Joy (Saga SEAL 8)

By Thyra_Sorley

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El suyo ha sido un amor forjado durante años, en silencio y disfrazándolo de amistad, porque para ambos, es u... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Nota de la autora
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Epílogo

Capítulo 9

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By Thyra_Sorley

Mi llegada a Finlandia pasó desapercibida, como si fuese un simple turista más que pretende visitar el país. Incluso tomé un autobús que me llevó a la ciudad, junto a varios de los pasajeros del avión. Nadie esperaba por mí, porque nadie sabe que estoy aquí. Y cuando digo nadie me refiero a los SWAT o la policía finlandesa, porque estoy seguro de que los muchachos ya lo sabrán a estas alturas. Si DK ha sabido verlo, el resto también lo habrá hecho.

En un primer momento me planteé pedirle al jefe que me pasase la dirección del piso donde había vivido Joy, por si se hubiese instalado en él de nuevo, pero después de pensarlo, me da que debo descartarlo porque imagino que los SWAT querrán tenerla a mano, así que es más probable que esté con ellos en el piso franco donde hayan elegido instalarse para la ocasión. Lo que no tengo muy claro es si la policía finlandesa estará al tanto de lo que está sucediendo. He de suponer que sí, porque ellos debieron ser los que gestionaron la llegada de Anton al país, junto con la policía italiana, y supongo que le harán un seguimiento para asegurarse de que todo va bien. Digo yo que se habrán dado cuenta de que no está y lo andarán buscando. Y por eso, es a la comisaría a donde iré, ahora que ya me he instalado en el hotel que me reservó DK. Este tío va más allá de la eficiencia siempre. Ten un DK en tu vida y esta será mucho más fácil.

-Buenas tardes -saludo nada más entrar-. Necesito hablar con quien esté al mando por aquí.

No me ando con rodeos porque estoy deseando ver a Joy. Todavía no sé si para echarle la bronca por meterse en un asunto internacional que parece oler bastante mal, o felicitarla porque ha conseguido llamar la atención de los SWAT y eso siempre será bueno para ella en el futuro.

-Buenas tardes -me responde el tipo de la recepción, mirándome de arriba a abajo, como si estuviese determinando si soy persona non grata o si puede ser amable conmigo- ¿En qué puedo ayudarle?

-¿Eres el jefe? -al ver su cara de póker cuando ignoro su pregunta, intuyo que la respuesta es no, así que continúo-. Necesito al jefe. No hablaré con nadie más.

Veo que no le hace gracia mi insistencia, pero no me importa, porque no quiero hablar delante de todos de mi motivo para estar aquí, no sea que no sepan nada y meta la pata hablando de Anton. Discreción, ante todo, por más que mi apodo sea Suicida. Al final, me hace pasar al despacho del fondo donde un hombre en sus cincuenta, me invita a sentarme en una de las sillas libres frente a su escritorio.

-Usted dirá en qué puedo ayudarle -me anima a hablar. Este es más amable que el otro, a simple vista. Veremos si es colaborativo también.

-No estoy seguro de que la policía de Finlandia se encargue del programa de protección a testigos -no sé cómo abordar el tema sin ir directo a ello, así que ni lo intento-, pero...

-Aunque nos encargásemos de ello -me interrumpe-, ¿por qué habría de decírselo a usted?

-No tiene por qué decírmelo, pero si es cosa suya, imagino que sabrán que uno de sus protegidos ha desaparecido.

-¿Y por qué lo habría de saber usted y nosotros no? -parece estar un poco más alerta ahora, así que puedo imaginar que saben lo de Anton. Ahora me toca averiguar hasta qué punto- ¿Qué interés tiene en esa persona desaparecida?

-En esa persona en concreto, ninguno. Pero mi novia lo conocía y ha venido a ayudar a encontrarlo, cosa que es muy encomiable por su parte, pero debería dejar ese trabajo a los profesionales, que para eso estáis, digo yo -lo incluyo, para ver cómo le afectan mis palabras. Su gesto de disgusto me dice que no le han gustado.

-¿Por qué me lo dice a mí? Habérselo impedido a ella cuando decidió venir.

-Estaba fuera del país cuando ella decidió venir -repito sus palabras-, así que no tengo ni idea de dónde estará ahora. Y como deberían estar buscando al desaparecido, puede que ustedes sepan dónde localizarla.

-No pienso admitir nada -me dice, desconfiando, aunque eso ya me demuestra que sabe de quien hablo. Lo que todavía dudo es de si conocían su actual situación-, pero si su novia está en esta ciudad, nosotros no tenemos conocimiento de ello. Me temo que ha perdido el tiempo viniendo aquí.

-Sí, supongo que lo he perdido -digo, sin hacer ningún amago de levantarme.

-¿Algo más en lo que pueda ayudarle? -pregunta después de unos segundos mirándonos a los ojos.

-Ahora que lo dice... -me acerco a él desde mi posición-. Si un grupo de estadounidenses hubiese venido para unirse a la búsqueda, ¿dónde cree usted que estarían ahora mismo? 

-No sé qué está pasando aquí ni qué pretende -suena amenazante, lo que se confirma con sus siguientes palabras-, pero será mejor que se vaya, antes de que decida mostrarle el interior de la comisaría. Y le aseguro que no saldrá de ella en un buen rato.

-Cuánta hostilidad -me levanto porque ya tengo todo lo que necesito. Aunque sepan que Anton ha desaparecido, no tienen ni idea de que los SWAT están aquí-. Debería ir a clases de yoga o meditación, le harían bien para aprender a controlar su ira.

No le dejo replicar, sino que salgo del despacho, rumbo a la calle. Aquí no conseguiré lo que quiero, así que me toca recurrir a la fuente más fiable que existe en este mundo.

-DK, necesito tu ayuda.

-Tómate un café -me dice-. Me tomará un par de horas.

Dicho y hecho, en menos de dos horas ya me ha encontrado una dirección. No sé cómo coño lo hace, pero es el mejor. Podría dominar el mundo, si se lo propusiese. Y yo sería su matón, solo por puro placer.

Me cuesta un poco ubicarme y tardo otra hora en llegar al lugar. La calle está llena de bloques de edificios de diferentes colores, bastante llamativos he de decir, y la casa donde se supone que están los SWAT es una de las amarillas. A simple vista no parece diferente de las demás, pero así es precisamente como se supone que debe ser. Se trata de pasar desapercibidos y no llamar la atención, sin embargo, en cuanto me acerco lo suficiente como para que mis intenciones sean claras, no tarda en aparecer un hombre en la puerta, fingiendo sacar la basura, para observarme. Está claro que no les interesa que me acerque tanto a la casa, pero me importa una mierda. Si Joy está ahí dentro, quiero verla.

-Buenas tardes -lo saludo de frente-. Tienes dos opciones ahora mismo: me dejas entrar para hablar con Joy Anderson o me pongo a gritar en plena calle hasta que ella salga. Personalmente me mola lo de gritar, pero supongo que tú prefieres la discreción.

-Aquí no hay ninguna Joy Anderson -me dice, manteniendo la calma-. Se equivoca de...

-No me toques los cojones -lo interrumpo- y déjame ver a mi novia. Soy un SEAL, joder, no me tomes por tonto. Sé que sois SWAT y que ella está aquí para ayudaros a encontrar a un tío que para mí no lo merece, pero en eso no me pienso meter. 

-¿Qué hacen los SEAL en Finlandia? -frunce el ceño, ignorando el resto de lo que he dicho. Aun así, tira de mí hacia el interior en cuanto nombro a Anton.

-Solo estoy yo -me cruzo de brazos, una vez en la entrada-. Llévame con Joy.

Veo la duda en sus ojos, pero al final habla con alguien por el pinganillo para informar de que estoy aquí. En cuestión de segundos le responden y me permite subir. Mientras voy por las escaleras, los nervios se apoderan de mí. Soy un SEAL, así que no permito que nadie lo detecte, sin embargo, tengo que limpiarme las manos al pantalón antes de entrar en el piso franco. Tengo tantas ganas de ver a Joy, que me tengo que obligar a no correr. No quiero que piense que me parece un error haber venido hasta aquí porque necesito apoyarla en su sueño de ser una SWAT, pero habría preferido que se quedase en Estados Unidos. Ese tipo nunca me gustó, y no tiene nada que ver con que me hubiese robado a mi Joy. Había algo en él, hay algo en él, que me disgusta. Llámalo aura oscura, mal presentimiento o lo que quieras, pero el muchacho no es trigo limpio. Siempre he pensado que escondía algo, y lo sigo haciendo. Todavía no estoy seguro de que lo hayan secuestrado, pero eso no puedo decírselo a Joy porque pensará que quiero llevármela de regreso a nuestro país. Y quiero hacerlo, pero me quedaré aquí con ella hasta que cumpla con el trabajo que le han pedido que haga. Para ella, y su futuro, es importante impresionar a los SWAT.

-Identifíquese -me piden dos tipos, nada más traspasar la puerta del piso. Parece que no piensan dejarme entrar sin asegurarse de que no soy de los malos. Cosa que sería una estupidez, de serlo. ¿Para qué meterme en la boca del lobo? Eso sería un suicidio, y aunque mi apodo sugiere que lo haría, no es así. Jamás me pondría al alcance de mis contrincantes por voluntad propia, sería de estúpidos.

-Biff Fisher -digo, con calma, pero sin levantar las manos, a pesar de que me están apuntando con sus armas.

El moreno parece tener más presencia que el rubio, aunque yo no subestimaría a ninguno de los dos en un cuerpo a cuerpo. Los observo detenidamente mientras se miran y deciden si hacen más preguntas o les basta con mi nombre. Me gustaría pensar que Joy les ha hablado de mí, pero supongo que el tema amoroso no habrá aparecido con frecuencia en sus conversaciones.

-SEAL de los Estados Unidos de América -añado-. Y... el novio de Joy.

-¿Tan mala novia es que tienes que venir a controlarla al extranjero? -el que habla es un tipejo no muy alto, pero mucho más fornido que el moreno. Sus ojos verdes desmerecen por el gesto amargo de su cara. No soy de juzgar al primer vistazo, pero diría que este es de los que odian a todo el mundo. 

-No pienso entrar contigo en una batalla sobre las cualidades de Joy -le digo, mandándole una mirada asesina-. Solo he venido para esperarla mientras hace lo que tiene que hacer y luego largarnos juntos. He estado fuera del país muchos meses y quiero verla ya, así que os agradecería que dejaseis las preguntas para más tarde.

Se miran entre ellos nuevamente y por un momento, siento que algo no va bien. Echo un rápido vistazo al piso, notando dos cosas de inmediato: no es muy grande y Joy no está aquí.

-¿Dónde está Joy? -les pregunto, intentando acceder a una de las dos únicas puertas que hay en el lugar. Una está medio abierta y se ve claramente que es el baño. Si no está en la otra, que presupongo un dormitorio, empezaré a cabrearme mucho. 

Por supuesto, me impiden avanzar, pero eso no me detiene. Si Joy estuviese aquí, ya habría aparecido al oír mi voz. Mi corazón late ahora demasiado rápido y no es por la emoción de reencontrarme con ella, sino porque sabe que algo malo ha pasado. Podría haber mil explicaciones para su ausencia, pero solo puedo pensar en la peor.

-¿Dónde coño está Joy? -empujo al rubio, cuando frena mis pasos nuevamente.

-No está ahí -me sujetan entre dos y no dicen nada más hasta que me calmo. Cuando ven que no saltaré sobre ellos como un loco, el rubio continúa-. Hace tres días se reunió con los amigos que tenían en común y desde entonces no hemos sabido nada de ella. Se suponía que debía volver al...

-¿Qué no sabéis nada de ella? -lo interrumpo- ¿Y os quedáis tan tranquilos? ¿Qué estáis haciendo para buscarla? Porque imagino que habréis ideado un plan para dar con ella.

-Hemos revisado cada lugar que ha estado visitando, pero no hemos encontrado ninguna pista de dónde podría estar -me explica el moreno ahora.

-¿Revisar los lugares? ¿No habéis hablado con sus amigos? Buscar pistas en lugares concurridos no sirve de nada. Hablaríais con la gente, digo yo.

-No podemos delatar nuestra implicación en este caso -el rubio es quien habla-. La misión de rescate debe continuar siendo secreta porque la vida de Alessandro corre peligro si...

-Me importa una mierda ese tío -grito, furioso-. Por mí pueden mantenerlo encerrado de por vida. Lo que yo quiero es recuperar a Joy. 

-Si damos con uno, daremos con el otro -intentan calmarme, pero no funciona.

-¿Por qué coño no le habéis dado protección mientras investigaba? Sabíais que el tío ese era hijo de un contrabandista; uno bastante peligroso, por cierto. No deberíais haberla dejado ir sola a ninguna parte.

-Tenemos cosas más importantes que hacer que ser niñeros de una cría -el bajo musculado habla tan despectivamente, que me acerco a él antes de que puedan preverlo y le estampo el puño en la cara. Escucho el satisfactorio sonido de una nariz rota.

-Joy es mucho mejor que tú, incluso sin tener tu experiencia, así que te aconsejaría que no vuelvas a menospreciar su ayuda -lo amenazo. Luego me dirijo a todos-. Sois una panda de inútiles. No sé por qué Joy quiere formar parte de todo esto. Vais a tener que mejorar mucho, o haré lo que esté en mi mano para quitarle la idea de la cabeza. Panda de imbéciles.

Lo último lo murmuro por lo bajo, mientras busco mi teléfono nuevo. Tengo que hablar con DK inmediatamente. Debo encontrar a Joy, antes de que se me vaya la cabeza de todo, porque sé que no ha sido nada inteligente por mi parte criticar a los SWAT. Pero cuando se trata de la seguridad de Joy, no pienso, solo actúo.



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