¡Ey! Es Un Amor Entre Nosotro...

By Niky_pollo

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Jayson Thomas, un hombre reconocido en el Reino Unido, queda encantado con una chica de cabellos rubios despu... More

Personajes
Bienvenido
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25 "El pasado"
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Epílogo

Capítulo 1

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By Niky_pollo

Middle of nowhere - Vancouver Sleep Clinic.

Me encuentro sentada dentro de mi auto deportivo lista para hacer lo que mejor sé hacer: correr. Justo en este instante estoy por conducir en las nocturnas calles de Vancouver.

Hace semanas atrás decidí regresar a mi dulce pasión, pero no de manera legal, lo cual tengo presente que me traerá muchos problemas si llego a ser descubierta. La única persona a quien en realidad le tengo miedo si llego a ser capturada, es a mi padre. Él perderá la cabeza y me reñirá por ser tan desobediente. Aunque por el momento, pensar en mi padre enfadado por mi culpa, no es relevante.

Cierro mis ojos y tomo un gran bocado de aire. Los tacones de la chica chocar contra el cemento zumban en mis oídos y los gritos de las personas intentan sacarme de mi cabeza. Cómo puedo, voy más a fondo con mi concentración. Es lo que necesito. No distracción.

—Vamos J, wujuuuuu— le grité a mi hermano desde la sala privada.

—Lea, siéntate. Recuerda que tu hermano no escucha tus gritos— dijo mi madre, sonriendo.

—Lo sé, lo sé, es solo una televisión pero allá afuera está J corriendo. ¡Mamá va a ser el campeón mundial! ¡Yo lo sé! — di saltitos casi pareciendo un chapulín por lo que recibí algunas miradas de las personas a nuestro alrededor.

A mis siete años yo podía predecir que mi hermano iba a ser campeón mundial de la Fórmula 1. Una vuelta más y lo sería. Por eso celebraba, mi hermano era el mejor y no había nadie que lo pudiera detener.

¡Era una bestia!

—Jackson Morgan está dando todo en la pista, como siempre lo hace el chico— dijo uno de los presentadores.

—Por 10 segundos va más adelantado que Christopher. ¡Ese chico de 18 años va a ser campeón mundial!— agregó otro, exaltando su emoción por mi hermano.

Todo iba tan bien. Tan perfecto. Que en tan sólo microsegundos todo se fue por el barranco, convirtiendo toda felicidad en una asquerosa desgracia.

—¡Oh por Dios!— dijo mi madre y los murmullos en la sala empezaron a escucharse en cada rincón.

Mi corazón se detuvo al igual que mi mundo se detuvo.

—¡J!— grité y mi madre se levantó dando un brinco para ir detrás de su hijo.

—Señora, espere un momento— la detuvo uno de los trabajadores de mi padre.

—¡Mi hijo!— gritó mi madre consumida de dolor y horror.

—No puede ser, Jackson del equipo Morgan Motors, acaba de perder el control y parece ser que su auto tiene fuego— dijo uno de los presentadores.

Las cosas se complicaron cuando una explosión ruidosa se escuchó en la pista de carreras de Abu Dhabi Grand Prix. Robando largos ruidos de terror a los presentes.

—¡Su auto ha explotado!— escuché y juro que deseé callar el televisor dándole un batazo.

Yo me quedé parada analizando a mi alrededor. Estaba entre perdida y en shock, o quizás las dos cosas. Las personas tomaban sus cabellos sin remordimientos y otros comenzaban a llorar. Desde la televisión, se podía ver como la ambulancia y el equipo de mi padre se acercaban a la escena para socorrer a mi hermano.

—¡No, mi hijo!— gritó desconsolada mi madre.

Esto era una pesadilla, una horrenda pesadilla.

Mi primer impulso fue salir corriendo de la zona privada y correr con todas las fuerzas que mis pies me permitían avanzar hasta la pista. Ni siquiera fui consciente de cómo logré llegar hasta allí. Con la gente vuelta un lío, no notaron mi pequeño cuerpo escabullirse entre ellos.

Estaba tan cerca de llegar a su auto, tan cerca de gritarle a J que todo iba a estar bien, cuando unos brazos se enredaron en mi estómago y me detuvieron.

—Hija, no, detente— era mi padre. Por su voz quebradiza, sabía que estaba llorando.

—Papi, J me necesita— mascullé a la cima de las lágrimas.

—Lo sé, pequeña— me abrazó a su cuerpo, evitando que yo viera donde estaba la gente amontonada apagando el fuego. Únicamente él miraba la escena.

—J me necesita— lloré.

A pesar de ser una niña, yo entendía a la perfección lo que estaba sucediendo. Estas carreras podrán ser las mejor pagadas en todo el mundo, pero nadie puede evitar accidentes cuando el auto va a una velocidad de 315 km/hr o incluso más.

—J estará bien, pequeña— susurró mi papá y yo le creí.

—Dile que por favor no me deje sola, papi... Por favor dile porque yo lo amo mucho...

Limpio una lágrima que cae por mi mejilla al recordar a mi hermano. Esto es para ti J.

—¡Fuera!— grita la chica a todo pulmón.

Presiono el pedal de acelerar iniciando mi camino entre las calles desoladas de autos, sólo le doy la bienvenida a los gritos de las personas que vinieron a vernos correr.

Nuestra trayectoria inicia desde el Downtown de Vancouver, pasando todos los semáforos en rojo, uno que otro en verde de puro milagro.

Mi competencia se trata de un tipo llamado Jaime. Un completo mujeriego por cierto.

Menos mal soy yo quien va ganando, junto como debe de ser, aunque se escuche algo engreído de mi parte, es la pura y sincera verdad.

¡No voy a permitir que mi ex novio gane!

Ja, olvidé mencionar lo más importante. Ese mujeriego de mierda es mi ex novio.

—¡Imbécil!— exclamo fúrica cuando su auto toca el mío para sacarme de la calle y poder pasar delante de mí.

Enojada, acelero más el auto, para después derrapar y conseguir instalarme en la calle de Bute Street.

Al cabo de los minutos paso por a un lado de él mostrándole el dedo del medio, ya saben, ese que significa amor y paz.

De pronto, las sirenas de un policía comienzan a sonar. Maldita sea ¿tan pronto?

Meto cambio al auto para incrementar su velocidad. La policía no me puede parar—más bien, no quiero que lo hagan—, iré a la delegación y mi padre me regañará por el resto del año.

Un policía se frena delante de mí por lo que presiono lo más que puedo el pedal de frenar y meto reversa. No hay forma de regresar al Downtown.

Jaime se percata de lo sucedido por lo que él decide irse por otro rumbo, uno opuesto al mío.

Así funcionan las cosas, si la policía se hace presente en medio de una carrera, los corredores tienen que irse a puntos distintos y haber quien logra regresar primero a la meta final. 

Me adentro en Barclay Street, creo que después de todo, yo seré quien gane esta carrera, pues faltan tan sólo unas cuadras para llegar a mi destino.

Sonriendo complacida, voy metiendo los cambios adecuados para incrementar y disminuir la velocidad del auto. Así es bebé, consiente a mami. A mi auto le hablo como si fuera un hijo mío, y lo es, mi bello auto es un bebé para mí.

Cuando menos pienso, varios autos de policía me rodean, bloqueando por completo y dejándome sin escapatoria. Yass, falsa alarma, sí la hay. Meto reversa dispuesta a arrancar, sin embargo, otro auto de policía me bloquea.

¡Estoy rodeada!

—Apague el motor del auto y baje— indica uno de los policías por medio de su megáfono.

—Mierda.

Hago lo que el policía me indica porque no tengo otra opción. Apago el motor del auto y bajo con ambas de mis manos arriba de mi cabeza.

