capítulo 23. ☃︎ ❄︎

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— Dame el teléfono del supermercado —le pidió SeokJin

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— Dame el teléfono del supermercado —le pidió SeokJin.

— ¿Ahora qué piensas hacer, pequeño
demente?

— Pediré que traigan a casa masa de canapé preparada.

Min se cruzó de brazos y lo miró como si acabara de volverse completamente loco. Suspiró largamente.

— Mira, Jin, en el diminuto supermercado de la urbanización no hacen pedidos a domicilio.

— Entonces esta vez será la excepción —repuso él, sonriente—. Vamos, no me cuentes historias y dame el teléfono.

YoonGi puso los ojos en blanco, antes de desaparecer hacia el comedor en busca de la guía telefónica. Allí se encontró con su hermano, Esko y HoSeok, que reían sin cesar mientras veían anonadados el programa '¿Quién quiere ser millonario?'. YoonGi no le encontró la gracia al asunto y supuso que ya habrían tomado más de la cuenta.

— ¿Estás con tu amiguito?— le preguntó Kook, dirigiéndole una sonrisa ligeramente maliciosa.

— No es mi amiguito —repuso —. Y, en el remoto caso de que lo fuera, no sería asunto tuyo.

— Mientras lo sigan montando sobre la alfombra del comedor, será asunto mío — le indicó su hermano—. ¡En esta casa tienen habitaciones de sobra para retozar, no hace falta que nos restrieguen su feliz vida sexual! —gritó, y después rió atropelladamente, acompañado por las estridentes carcajadas de los otros dos.

—Kook, creo que deberías dejar de tomar.

— ¡Pero si la fiesta solo acaba de empezar! Espera a que lleguen los demás...

YoonGi cogió la guía telefónica y salió de allí dando un fuerte portazo. Estaba cabreado con el mundo en general. Pero claro, Kim tenía la culpa de todo. Antes de que el inglés llegara allí a pasar las vacaciones todo había ido sobre ruedas, sin problemas. Ahora, contrariamente, las cosas comenzaban a torcerse más de lo debido.

— ¿Ya tienes el maldito teléfono? —preguntó el invocado en cuanto entró en la cocina.

— Sí, aquí lo tienes— contestó YoonGi, lanzándole la gruesa guía telefónica.

Jin logró cogerla al vuelo, pero dio un paso atrás, asustado.

— ¿Quieres matarme? —hojeó las páginas de la enorme guía—. ¿Y cómo rayos pretendes que encuentre aquí el número del supermercado? ¡Búscalo tú!

Le tiró la guía, que de nuevo voló por los aires como si se tratara de una pelota de goma. Gi no consiguió alcanzarla y retumbó estridentemente sobre el suelo de la cocina.

— ¡Estúpido! —le gritó al recogerla.

Respiró agitado, mientras buscaba el teléfono del supermercado y prometió que, una vez lograra preparar adecuadamente el cumpleaños de su hermano, también se dedicaría a celebrarlo por todo lo alto. Pensaba darse la fiesta de su vida. Es más: necesitaba urgentemente esa fiesta. Debía despejarse de todos aquellos insufribles días.

﹆ bat kisses; jin ∙ su.Where stories live. Discover now