¿Existen los finales felices...

By Anilec_

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Los caminos siempre se cruzan, las personas conocen a otras que pueden terminar siendo o no parte de sus vida... More

Prólogo: La vida de los nuevos saiyajin.*
Capítulo 1: Rumbo a Namekusei.*
Capitulo 2: La joven extraña.*
Capítulo 3: La cosa celeste flotante.*
Capítulo 5: Familia.*
Capítulo 6: Memorias e integraciones.*
Capítulo 7: Amistad en paz.*
Capítulo 8: Malentendidos, flores y un viaje.
Capítulo 9: Los preparativos para el viaje.
Capítulo 10: El entrenamiento va a comenzar.
Capítulo 11: El miedo de Koron.
Capítulo 12: Siente el ki.
Capítulo 13: El súper saiyajin.
Capítulo 14: El valor de la familia.
Capítulo 15: ¿Le gusto?
Capítulo 16: Volvamos a entrenar.
Capítulo 17: Un cumpleaños "perfecto"
Capítulo 18: Te quiero Fuko.
Capítulo 19: Sentimientos no entendidos.
Capítulo 20: Hermanos.
Capítulo 21: Una noche divertida.
Capítulo 22: Nuevo obstáculo, nueva meta.
Capítulo 23: Orgullo vs pequeño orgullo.
Capítulo 24: Fuerza de voluntad y novias bonitas.
Capítulo 25: Amores y despedida. (Capítulo alargado)
Capítulo 26: Pan, tartas y más pan.
Capítulo 27: Locura primaveral.
Capítulo 28: Verdades.
Capítulo 29: Similitudes extrañas.
Capítulo 30: Plan arruinado.
Capítulo 31: El gran ataque.
Capítulo 32: Confusiones.
Capítulo 33: Lágrimas de amor.
Capítulo 34: El mensaje.
Capítulo 35: Llegada inesperada.
Capítulo 36: Entre llamas.
Capítulo 37: Riesgos.
Capítulo 38: Gotas de sangre.
Capítulo 39: Vida.
Capítulo 40: Tal cual como Freezer.
Capítulo 41: Espada de salvación.
Capítulo 42: El inicio.
Capítulo 43: Venganza dorada.
Capítulo 44: Destrucción o salvación. (Capítulo alargado)
Capítulo 45: ¿Un deseo es suficiente para ser feliz?
Capítulo 46: Felicidad...
Epílogo: Torneo de Artes Marciales.
¡Z Awards!

Capítulo 4: Llegada a la Tierra.*

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By Anilec_


Diez días después...

Trunks se encontraba reparando por segunda vez la puerta del baño, la primera vez fue cuando Koron la arrancó fácilmente y la segunda fue cuando él abrió la puerta, que aún estaba algo delicada, con demasiada fuerza y de nuevo salió desprendida como un trozo de cartulina adherida a otra sólo con plastilina. Esa pobre puerta tenía la peor suerte de todos.

–¿Quiere que lo ayude en algo Trunks?– Dendé se ofreció que había desviado su atención de un libro abierto que tenía en sus manos.

–No es necesario que lo hagas– mencionó entre dientes ya que estaba sosteniendo algunos tornillos con la boca –Además enseguida voy a terminar de repararlo.

–Está bien señor– asintió y continuó con su lectura, una que a Trunks ya le estaba dando curiosidad.

El muchacho suspiró y continuó con su trabajo, percibió un aire raro cerca de él y desvió su mirada unos momentos hacia Koron quien... ¿Estaba dando puñetazos al aire? ¿Eso es lo que hacía para no aburrirse? Pues allí estaba frente a sus ojos una pequeña entrenando con una rutina de golpes y patadas por el aire.

Qué rara...

Abandonó sus pensamientos y sus herramientas para dirigirse hacia algunos controles en la pantalla de la nave, debía asegurar todo antes de aterrizar para no causar ningún problema, lo último que deseaba era que ocurriera otro absurdo accidente. Tomó asiento y empezó a revisar detalladamente los comandos, aunque pareciera un martillazo en la cabeza para una persona común para él era como una simple rutina mañanera.

–¿Qué haces?– interrumpió una pequeña vocecilla detrás de él.

Trunks dio vuelta paralizado mientras todos los vellos de su cuerpo se erizaban. ¿Qué manera tan repentina de aparecer era esa? No quería sufrir aquello todos los días, pero lastimosamente sus deseos no podían cumplirse.

–Estoy haciendo algunos controles de seguridad, para que no haya problemas al aterrizar–respondió cuando sus palpitaciones se tranquilizaron, volvió al tablero y retomó al trabajo.

–Las naves de mi planeta son automáticas, en mi planeta la tecnología es muy avanzada– explicó observando con detalle –De donde yo vengo aunque todo era muy tecnológico y bullicioso aún era muy armonioso, pero...

Dejó las palabras en el aire. Trunks sintió sobre su hombro el suspiro pesado que ella liberó, se preguntaba qué habría pasado en aquel lugar, si fue un ataque o sólo era algo nostálgico que extrañaba profundamente. Aunque también podía ser ambas cosas, por supuesto, justo como a él le había pasado.

–¿Koron?– preguntó el namekiano, que anteriormente estaba leyendo un libro – En estos días no nos habías dicho quien eres ¿Por qué no quieres decírnoslo?– dijo algo preocupado. Koron abandonó a Trunks y, por suerte, aquella aura afligida que la atrapaba.

–Trunks me dijo que tenía una madre– observó de reojo al mencionado, éste sólo la ignoró –Yo quiero que todos estén reunidos para explicarlo todo y con detalles.

–Pero casi todo el tiempo entrenas ¿Acaso eres una guerrera?– preguntó algo asustado. Trunks se encogió mientras Koron daba vueltas alrededor del otro muchacho.

–Pues claro que sí lo soy– enunció orgullosa –Lo que pasa es que soy una saiyajin defensora.

–¿Sa-saiyajin...?– tartamudeó el chico –¿Cómo Trunks?

El híbrido se congeló al recibir una exclamación exagerada por parte de la pequeña, además la voz chillona de ésta no era nada agradable. En unos segundos sintió que ella ya estaba de nuevo a sus espaldas y, juraba, que tenía mil preguntas que debía arrojarle a la vez.

–¿¡Un saiyajin!? ¿¡Acaso no eras un humano!?

–Tranquilízate...– indicó levantando sus manos a la altura del pecho, aunque era difícil aceptarlo le tenía algo de miedo, aunque ésta midiera casi medio metro menos que él mismo –Claro que soy un humano pero también soy un saiyajin, soy una especie de mestizo por así decirlo.

–No puedo creer que existan más saiyajines vivos, mamá y papá me dijeron que todos se habían extinguido– empezó a analizar cada centímetro del cuerpo de Trunks, algo que resultaba muy incómodo para él al sentir como unos pequeños ojos lo observaban punto por punto –¿Y hay más de donde vienes?

–De hecho soy el único que queda, los demás murieron el la batalla contra los androides.

–¿Androides?– cuestionó sin comprender, dejando aquel tema de lado se concentró en su punto principal –A si que eres el último con sangre saiyajin, papá me dijo que si me encontrara con uno yo...– de pronto cortó sus palabras, su rostro se coloreó rojizamente y empezó a negar con la cabeza.

–¿Qué sucede?

–Nada...– respondió volteando el rostro nerviosamente –Sólo hazme recordar asesinar a mi padre cuando regrese a casa.

Ya se estaba preguntando que raras cosas estaban pasando por la cabeza de aquella joven, si es que su cabeza funcione bien, claro. Las razones que le daban a Trunks para pensar que ella estaba chiflada eran que cambiaba repetidas veces su humor y hablaba tranquilamente de cómo asesinar a su padre en su regreso, eso y arrancar la puerta del baño al no saber como abrirla.

Y para agregar voló hacia la ventana como una mosca al plato en un abrir y cerrar de ojos.

–¿Qué pasa Koron?– se levantó preocupado y se dirigió hacia ella. Dendé, al contrario, prefirió quedarse en su lugar como si fuera un perrito obediente.

–¿Eso es el planeta Tierra?

Él también se acercó a la ventana y pudo notar perfectamente la esfera gigante de masa azul y verde, también logró divisar entre el reflejo del vidrio una cálida mueca en los labios de la saiyajin, una hermosa sonrisa causada por la presencia de tan magnífico lugar.

–Sí, es mi planeta– contestó maravillado por la increíble vista del planeta entre la oscuridad mezclada con estrellas.

– ¡Es hermoso! – suspiró y se alejó del vidrio satisfecha –Ya me gustaría aterrizar y ver como es en realidad...

Los ojos de Koron no se despegaron de la esfera celestial que hacía perfecto contraste con ellos, su sonrisa no desaparecía ante nada y su mano tentaba con tocar nuevamente el cristal para alcanzar aquello que estaba a miles de kilómetros de su situación. Trunks nuevamente se imaginó las cosas que deberían estar viajando por su mente, ella se encerraba en su mundo y se quedaba en silencio para disfrutar cada segundo de lo que llamase su atención. Parecía sonreír con alegría y emoción, era como si nunca su ser hubiera pasado por tal experiencia, como si nunca hubiera visto aquello que podía ver ahora.

Era como si nunca hubiera vivido algo que la hiciera muy feliz.

–Koron... ¿Te emociona mi planeta?

–Me parece que sí– respondió Dendé por ella al ver que no se molestaba en decir ninguna palabra –En realidad el planeta Tierra es un lugar hermoso como Namekusei, además tiene la rara mezcla de tecnología y naturaleza haciéndose pintar por varios colores.

–Sí, por eso me gusta mucho tu planeta Trunks– su sonrisa se borró siendo acompañada por un desvió de su inocente mirada hacia el suelo –Mi planeta era así antes...

Al chico se le ahogaron las palabras, los recuerdos de la destrucción del planeta Tierra por culpa de los androides se hicieron presentes ante sus ojos, miles de rostros aterrorizados y litros de sangre esparcidos por doquier formaban escenas horripilantes que nadie desearía vivir jamás. Y entre esas imágenes aparecía Koron asustada, intentando huir de alguien desconocido, esquivando y tropezando por los cadáveres que yacían en el suelo, tan sólo imaginarla gritando a sollozos varios nombres a la par que intentaba huir del sufrimiento era muy horroroso.

La veía a ella y a él mismo en la misma situación, entre guerras, muertos y completa destrucción. En una vida que fue aplastada, arrastrada hacia el terror y con la leve ilusión de poder encontrar un final al sufrimiento.

–Mi planeta era muy hermoso y cálido... antes de que Redice lo atacara y redujera a casi polvo– sus ojos se llenaron de lágrimas, presionó los puños con furia y los mantuvo a los costados de su cuerpo, lejos del cristal que los separaba a ellos del vacío espacial –Sólo dos mil habitantes sobrevivieron, entre ellos mis padres, mis hermanos y yo, Tashoku es un planeta muy pequeño pero aún así quedamos al borde de la extinción.

– ¿Y eso... hace cuánto pasó? – preguntó el chico, esperó naturalmente que ella dijera como hace diez años o menos.

–Hace casi quince años– respondió con sencillez.

– ¿¡Qué!? – con sorpresa dio un salto hacia atrás hasta casi tropezar y caer con todo al suelo –No me lo creo... pareces muy pequeña... ¿Cuántos años tienes?– preguntó observándola de pies a cabeza, aún no podía tragarse fácilmente aquello, Koron tenía aspecto de una adolescente.

– Acabo de cumplir veintiuno– mencionó luego de hacer un conteo con sus dedos –¿Pues cuántos años pensabas que tendría?– atacó levantando una ceja acompañada de una mirada no muy amable.

–No más de diecisiete– murmuró intentando ocultar su rostro con su antemano.

–¿¡Qué!? ¿Por qué creías que era tan joven?

–Bueno... yo...– comenzó a trabarse, debía buscar las palabras adecuadas que debía utilizar en esa circunstancia, no podía decirle que era demasiado pequeña de estatura pero si lo hacía ella se enfadaría y no necesitaba eso ahora –Por tu apariencia... – soltó cubriéndose la boca para que, milagrosamente, no la escuchara.

– ¿Por mi apariencia?– comenzó a observarse a sí misma, las manos, los pies, el pelo; hasta el punto en que logró vislumbrarse por el reflejo del cristal, allí entró en crisis y se abrazó a sí misma –¿Es porque soy plana, verdad?– inquirió avergonzada, con un toque de enfado claro. Trunks quedó estático como si todos sus huesos se hubieron convertido mágicamente en piedra.

– ¡No! Yo... no dije...– las cosas habían empeorado, vaya suerte –¡Es por tu forma de ser!– fue lo único que se le vino a la mente, deseaba desesperadamente viajar en el tiempo sólo para golpearse a sí mismo por tremenda conversación estúpida.

–¿Mi forma de ser?– alivió el gesto y sus músculos dejaron de tensarse indicando que la furia se había esfumado –¿De verdad?

–Sí... sí sí sí sí sí sí– repitió rápidamente acompañado con un asentimiento de su cabeza –Es por tu personalidad, creo que es una gran ventaja, así puedes entrar al cine sin pagar... creo...

Koron sólo levantó una ceja, definitivamente no había comprendido lo que él le había dicho, simplemente se tranquilizó y volvió su vista hacia la ventana. Trunks creyó que ella lo había tomado como un cumplido, suspiró y volvió al panel de control para comunicarse con Bulma, debía actuar rápido antes de que llegasen a la litósfera y se estrellaran por culpa de la falta de preparación de las turbinas que sirven para descender la nave a la perfección.

En resumen, por su culpa.

–Ya estamos listos para aterrizar, madre, ve preparando la pista Kt-13– dijo cuando apenas su trasero tocó el asiento. Explicaba las indicaciones a través de un micrófono, el buen equipamiento le ayudaba a él y a su madre comunicarse al momento de descender para que no hubiese errores técnicos o mecánicos. Bulma, quien estaba proyectada en una pantalla frente al chico, anotaba todos los códigos que éste le mandaba

Luego de unos movimientos más la nave finalmente logró detenerse, una gran compuesta de destrabó y empezó a abrirse dejando ver la luz blanca del exterior. Un silencio se presentó luego de aquello, el ambiente se llenó de una muy agradable calma que podría amansar hasta a cualquier demonio.

–Hemos llegado.

– ¿Tan rápido?– dijo Dendé sorprendido, no había sentido el aterrizaje ya que estaba perdido en su libro y en su propio universo literario –No me di cuenta.

–Pues, verás...

Se detuvo cuando vio a Koron escaparse de la nave, sencillamente se fue volando y dio unas piruetas en el aire hasta que finalmente aterrizó perfecta y finamente en el suelo. Tomó aire y comenzó a recorrer el lugar con admiración.

–Es muy bonito– enunció como si estuviera en el paraíso, con cortos y delicados pasos de damisela se encaminó hacia los jardines de, lo que venía a ser, la corporación.

–¡Espera Koron!– la llamó, pero no hubo ni media respuesta. Con un rápido movimiento saltó de la compuerta y se dispuso a seguirla –¡No toques las flores de mamá!

–¡Hey, Trunks!– gritó el namekiano al verlo correr también, se detuvo en la puerta del vehículo y se encogió de hombros tímidamente –No me dejen solito...

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Presionó el cigarro contra el cenicero de cristal para apagarlo y dejó salir todo su cansancio en una exhalación llena de humo, arrastró su silla hacia atrás y abandonó su computador para ir a recibir a su hijo que ya había llegado al patio de su gran mansión. Sujetó se largo cabello en una cola de caballo para dejarlo después libre colgando por su espalda.

Era horrible... detestaba el pelo largo, debía peinarlo todos los días para luego enredarse con cada movimiento que ella hacía, extrañaba sus cortas melenas azules. Aunque su hijo y sus amigas le decían que le iba mejor un peinado así a ella no le agradaba para nada.

–Un corte no me vendría mal después de todo– se dijo a sí misma al figurar su reflejo por el cristal de la puerta que daba al patio. Con una auténtica sonrisa deslizó la puerta y salió a paso lento observando por todos lados para ver donde estaba su dulce primogénito.

–Este lugar... es la Corporación Cápsula.

Escuchó un murmullo desconocido al llegar hasta la nave, empezó a rodearla para rebuscar al emisor de aquella voz, el cual no logró hallar hasta que ingresó al gran vehículo.

–¿Trunks?– lo nombró adentrándose al lugar –¿Trunks dónde estás?

Finalmente detuvo su paso al ver a un joven ser, uno de tez verde y orbes oscuros, que mantenía sobre ella una mirada de sorpresa. Los labios de la mujer se sellaron y ahogó un grito de confusión al descubrir la identidad del sujeto, era aquel niño namekiano, el mismo, la misma mirada y la misma expresión; sin duda era aquel chico de la familia dragón.

–¿Bulma? ¿Eres tú?– el namekiano, el cual frente a los ojos de Bulma ahora era un adulto, se acercó hacia ella a paso lento –Ha pasado mucho tiempo, Bulma– añadió, su rostro se suavizó y formó con sus labios una tierna sonrisa de alegría.

–¿Dendé?– parpadeó varias veces, se frotó los ojos rápidamente y volvió la vista al extraterrestre –¡Vaya! Si que has crecido.

–Bueno, los años no vienen solos– indicó con un leve sonrojo mientras ocultaba sus manos tras su espalda, de pronto su rostro se entristeció y bajó la mirada pesada al suelo –Por cierto, me he enterado lo que sucedió con el Gohan, Krillin y los demás, lo lamento mucho.

–Veo que Trunks te contó todo– murmuró con pena, y en un flash, al acordarse sobre su hijo, empezó de nuevo su búsqueda con la vista –¿Y Trunks? ¿Acaso ya se bajó? Pues, no lo veo por ningún lado.

–Sí, Trunks ya se...

Pero el pequeño extranjero no logró concluir sus palabras.

–¡Trunks bájame!– resonó a través de una dura y a la vez infantil voz –¡Ordeno que me bajes, pedazo de basura!

Ella se estremeció al oír tal escándalo de críos. ¿Aquella era la voz de una chica? ¿Trunks había traído a casa a una chica? ¿Su hijo... y una chica? Eso era bastante extraño, su hijo no era muy social debido a los traumas que había sufrido durante su niñez. Observó a Dendé levantando una ceja en señal de pregunta, pero la única respuesta que tuvo fue un gesto por parte de éste para que salieran de la nave y que sus propios ojos revelen que diablos sucedía.

–¡No! ¡Te dije que no tocaras las flores del jardín!

Finalmente Bulma llegó hasta la ubicación de su hijo, quien estaba de espaldas sujetando a aquella joven para alejarla de sus exóticas y muy cuidadas flores, gracias al cielo los arbustos seguían intactos.

–¡Pero son...! Muy bonitas...– la pequeña dejó de agitarse y enfocó su mirada negruzca directamente a los azules de la mujer –¿Trunks? ¿Quién es ella?

Trunks también dejó de luchar, dio media vuelta para encarar así a la persona que estaba presente allí observándolos como simples niños traviesos. Bulma dejó salir una risa corta antes de encaminarse hacia ambos jóvenes y separarlos antes que inicien otra discusión ridícula.

–Madre...– susurró el híbrido con notoria vergüenza, algo que a ella le causaba gracia con tan sólo ver sus mejillas sonrosadas y sus ojos voltear por todos lados con tal de no tener ningún contacto visual.

–Hijo, qué suerte que llegaste bien– mencionó como un saludo alegre. Desvió su vista hacia aquella persona que la había visto anteriormente y que ahora se hallaba escondida tras su hijo –¿Y esa niña?

–Ella es...– su hijo no finiquitó sus palabras a tiempo. Rápidamente aquel pequeño y misterioso ser se colocó entre ella y él y, con un brazo en lo alto de su rostro, señaló con su dedo índice al cielo.

–Primero, mi nombre es Koron, soy una guerrera y defensora saiyajin– ahora señaló con su dedo índice y del medio formando el dos – Y segundo, no soy una niña, literalmente soy una adulta.

–¡Qué bonita!– exclamó la peli azul mientras bajaba el brazo de la saiyajin hasta su posición normal –¿Es tu novia, Trunks?– bromeó a la par que se agachaba hasta la altura de ésta.

Eso fue necesario para encender la mecha a las debilidades de su hijo. El pobre se puso colorado como un tomate intentando negar a griteríos tal barbaridad, en cambio, la pequeña mantenía un gesto arrogante que dictaba que no comprendía nada de lo que sucedía.

–¡Mamá!– exclamó una vez más al recibir nuevamente comentarios pícaros por parte de Bulma –¡Ella es sólo una joven que rescate cuando aterrizó herida en Namekusei!

–¿Namekusei?– preguntó al procesar las palabras de su hijo, de nuevo observó detalladamente a Koron para así intentar descifrar ella misma lo que estaba sucediendo, algo que era completamente inútil –¿Qué hacía ella allí...?

–Es bastante largo de explicar...– confesó ella desviando la mirada. No la conocía pero sabía perfectamente a qué venía aquel tono bajo y angustiado.

–Bien...– asintió y lentamente se enderezó hasta llegar a su altura normal –Es mejor que pasemos adentro todos, yo misma encargué la merienda. ¿Te gustan los bollos de crema, Koron?

–Nunca los he probado.

Sin responder a aquello Bulma observó a Trunks quien se había encogido de hombros con una tímida sonrisa. Vaya, al parecer su hijo había adoptado las raras costumbres de los guerreros Z en tener amigos raros.

Bueno, ella también estaba claramente añadida a la lista por haber tenido un amigo con cola de mono.

Sin nada más que añadir a la lista todos ingresaron al gran salón lujoso de la corporación. Bulma, como si fuese a actuar como una guía turística, invitó a los visitantes a sentirse cómodos en su hogar; algo que los unos dieciocho años ella no se sentía de aquella manera. Todos se sentaron a charlar y, según lo que reveló su hijo, se trataría del siguiente paso para traer de vuelta a las esferas del dragón.

–Según lo que conozco actualmente...– indicó llevando un bollo a la boca para desgarrarlo de una mordida –El templo aún sigue intacto...

–¿Estás segura?– cuestionó su hijo. La mujer levantó ambas cejas y se encogió de hombros –Es mejor que vayamos a averiguarlo nosotros mismos.

–Yo también deseo conocer aquel templo– agregó la pequeña saiyajin, también asaltando la bandeja con comida.

–Koron...– la llamó Bulma con un tono serio. Ésta se estremeció y dejó el único bollo que no devoró sobre la bandeja –Me parece que esta camiseta es de mi hijo, no te queda para nada bien.

La joven soltó un suspiro tranquilo, mientras que Trunks fruncía el ceño levemente ante el comentario de su madre, nadie sabía si era porque estaba molesto o porque estaba de acuerdo con aquello.

–No encontraba de otra– contestó el muchacho cruzándose de brazos –La suyas estaban rotas.

–Ay, niña...– la alagó la mujer mientras la tomaba del brazo con suavidad –Ven, tómate un baño y te conseguiré una lindas vestimentas que yo usaba cuando era joven.

–Pero...

–Vámonos.

Y en un segundo ambas desaparecieron hacia los pasillos de la corporación. Trunks se quedó quieto en su lugar mientras que Dendé bebía nervioso un vaso entero con agua.

–¿Y el templo está lejos de aquí?

–No lo sé...

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Los tacones de la peli azul resonaban en todas partes, algo que la incomodaba bastante, pero también servían de guía para que ella no pudiera perderse entre las decenas de habitaciones que contenía la gran mansión. No era que odiase aquella vestimenta que traía pero la hacía sentir bastante incómoda, las vestimentas que usaban en su planeta natal no eran muy finas ni tan holgados, era como si las telas se despegarían de su cuerpo y caerían sólo con el viento.

–Chicos...– resonó la voz de Bulma cuando ambas llegaron de nuevo al encuentro con el híbrido y el namekiano –¿Qué tal se ve?

Ella dio unos pasos tímidos frente a Bulma y ella, para darle un poco de valor, le dio un empujoncito con sus manos para que se revelara más. Su corazón se detuvo al momento que ambos sujetos fijaron su mirada en ella, su rostro se puso colorado y cubrió su rostro con sus manos.

Tenía miedo, tenía vergüenza. Quería gritar, quería huir de allí lo más antes posible, y cuando estuvo dispuesta a hacerlo algo logró calmarla de inmediato.

–Koron, luces bien...

Ella retiró lentamente sus manos de su rostro y parpadeó varias veces, observó como Trunks sonreía al verla; era una sonrisa radiante, tan amable, tan dulce... Ahora si se sentía cómoda, una simple aprobación la hizo sentir aliviada y tranquila, pero sus manos empezaron a temblar de nuevo cuando un nuevo pensamiento la abrumó por completo, uno que la hacía sentir bastante incómoda y nerviosa.

–¡Cállate o te arrojaré algo!– amenazó presionando los puños con fuerza. Todos se estremecieron ante tal comentario y ella, al darse cuenta de lo ocurrido, entró en shock.

–Koron, ya se que no te gusta todo esto, pero ya te acostumbrarás...– Bulma intentó consolarla bajando la voz hasta un punto maternal, ella tragó saliva y se disculpó con todos con una seña –Bien, cambiemos de tema... ¿Y si nos cuentas quién eres en realidad?

Koron levantó la vista ante la mujer y asintió, ambas se encaminaron hasta el sofá y tomaron asiento junto a los otros ocupantes. Ella, para no sentirse muy culpable con Trunks, se acomodó a su lado, algo que resultó algo incómodo para él ya que se podía ver su leve sonrojo cada vez que sus miradas se cruzaban; pero ya no había tiempo para discutir el caso.

–Vengo de un planeta llamado Tashoku...– inició en voz baja mientras jugueteaba con sus dedos instintivamente.

–¿Tashoku?– murmuró el joven de ojos azules mientras, curiosamente, levantaba su mirada al techo. Koron asintió ante el cuestionamiento –Nunca había oído algo de aquel planeta.

–Tanto mis padres, mis hermanos y yo somos saiyajines de raza pura– continuó, aunque esta vez decidió ordenar bien sus pensamientos y relatar correctamente los sucesos que se revelaban bruscamente en su cabeza –Mis padres sobrevivieron a la explosión del planeta Vegeta, llegaron a Tashoku cuando eran sólo unos niños y fueron criados como habitantes de ese planeta.

–Tal como Goku...– susurró la madre de Trunks para sí misma, algo que casi nadie logró captar a excepción de namekiano.

– Años después tuvieron siete hijos, yo soy la última y la única mujer– reveló apretándose las manos con nerviosismo –Pasaron los años y nosotros comenzamos a entrenar, nuestro instinto nos lo dictaba aunque estuviéramos viviendo en paz– las miradas de madre e hijo se cruzaron, algo que inquietó un poco a la pequeña saiyajin –Los días eran felices, la calma era total, hasta...

–¿Hasta qué...?– mencionó Trunks para ayudarla a continuar. Koron bajó la mirada y presionó los puños contra la mesa.

–Hasta que un villano interrumpió la tranquilidad de todo el planeta y la galaxia...– ella tragó saliva y sus ojos se llenaron de una rabia dolorosa, una que Trunks conocía a la perfección.

Koron alzó la cabeza sintiendo como cada uno de sus poros volvían a sentir a aquellos horrorosos momentos, cada nocivo segundo, en donde su vida se hacía trizas. Los llantos volvieron a resonar, la sangre volvió a heder, el terror volvió a hacerse presente... Todo un mundo hecho una catástrofe, una casi imposible de remediar gracias a aquel maldito sujeto diabólico y sádico.

–Su nombre es Redice... el peor sujeto que conocí en mi vida.

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