—¿Dónde están las llaves?— pregunta el policía al acercarse a mí.

—Dentro del carro, dah— ruedo mis ojos.

—No te quieras hacer la chistosa, niña bonita— revisa si las llaves están dentro—. Tienes dos opciones linda, o te llevo detenida o nos arreglamos de otra manera— alza sus comisuras intentando llamar mi atención. Ugh, puerco e iluso.

—Mire, si usted estuviera joven y guapo, de seguro me acostaría con usted para no ir a la delegación, pero como usted está feo, más chaparro de yo y gordo, prefiero que me encierres en la jaula de ratones— finalizo con una sonrisa de niña bonita, así como me ha llamado.

—Perfecto, tendrás una multa de 8,000 dólares canadienses y aparte tendrás que sacar tu auto, eso incluye unos 4,000 más— dice con la intención de intimidarme.

—Uy que miedo— muevo mis brazos según asustada. ¿Qué le hace pensar que me he sometido a una carrera ilegal sin antes haber investigado las consecuencias?

—Pon tus brazos detrás de ti— exige.

Bufando, hago caso y él coloca las esposas sin rechistar.

Con el policía jaloneando mis muñecas esposadas, caminamos hasta el auto de policía y me obliga a subir poniendo su mano fea arriba de mi cabeza. Arruinará mi cabello, tampoco quiero llegar a la delegación luciendo fea. Puff, tampoco voy llegar a modelarles.

Alrededor de media hora después llegamos a la dichosa delegación de policías. Me hacen llenar unos papeles y me obligan a entregar todas mis pertenencias, incluyendo el cinturón de mi pantalón. Espero que no se me caigan.

—Ahí te quedarás, linda, hasta que paguen tu multa.

—No te preocupes, aquí me quedaré platicando con la amiga de allá— señalo una mujer y creo que no fue buena idea porque me guiña un ojo y me tira un beso.

—Esperamos a papi Morgan con ansias— después de enterarse de mi apellido, no ha dejado de decir lo mismo. No estoy segura si es por la cantidad de dinero que va a pagar o por el hecho de que me van a regañar horrible.

El apellido Morgan para mi padre es lo más importante y eso incluye ser la familia perfecta delante los medios de comunicación. Quiere decir que haber sido atrapada por la policía armará un escándalo. Tipo Gossip Girl.

Tampoco hay tanto de qué alterarse, solamente serán unos días que se correará el chisme entre la ciudad. Mi padre me quitará las llaves del auto, obligará a Flavio llevarme y traerme a la universidad como si fuera mi niñero y ya. No la gran cosa.

Yo puedo sobrevivir eso. No es como que me vaya a mandar a vivir con un completo desconocido a otro país. Mamá no se lo permitirá.

Al amanecer mi padre llega pagando menos de la cantidad inventada por mi amigo el policía. Ah cómo me cayó bien.

Durante el camino mi padre no dijo ni una sola palabra, sé que se está resguardando toda su furia para llegar a casa y soltar la bomba atómica.

—Te quiero en mi oficina en cinco minutos— dice arrastrando sus pies a su oficina sin siquiera mirarme a la cara.

—Estuvo muy mal lo que hiciste, Lea— dice mi madre cruzada de brazos.

—Lo sé— hago una mueca.

—Ve a la oficina antes de que tu padre se enoje más.

—No es para tanto, mamá.

—¡Claro que lo es!

—Voy con mi padre— no quiero recibir reñidas de mi mamá también, así que salgo de la sala principal con dirección a la oficina de mi papá.

Parada enfrente de su oficina, respiro profundo antes de tocar la doble puerta de madera. Un sobresaliente "adelante" se escucha del otro lado, entonces abro la puerta y entro con la cabeza en alto. No quiero verme insegura ante mi padre.

—Siéntate— señala la silla delante de él.

Doy pasos hasta sentar mi trasero en la silla.

—Estoy lista para escucharte.

—¡¿Qué sucede contigo?! ¡¿Acaso crees que esto es un juego?! Algo más que hagas y te mando a estudiar a Inglaterra, escuchaste, Inglaterra.

—Padre es la segunda vez que tienes problemas conmigo.

—No me importa, una más y te vas de esta casa.

—¡Tú sólo quieres resolver tus problemas mandándome a otro lugar!— espeto. Mis palabras no son mentira. Su única salida cada vez que hago algo mal es castigarme mandándome lejos.

—¡Sólo así entiendes! Ahora arregla tus maletas porque dentro de dos días nos vamos a Abu Dhabi.

—Como sea. Adiós— me levanto enojada y salgo de ahí.

Aún enfada por la situación, camino a la salida de casa con una sola intención: buscar a Catalina en su casa para platicar con ella sobre el alboroto que yo misma provoqué.

Busco mis llaves en el cuelga llaves adherido contra la pared y no las encuentro. Mierda, sí es cierto, ya no tengo auto.

Sin otra opción, salgo en búsqueda de Flavio. Lo encuentro parado a un lado de uno de los Mercedes viendo a la nada. Ha de estar aburrido el pobre hombre.

—Flavio— llamo su atención.

—Señorita ¿cómo está?

—Pues dentro de lo que cabe, bien— levanto los hombros, dándome igual.

—Que bueno, señorita.

—¿Me podrías llevar a casa de Catalina?

—Por supuesto— se acerca al pasajero y abre la puerta para mí.

—Gracias— digo al subir.

Flavio cierra la puerta y rodea el auto para acomodarse en el conductor. Desaparece de mi casa luego de encender el motor.

Lo bueno es que la casa de mi mejor amiga no está muy lejos de la mía, por lo que en menos de diez minutos ya estoy tocando la puerta de su casa con la esperanza de que sea ella quien me reciba y no sus padres. Por ahora no quiero ver la cara de decepción de los dos por otra vez haberme metido en problemas.

—Vaya lío en el que te metiste— es lo primero que dice Catalina cuando abre la puerta.

—Ni me lo recuerdes— abro paso al interior de su casa. Confianza ya hay puesto que parece que pertenecemos a la misma familia. No recuerdo cuándo fue la última que esperé a escuchar un "pásale" por parte de Catalina o sus padres, o viceversa si el caso fuera Catalina visitando mi hogar.

—¿Qué te dijo tu padre?— pregunta cerrando la puerta.

—Cosas de padres. De hecho, dentro de dos días nos vamos de viaje.

—No te fue tan mal, entonces.

Ambas marchamos a la cocina.

—Desde luego que sí. Me quitó las llaves de mi auto y dijo que si hago una cosa más, me va a mandar a Inglaterra.

—Vele el lado positivo, vivirás en un lugar donde hay muchos chicos guapos.

—Eso qué, y querrás decir, viviré en un lugar donde está nublado los siete días de la semana— refunfuño. Se me pasa al recordar que viajaremos a Abu Dhabi—. No quiero ir a Abu Dhabi— agacho mi cabeza cubriéndome con ambas manos.

—¿Por lo de J?

—Sí— susurro contra la palma de mis manos.

—Si gustas me puedes llevar a mí. Así no te aburrirás tanto y no pensarás en J.

Levanto mi rostro al instante. Se me acaba de ocurrir una grandiosa idea, o mejor dicho, a Cat se le acaba de ocurrir una grandiosa idea.

—Amiga mía, te vas conmigo de viaje.

Las dos chillamos eufóricas. Yo sé que mis padres no me dirán un no como respuesta, ellos adoran a Catalina.

—Abu Dhabi allá vamos— dice Catalina sonriendo coqueta.

———————
Primer capítulo 🏎

Ahhhh, estoy súper emocionada por iniciar la historia de Jayson y Lea. Sólo les voy a decir una cosa, tengan mucha paciencia con estos dos ¡POR FAVOR!

Los adorooooo🤍

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