capítulo 17. ☃︎ ❄︎

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— Pero, ¿qué has hecho, animal? ¡Por algo así debería caerte cadena perpetua!

SeokJin enarcó las cejas, confundido.

— Pobre YoonGi, las drogas lo han dejado tonto...

— ¡Es demasiado dinero! Ninguna madre puede llegar a sentirse orgullosa de que su hijo le regale algo así —prosiguió, cabreado—, ¿por qué no le das otro destino, como alguna asociación benéfica?

Jin soltó una brusca carcajada.

— ¡Ya sé lo que te pasa! —lo señaló con el dedo índice—. Te pica el bichito de la envidia... —volvió a reír—. Además, mis padres ya donan mucho dinero a ese tipo de organizaciones.

— Eres asqueroso, Kim, eres...¡insoportablemente cínico! No tienes remedio.

Jin se detuvo y lo miró dolido. Agitó la bolsita donde llevaba el collar, y YoonGi sintió deseos de matarle de una vez por todas.

— La cuestión es... —suspiró meditando— que, te guste o no, pequeño amante de los vertederos, todavía tendremos que vernos las caras durante más de veinte días, así que no deberías faltarme al respeto. Y te aseguro que no eres el único que en estos momentos piensa en el suicidio: yo también me lo empiezo a plantear.

— Pero, ¿cómo tienes el descaro de hablar tú, precisamente tú, de la palabra respeto? ¡Si ni siquiera sabes lo que es!

— ¡Pues claro que lo sé! También lo he dado en clase de Educación Cívica. Y ahora deja de sermonearme. Me aburres. Cómprate un loro y enséñale la Constitución hasta que la recite de memoria.

Y, con porte elegante, avanzó unos pasos acera abajo. El americano no le quedó de otra que suspirar. Durante la última semana, exactamente desde la llegada del inglés, había tenido tantos nervios en el estómago que, al final, se manifestaban en una terrible incomodidad e incluso náuseas. Procuró aguantarle y no contestar a sus palabras. Aquel era el segundo plan: si no puedes con tu enemigo, ignóralo.

Entraron en la zona de techo cubierto. Un árbol navideño, enorme y lleno de espumillones, se alzaba en el centro hasta casi el techo. En los laterales, numerosas tiendas mantenían sus puertas abiertas, de donde salían alegres notas musicales. Y, al fondo, sobre una tarima con dos elegantes doseles rojizos, un hombre disfrazado de Papá Noel contentaba a una gran cola de niños que se sentaban por turno en sus rodillas para pedirle sus regalos.

— Qué patético —SeokJin señaló a Papá Noel—. Yo nunca creí en él, porque desde el primer día me advirtieron de que no era real.

Baekhyun tosió, alarmado.

—¿Qué clase de infancia has tenido tú, bicho raro?

— ¿Bicho raro? Deja de describirte tan detalladamente, Min —sonrió—. Yo entiendo a mis padres, haré lo mismo que ellos... ¿Por qué engañar a tus hijos si se supone que los quieres? Es un poco ruin —meditó—. Bueno, basta de rollos, vamos a buscar esa corbata para tu padre que en el futuro terminará irritándole la piel.

— No irrita la piel.

— Ya, claro. Otro que prefiere vivir en la mentira; eres como esos niños de ahí.

Se movieron torpemente entre el gentío directos hacia una tienda de ropa. Y entonces un hombre que llevaba un extraño aparato en una de sus orejas y vestía de negro riguroso se interpuso en su camino. Apoyó las manos en los hombros de SeokJin decidido. Este dio un pequeño saltó hacia atrás, temeroso de que fueran a atacarle.

— ¡Tenemos una emergencia! —gritó el hombre—. Papá Noel acaba de decirme que se encuentra mal, problemas intestinales.

— ¿Y a mí qué me cuenta? —farfulló Kim.

— Necesitamos a un sustituto.

YoonGi sonrió con aire malicioso, pues, de improviso, acababa de encontrar su esperada venganza. Se adelantó, interponiéndose entre los dos.

—Estará encantado de hacerlo. Adora a los
niños.

— ¿Qué? Pero, ¿qué...?

— ¡De acuerdo, no tenemos tiempo que perder! ¡Rápido, acompáñeme a los lavabos privados!— gritó el hombre de negro, cogiendo a Jin de la chaqueta y arrastrándolo mientras este forcejeaba confuso.

— ¡YoonGi! ¿Qué está pasando? ¡Haz
algo!

Y lo hizo. Le siguió hasta los lavabos.

SeokJin apenas tuvo tiempo de protestar de nuevo cuando llegó el Papá Noel que antes había estado con las rodillas atestadas de críos.

— ¡Gracias a Dios! Me muero por ir al baño... —susurró, acongojado—. Eres un ángel caído del cielo, muchacho.

﹆ bat kisses; jin ∙ su.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang