ISOLATION | Dramione - Traduc...

Door Palowinki

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Traducción autorizada del Fanfic 'Isolation' de la autora Bex-Chan. Esta historia no me pertenece, únicamente... Meer

Capítulo 1: Refugio
Capítulo 2: Puñetazo
Capítulo 3: Puertas
Capítulo 4: Puntuación
Capítulo 5: Esencia
Capítulo 6: Azulejos
Capítulo 7: Humano
Capítulo 8: Tacto
Capítulo 9: Veneno
Capítulo 10: Gusto
Capítulo 11: Duda
Capítulo 12: Sueño
Capítulo 13: Solo
Capítulo 14: Anhelo
Capítulo 15: Cristal
Capítulo 16: Nevada
Capítulo 17: Estrellas
Capítulo 19: Grises
Capítulo 20: Lágrimas
Capítulo 21: Cicatrices
Capítulo 22: Tormenta
Capítulo 23: Limbo
Capítulo 24: Horas
Capítulo 25: Kilómetros
Capítulo 26: Fantasma
Capítulo 27: Verdad
Capítulo 28: Ángel
Capítulo 29: Semanas
Capítulo 30: Tabú
Capítulo 31: Sangre
Capítulo 32: Pulso
Capítulo 33: Marcas
Capítulo 34: Cordialidad
Capítulo 35 (Parte 1): Agua
Capítulo 35 (Parte 2): Agua
Capítulo 36: Varitas
Capítulo 37: Defectos
Capítulo 38: Otra vez
Capítulo 39: Ahogado
Capítulo 40 (Parte 1): Lucha
Capítulo 40 (Parte 2): Lucha
Capítulo 41: Snape
Capítulo 42 (Parte 1): Resplandor
Capítulo 42 (Parte 2): Resplandor
Capítulo 43: Inerte
Capítulo 44: Moribundos
Capítulo 45: Harry
Capítulo 46: Piedad
Capítulo 47: Poder
Capítulo 48: Después
Capítulo 49: Epílogo
Agradecimiento

Capítulo 18: Regalos

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Door Palowinki

Hermione sintió el colchón moverse debajo de ella y reprimió el quejido que le hacía cosquillas en las amígdalas cuando Draco cerró la puerta tras él.

El frío siempre parecía reemplazarle en su cama cuando la dejaba sola, fingiendo dormir y sintiéndose decepcionada, pero así fue durante los últimos días, y sabía bien que era mejor no mencionarlo. Había dejado claro que no estaba dispuesto a abarcar el tema de su rara relación, y habían caído en una pseudo rutina desde el lunes.

Las mañanas siempre comenzaban como esta; Draco abandonándola entre las sábanas delatoras y silenciosamente volviendo a hurtadillas a su propia habitación. Ella entonces le preparaba algo de comida para ese día, antes de dirigirse a la biblioteca o la oficina de McGonagall para continuar con la ardua misión de llevar a todos a salvo a casa. Las tardes les proporcionaban ardientes expectativas e incómodas miradas, que ella personalmente odiaba. Sabía que era simplemente un efecto secundario mientras se ajustaban a su situación, pero los dos tenían un carácter feroz, y ella echaba de menos sus ingeniosas discusiones y acalorados debates.

Tenía el presentimiento de que tarde o temprano se lanzarían al cuello del otro; probablemente una vez que sus nervios e inseguridades se hubieran desvanecido un poco, y Draco haya aceptado que se sentía atraído por una nacida de Muggles.

Cuando la tarde se tornaba en noche, ella se metía en su cuarto y dejaba la puerta abierta para que él pudiera unirse a ella. Había habido un par de noches en las que su orgullo aparentemente había suavizado su interés por ella, y se había ido a su propia habitación. Aquello estaba bien, pues sentía que sus músculos necesitaban algo de tiempo para recuperarse, pero se encontró deseando que él solo durmiera con ella y ahuyentara esas noches de soledad.

Pero nunca lo hacía.

Él entraba en su habitación; la besaba como un hombre atormentado por el destino, los desnudaba y los satisfacía a ambos, siempre insistente en asegurarse que ella estaba saciada, aunque pareciera llevar horas algunas veces. Sabía por las conversaciones sobre sexo de Lavender y Padma que era difícil para las mujeres encontrar esa dichosa liberación, pero Draco trabajaba decididamente en sus puntos receptivos hasta que ella temblaba y gemía, y los dejaba a ambos exhaustos.

Pero nunca se quedaba con ella después.

Nunca ofreció un susurro de afecto una vez terminado.

Nunca se quedaba por más de unas pocas horas.

Ella le escuchaba irse y su corazón le dolía por un momento, antes de razonar consigo misma que él aún estaba luchando con sus prejuicios.

Y entonces la rutina empezaba de nuevo.

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Era el último sábado antes de navidad, y había acordado quedar con Ginny para un viaje a Hogsmeade para conseguir unos regalos de última hora. Ginny volvería a la madriguera en domingo, y aunque Hermione reconocía que su relación con la hermana Weasley había sido un poco tensa este trimestre, la echaría de menos.

