CAPÍTULO 10 | PRIMER DIA |

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— IMBÉCIL — respondiste con el mismo tono de voz.

Lo moviste tirandolo de la muñeca hasta la sala de estar, nadie estaba ahí. Ibas a salir y Tom se detuvo en seco.

— ¡ya basta! — se alteró haciendote  sobresaltar.

¿De dónde venía eso?

— ¿qué te pasa? — preguntaste confundida.

— no te hagas la desentendida, me estas sacando de quicio cada minuto más, en serio ya basta. ¿no entiendes que estamos esposados? ¿qué no puedes pensar sólo por ti? — dijo con enojo.

— Tom, tu no me importas

— y tú a mi tampoco me importas, pero mi muñeca si, asi que para de tironearme como si fuera un estúpido perro

— lo eres — murmuraste enojada.

— lo único que quiero es hacer grata esta maldita situación para que el puto lunes llegue rápido y alejarme de ti enseguida. No eres de mi agrado y jamás lo serás ¿esta bien?...tenme un poco más de respeto

— no tengo porque tenerte respeto si tú a mi no me respetas

— sé que no, pero he tratado de hacer esta situación un poco grata pero eres imposible

— ¡porque no me agradas! ¿no lo entiendes?

— tú tampoco a mi y no te ando tironeando ni tratandote como un animal, ya es hora de que te olvides del puto pasado

— no me olvidare del pasado — recalcaste mirandolo a los ojos.

— ¡por qué! ¿te hace mejor persona ser rencorosa? — se alteró.

— ¿y a ti te hace mejor persona ser un imbécil?

— ya no soy ese imbécil — dijo bajando la voz.

— lo eres, ni siquiera sabes porque te odio a tanto al límite de querer matarte

— no, no lo sé porque tú no me lo dices. No soy adivino

— y no te lo diré

— ¿por qué?

— porque no quiero, no me quiero llevar bien contigo o mejorar las cosas

— está bien — comentó molesto, tiró de tu muñeca y salieron de la cabaña — si quieres ser así, seré igual

Caminaron en silencio hasta el casino, se sirvieron algo y como no encontraron a los chicos se sentaron en cualquier mesa.

Comieron en silencio, Tom terminó antes que ti u con su mano izquierda comenzó a ver su celular.

— está bien, vamonos — dijiste tomando tu plato.

Él no dijo nada, ni siquiera te miró.

Tomó su plato y ambos los dejaron en un lavado.

— ¿y ahora qué? — dijiste enojada.

— estoy cansado — respondió frío.

(...)

Eran mas o menos las diez de la noche y ya se estaba vaciando afuera porque todos estaban exaustos con todo esto, esposas y otras cosas. Recién era el primer día.

— ¿no voy a dormir contigo! — le dijo Liz a Cole.

Él la observó irritado.

Estaban decidiendo como dormir, estaba claro; Milo y Cheryl, Harrison y Michelle ya lo habían decidido. Iban a dormir juntos.

— entonces duermes en el suelo con el brazo hacia arriba — respondió Cole.

— pero-

— elige — insistió Cole.

— está bien — dijo Liz con molestia – pero en mi habitación

— bueno — cedió Cole.

Se quedaron mirando y luego Cole te sonrió divertido. Se alejaron y entraron a la habitación de Liz.

— ¿dónde dormiremos? — preguntó Tom.

— yo no-

— no digas eso — te interrumpió — creo que deberías darte cuenta que es imposible que durmamos separados

— en mi habitación — dijiste seria.

— ¿y por qué no en la mia?

— me siento más cómoda en la mia

— y yo en la mia

— ¡está bien! — te alteraste mirandolo y te pusiste de pie.

El te observó enojado e hizo lo mismo.

Entraste a tu habitación a sacar tu pijama y la almohada para luego dirigirse a la habitación de Tom.

— no entiendo para que traes tu almohada — dijo sacandose sus pantalones.

— porque me gusta — contestaste seca.

— no vas a ponerte pijama? — dijo dandose cuenta de que no te movías

— claro — dijiste reaccionando.

Te sacaste los jeans y luego pusiste unos shorts de tela , una polera holgada y larga hasta la mitad del muslo.

— te ves.. te ves muy tierna — rió Tom.

— imbécil — dijiste tomándote el pelo, aunque de todas maneras quedo desordenado

— y arruinaste tú ternura — desvió la mirada.

Se quedó con boxer y se puso una polera también holgada blanca con cuello en "V".

Te acostaste al rincon ya que estabas amarrada de la muñeca izquierda y él de la derecha.

¡Que incómodo!

Trataste de apegar tu cuerpo a la muralla lo mas posible, no querías ni rozar a Tom, el hizo lo mismo y lo único cerca que tenian eran las muñecas.

— es muy incómodo dormir de espalda — dijo mirando el techo.

— acostumbrate — dijiste cerrando los ojos y apoyando la cabeza levemente hacia el lado.

— no puedo dormir asi — interrumpió tu intento de dormir.

— ¡Tom deja de quejarte! ¡callate! — exclamaste desesperada.

— antipática

— imbécil

Él suspiró y cerro sus ojos.

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Maratón 4/4

Ganar perdiendo | Tom HollandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora