My favourite angel

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Jade's POV.

Era consiente de lo impredecible que podía ser la vida a veces, pero nunca imaginé que las cosas cambiarían tan bruscamente. Hace a penas unos meses yo era la chica más feliz del mundo y de repente todo se vino abajo.

Estaba enfadada con la vida, con el destino y, en ese preciso instante, conmigo misma también.

Limpié mis lágrimas con brusquedad mientras le daba otro sorbo a mi vaso de vino, o vodka, o lo que fuese. A ese punto no sabía lo que estaba haciendo ni lo que estaba bebiendo, solo sabía que no era correcto. Creo que eso era lo peor de todo; sabía que estaba cometiendo un error, pero aún así no quería detenerme.

De repente sentí algo vibrar en el bolsillo de mi pantalón. Torpemente tomé mi teléfono para responder la llamada.

- ¿Si? - contesté un tanto desorientada.

- ¡¿Dónde diablos estás, Jade?! - escuché la voz de mi mejor amiga, Leigh Anne. Sonaba molesta.

- Emmh, no sabría decirte Lee Lee - respondí en un tono risueño, a pesar de que hace cinco segundos estaba llorando.

- ¡Mierda, Amelia! - gritó enfadada - No cortes la llamada ¿ok? Voy a rastrearte.

No respondí, simplemente seguí bebiendo pues era lo único que podía hacer en ese momento. Escuché varios murmullos de frustración a través de mi teléfono, varias maldiciones, y entonces me sentí culpable y avergonzada. Mi amiga no debía perder su tiempo conmigo, ella no se lo merecía. Debido a ese pensamiento, un par de lágrimas salieron de mis ojos y bajaron lentamente por mi mejilla.

- Soy un completo desastre - murmuré alejando la copa con ese maldito líquido adictivo.

Le pagué al chico de la barra y caminé lentamente hacia la salida. Todo me daba vueltas, pero a pesar de eso logré escapar de ese lugar. Me senté en la vereda de esa calle mirando fijamente la pantalla del aparato entre mis manos. El nombre de mi amiga estaba ahí y de fondo había una graciosa fotografía de ambas.

- Leigh - murmuré esperando que ella me oyera.

- ¿Qué? - preguntó en un tono neutral.

- Lo lamento - volví a murmurar dejando caer una solitaria lágrima.

Escuché un largo suspiro a través de la línea.

- Está bien cielo - dijo suavemente - Ya estoy llegando ¿sí? No te muevas de ahí.

- Bien - susurré débilmente.

La llamada se cortó y entonces apareció una hermosa fotografía de ella. Mi Perrie.

Un par de sollozos salieron de mi boca, pero antes de que el llanto se hiciera más fuerte, logré divisar un par de luces a lo lejos y de inmediato supe que era el auto de mi amiga. Me paré rápidamente de la acera para luego subir al asiento del copiloto en completo silencio. Ni siquiera me atreví a mirarla.

El viaje fue silencioso, lo único que se escuchaba era la música aleatoria de la radio.

Luego de unos veinte minutos al fin llegamos a mi casa. Nos bajamos rápidamente del auto, pues había comenzado a llover. Cuando entramos, todo estaba en un aterrador silencio. No me gustaba estar ahí.

- Ve a ducharte ¿sí? - habló Leigh Anne mientras ataba su cabello rizado en una coleta desalineada.

Asentí con mi cabeza para luego dirigirme a las escaleras. No estaba demasiado ebria por lo que no corría peligro alguno.

Caminé hasta el final del pasillo y me adentré en el baño de invitados, por alguna razón evité ir al de mi habitación. Me despojé de todas mis prendas con movimientos torpes y finalmente me metí a la ducha.

Jerrie Thirlwards//One shotsKde žijí příběhy. Začni objevovat