''Tengo una sorpresa para ti'' sonrió Ginny mientras entraban en el pueblo. ''Y creo que podría realmente sacarte una sonrisa''.

Hermione arqueó una ceja. ''Estoy intrigada''.

La bonita pelirroja alcanzó su bolso y sacó dos regalos; uno rojo del tamaño del puño envuelto torpemente, y el otro ligeramente más grande con papel dorado. Los confundidos ojos de Hermione se movían entre los dos regalos antes de darle a Ginny una mirada expectante.

''¿Son para mí?''

''Así es'' asintió la joven bruja. ''Son de parte de Harry y Ron''.

Hermione sintió como se quedaba boquiabierta. ''¿Qué? ¿Cómo...''

''Se los mandaron a mamá en octubre'' explicó Ginny, empujando los regalos hacia las manos de su amiga. ''Ella quería que fuera una sorpresa porque sabe lo mucho que los echas de menos''.

''No puedo creer que ellos pensaran en esto tan temprano'' murmuró para sí misma, acariciando con las yemas de sus dedos los preciosos paquetes. ''Gracias''.

''No hay de que'' dijo Ginny. ''El rojo es...''

''De Ron'' acabó Hermione con un gesto cómplice de sus labios. ''No envolvería bien ni aunque le fuera la vida en ello. Solía hacer que Harry y yo envolviéramos los regalos que compraba para ti y tu familia''.

''Vago de mierda'' dijo poniendo los ojos en blanco. ''Aunque me muero por saber que te ha cogido; mándame una lechuza después de abrirlo. Mamá dijo que mi regalo de su parte era muy obvio''.

''¿También tienes regalos de ellos?''

''Me están esperando en casa'' dijo. ''Puedo adivinar con toda seguridad que Ron me ha cogido otra bufanda, pero espero que Harry haya sido algo más ingenioso''.

Una expresión pensativa se cruzó por los rasgos de Hermione. ''¿No hay ninguna manera de que podamos mandarles algo?''

''No'' Ginny frunció el ceño, ayudando a Hermione a meter los regalos en su bolso. ''Mamá le preguntó a Remus, pero ni siquiera sabemos dónde están, y Hedwig nunca se espera para que le demos nada''.

''Habría estado bien darles algo...''

''No lo hagas'' la advirtió Ginny en voz baja. ''Se supone que son para animarte, no para dejarte toda deprimida...''

''Lo siento'' Hermione hizo una pequeña mueca. ''Gracias por la sorpresa, Gin''.

''Es bueno verte sonreír'' comentó mientras merodeaban por el pueblo. ''Bien, vas a ayudarme a escoger algo para Fred y George''.

El par de brujas habían pasado una hora buscando sus ultimas cosillas cuando Hermione dejó a Ginny negociando por un reloj de muñeca mágico para su padre. La morena paseó sin rumbo fijo por el camino espolvoreado de nieve y admiró los llamativos escaparates; maravillosamente decorados con adornos navideños y abalorios mágicos que levantaban una emoción festiva en su corazón.

Dudó en un escaparate en particular, tarareando pensativa mientras una maravillosa idea invadió su cabeza y la envalentonó para meterse dentro de la tienda. Se dirigió directamente hacia el artículo que había captado su mirada y pensó en Draco; su mente ya se hizo a la idea de que tendría que hablar con McGonagall una vez que volviera a Hogwarts, y de que el artículo era perfecto.

''¿Puedo ayudarla?'' el empleado interrumpió sus cavilaciones.

''Sí'' asintió Hermione. ''¿Puedo llevarme este, por favor?''

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La directora miró a su compañía escépticamente. ''Señorita Granger...''

''Sé que esto es mucho pedir'' Hermione acalló a la vieja mayor. ''Pero es navidad, y creo que lo necesita''.

''No estoy segura de poder...''

''Solo una hora'' presionó tenaz. ''Por favor, profesora. De todos modos no hay nadie aquí, y prometo que él no intentará nada. Creo que ahora sabe que estamos intentando ayudarle''.

''No puedes estar segura de eso, Hermione'' replicó McGonagall en ese tono sabio suyo. ''Y si él...''

''No tiene varita'' argumentó. ''No tiene donde ir, y él es... mejor ahora''.

''Hermione...''

''Mire'' escupió, con alta desesperación en su tono. ''Me aseguraré de que nada vaya mal; lo prometo. Sabe que soy capaz''.

McGonagall ladeó la cabeza y miró a su estudiante con ojos acogedores. ''¿Por qué le estás haciendo este favor?''

Hermione adoctrinó sus facciones para que parecieran indiferentes. ''Solo creo que necesita un descanso'' ofreció uniformemente. ''Y como dije; es navidad. Ya sabe, momento de perdonar''.

La directora pareció darle un par de vueltas a esa afirmación en su cabeza antes de soltar un suspiro largo y tendido. ''Muy bien''.

''¿De verdad?'' Hermione parpadeó con sorpresa. ''¿Está bien?''

''Probablemente me arrepentiré de esto'' suspiró McGonagall, masajeándose la sien. ''Pero sí, haré algunos apaños para que sea posible...''

''Oh, muchísimas gracias, profesora''.

''Pero tú serás la única responsable en caso de que ocurra algo'' le advirtió estrictamente. ''DEBES asegurarte que el Señor Malfoy no intenta nada imprudente''

''Por supuesto''.

''Y esto es algo de una sola vez'' continuó, levantándose de su asiento. ''Asegúrese de que él sabe que...''

''Lo haré'' asintió Hermione ansiosa, saltando y acercándose a su mentora para abrazarla con agradecimiento. ''Gracias, profesora''.

Minerva se movió incómoda, pero puso una confortante mano en la espalda de su estudiante y se rindió a una pequeña sonrisa. ''Feliz navidad, Hermione''.

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Draco maldijo en voz baja; tirando su tercer intento por el fregadero y viendo como se arremolinaba en el desagüe.

Había tenido antojo de café, pero intentar imitar las perfectas tazas de cafeína de Granger había sido infructuoso y muy frustrante. Había sido testigo de como la bruja los preparaba incontables veces y había razonado que parecía bastante simple, pero evidentemente había algo que se le escapaba, y ni siquiera podía conseguir el color correcto. Estaba a punto de intentarlo de nuevo cuando finalmente entró caminando por la puerta dos horas más tarde de lo que normalmente hacía; con las mejillas sonrosadas con el rubor del invierno, y el pelo alborotado por el viento.

Ella soltó sus aparentemente pesadas bolsas cerca del sofá, mientras su mirada permanecía en su cara, como siempre parecía hacer mientras ella era ajena a su presencia. Era una de los muchos nuevos e irritantes hábitos que habían decidido entrar en acción desde que sus noches lujuriosas en su habitación empezaron, pero no había motivo en resistirse a ellos cuando ya había sucumbido a su inapropiado deseo de tocarla. Ella debió oír el hervidor de agua empezar su cuarto hervor porque sus ojos se movieron hacia él, y frunció el ceño cuando ella le dio a una de sus bolsas un empujón no demasiado sutil detrás del sofá.

''Algo va mal con este puto hervidor'' le dijo, señalando hacia el objeto infractor.

''¿A qué te refieres?''

''Lo he intentado, y no sabe a café'' explicó, y la connotación de que realmente no sabe como su café se cernía entre ellos. ''He pulsado el interruptor y hecho todo lo que haces''.

''¿Añadiste leche?'' preguntó, moviéndose hacia él.

''Claro''.

''¿Y dos azucarillos?''

''Sí''.

''Bueno, ¿pusiste realmente el café dentro?'' preguntó, sofocando una sonrisa cuando él simplemente se limitó a enarcar una ceja. ''Está en la lata azul en lo alto del armario''.

''Esto es ridículo'' gruñó. ''No debería degradarme a hacer una tarea tan simple de la manera Muggle''.

Hoy estaba de humor para irritarla; desde que habían empezado a matar las noches juntos en la felicidad prohibida, ella se había vuelto de alguna manera reservada y vacilante con él, y él lo odiaba. Si tenía que seleccionar una razón por la que respetaba a Granger, sería su temperamento volátil, no muy diferente al suyo. Cuando los minutos pasaban como horas en esta prisión, sus opiniones apasionadas y la habilidad para derribarlo con palabras ingeniosas hacían los días... soportables, y algo sobre el tintineo de las llamas en sus ojos cuando estaba en mitad de una bronca hacía que su ingle se sacudiera.

Combinando eso con su verdadera agitación por estar encerrado en ese cuarto todo el día, y que ella aparentemente le había comprado algo después de que él le dijera específicamente que no, hizo que las palabras de reproche salieran de golpe de su boca.

''No es degradante'' contrarrestó ella rápidamente, dándole una mirada consternada que levantó su interés. ''Así es como hace las cosas la gente sin magia...''

''¡Bueno, pues es un puñetero dolor de cabeza!'' espetó. ''¿Y qué cojones estás escondiendo detrás del sofá?''

''Nada...''

''¡Te dije que no quería nada! Lo juro, Granger, solo insistes en hacer esto más difícil...''

''¿Yo estoy haciendo esto más difícil?'' repitió enfadada. ''Godric, eres un imbécil egoísta...''

''Dije que no quería nada de ti''.

''¡Bueno, pues mala suerte!'' gritó Hermione, cuadrando sus hombros y disparándole una mirada desafiante. ''¡Es navidad! Las cosas ya son una mierda sin ti siendo un miserable''.

''Yo no...''

''¡No he terminado!'' le reprochó. ''¡Maldita sea, Draco! ¿Por qué tienes que cuestionarlo todo?''

''¡Por que no estoy exactamente en una posición en la que pueda darte nada a cambio!'' chilló, pasándose los dedos tensos por su pelo rubio. ''No quiero tener una lista de deudas contigo...''

''No quiero nada a cambio'' dijo lentamente. ''Nunca esperé...''

''¿Entonces por qué molestarte?''

''Por que es navidad'' suspiró, sus ojos desolados. ''Confía en mi en esto''

''No tengo razones para confiar en ti'' intervino Draco, notando el flash de decepción en sus ojos acaramelados. ''No tienes razones para darme nada...''

''Es solo... algo bonito para hacer...''

''Jodidamente bonito'' gruñó fríamente, curvando sus labios como si las palabras le quemaran la boca. ''Los gryffindors sois tan patéticos''.

''Yo NO soy patética'' rechinó ella entre dientes. ''No te atrevas''.

''Bueno, entonces no hables chorradas''

''¡Sabes, está bien confiar en la gente y ser agradable!'' discutió con creciente impaciencia. ''Está bien que te importen otras personas''.

''Granger...''

''¡Está bien NO convertirte en tu padre!'' despotricó Hermione, arrepintiéndose de sus palabras un poco cuando una expresión peligrosa se apoderó de él.

''Te advertí'' siseó lentamente. ''Nunca menciones a mi padre''.

''Draco...''

''¿Crees que por abrirte de piernas para mí te da el puto derecho de sacar a relucir mi familia?'' se burló, llevando su cara cerca de la de ella. ''Te lo digo desde ya...''

''¡Solo quiero que te des cuenta que confiar en la gente no te hace patético!'' protestó ella, moviéndose suficientemente cerca que su cálido aliento le acarició la frente. ''No te hace débil o... o inferior''.

''¿Qué quieres de mí, Granger?'' preguntó con una mirada exasperada. ''¿Quieres que confíe en ti?''

''Eso sería un comienzo''.

''Por el amor de Dios'' murmuró bajo su aliento. ''Esta discusión es completamente irrelevante. Tú no confías en mí''.

Hermione soltó un suspiro cansado y levantó los dedos para acariciarle la mandíbula. ''A mí me gustaría hacerlo'' le dijo en voz baja, aliviada cuando los músculos de su cara se relajaron a su tacto, pero se quedó completamente desconcertada cuando sus labios se tornaron en una semi sonrisa socarrona.

''Me estaba preguntando cuando volverías a ser una zorra de nuevo'' remarcó, apartando su barbilla de sus calmantes atenciones, mientras sus rasgos rápidamente se volvieron agrios de nuevo. ''Mira, Granger, tenía la impresión de que habíamos... acordado eso de ignorar la navidad''.

''Bueno, he cambiado a de opinión'' dijo ella desafiante. ''Quiero que la navidad se sienta como... como navidad, y me niego a dejar que arruines esto''.

''¡No le veo el sentido a todo esto!'' le devolvió, sintiendo como su interior le apretaba mientras veía el destello de su temperamento. ''Es solo un día''.

''¡Suficiente!'' gritó, lanzando su mano en el aire para finalizar. ''¡Hemos terminado con esto!''

Draco se inclinó y capturó su boca con un beso rápido y acalorado; agarrando su cara abruptamente y maniobrando hacia el sofá con una prisa torpe. Cuando la parte de atrás de los muslos de ella chocaron contra el reposabrazos, separaron sus labios, y él observó por un momento como las brasas danzaban en sus párpados entornados, mientras sus sorprendidos y pequeños alientos le acariciaban la piel. Reprochándose en privado para sí mismo por dejarse llevar demasiado, puso distancia entre ambos y la fijó con la mirada y una máscara de indiferencia.

''Bien, Granger'' murmuró. ''Haz lo que quieras...''

''Solo quiero una navidad normal'' susurró tristemente, descansando sus manos contra el pecho de él y distraídamente dibujando patrones por su clavícula. ''Y yo... quiero que formes parte de ello''.

Draco frunció el ceño y cerró los ojos. ''¿Por qué?''

''Por que creo que tu lo necesitas tanto como yo''.

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En la semana previa a navidad, los días y noches parecían fundirse unos con otros, y los amaneceres y atardeceres se convertían en figuras intercambiables de los cielos invernales. Hogwarts se ahogaba en la silenciosa soledad de todo aquello, haciendo de anfitrión a la docena de habitantes que habían quedado en el antiguo castillo. La nieve había caído más fuerte, y Hermione había vagado por los terrenos brillantes en las horas vacías, intentando encontrar a Luna, la cual aparentemente se quedaba en la escuela, pero no se encontraba en ninguna parte.

Los usuales intentos de Draco por dejar la habitación despertaron a Hermione antes de que los rayos de sol calentaran su cara, y fue una hora más tarde cuando ojeó su calendario garabateado y torcido, cuando se dio cuenta que era el día de navidad.

Se permitió una sonrisa para sí misma antes de dejar la cama y meterse en su bata, dirigiéndose hacia lasa de estar. Dio a la puerta de Draco una mirada contemplativa pero decidió no molestarle todavía; no tenía planes específicos para él hasta mucho más tarde. Las cosas habían sido razonablemente fáciles entre ellos en los días recientes; sus personalidades conflictivas habían vuelto a entrar en juego y parte de la incomodidad de había disipado como resultado, aunque Draco seguía negándose rotundamente a reconocer algo parecido a un espíritu festivo.

Se peleaban y reñían, como hacían antes, pero el se abstenía de usar las palabras ''Sangre sucia'', y la pasión de sus disputas solía llevar a un interesante encuentro de caderas en su cama de peligrosos secretos. Ella había intentado racionalizar sus crecientes sentimientos hacia Draco, pero la razón parecía abandonarla siempre que le concernía a él.

Se fue hacia el árbol de navidad y ojeó la pequeña selección de regalos; los de Harry y Ron, tres de parte de Ginny, McGonagall y Neville, y un voluminoso sobre – sin duda lleno de dinero – de sus padres. De parte de la directora recibió un libro de Transfiguración Avanzada (en el cual no pudo esperar a sumergirse), una selección de exóticas fragancias de Ginny, y una caja de deliciosos chocolates de Neville.

Harry le había mandado una fotografía de ellos tres; una impresionante foto que fue tomada la última navidad, con ellos rodeados de nieve y viéndose completamente inmunes al cambio de rumbo del mundo. Puesta en un marco hechizado, con hiedra y acebo que brillaba y se movía, ella lo adoraba, y se recordó que tenía que ponerlo justo al lado de la cama.

Se movió a por el de Ron, quitó el papel envuelto apresuradamente y observó la caja de joyería con la inquietud subiendo por su columna vertebral. El medallón era precioso; de plata con forma de corazón y salpicado con piedras amarillas que brillaban con la luz. Era sorprendente y femenino y... no le pertenecía. Lo estudió con la culpa llegando a su garganta, cuando la voz familiar la hizo saltar.

''¿Es de Weasley, no?'' preguntó Draco amargamente. ''Había asumido que vosotros dos solo erais amigos''

''Solo somos amigos'' cortó ella rápidamente, poniéndose en pie.

Sus ojos celosos se movieron al objeto de la discordia. ''Ese colgante dice otra cosa...''

''La gente da regalos en navidad''.

''Los amantes también''.

''Draco...''

''Mira, Granger'' gruñó, dando un paso hacia ella. ''Yo no comparto...''

''Esto es ridículo'' se mofó ella, quitándolo de en medio y moviéndose hacia la otra parte de la sala. ''No pienso escuchar esta...''

''¿Dónde vas?''

''¡A darme una ducha!'' espetó por encima del hombro, dando un portazo tras ella con un golpe sordo.

Draco gruñó en la habitación vacía y apretó los puños hasta que le ardieron y sangraron las palmas. ¿Qué esperaba ella de él? Apenas estaba acostumbrado a sus complejas y poco ortodoxas circunstancias, y le costaba asimilarlo todo; había tenido claro que su interés en ella se consumiría tras un par de rondas en el colchón, pero casi cada noche, volvía a la cama de ella.

Su falta de experiencia era raramente encantadora, y ahora que finalmente habían vuelto a las andadas, no podía evitarlo. Ella era su primera pareja sexual con la que parecía... congeniar. Algo sobre su biología o... Merlín sabe que, pero funcionaba, y no era solo el sexo. Sus besos, su tacto... su sola presencia le hacía reaccionar y estremecerse por dentro, y no tenía ni idea de lo que significaba.

Escuchó las gotas de agua caer contra los azulejos y su piel, y algo posesivo se encendió en sus entrañas. Weasley apenas había sido un problema en su aislado dormitorio; simplemente una entidad externa que fue olvidada fácilmente aquí, pero ahora parte de ese tumor pelirrojo – ese jodido feo colgante – estaba en la habitación, y como consecuencia en los pensamientos de Granger, y detestaba eso.

Llámalo instinto masculino por reclamar lo que era suyo, o algo más profundo, pero sus pies le llevaron hasta la puerta del baño. Se quitó las prendas de ropa, tirando la camiseta de dormir y el pantalón del pijama a un lado mientras pensaba que hacía tiempo que tenia que haber tenido otra cita con su bruja bajo la ducha.

Justo como había hecho anteriormente, permaneció lo más callado posible, deslizándose dentro y poniéndose tras ella y estudiándola con admiración involuntaria. Las oportunidades para observar su inesperada belleza eran raras y de corta duración, ya que sus inseguridades siempre hacían que se protegiera el cuerpo de su mirada. Inspeccionó cada centímetro de ella; desde sus rizos color café, a la curva de sus caderas, y el final de sus dedos de los pies, pero aún no había descubierto un solo defecto. Si no fuera por su sangre, entonces...

''¿Qué estás haciendo, Draco?'' sacudió sus pensamientos, girando la cabeza para mirarle por debajo de las gotitas de agua metidas entre las pestañas.

''Yo también necesitaba una ducha'' mintió casualmente, presionando su pecho contra su espalda y frotando las huellas de sus dedos por su cadera.

Ella hizo un esfuerzo a medias de intentar apartar sus manos. ''Todavía estoy enfadada contigo''.

''Siempre estás enfadada conmigo''.

''¿Alguna vez te he dado la impresión de que yo haría... ya sabes?''

''¿Follar?'' dijo encogiéndose de hombros. ''¿Tirarse a ...?''

''Tener sexo con'' le corrigió ruborizada. ''¿Realmente te parezco el tipo de persona que tendría sexo con cualquiera? ¿O acostarme con alguien cuando estoy en una relación con alguien más?''

Hizo un chasquido con la mandíbula. ''No'' admitió tenso, intentando de amortiguar su enfado con caricias estratégicas de sus manos. ''Pero Weasley y tu tenéis una historia''.

''Yo nunca te he interrogado sobre tus conquistas previas''.

''Pansy y Astoria'' contestó sin más. ''Pero tu... relación con Weasley es diferente''.

''Suficiente'' suspiró, lentamente girándose para ponerse de cara a él. ''Estoy... acostándome contigo, y ya está. Yo nunca consideraría tener otro amante, y esperaría que tu me ofrecieras el mismo nivel de respeto, incluso aunque no estuvieras metido aquí''.

No dijo nada, pero levantó las manos para apartar algunos mechones empapados que colgaban de su frente, y se inclinó para darle un beso casi casto en sus labios. Fue suave y firme; el tipo de beso que nunca se había atrevido a darle antes, y aunque los primeros sabores de la pasión comenzaron a mezclarse entre ambos tras unos breves momentos, Hermione sabía que este era diferente, y sintió una calidez en su interior.

Draco todavía podía sentir ese susurro posesivo al final del cráneo; esa necesidad de marcarla de una manera en la que Weasley no lo hizo. Lentamente arrastró lo besos por la línea de su garganta, y recibió un dulce suspiro mientras se hundía en su pecho. Cuando se puso de rodillas y concentró sus arduos picoteos contra su estómago, sintió como ella se ponía tensa, y sus instintos de que a ella nunca le habían hecho esto fueron confirmados.

''Draco'' murmuró con voz temblorosa. ''Yo nunca...''

''Está bien'' la suavizó en el tono más estable que pudo conseguir. ''Te gustará, Granger''.

''Pero yo...''

''Confía en mí, Hermione'' dijo a propósito, manteniendo la mirada por un largo momento. ''No te haré daño''.

Ella predeciblemente se mordió el labio por unos inciertos segundos, antes de darle un nervioso asentimiento, e inclinó su espalda contra la pared alicatada en un inútil esfuerzo por relajarse. Él recorrió con cuidado las yemas de sus dedos por las piernas de ella con atenciones relajantes, antes de dar un ligero empujón a las rodillas para separarlas. Su aliento se metió en su punto sensible, y Hermione ahogó un gemido cuando nuevas y maravillosas sensaciones centelleaban bajo su ombligo.

''Considera esto mi regalo'' murmuró Draco, antes de presionar su lengua contra ella y deleitarse en su gemido.

Será mejor que ese jodido medallón hortera.

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''Supongo que es la hora'' murmuró Hermione.

''¿Para qué?''

''Para darte tu regalo''.

Draco arrugó el ceño, pero tuvo que luchar contra la sonrisa burlona que amenazaba con traicionarle cuando ella casi se cayó del sofá.

Tras una ducha de dos horas, se desplazaron al sofá, enredados en un montón de sábanas que hicieron aparecer, y el día transcurrió entre conversaciones perezosas, debates y un sandwich de pavo para cenar entre amorosos intermedios. La noche robó el cielo antes de que él se diera cuenta siquiera, y una rápida mirada al reloj en la cocina le informó que eran casi las once menos cuarto.

Había estado lejos de sus navidades convencionales con su familia, pero había sido... jodidamente decente en realidad, considerando las circunstancias. ¿Cómo podría quejarse cualquier hombre que se precie tras un día dedicado al sexo en el sofá?

La estudió mientras se aferraba a una de las sábanas contra su pecho, moviéndose torpemente hacia el solitario regalo bajo el árbol, el cual estaba envuelto en papel verde y un intento de lazo dorado. Se levantó para sentarse de mala gana mientras ella le ponía el paquete en el regazo y se sentaba junto a él con una mirada expectante en la cara.

''Me gustaría puntualizar, otra vez, que esto es innecesario'' gruñó, apartando la cinta.

''Solo ábrelo'' frunció el ceño, ansiosamente dando golpecitos con sus dedos contra el tobillo y comprobando el reloj. ''No tenemos mucho tiempo''.

Rompió el envoltorio y lentamente sacó el objeto del interior, arrugó la frente cuando sintió la suave tela bajo su tacto curioso. Era un abrigo negro, no muy diferente a uno que había tenido hace un par de años; simple y a la vez caro con esta calidad y diseño. Levantó una ceja escéptico y levantó la mirada con la intención de preguntarle porqué había escogido esto, pero le cortó antes de que pudiera siquiera inhalar.

''Realmente es la mitad de tu regalo'' murmuró con aprensión. ''He... he convencido a McGonagall para que te deje salir del cuarto''.

Sus ojos se abrieron de par en par. ''No entiendo'' dijo en voz baja. ''¿Puedo... puedo irme?''

''Es solo por esta noche'' le dijo rápidamente. ''McGonagall ha accedido a dejarte salir de aquí siempre y cuando yo esté contigo, pero no podemos dejar los terrenos y solo tenemos entre las once y medianoche, así que es algo así como todo eso de Cenicienta''.

''¿El qué?''

''No importa'' dijo sacudiendo la cabeza. ''Mira, Draco, necesito que entiendas que esto es una hora libre por navidad, y si intentas escapar, tendré que pararte''.

El Slytherin de pelo plateado poco podía hacer salvo asentir distraídamente mientras contemplaba a la bruja que estaba ante él con total perplejidad. Recordaba todas sus navidad y cumpleaños previos, y todos estaban llenos de objetos materialistas y promesas vacías que habían sido tan predecibles y anticlimáticas. Nadie jamás se había tomado el tiempo y esfuerzo para considerar algo tan... considerado; ni siquiera sus padres.

Podía decir honestamente que el pensamiento de intentar una huida nunca cruzó su mente; sabía que no tenía lugar al que ir, y sólo le llevaría un movimiento de varita para impedir cualquier intento de escape.

''No sé... qué decir'' confesó cauteloso, tocando su nuevo abrigo y bastante sorprendido de que ella consiguiera adivinar sus gustos con tanta precisión.

''Lo esperaba'' asintió con una ligera sonrisa. ''Deberíamos prepararnos'' sugirió, señalando al abrigo. ''Abrígate bien. Está helando fuera''.

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Hermione los guio por las secciones más tranquilas del castillo con un tenue Lumos, aunque las paredes estaban vacías y abandonadas, como McGonagall le había asegurado que estarían. Cuando finalmente alcanzaron la puerta hacia el exterior, Draco se empapó de la vista del paisaje nevado como la seda que brillaba por el tinte de la luna casi llena. Ligeros y delicados copos de nieve le besaban las mejillas desde las nubes dispersas que fueron atravesadas por los rayos de luz y una brisa constante.

El crujir bajo sus pies despertó recuerdos de nociones que normalmente no habría apreciado, mientras seguía absorto a Granger más lejos de la anciana escuela, notando que los estaba guiando hacia el lago mientras deambulaban entre árboles deshojados. El frío aire les azotó y hostigó la expuesta piel de sus caras mientras caminaban a través de la hierba atrapada por la nieve, ajenos al par de ojos que los miraban. Caminaron lado a lado en silencio mientras Draco aspiraba con avidez el aire frío y virgen, disfrutando cuando le cosquilleaba al final de la garganta.

''Hace más frío de lo que pensé'' comentó Hermione a su lado. ''Lanzaré un escudo calentador para que...''

''No'' la silenció en un tono apagado. ''Había olvidado como se sentía el viento''.

Arrugó la frente por el comentario y sacudió la cabeza con entendimiento, manteniendo su Lumos lo suficientemente bajo para guiar su camino y esperando que se confunda con un brillo de la nieve, si alguien mirara por una de las ventanas del castillo. Llegaron a una pequeña entrada de agua congelada, y se pararon bajo el frágil esqueleto de un sauce llorón para observar el reflejo de las estrellas esparcido por toda la superficie helada del lago.

''Es curioso'' musitó Hermione en la noche oscura. ''Planee traerte aquí meticulosamente, pero nunca pensé sobre que podríamos hacer una vez que estuviéramos fuera''.

''¿Debes planear todo?'' preguntó.

''Todo no. Hay un par de cosas que he tenido la intención de hacer, pero que nunca llegué a hacerlo''.

''¿Cómo qué?''

Inclinó la cabeza y consideró su pregunta, sus ojos aterrizaron en el lago helado. ''Siempre he querido a patinar sobre hielo''.

¿Nunca has patinado sobre hielo?'' repitió, dándole una mirada ligeramente sorprendido. ''Pareces del tipo que disfrutaría ese tipo de cosas''.

''Creo que lo haría'' asintió. ''¿Tú sabes patinar?''

''Por supuesto''.

Hermione se tragó el bulto de la garganta y levantó la barbilla. ''¿Me enseñarías?''

''¿Estas de broma, no?'' se burló, pero la burla se deshizo en su boca cuando notó su mirada suplicante. Sus ojos gris piedra la estudiaron intencionadamente, y sus labios se movieron antes de poner los ojos en blanco como rendición. ''Está bien'' dijo, dirigiéndose hacia el borde del lago. ''Supongo que será gracioso verte caer. Por cierto, ¿qué pasa con todas las criaturas del lago?''

''Se ponen en estado de hibernación cuando hiela de esta manera'' explicó, siguiéndole, y recitando un rápido encantamiento para convertir sus zapatos en patines. ''Draco, ¿estás...''

Se quedó sin palabras cuando se lanzaba hacia al hielo con una gracia y habilidad sin esfuerzo que hizo que su pecho se agitara por alguna razón que no podía comprender. Sintiéndose completamente inadecuada, posó dubitativa un patín sobre el hielo y se encogió ante la extraña y desequilibrada sensación que le robó los nervios.

''Draco'' llamó, poniendo el pie de vuelta en la tierra. ''He cambiado de opinión''.

''Vamos, Granger'' la incitó, desplazándose fácilmente por la superficie helada. ''¿Qué pasa con todas esas chorradas del coraje Gryffindor?''

''No me gusta'' le dijo. ''No me gusta no tener el control y...''

''Esto fue idea tuya'' le recordó.

''Bueno, entonces, ¿puedes ayudarme?'' requirió, señalando que quería que volviera a su lado. ''Solo... dame una mano o algo...''

''Si te pusieras en el hielo...''

''Por favor, Draco'' intentó, captando sus ojos para que supiera que iba en serio.

''Por amor de Merlín'' suspiró, acercándose a ella y alargando su mano. ''Vamos entonces, Granger''.

''No seas gilipollas e impúlsame o algo'' le advirtió la bruja, cogiendo su mano y preparándose mientras posaba de nuevo el patín en el lago. Ella se tambaleó y Draco instintivamente le ofreció su otra mano para equilibrarse mientras ella precipitadamente ponía el otro patín en el hielo, sintiendo sus uñas a través de sus muchas capas mientras se colgaba de él desesperadamente. ''No me gusta''.

''Ya lo veo'' sonrió burlonamente mientras ella vacilaba sobre sus piernas inestables. ''Agárrate, Granger. ''Es pan comido una vez que vas...''

''Imbécil engreído''

''Solo mueve los patines en líneas diagonales'' le enseñó, lentamente deslizándose hacia atrás y tirando de ella con él. ''Ya le cogerás el tranquillo''.

''Te juro, Draco'' susurró, en un tono que aparentemente tenía que ser amenazante. ''Si sueltas mis manos...''

''No te dejaré ir'' le aseguró distraídamente, cogiéndola cuando se tambaleó. ''Maldita sea, realmente no tienes coordinación. Ahora que lo pienso, eras una mierda en la escoba también''.

''Merlín no quiera que tenga una desventaja'' replicó, permitiéndole esencialmente arrastrarla por el hielo. ''Todo el mundo tiene una debilidad''.

Draco vaciló ante el comentario pero consiguió mantenerlos a ambos firmes mientras meditaba sus palabras. En el final de su cerebro, había medio esperado que su influencia sobre él se marchitaría una vez que hubiera escapado de su aislado dormitorio, pero mirándola ahora; con copos de nieve atrapados entre los mechones de su pelo, un rubor rosado que daba calentando sus rasgos, y confiando en él como si fuera la cosa más sencilla en el mundo, era igual de atractiva aquí fuera como lo era en su cuarto.

Había esperado volver a los viejos tiempos.

A ser invadido por sus anteriores opiniones.

A odiarla de nuevo, como debería.

Pero...

De alguna manera ella se había convertido en su debilidad.

''Creo que ya lo tengo'' dijo Hermione, con la voz llena de concentración. ''Suelta una de mis manos...''

''Perdóname'' soltó Draco de repente, frenándoles donde estaban y agarrándola por los brazos. Su respiración se volvió entrecortada mientras observaba la conmoción en sus ojos otoñales, y resistió esa siempre presente impulso para besar sus labios ligeramente abiertos mientras esperaba por su respuesta. ''Perdóname'' repitió, más tranquilo esta vez.

Por todo lo que he hecho, y todo lo que inevitablemente haré para herirte en un futuro.

Culpa a ese subidón sentimental que la navidad parece infligir a los desprevenidos, o a la aceptación de que su atracción por ella existía más allá de las paredes de su dormitorio, o incluso a que quería devolverle el favor por recordarle como se sentía el viento, pero necesitaba este momento de claridad antes de volver al castillo. Ella era el único aspecto de su oscura existencia que era cercano a lo puro y bueno, y él quería saborearla antes de que él, o las realidades de la guerra, destruyeran esta dosis de paz.

''Creo que te perdoné hace semanas'' le dijo con una triste sonrisa, inclinándose para llegar a sus labios y sellar su promesa. Ella sintió las lágrimas por sus pestañas cuando el rompió su beso y posó la frente contra la suya, cerrando los ojos para ocultar el verdadero nivel de su afecto. ''Feliz navidad, Draco''.

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