Me dirigí hacia la entrada de la escuela con una sonrisa.
Estoy emocionada. Hoy es mi cumpleaños.
Lo que más me gustaba de los cumpleaños era el pastel, de cualquier sabor está bien para mí.
—Feliz Cumpleaños —dijo Sarah, una chica que está en el equipo de basquetbol. Me entrego unos malvaviscos de chocolate.
—Gracias, linda —la abracé.
Seguí con mi camino, unos chicos me interceptaron, John y Ryan.
—Feliz cumpleaños, nena —me dieron cada uno unas rosas rojas.
—Gracias, chicos. Muy amables —reí.
—Espero que te gusten.
—Solo que las mías son mejores. – dijo John sonriendo.
—Ya quisieras.
Reí y seguí caminando. Llegué a mi taquilla y la abrí encontrándome con tarjetas de felicitaciones.
Les iré a agradecer más tarde.
—¡Feliz cumpleaños! —se acercaron corriendo Scott y Stiles.
Les di un gran abrazo, apretándolos lo más que podía.
—Gracias —besé sus mejillas— ¿Han visto a Liam?
Ambos se voltearon a ver.
—Si, pero...
—Tu novio entro en pánico —dijo Stiles.
—¿Por qué? —me preocupe— ¿Está bien?
—Sí, solo que se siente mal porque dice que su regalo apesta en comparación con los que te han estado dando —explicó Scott haciendo una pequeña mueca.
—Yo también estaría preocupado si me regalo solo es... —Scott le tapó la boca y le dio una mirada de reprimenda.
Suspiré.
Stiles como pudo, quitó la mano de Scott y hablo.
—Creo que tu popularidad le afecta.
—No creo que sea eso —el moreno me volteo a ver—. Ambos son buenos el uno con el otro.
Le brinde una pequeña sonrisa.
—¿Dónde está?
—En las gradas —les agradecí y me dirigí hasta ahí.
Desde lejos pude notarlo, así que me acerqué a él caminando rápido. Cuando me vio se levantó y rasco su nuca, mostrándose nervioso. Empezó a bajar las escaleras de las gradas hasta terminar en frente de mí.
—Feliz cumpleaños —me sonrió, pero salió algo fingido.
—Gracias —me incline hacía él—. ¿Qué pasa, amor?
—Nada, no te preocupes —me miro un poco desanimado—. Es solo que no creo que el regalo sea suficiente para ti. Así que te prometo conseguir algo mejor.
Comenzó a caminar para irse, sin embargo, lo detuve del brazo.
—Liam —hable tranquilamente, intentando ser suave—, no me importa que el regalo no sea el más caro, me importa que seas tú el que me lo dé de corazón —coloqué mis brazos alrededor de su cuello—, porque eres importante para mí.
Me abrazo de vuelta unos segundos, después se separó y de la bolsa de su pantalón saco una cajita negra de terciopelo.
—Espero que te guste —dijo nervioso.
La abrí encontrándome dos collares de a la mitad formando un corazón, uno tiene una cadena delicada y el corazón era blanco, en cambio el otro era más masculino con el corazón negro.
—Son hermosos, me encantan —deje un beso en su mejilla—. ¿Podrías ponérmelo?
Sentí sus dedos rozando mi cuello haciendo que un escalofrío me recorriera entera. Al terminar de colocarlo, beso mi cuello suavemente.
Agarre el otro collar y lo pase por su cabeza, esté no era para abrochar.
—Gracias. Te amo.
—Yo más.