Sangre, escombros, lágrimas... Una terrible escena trágica se demostraba en el Planeta Kumo, miles de seres asesinados estaban esparcidos por todo el lugar generando náuseas a la pequeña saiyajin.
–Esto no salió como lo planeaba– caminó tambaleándose a causa de sus heridas hasta que finalmente cayó al suelo completamente rendida –Lo siento, no fui capaz de derrotar a este villano– suspiró e intento levantarse nuevamente pero fue totalmente inútil.
–¡Tía Koron!– el pequeño niño híbrido se encontraba cerca de ella, estaba junto con otro niño el cual era un habitante de este planeta – ¡Tía Koron! ¿¡Dónde estás!? –no podían encontrarla, los escombros y el polvo cubría los alrededores. Ella tomó una gran bocanada de aire, rasguñó la tierra y trató de levantar un poco la cabeza.
–¡Blue! ¡Estoy... estoy por aquí! – se quedó sin aliento ni energías luego de eso, sentía como si ya estuviera a punto de marcharse al otro mundo.
Los pequeños continuaban gritando, fueron terribles minutos de llamados sin respuestas. Finalmente lograron hallarla, se veían totalmente asustados, Koron supo que fue un error enviar al pequeño a una misión de este rango.
–Tía Koron, que suerte que esté viva– mencionó con un tono aliviado, aunque su rostro estuviera demostrando lo contrario.
–¿No hay un sitio en donde puedo... recuperarme? – su garganta se estaba secando, la sangre salía de su boca causándole un terrible ardor que le impedía hablar demasiado.
–Lo lamentamos señorita Koron, ya casi no existen refugios en el planeta y no tenemos lo servicios suficientes para ayudarla en ese estado, tardaríamos demasiado en sanarla– confesó el pequeño niño alienígena, aquello les dio falsas esperanzas.
Koron sentía como si estuviera nadando en lava ardiente, su cuerpo estaba totalmente magullado y apenas poseía las fuerzas para respirar con dificultad.
–Espera, tengo una idea– incitó abriendo los ojos, se giró un poco para señalar con dedo una nave. Ella sólo lo observó, su voz ya no salía y ahora no podía ni si quiera balbucear –Te enviaré a un planeta en donde te puedan atender lo suficiente para que sanes rápidamente– continuó con seguridad, como si de un momento a otro pasó de ser un niño llorón a uno un poco más maduro.
–Tienes razón– exclamó el otro chico pegando un salto de alegría –Así la señorita Koron podrá volver rápidamente a pelear contra aquel sujeto.
Koron sonrió ante tal positivo comentario.
Ambos niños subieron en sus hombros a la guerrera y la llevaron a rastras por el terreno de batalla. Caminando normalmente eso llevaría como unos pocos minutos, pero ellos tardaron más de media hora para cruzar.
–Yo abriré la puerta– el saiyajin abrió la puerta de la nave con facilidad –Hay que recostarla con cuidado– sujetaron con firmeza a Koron hasta que finalmente lograron apoyarla adecuadamente en la silla del piloto.
–¿Y ahora?– preguntó el chiquillo al ver que Blue se quedó en silencio observando los controles del vehículo.
–No sé cómo encender esto– declaró el híbrido.
Como ella lo suponía, el niño que se volvió maduro no duró mucho tiempo. Movió la mano con delicadeza para señalar algunos botones del tablero del control.
– ¿A... aquí? – el alien tartamudeó sin comprender la avanzada tecnología que se presentaba frente a sus ojos –¿Segura?– Koron asintió lentamente, estaba totalmente acabada que hasta le dolía hacer eso.
–Está bien– con seguridad Blue apretó el botón verde que fue señalado por su tía, en unos segundos la nave se encendió automáticamente generando chasquidos metálicos.
Koron ya estaba a punto de perder el conocimiento pero no se daba por vencida, de nuevo levantó su mano señalando una caja de control al otro extremo del tablero.
–Blue... sólo envíame a cualquier planeta, el que sea– su voz ya se estaba volviendo débil, la sangre que seguía emanando de sus heridas comenzó a salpicarse por el suelo espantando a los infantes más de lo que estaban –No te preocupes, sólo hazlo.
–Sí, lo haré– presionó cualquier botón y en la pantalla mostró un nombre extraño
Ella indicó que se marcharan rápidamente e, instintivamente, ambos la obedecieron. En unos instantes la puerta se cerró dejándolos afuera sumamente preocupados y confundidos.
La nave estaba a punto de despegar hacia un punto no fijo, Koron se sentía más tranquila en la pacífica cabina. Observó por ventanilla para despedirse de esos dos niños que fueron sus héroes, pero se distrajo al ver una gran nave aterrizar cerca del suyo.
–¡Es mi padre... y mi abuelo! – se escuchó gritar a Blue fuera de la pequeña nave.
Lo pudo escuchar perfectamente ya que no estaban muy lejos el uno del otro, se fijó una vez más en el buque de metal y notó que su sobrino estaba en lo cierto... Varios soldados salieron de la compuerta, frente a ellos su padre, el Líder Supremo, junto a sus otros seis hermanos armados.
La situación se había vuelto crítica.
En un segundo su nave despegó llevándola al espacio, pero antes de aquello logró presenciar a la perfección la figura de aquel tirano esperando una buena pelea, y no estaba muy lejos de sus familiares. Desvió su mirada hacia la pantalla de la tabla de control y leyó claramente el nombre del planeta a donde se dirigía.
–Namekusei...– susurró débilmente cerrando los ojos – ¿En dónde demonios me envió este niño? – añadió con una sonrisa, abrió los ojos unos segundos para fijarse nuevamente el tablero.
Llegaré a ese planeta en menos de dos días...
Su vista se nubló y perdió la noción de la realidad quedando completamente en la inconsciencia, lo cual era lo único que la salvaba de su pesadilla real.
Dos semanas antes.
Un extraño sentimiento nostálgico lo invadió al cruzar los miles de portales bizarros que lo guiaba de un tiempo a otro. Logró percibir figuras extrañas parecidas a seres humanos, todos sin rostros, que parecían ser personas de su infancia.
Son Gohan...
Abrió los ojos y descubrió que había regresado a su época gracias a la máquina del tiempo. Después de viajar al pasado sus esperanzas para traer de vuelta a las esferas del dragón obtuvieron una nueva luz. Él ya lo había planeado todo: Viajar a Namekusei en busca de un nuevo Kami-sama para la Tierra.
–¡Mamá, he vuelto! – gritó al entrar a la casa, estaba tan emocionado que llegó a tropezar con cualquier cosa que lo obstaculizaba –¡Tengo buenas noticias!– buscó desesperadamente a su madre por todas partes que ni siquiera notó los muebles que tenía en frente hasta que finalmente atravesó una puerta cerrada, decidió calmarse un poco o destruiría literalmente todo. La mujer bajó de la nave que estaba construyendo al escuchar los gritos de su hijo.
–¡Trunks! ¡Estoy en el laboratorio!– al instante tomó un trapo viejo de la mesa para limpiarse el aceite de las manos antes de saludar a su pequeño joven saiyajin. El unos minutos se abrió la compuerta y el chico apareció saltando de la emoción.
–Mamá, tengo grandes noticias...
–¿Qué le pasa a tu frente?– interrumpió a ver la frente de su hijo sangrar por un corte.
Trunks se tocó la herida y vio la sangre en su mano, sabía que la causa de eso fue el choque violento contra esa puerta, se sintió avergonzado por tremenda estupidez infantil.
–E... enseguida vuelvo...
–¡Trunks...!– lo llamó Bulma justo cuando éste estaba a punto de marcharse. Desafortunadamente para ella Trunks ya no la había escuchado a tiempo.
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Minutos después madre e hijo se sentaron a charlar en la sala, bebiendo té de almendras con algunos panecillos con mermelada que preparó Bulma, justo los favoritos de Trunks.
–Trunks, cuéntame cómo van las cosas– tomó un panecillo y lo observó fijamente –Quiero saber cómo se encuentran Goku y los demás en aquella línea de tiempo– lo dijo con un tono nostálgico, ella extrañaba mucho aquellos viejos tiempos con sus amigos. Las aventuras, los viajes, los peligros... Literalmente de eso se trataba su vida de joven, al lado de Goku y de los demás.
–Ahora que fue posible pude viajar siete años después en su línea del tiempo descubrí varias cosas nuevas– echó un vistazo a su madre y quedó en silencio unos segundos antes de continuar –Goku tiene otro hijo llamado Goten, el niño es muy simpático.
–Otro hijo...– murmuró Bulma para sí, parecía haberlo hecho inconscientemente. Despertó de sus pensamientos y volvió la vista a Trunks, que afortunadamente no la había escuchado –¿Y luego?
–También el pequeño Trunks creció y lo raro es que ambos pueden transformarse en súper saiyajin a esa edad– mencionó antes de dar un gran bocado al panecillo que tenía a mano.
–¿Súper saiyajin? Recuerdo que a tu padre, a Goku y a Gohan les costó mucho tiempo como a ti en transformarse por primera vez– describió bebiendo rápidamente su té sin darse cuenta.
–Sí, ahora por suerte todos viven en paz, Gohan se va a casar, Goku y mi padre son muy buenos amigos, también se volvieron a realizar nuevos torneos de artes marciales– agarró la tetera al ver que la taza de su madre estaba vacía – ¿Te sirvo más? – preguntó con un tono más suave y tranquilo.
Bulma sólo lo observo y asintió con un corto gesto, estaba muy conmovida y quería saber más sobre lo que decía su hijo. Trunks sirvió el té y prosiguió con su relato.
–Bueno, iré directamente a lo importante, Dendé quien es el Kamisama de la otra línea del tiempo me dio las coordenadas de la nueva localización de Namekusei, sólo necesitamos actualizar adecuadamente la nave que estamos construyendo para ir a buscar un nuevo Kami-sama para a Tierra y así volverán las esferas del dragón– tomó un respiro por unos segundos, sacó un papel doblado de su bolsillo y lo abrió sobre la mesa –Éstas son las coordenadas correctas.
Bulma observó atentamente el papel, agarró una calculadora que estaba en el mueble de atrás y comenzó a teclear rápidamente varios números junto distintas fórmulas hasta que salió el resultado que quería.
–Ahora que veo con la nave que tenemos ahora nos costará casi un mes para llegar a Namekusei, si reparo y actualizo la nave dentro de dos días te tomará llegar a Namekusei en tan solo diez días– lo dio mostrándole la calculadora en la cara de su hijo.
Trunks quedó satisfecho, diez días son más que suficiente, aunque de ida y vuelta sean veinte días pero aún no era mucho para el joven, quería que las esferas volvieran a la Tierra.
Y pedir el deseo que tanto anhelaba.
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Pasaron los días necesarios para la actualización de la nave, debido a la escasez de elementos que sufrió la Corporación en la época de los androides no lograron construir una buena nave. Pero ahora, con los recursos necesarios, lograron rehacerlo a la perfección.
–Aquí está la cocina, hay suficiente comida para el viaje y supongo que no comes como Goku – mencionó giñando un ojo.
–Posiblemente– respondió con el mismo mohín y su madre comenzó a reír, casi siempre eran divertidos entre sí desde que el mundo reinaba en paz.
–Bueno...– colocó su mano sobre el hombro de Trunks para demostrarle apoyo. Aunque pareciese fácil ir de un lugar a otro siempre existiría algún peligro, y eso la intranquilizaba –¿Estás listo?
–Sí mamá– respondió entusiasmado, algo que desapareció repentinamente. Observó a su madre con pena, iba a dejarla de nuevo por varios días, aunque fuese consiente de aquello no podía cancelar sus misiones.
– ¿Qué sucede Trunks? ¿Te preocupa algo? – preguntó al ver a su hijo un poco triste.
–No, no pasa nada– dijo al momento para no preocupar a su madre– Creo que ya es hora para que me marche– colocó sus manos en sus bolsillos para no mostrarse alterado. Bulma le dio un pequeño golpecito con la mano en su pecho.
–Cuídate hijo– lo expresó con firmeza, no quería entristecerse con la salida de su hijo.
–Está bien, madre– se despidió de ella con un fuerte abrazo, por poco se le llegó a escapar una pequeña lágrima. Él ya no era un niño y no debía estar demasiado mimado por su madre para llorar por separarse sólo unos días.
Trunks ingresó a la nave y en pocos segundos ya estaba recorriendo el gigante espacio exterior siendo únicamente guiado por las estrellas hacia el camino a una nueva aventura. Una que nadie imaginaría tener en el nuevo Namekusei.