CAPÍTULO 4 | PROBLEMAS |

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Observarte como le costaba hablar de eso.

— comenzamos a insultarnos hasta que me golpeó y yo le grité que lo odiaba. Nunca volvimos a retomar esa confianza milenaria que teníamos y ahora... ahora que el enfermo y retine muy poco rato las cosas no puedo pedirle que me perdone... ya que quizás una hora después lo olvide, el sólo recuerda con amargura como nos tratamos aquel día y odio saber que lo estoy perdiendo de a poco y no puedo decirle que me perdone de corazón. Lo e intentado, pero es frustrante llorar pidiéndole disculpas, que te abrace y te diga "todo está bien" y después de una hora te diga "tu ya no eres mi campeón nuestra confianza se arruinó ese día". Claro, el no recuerda nada. Cada vez se va debilitando más quizás se vaya sin saber que yo en realidad lo siento

Lo miraste sorprendida, sus palabras contenían mucho dolor, pero no derramo ninguna lágrima. La actividad terminó muy tarde y luego todos volvieron a sus cabañas. Después de esto, supusiste que la convivencia mejorará.

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— Liz lo único que hace es mirarse al espejo y limarte las uñas — reclamaste a Milo — mientras nosotros mantenemos la limpieza de la cabaña ¡debes decirle algo!

— está bien tranquila — dijo tocando tu hombro.

Todos estaban haciendo algo menos Liz y Tom que ya había terminado de hacer su parte.

— Liz — habló Milo — ¿puedes dejar de pintarte la uñas y ayudar un poco?

— ay Milo no molestes, soy la hija de la dueña nadie nos dirá nada

— pero a nosotros si — la reprendió Milo.

— ¿y eso me debería importar?

— claro que si, somos un grupo

— no me interesa ser parte de su grupo

Suspiraste, sabías que Milo no le iba a hablar mal porque era mujer pero tu si podías...

— ¿pdrías levantar el trasero del sillón y ayudarnos con lo que falta? — gritaste volteando a mirarla.

— no me mires así, si no quiero no lo haré

— ¡has estado horas pintando tus uñas! ¡estas en un campamento no en un desfile de modas! ¿a quien pretendes sorprender? ¿a un mosquito?

— calmate — dijo Milo.

— ¡no! ya es suficiente, cada día Liz hace lo que quiere, debe ayudar en algo, no sentarse como princesa a no hacer nada, no somos sus empleados

— la verdad que si — contestó ella — yo muevo dos dedos y tu quedas fuera del campamento

— yo puedo dejarte en un hermoso tono violeta antes de irme de aqui — la amenazaste.

— no me das miedo

— no me interesa que me tengas miedo, no seas estúpida. Eres una integrante más de esta cabaña y aunque no quieras vas a ayudar igual — dije tirándole un paño mojado para que limpiara.

— ¡idiota! ¿no entiendes que no quiero?

— ¡eres una maldita consentida!

Ganar perdiendo | Tom HollandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora