Inapropiado (pt.2)

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- Esto no es ético, ¿lo sabes, verdad? - sentía su mirada sobre mí, pero decidí ignorarla y continuar con mi cabeza apoyada en su pecho desnudo. Ella se dedicaba a dejar suaves caricias en mi espalda, también desnuda.

- Lo sé. Es inapropiado - murmuré. - Pero honestamente me da igual.

- ¿Qué quieres decir? - preguntó con curiosidad.

- No me importa la ética ni lo que es apropiado. Cuando estoy contigo esas cosas desaparecen. - decidí mirarla, y ella tenía una mueca de preocupación en el rostro. - Lo que siento por ti se siente bien, se siente correcto, y con eso me basta.

- Si esto se descubre, podría perder mi empleo. Quedaría una mancha en mi expediente y será dificil conseguir otro. - susurró sin quitar esa expresión.

Me separé un poco de la calidez de su cuerpo. No podía creer lo que me estaba diciendo.

- Llevamos más de dos meses saliendo, Jade - su ceño se frunció ante mi cambio de actitud. - ¿Recién ahora se te ocurre compartir esta inquietud que tienes?

- Lo siento, pero es que no sabía cómo. - se excusó. - Estábamos en nuestra pequeña burbuja feliz, la ilusión seguía en nosotras y no quería arruinarlo.

Me incliné en la cama, tapando mi torso con las sábanas blancas. Apoyé mi espalda en el respaldar, mirando fijamente la pared gris que tenía frente a mí. Nos encontrábamos en su casa, la cuál era demasiado apagada para mi gusto. Parecía una simple casa de catálogo.

- ¿A dónde quieres llegar con todo esto? - pregunté en un murmurllo. - ¿Quieres terminar conmigo?

Mi estómago se estrujó ante la idea de que eso ocurriera. En ese punto de nuestra relación ya estaba empezando a enamorarme de ella, aunque aún no se lo decía, por lo que si me dejaba me dolería demasiado.

- No quiero hacerlo, Perrie - susurró, pero por alguna razón sus palabras no provocaron un alivio en mí. Presentía que luego de eso vendría un "pero". No me equivoqué. - Pero creo que sería lo más prudente. No creo que te guste la idea de ocultarnos todo el tiempo, por miedo a ser vistas juntas. Honestamente a mí no me fascina la idea. - de reojo observé como empezó a jugar con sus manos. La conocía lo suficiente para saber que intentaba no llorar. - Quisiera tener citas contigo en lugares geniales. Me gustaría llevarte al cine o a tomar un helado en el puesto junto a tu edificio. Pero nada de eso sería posible.

En el fondo sabía que tenía razón. Jamás  tendríamos una relación "normal" y al final de todo nos haríamos daño. Es natural en la raza humana buscar a un culpable de los problemas, y no deseaba llegar al punto en el que culparamos a la otra por nuestra infelicidad.

- Solo me quedan dos semestres para acabar mi carrera - murmuré pensativa. - Luego de graduarme seré libre de hacer lo que quiera con mi vida.

- Eso ocurrirá en un año y medio. Sería egoísta pedirnos mutuamente esperarnos para ese entonces. - tomé una de sus manos y apoyé mi cabeza en su hombro.

- Lo sé - susurré. - Pero si llegamos a encontrarnos cuando yo ya esté graduada, y da la casualidad de que ambas estamos solteras... ¿Lo intentarías de nuevo?

Pasó uno de sus brazos sobre mis hombros, abrazándome con fuerza. Dejó un beso sobre mi cabello y yo dejé uno en su cuello.

- Claro que sí - murmuró. Cerré mis ojos para disfrutar sus palabras, esperando de todo corazón que fueran ciertas.

- Bien, entonces tal vez nos volvamos a encontrar - susurré separándome nuevamente.

- Hasta entonces - me otorgó una pequeña sonrisa como despedida.

Salí de esa casa con el corazón roto, pero con una pizca de esperanza.

☆☆☆

3 años después...

No solía frecuentar las cafeterías de esa ciudad, más que nada porque odio el olor a café, me da naúseas, pero en ese momento enserio necesitaba usar un baño, por lo que me vi obligada a entrar al pequeño local. Era bastante estético, pero no me fijé demasiado en las cosas que habían a mi alrededor, pues tenía prisa.

Me acerqué a la chica que estaba en la caja registradora. Tuve que comprar un muffin para que me diera las llaves del cuarto de baño.

Hice lo que tenía que hacer y al salir me sorprendí al ver a una mujer justo frente a mí. Logré esquivarla antes de chocar con ella y al pasar a su lado pude sentir el aroma de su perfume.

- Lo siento - murmuró. Retrocedí mis pasos para mirarla. Mi corazón se detuvo al confirmar la duda que había surgido en mi mente apenas identifiqué su perfume.

- Jade - susurré observando sus ojos, los cuales se iluminaron de inmediato.

- Perrie - una enorme sonrisa apareció en su rostro antes de abrazarme con fuerza. Correspondí ese gesto sintiendo todo el cariño que había conservado por ella.

Luego de nuestra ruptura tuve que seguir viéndola en el salón donde todo comenzó, fue complicado, pero después de todo fuimos cordiales y amigables. En el último año de mi carrera no volví a verla, porque no coincidimos. La extrañé durante mucho tiempo, hasta que ya no. Pero al tenerla frente a mí me di cuenta de que la extrañé más de lo que me gustaría admitir.

- Oh por dios, ha pasado tanto tiempo - dijo emocionada - ¿Cómo estás?

- Bien, excelente - respondí con sinceridad - ¿Cómo estás tú? - la miré mientras inconcientemente tomaba su mano para acariciarla.

- Bien, bien - murmuró dejando un leve apretón en mi mano. Se sentía muy familiar estar así con ella. Se sentía correcto. - Sé que odias el café, así que te gustaría ir a otra parte y no sé... charlar.

El hecho de que recordara lo del café provocó que mi pecho se estrujara.

Fuimos por un helado al puesto que estaba junto al edificio en el que seguía viviendo. Caminamos durante varios minutos mientras hablábamos de nuestras vidas. Me sentí cómoda con ella, como si estos tres años jamás hubieran pasado.

- Entonces - me miró con una de sus cejas alzadas y noté que le estaba costando trabajo soltar su siguiente pregunta. - ¿Estás soltera o ... ?

Solté una enorme carcajada mientras reforzaba mi agarre en su brazo. La acerqué un poco más a mí e hice que nos detuvieramos.

- Creo que te tardaste mucho en hacer esa pregunta - me burlé tomando sus manos frías. Nos observamos durante varios segundos.

- ¿Eso es un sí? - preguntó ladeando su cabeza. Ese pequeño gesto me resultó muy tierno, no pude evitar dejar un beso en su mejilla.

- Sí, ¿que hay de ti? - la miré con los ojos entrecerrados. La pequeña sonrisa que habia en su rostro desapareció. Me resultó extraño.

- Estoy comprometida - susurró. De inmediato solté sus manos y me alejé varios pasos. Me sentí estúpida, hasta que su sonrisa volvió a aparecer. - Es broma, lo siento. - Comenzó a reír, pero a mí no me pareció divertido. Golpeé su hombro y la regañé. - Perdón, perdón - me rogó mientras me abrazaba. Mi enojo se disipó rapidamente.

- Eres idiota - murmuré acariciando su cuello con la punta de mi nariz. La sentí estremecerse y me alegró saber que aún tenía ese punto sensible.

- Lo sé - susurró besando mi cabeza. La observé sin poder creer que eso era real. Me sentía en una nube.

- Bésame - le pedí cuando nuestras narices se estaban rozando. Ella obedeció.

En menos de cinco minutos ya nos encontrábamos en mi departamento. Rapidamente nuestra ropa empezó a sobrar.

Ese mismo día le pedí que fuera mi novia, porque a pesar de que acababamos de reencontrarnos, sentía que ya me había tardado demasiado en hacer la pregunta.




Jerrie Thirlwards//One shotsWhere stories live. Discover now