capítulo 18. ☃︎ ❄︎

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no es raro festejar cosas navideñas a finales de mayo, ¿vale? 👁️

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— Es el fin...

— Pero, ¿qué dices?

— No pienso salir ahí fuera.

— Hazlo o te piso.

— ¿Y? Estos no son mis zapatos italianos, sino los del gordo ese.

YoonGi se cruzó de brazos y enarcó las cejas. Reprimió una sonora carcajada tras mirar nuevamente a SeokJin de arriba abajo. Una pesada cortina de color azul marino les separaba del público, que, anclado en aquel centro comercial, esperaba anhelante el espectáculo asiendo con fuerza las manos de sus hijos.

— No te burles del sobrepeso de Papá Noel — le reprochó el americano—, o al menos intenta no hacerlo delante de los enanos.

— ¿Enanos? ¡Ni siquiera sabes hablar! Son niños. Niños cagados, niños meados, niños llenos de mocos verdes...

— Como no salgas al escenario de una vez por todas, comenzarán a pensar que no somos trigo limpio y llamarán a seguridad.

— Bien —Jin paseó sus dedos por la larga barba blanca postiza que surcaba su rostro aniñado—. Pero antes prométeme que no te separarás de mí pase lo que pase.

— Tranquilo, pienso convertirme en tu sombra.

SeokJin suspiró y arqueó los hombros en un vano intento de relajarse.

— Creo que esta es la situación más
escalofriante por la que he tenido que pasar —se llevó las manos a la cabeza y retorció entre sus dedos algunos de los mechones que caían alborotados por su frente.

— Basta de chácara. Mi paciencia tiene un límite, y da la casualidad de que acabo de toparme con él.

Min cogió aire y, sin pensárselo demasiado, descorrió la cortina azul. La sangre abandonó al instante el rostro de Jin, dándole un tono aún más pálido a su piel; sintió que le temblaban las piernas y reaccionó a tiempo dedicándole a YoonGi una mirada
asesina.

Frente a ellos se extendía una cola infinita de padres agitados acompañados de sus inseparables vástagos. SeokJin hizo un último esfuerzo, procurando no desfallecer. Mientras que YoonGi, satisfecho por el mal trago que estaba pasando el inglés, sonrió ampliamente antes de darle un empujoncito para sentarlo en el trono de Papá Noel.

— Mira, la silla te va como anillo al dedo —le susurró al oído, acariciando el recargado pasamano de brillante color dorado y adornado con falsas gemas rojizas.

— Dime que todos esos pequeños diablos no se van a sentar sobre mis rodillas... ¿Es que quieres que me quede cojo?

— Calla, ahora tienes que fingir. ¡Vamos, sonríe!

Kim curvó los labios hacia arriba un centímetro en un amago de sonrisa. Tragó saliva despacio, sintiendo cómo un fuerte nudo le presionaba la garganta y le impedía respirar con normalidad. Al otro lado, el hombre que le había metido en aquel percal daba comienzo al espectáculo por el micrófono. Apenas tuvo tiempo de serenarse cuando, consternado, observó cómo un niño pelirrojo, de unos cuatro años, se acercaba decidido hacia él subiendo poco a poco los tres escalones de la tarima principal.

﹆ bat kisses; jin ∙ su.Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu