

—Muchas veces.

—¿Cómo qué?

—Carreras ilegales, estar encerrada una noche en la comisaría de policías, ir a mil fiestas, algunas algo locas. Hacer muchas, demasiadas, travesuras...

—Yo digo algo sumamente loco. Yo también he hecho ese tipo de cosas.

Lo miro—. ¿Qué es loco para ti?

—¿Cómo aventarse de un paracaídas?

—Eso ni de loca lo hago, ni aunque me paguen millones de dólares.

—¿Sabes qué? Eso haremos, nos vamos a aventar de un paracaídas.

—¿Nos? Dirás tú. Yo no haré eso, no quiero morir tan joven.

—Mañana por la mañana haremos eso, prepárate— se levanta a velocidad del césped.

—Jayson— digo. Él se detiene—. ¿Es en serio lo que acabas de decir?

—Muy en serio, mamacita— se va. Hasta parece dar saltitos de felicidad.

Esa es la peor idea que pudiera venir a su mente. ¡Me voy a morir si eso se llega a cumplir!

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

Respira, Lea. Vamos, respira. Aire adentro... aire afuera... aire adentro... aire afuera.

—¿Tanto miedo tienes?— casi grita Jayson.

El sonido de la avioneta en el aire es algo fuerte y poco audible al momento de comunicarte con las personas.

—Lo mío es correr en autos, así siento adrenalina, ¡no aventarme de un puto avión!

Oh sí, el muy mendigo, me ha arrastrado hasta aquí. Bueno, hubo un "trueque", por así decirlo. Yo me tiro de esta cosa llamada avión, y él me deja manejar el auto de mi elección por el resto de la semana.

Nombre, qué ofertón, Lea Morgan. Si por tu culpa morimos, juro que te revivo y ¡TE MATO YO PERSONALMENTE POR SER TAN ESTÚPIDA!

Una carcajada se escapa de mis labios.

—¿Qué te causa risa?— pregunta.

—Es por los nervios, o mejor dicho, miedo.

—Créeme, esto será un momento a nunca olvidar.

—Tiene razón el señor, señorita. Esta experiencia es única, algo que le podrá contar a sus familiares, amigos e hijos en un futuro— dice uno de los hombres quienes se aventarán con nosotros.

Básicamente, Jayson y yo vamos a tirarnos enganchados a estos señores expertos en paracaídas. Ambos hombres son amables y saben convencerte de que nada malo te va a pasar nada al momento de estar cayendo a la tierra firme.

—Créanme, eso no logrará calmar mi miedo— digo y el idiota de Jayson se ríe—. ¿Qué es tan chistoso?

—El cómo logré convencerte a cambio de uno de mis autos deportivos. De ahora en adelante, ya sabré cómo convencerte de hacer cosas locas.

Lo fulmino con la mirada. Es la primera y última vez que me va a convencer de hacer una cosa loca a cambio de sus autos.

Escucho al capitán anunciarle algo a uno de los paracaidistas. Él asiente antes de girarse a los dos tontos —o sea nosotros— que no saben qué mierdas están apunto de hacer.

—Ha llegado la hora.

Con esas palabras es como siento mi azúcar caerse hasta el infierno. Oh mierda, voy a morir a mis cortos veinte añitos.

—¡¿Qué hice para merecer esto?!— digo viendo al cielo, que de cielo, no tiene nada; es el techo metálico, del mismo material que cubre el interior del avioneta.

—Escuchaste eso, Lea, te morirás de pavor en cuestión de segundos— dice Jayson riendo.

—No ayudas, imbécil.

—Venga, señorita— uno de los hombres me invita a acercarme. Me obliga a girar para encargarse de enganchar y ajustar los tirantes que ayudarán a mantenerme ajustada.

Con Jayson hacen lo mismo. Después nos ponen un casco y unos goggles para mayor seguridad.

—¿Se siente cómoda? ¿Nada le aprieta demasiado?— cuestiona el hombre.

—Sí, todo está bien— no es cierto, mi corazón parece que se va a salir de mi pecho en cualquier segundo.

—Perfecto, señorita. Ahora sí ha llegado el gran momento.

—Uh, mi radiante sonrisa lo dice todo— bromeo y el señor se ríe.

—No seas chistosa, sonríe— alienta Jayson.

—Cállate.

—Eso nunca— se ríe.

¿Ahora resulta que he sacado a Jayson de un circo? Anda muy chistosito este día.

Los dos hombres enganchados a nosotros se acercan a la puerta de la avioneta. Pronto el pavor aborda mi estómago, pues son muchísimos metros de altura.

—¿Quién gusta ir primero?— cuestiona el compañero de Jayson.

—Yo— respondo.

—Valiente me saliste, Lea— dice Jayson.

—¿Está lista, señorita?— me pregunta el hombre a quien yo estoy enganchada.

—Supongo.

—Ahí va, uno... dos...

—Te odio Jay...— me quedo corta al saltar de la avioneta— ¡AAAH!

Es como si mi estómago se hubiera salido de mi sistema nervioso, ¿alguna vez han vivido esa sensación? Si no, los invito a aventarse de un avión.

Al poco tiempo mi cuerpo se acostumbra a sentir el aire chocar a no sé cuantos kilómetros por hora. Ante la confianza que siento, decido abrir mis ojos. No se siente tan mal después de todo, parece que eres un superhéroe, la diferencia es que caes recto y no tienes muchas opciones de a qué rumbos quieres moverte.

Jayson y el hombre experto en paracaídas, se aproximan a nosotros. Jayson extiende sus manos a mí y yo, algo dudosa, las tomo. En las películas es cliché esto de tomarse de las manos mientras caes, pero, ahora que lo estoy presenciando, es divertido.

Así duramos por varios minutos hasta que cada quien se va un rumbo opuesto. El paracaidista jala unos hilos a cada extremo y el paracaídas se abre de golpe. Nuestros cuerpos se contraen, al igual que el aire disminuye y se retiene en el plástico de color rojo que cubre nuestras cabezas.

—¿No estuvo tan mal, verdad?— habla guiando el paracaídas de un lado a otro.

—No tanto.

—Grite si gusta, eso ayuda a sentirse más libre.

—Lo intentaré, entonces— sin darme vergüenza, respiro profundo y grito lo más fuerte que mis pulmones me lo permiten—: Wujuuuuu. ¡Soy valiente porque me aventé de una avioneta!

Sí es liberador gritar cosas incoherentes. Sientes descargar un peso menos de tu espalda, tanta tensión producto del miedo a tirarme de un avión, se convierte en satisfacción, es como si estuviera hablando de una terapia. Ahora comprendo porque estos hombres son tan sonrientes y viven su vida al máximo.

Al tocar tierra, el señor me libera de los ganchos y tirantes que me protegen.

—Gracias— digo retirando el casco y los goggles.

—De nada.

La figura alta de Jayson se cruza en mi campo de visión. Él, muy sonriente, camina hacia donde yo estoy parada.

—¿Qué tal? ¿Te gustó?— pregunta.

—Estuvo... diferente, si es que eso cuenta cómo gustar.

—Si te gustó— afirma como si supiera que es lo que pasa por mi cabeza.

Una mini bus llega al cabo de unos minutos, pues resulta ser nuestro medio de transporte para regresar a las oficinas.

Durante el camino de regreso, platicamos con los hombres, contamos nuestra experiencia y que tanto nos ha gustado. Con mis respuestas y las de Jayson, los paracaidistas quedan satisfechos de su trabajo.

—¿Qué tanto ves en tu celular?— pregunta Jayson cuando nos hallamos conduciendo de regreso a casa.

—Hombres encuerados— que chismoso el señor tomate.

—Que graciosa, Lea.

—A James parece causarle risa— James, quien va conduciendo, se ríe junto conmigo de mi respuesta—. Estoy viendo las fotos que nos tomamos antes de subir al avión. Mi cara era de terror. Mira— le muestro las fotografías.

—Y otras de odio hacia mí— desliza con su dedo en la pantalla para ver las demás fotos.

—También.

—¿Qué auto querrás usar el resto de la semana?

—¿El que yo quiera?— vaya, esto si va en serio. Él asiente— ¿Estás seguro?

—Tratos son tratos, yo soy un hombre de palabra, Lea.

—Sí, ajá— Jayson entrecierra sus ojos, ofendido por mi indiferencia—. Que diga, quiero usar... eh...

—No tengo ningún auto llamado <<eh>>.

—Ya sé que no, solo que estoy pensando cuál quiero.

—Pareces una niña pequeña eligiendo una barbie.

—Guarda silencio, no logro imaginarme montada en cada uno de los autos, contigo hablando como perico.

—¿Te estás imaginando tú manejando cada uno de los autos para ver en cuál te ves mejor?

—Sí, ahora shh.

Sonriendo como menso, espera mi respuesta. Parece un acosador viéndome de esa manera, de hecho, si tuviera lentes y bigote, diría que es el psicópata de la película "Lovely Bones", lo único que los podría diferenciar es que el psicópata que tengo a un lado es de clase alta y guapo.

Ay Lea, tú y tus ideas tontas no dejan concentrarte en el auto que usarás el resto de la semana.

—Quiero el McLaren 720s— si yo fuera él, diría un no.

—El McLaren será, entonces.

———————-
Nuevo capítulo🪂

¿Qué tal? ¿Les ha gustado el capítulo? A mí sí, es uno de mis favoritos por lo de paracaídas jejeje😂

No olviden votar, comentar, y compartir.

Los adorouuu🦋

Czytaj Dalej

To Też Polubisz

16.8K 1K 21
Levi queda encinta, lo cual representa una serie de acontecimientos que la joven pareja de médicos deberá sobrellevar a lo largo de los próximos mese...
5K 388 8
Lilith con tan solo 16 años fue vendida por su madre a un prostíbulo pasando la gran mayoría de su vida aguantando faltas de respeto hacia ella solo...
938K 48.5K 36
Melody Roberts es una chica muy sencilla, no es muy sociable y solo tiene una mejor amiga. Vive sola en un pequeño departamento, el cual debe de paga...
168K 8.4K 18
Trabajé como nana en una casa de unos multimillonarios. Me enamoré del chico de la casa. El problema era que su mamá me decía que era tan poca cosa p...