Septiembre 13, 2042

508 124 30
                                    

Tardé bastante esta vez, espero no te hayas olvidado de mí, solo que a veces es complicado recordar. ¿Para ti lo es? Difícil recordar, digo.

En fin.

'No puedes dejarme caer', advirtió una mañana de septiembre, pero no una mañana cualquiera; era el inicio de su día de cumpleaños.

Salimos de casa alrededor de las siete y media, con la intención de aprovechar al máximo el día.

Ya no lucía triste, lo cual elevaba mi ánimo.

'No lo haré, sube ya'.

Lo incité a comenzar a pedalear.

A medida que avanzaba, sus piernas temblaban, obligándome a ayudarlo en todo el trayecto. Requirió mucho de mí el mantener la bicicleta en línea recta y no inclinada, mientras él sonreía como si proclamara su éxito.

No notó mi esfuerzo y sudor detrás suyo.

Habíamos estado recordando juntos nuestro verano de la infancia, y en medio de la charla emotiva, surgió una conversación que deseaba aprovechar.

Él nunca había aprendido a andar en bicicleta. ¿Qué hice? Le regalé una para su cumpleaños. Enseñarle fue un plus que me pareció divertido, pero solo hasta que se subió en ella.

'Bah, es pan comido'.

Asentí, tratando de recuperar el aliento, con los músculos temblando cual papel.

Quería recuperarme rápido para descansar, sin embargo, antes de que lo notara, él ya estaba montado de nuevo, emprendiendo camino. Camino que duró poco, ya que terminó chocando contra el bordillo y cayendo en los arbustos.

Reí a carcajadas hasta que las lágrimas cayeron de mis ojos, cobrando cada una de sus burlas. Claro, hasta que su expresión cambió a una de dolor.

Lo que faltaba, pensé, lo último que necesitaba era que se lastimara en su cumpleaños, pero cuando me agaché para revisarlo, lanzó un puñado de hojas directo a mi rostro.

Se recostó, sosteniendo su estómago entre tantas risas escandalosas.

Bonito chico de risa escandalosa.

'No es justo, déjame ganar una vez'.

Se encogió de hombros, burlándose.

Ese día lucía hermoso, deslumbrante, lamento tanto no habérselo dicho.

Nos sentamos bajo un árbol minutos después, compartimos el picnic y hablamos durante toda la mañana, trazando planes a futuro que parecían involucrarnos solo a nosotros dos.

Pensé en confesarle mis sentimientos, después de todo confiaba demasiado en él como para hacerlo. Sin embargo me recriminé nuevamente, no era necesario en un momento así.

Aunque cuando se detuvo a observarme, luego de comer una frutilla que le dejó los labios dulces y rojizos, quise besarlo.

Besarlo y contarle todo.

Lamentablemente, reaccioné cuando ya me acercaba a su rostro, deteniéndome para no cometer una tontería.

Él lo notó.

'No quiero que te contengas más, ¿bien? Puedes decir o hacer lo que desees. Son tus decisiones, nunca me enojaría por ello'.

Tenía razón, ya no había ningún monstruo bajo mi cama para encadenarme, pero aún así era difícil.

Recapitulé cada momento en el que me ayudó a pesar de mis negativas, cada sonrisa y aceptación de mis disculpas después de cometer alguna tontería. Seis años que, a pesar de las dificultades, fueron maravillosos a su lado.

Simplemente porque era su compañía la que necesitaba.

El viento flotando sobre su rostro me hizo sentir más cómodo y seguro de lo que estaba sintiendo, puesto que no podía dejar de admirar cuan bonito me parecía, como nunca antes.

Enamorarse tarde de alguien a quien conoces desde hace mucho tiempo te conduce a apreciar los pequeños detalles que antes considerabas insignificantes, y que ahora, no puedes dejar de notar.

Como el lunar en el puente de su nariz y el encanto de su cabello natural, del cual solía burlarme por hacerlo parecer desaliñado. De la nada, todo cobraba vida en su rostro, como aquellas pestañas largas y los labios delgados y rosados, resaltando ante mis ojos como el sol que brilla sobre las olas del mar.

Era mágico, enamorarte de quien no te esperabas en absoluto.

Alguien que siempre estuvo allí,

al alcance de tus manos,

y ahora esta ahí,

al alcance de tu corazón.

Lindo, ¿verdad?

Entonces, no lo pude evitar con tantos recuerdos asaltándome, y lo confesé como un niño: 'Te quiero'.

Se atragantó con la fruta por lo repentino.

En ese instante, su felicidad hizo latir desenfrenadamente mi corazón. Mantenía la mirada brillante, al igual que la mía.

Pudo ser un hecho todo este tiempo, pero ninguno se había atrevido a admitirlo en voz alta, siempre pareció más un juego de esperar al otro.

'¿Ahora te vuelves sentimental?'.

Picó mis costillas, desviando el tema rápidamente con tal de escapar de la vergüenza. Aún así, cuando trató de huir, lo abracé para que no escapara.

Supe en ese instante, en el que lo observaba sonreír y divertirse, que no podía volver a verlo llorar, que haría lo imposible con tal de hacerlo feliz.

Lo solté cuando finalmente se rindió.

'Está bien, también te quiero. Te quiero mucho, ¿bien?'.

Probablemente mis mejillas se acalambraron de la enorme sonrisa que no podía quitar.

Todo lo malo se desvanecería a partir de ahí, era mi promesa silenciosa: ayudarlo siempre y hacerlo feliz. No importaba si no era yo quien besaba sus labios o tenía su corazón y amor incondicional; solo importaba que su sonrisa perdurara.

Sonrió aún más, como si leyera mis pensamientos. Me lancé encima de él de lo contento que estaba.

'¡Deja de besarme! ¿Por qué siempre haces esto tan vergonzoso?', a pesar de sus palabras, reía.

Pensé que sería justo traer ese recuerdo hoy, ¿sabes? Si recordaras la fecha, lo entenderías.

Sería un feliz cumpleaños.

Él, incliso después de nuestra tormenta él, tenía la sonrisa más bonita.

él  jujae.Where stories live. Discover now