Capítulo 32

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La gente sí que está mal con el término "ángel" ¿saben? Los describen como seres armoniosos, llenos de paz, vigías de los sueños y cultivadores de esperanza

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La gente sí que está mal con el término "ángel" ¿saben? Los describen como seres armoniosos, llenos de paz, vigías de los sueños y cultivadores de esperanza. Pero eso es meter a todos en la misma bolsa; pueden haber muchos muy malos y crueles. Vanidosos, egocéntricos y sin piedad alguna por la raza humana, o inclusive su misma especie.

Salgo lo más apresurado que puedo de esa junta llena de ángeles conservadores. Mi odio hacia esos bastardos se ha intensificado, no piensan escuchar, solo destruir. Ellos quieren que todo siga siendo una jodida mierda como lo es ahora y lo fue siempre, no pueden aceptar que un cambio sería mejor; que ella es la llave desconocida. Lo peor de todo es que yo por un momento opinaba lo mismo. No fue fácil enfrentar a mis superiores, no cuando había prometido algo que no cumplí —ni cumpliría jamás—, salvo que esa última información debería ocultarla para hacer algo primero: crear una coartada.

Les he dicho una y otra vez: ella no sabe de sus orígenes, no sabe lo que es capaz de hacer, de crear. Ella no sabe quién es en realidad. Desconoce todos esos datos que Emmanuel quiso ocultar para protegerla a ella, a todo su plan y a él mismo. Y yo me le opuse.

Mi estómago cruje, Emmanuel. El simple hecho de escuchar su nombre produce que todos mis sentimientos enterrados salgan a la luz, sacando mucho más de lo que querría dejar escapar.

Siempre me ha parecido tan retorcido, tan iluso. Y ahora veo su objetivo con total claridad. Él, desde un principio, ha sido implacable, el predilecto de todos...

Incluso en esto.

Pero claro, pude haberlo denunciado ante la corte celestial para que lo encerraran en el infierno por rebeldía, pero no iba a hacer eso.

Suerte que no lo hice.

Ahora yo mismo me hubiese matado porque eso, mi actitud egoísta, hubiera perjudicado a Honey.

A todos.

Por mi orgullo.

Estoy entre la espada y la pared, y Emma también. Yo porque decidí en un principio estar en el lado incorrecto, y ella... simplemente por ser un alma pura. Es tan injusto... Desde que nació estuvo en el precipicio, y ella ni siquiera lo supo. La pregunta es, ¿lo debe descubrir?

¿Y, cómo? Yo no puedo decirle nada de lo que quisiera explicarle porque puede perder la consciencia. Solo puedo contar con alguien: Emmanuel.

¿De todos porque mierda tenía que ser él quién guardara la memoria de Emma? Ah, cierto. Porque es su protector. Estúpido ángel con ego supremasivo...

Necesito verla, pronto. Pensar tanto en ella, y en el peligro que corre estando sola, me hace querer ir de prisa a buscarla y tenerla entre mis brazos, segura, amada. Tocar sus labios, poder oler su perfume dulce a vainilla... No sé cómo llegué a depender tanto de una chica, y además, la chica que siempre me ha causado problemas desde su llegada la tierra. Pero ella, me hace sentir mejor... ¿ángel? ¿persona? ¿personángel?

Vaya, crear palabras como esas no es lo mío.

Ella me hace feliz, me hace sentir como hace tiempo no me pasaba: amado, querido. En casa. Pienso y hago cosas que nunca pensé que haría, y si tengo que arriesgarme para salvarla no lo dudo, incluso si eso incluye mi muerte o la de mi raza. No importa.

¿Ella puede ser una amenaza? ¡Me importa un carajo! Sé que no será así cuando llegue el momento de su elección.

Lo mío es una sentencia a muerte. O la entrego y sigo con mi miserable vida sin ella siendo un jodido infeliz, o me quedo a su lado y corro riesgo de morir. ¿Qué digo? Prefiero no vivir en un mundo en el que ella no se encuentre.

No importa si el infierno se me desata encima, o si el cielo se cae en pedazos.

No podría hacerle daño a Emma, jamás.

Al cabo de unas horas, me dirijo hacia el lugar recóndito indicado

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Al cabo de unas horas, me dirijo hacia el lugar recóndito indicado. Se supone que será seguro hablar allí, preferiría no arriesgarme, pero no queda mucha opción. Tampoco creo que él quiera arriesgarse a ser atrapado.

Y como debe ser, él ya está aquí.

Esperándome sentado, oculto en la sombra. Puedo distinguir sus ojos azules observándome expectantes. Trago sonoramente vacilando. Tal vez no debí haber venido... Tal vez no me vio... ¿Tal vez pueda irme?

No debo exponerme de esta forma, que estúpido. ¿Y si me siguieron los del consejo? ¿Si ahora van tras de Emma? ¿Si la matan?

Estoy a punto de girarme para emprender la vuelta pero mi acción es cortada por una voz conocida.

—Owen, ¿a qué debo que me llamaras para este maravilloso encuentro?

Lo miro directamente a los ojos frunciendo el ceño. Él hace lo mismo, nos vemos como un espejo.

—Hola, Emmanuel.

¡POV OWEN! Y con muchos secretos revelados

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¡POV OWEN! Y con muchos secretos revelados... Ummm. ¿Qué opinan? ¿Quién es Emmanuel?¿¿¿QUÉ ES LO QUE REALMENTE PASA CON EMMA???

-Eh... Vale, ya que es un momento tan especial y eso... ¿puedo despedirme yo?
-No.
-¿Por favor? *hace puchero*
-¡Ay! Vale, Owen...
-¡Genial! Hey, Honeys, soy Owen y quería decirles: ¡Gracias a todos por leer esta historia, por conocernos, por crecer junto a nosotros en estos 6 meses... y junto a mi sexy cara angelical!
-¡OWEN!

¡LOS AMORODOOOOOOO!

-¡Pero yo los quiero más!

Owen...

¡Nos vemos en el próximo capítulo!

-Bri.

Corazón de cristal [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora