Capítulo 18

69.4K 5.7K 654
                                    

Tímidamente abro la puerta para que Owen entre a casa, presentándose como mi novio oficial

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tímidamente abro la puerta para que Owen entre a casa, presentándose como mi novio oficial. Sí. Mi novio. Puedo jurar que la vista de mamá no deja de posarse en Owen, embelesada por su apariencia y educación, y los ojos de papá en nuestras manos entrelazadas.

Owen había cambiado su ropa. La anterior estaba destrozada y llena de sangre —lo más seguro es que fuese mía—, aunque según Owen no sangré mucho, y todo el dolor era aumentado por trucos mentales de Oracles. Si hubiese sido completamente cierto, debería estar en el médico.

Yo tiemblo demasiado y el ángel de mi lado tiene mi mano tomada fuertemente para que yo pueda con la situación y no salga corriendo.

—Mamá, papá —digo cautelosa—. Éste es Owen.

—Encantado de conocerlos, señor y señora Cusnier —él parece relajado, sabiendo lo que hace. Ojalá pudiese estar igual—. Soy Owen Liv.

—Dime Eliana —dice mamá, regalándole una amplia sonrisa de aprobación a Owen—. Él es Daniel, estamos sorprendidos de conocer...

—¿Tú eres el que había hecho llorar a mi hija el otro día? —Corta mi padre el hilo de la conversación amistosa.

Oh, cierto que había hablado de él en la cena. Y bueno, seguro que me escuchó llorar cuando fui a mi cuarto.

Mierda. Mierda. Más mierda. Owen está mirándome ahora, y sí, claro. Él no sabe cuánto me afectó ese truco mental de quién-sabe-quién haya sido.

—No, papá —hablo rápidamente antes de que alguien diga algo. Pero tengo la mirada de Owen clavada en mí. Bingo. Ahora no sería la única con preguntas.

Es sencillo igual hablar del tema porque Owen no es culpable: Lo vi con otra chica. Nos habíamos besado el mismo día. Estuve mal por eso. Al final no fue él.

Pero Owen no lo dejaría acá. Lo dice en su mirada. «Ya hablaremos de eso», argumenta, demostrando que mis pensamientos iban por el lado correcto.

«Hay que hablar de muchas cosas, menos de eso. Ya está dicho». No tengo muy entendido cómo es todo eso de hablar en la cabeza de alguien, pero sé que le llega en mensaje. Porque su mirada se intensifica.

«Lloraste por ello. Estuviste mal por mí. Y no me agrada hacerte sufrir», susurra con un atisbo de culpa.

«Owen, no eras tú», espeto. —Lo cierto es... —prosigo hablando—. Yo estaba mal por otra cosa. Owen no tenía nada que ver.

—Ah, eres el chico que inspiró a Emma para escribir un poema, y ella lo negó luego —recuerda papá y un rubor sube por mis mejillas—. ¿Acudes al club también? —Genial, debí esperarme el interrogatorio.

Mamá está, por más raro que parezca, callada. Me mira de reojo a mí con complicidad, luego guiña un ojo. ¡Ay, mamá, ahora no! Muevo los labios formulando para ella la palabra "ayuda". Pero no la nota. Su mirada ahora recorre los sorprendentes ojos de Owen. No es que esté celosa que mi madre esté observando a mi chico, pero me incomoda. Y papá con un ataque de celos, ¿en serio? es mucho peor.

Corazón de cristal [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora