Enero 16, 2042

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La tristeza se prolongó durante meses; jugar con los demás niños ya no parecía tener el mismo encanto. ¿Podía ser que en dos meses nos hubiéramos vuelto tan cercanos? Me hace creer que teníamos una hermosa conexión desde el principio.

A veces observaba a sus abuelos regar las plantas en el jardín delantero. Iba a molestarlos cada tarde, esperando alguna llamada que nunca llegó. Me pregunté en repetidas ocasiones por qué no se comunicaba con ellos. Pensar en que algo malo le podría haber ocurrido solo lo hacía aún más triste, ya que nunca me enteraría de ello.

Igualmente, seguía siendo un niño, los años transcurrieron velozmente y a mitad de mi adolescencia, apenas recordaba al alto castaño con el que compartí un verano.

Con el tiempo, me integré más con los demás niños del pueblo e incluso me inscribí en un club de fútbol para mejorar, aunque mi dedicación apenas duró más de medio año antes de abandonar.

Desarrollé un profundo interés en el lenguaje de señas, de igual manera. No precistamente por él, ni siquiera lo volvería a ver, pero al marcharse, lamenté no haber aprendido cuando aún estaba conmigo. Quién sabe, tal vez si lo hubiera hecho, aquel verano habría sido aún mejor.

Con el tiempo, crecí lo suficiente para tomar cursos de navegación que mamá me regaló en algún cumpleaños. No perdí la oportunidad de salir cada tarde y perderme en el mar, como cuando era niño en la estación.

También descubrí mi vocación: la fotografía. A papá le apasionaba y había dejado una cámara escondida en el sótano. Esta me acompañó fielmente durante toda mi adolescencia.

Así, los años pasaron volando y, casi sin darme cuenta, cumplí veinte años y me veía preparando mis pertenencias para vivir en la gran ciudad.

Durante ese tiempo, muchos abandonaron el pueblo, incluso aquellos amigos que afirmaban que vivirían allí para siempre. Yo incluido.

Los abuelos, que vivían a unas cuadras de la mía, eventualmente fallecieron. Sus abuelos. Aquella vieja casa quedó abandonada y, lamentablemente, nadie nunca regresó para reclamarla.

Fueron meses tediosos; no quería dejar sola a mamá, así que me mantuve estudiando cerca del pueblo para no abandonarla. Luego ella conoció al hombre de su vida y tuvieron un hijo. Después de algunas súplicas, finalmente me permitieron marcharme.

Asentarme en la ciudad resultó ser bastante difícil sin tener contactos allí. Afortunadamente, conocí a dos chicos que compartían los mismos sueños y me ayudaron a conseguir empleo. Viví con ellos durante una buena temporada hasta recaudar lo suficiente para mudarme solo y, luego de siete meses de arduo trabajo, me encontraba filmando y fotografiando bodas.

Finalmente, pude viajar en tren como lo deseaba de niño. Y sí, lo hice de traje, tal vez solo para sentirme importante.

Creo que todo sucedía demasiado rápido en aquel entonces. Sigo creyendo que el tiempo siempre estuvo a nuestro favor.

Lamentablemente, no podía visitar a mamá con frecuencia por la falta de dinero, así que era la primera vez que pasaba las festividades solo. Mis amigos y colegas se dirigieron a sus respectivos hogares para celebrar, así que no tenía lugar en el cual meterme.

Era Navidad, otro día en el que deseo centrarme.

Recuerdo que estaba adelantando un proyecto que debía entregar en un par de semanas. Había permanecido pegado a la silla toda la noche, hasta que finalmente mi cuello emitió sonidos inhumanos exigiendo un descanso.

él  jujae.Where stories live. Discover now