12 - ¿Un mini Yamada? Increíble.

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Narradora.

Las sirenas comenzaron a escucharse, esto alarmo tanto a los delincuentes como a los asesinos. Osoro se había distraído lo que le dio la oportunidad al atacante de golpearlo y salir corriendo, escapando y dejando con impotencia a los oficiales. Ambulancias comenzaron a llegar y poner en camillas a los afectados.

Osoro tomó en brazos a Ayano con delicadeza y la llevo a una de las ambulancias preocupado. La recibieron rápidamente y le preguntaron al rubio si quería acompañarlos pues pensaban que este era su novio por la forma en que la miraba y la trataba. El rubio vio la oportunidad de pasar más tiempo con su amada y acepto aún con esa preocupación de que ella no resistiera, había perdido mucha sangre.

Al llegar la pelinegra fue llevada a urgencias mientras una enferma retenía a Osoro para que no pasara, la culpa lo carcomía. Se sentó rendido y comenzó a recordar las sonrisas de su linda chica. Se había enamorado de ella desde el primer momento que la vio poner un pie en la escuela. El aire delicado que transmitía, su elegancia y carisma... Eran impresionantes. 

Los doctores con rapidez comenzaron a hacer su trabajo para poder salvar la vida de la joven azabache. La herida de su hombro era algo profunda, casi llegó a tocar un nervio. Un rato después terminaron, poco a poco fue despertando Ayano adolorida y confundida, vio a su al rededor encontrándose con los doctores y con una mirada suplicante les pidió una explicación. 

— ¿Cómo te sientes, Ayano? —preguntó el doctor a cargo con un leve tono de preocupación.

— Me duele todo el cuerpo —contestó haciendo pequeñas muecas.— ¿Qué sucedió? ¿Qué me pasó?

— Hubo un ataque a tu escuela, tú y veinte estudiantes más salieron heridos... Aunque... Eh, mejor no lo digo —dijo rápidamente con preocupación al ver que me altere de repente.— Es mejor que duermas un poco, tus padres llegaran dentro de una hora. Debo irme. —salió sin mirar atrás.

Tuve ganas de gritarle que esperara, que no me dejará con la duda. Esa oración se mantenía rondando en mi mente "Hubo un ataque a tu escuela, tú y veinte estudiantes más salieron heridos... Aunque..." ¿Alguien murió? No debería pensar de manera tan pesimista pero es imposible. Dejé escapar un suspiro y me recosté en la cama.

Unos toques a la puerta acabaron con el triste silencio de aquella habitación tan solitaria. Dije un pase y una cabellera naranja se asomo por la puerta. Era Osano-kun, su rostro era todo un poema, pero no bueno, su preocupación estaba a flor de piel. Se acercó a mi corriendo y me abrazo con tanta fuerza que llegó a lastimarme. Solté un pequeño gruñido que Osano entendió a la perfección y se separó con cuidado, su característico sonrojo estaba ahí. Iba a molestarlo un poco, extraño su actitud tsundere.

— Aww, me extrañaste conejito, que ternura —agarré sus cachetitos y los pellizque. Estaba rojo como un tomate, alejó mis manos con brusquedad.

— ¡¿Qué te pasa, Baka?! —gritó mientras ocultaba su linda carita.— ¿Estás loca? Yo nu-nunca me preocuparía por ti, solo, solo ¡Qué te importa! —se dejó caer en el pequeño sofá y reí a carcajadas, era realmente tierno.— Deja de reírte, baka.

Negué sin para de reír. 

De un momento a otro, se abrió la puerta dejando ver a... ¿Un mini Yamada? Increíble, ¿Acaso Taro se encogió o estoy muy drogada?

— ¿Por qué gritas tanto, Osano-sama? —preguntó preocupado el Mini Yamada, muy tierno, sin embargo, siento que es irreal. Las drogas, mijos. La anestesia esta haciendo efecto.— ¿Y tú quién eres? ¿De dónde conoces a Osano-sama? —interrogo mientras abrazaba a Osano.

¡ELLA ES MÍA! [Ayano x Harem]On viuen les histories. Descobreix ara