capítulo 3. ☃︎ ❄︎

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El resplandor del sol se filtraba tímidamente entre las nubes blancas, que parecían esponjosos trozos de algodón surcando el cielo

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El resplandor del sol se filtraba tímidamente entre las nubes blancas, que parecían esponjosos trozos de algodón surcando el cielo.

YoonGi agachó la cabeza y caminó a paso rápido por el camino pedregoso frente a él escuchando malhumorado los continuos suspiros de su acompañante.

— ¿Puedes dejar de hacer eso? —exigió, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón vaquero.

— ¿Dejar de hacer qué? —le preguntó SeokJin con fingida inocencia.

— Resoplar, bufar, suspirar...

Lo miró de reojo.

— ¿Acaso en América está prohibido hacerlo? —emitió un chasquido de fastidio casi imperceptible—. Para que luego digan que Estados Unidos es la tierra de la libertad. Ni respirar a gusto se permite.

YoonGi le miró asqueado y reanudó la marcha.

— No está prohibido, pero a mí me molesta.

SeokJin rio con ganas.

— Me molesta esto... me molesta lo otro... —lo imitó —. A mí en realidad me molesta tu cara y no me quejo.

— ¡Oh, perdone usted, Rey de la Belleza, olvidaba que eras el hermano gemelo de Liam Hemsworth! —replicó irónico y poniendo los ojos en blanco.

— Gracias por el halago —respondió Jin con un deje de satisfacción.

El americano se cruzó de brazos consternado.

— ¡Era una broma, no iba en serio! —agitó las manos en alto para dar énfasis a sus palabras.

El otro sacudió la cabeza de un lado a otro, negando.

— Ahora no intentes arreglarlo —le aconsejó —. Has admitido que soy atractivo y punto. No te sientas culpable por ello —añadió guiñándole un ojo.

YoonGi se llevó las manos a la cara y se frotó la frente totalmente desesperado. Gimoteó pataleando en el suelo.

— ¡Dios mío, esto es una pesadilla! - exclamó hartado.

SeokJin sonrió con más ganas que nunca.

— Y eso que solo acaba de empezar... —le recordó, haciendo hincapié en el asunto.

— ¡Cállate!

El inglés simuló cerrar la boca con una cremallera invisible y lanzar la inexistente llave hacia el prado de al lado. Después respiró hondo, cerró los ojos con placer tras llenar los pulmones de aire y lo soltó todo de golpe.

— ¿No te parece que es hora de regresar a casa? —preguntó el más bajo, pasados diez minutos.

Jin lo miró feliz, pero no dijo nada.

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