36 - Gran escandalo.

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Narradora.

No se sabe en que momento exacto sucedió, pero de la nada salieron hombres con cuchillos y pistolas listos para atacar. Hicieron dos hileras, dándole paso a Ichirou Saiko. El imponente hombre venía junto a su mujer con una sonrisa. 

— Caballeros — miro a cada persona de la sala feliz — esperemos que esta pelea sea justa y agradable, es bueno volver a verlos a todos y más a un rostro nuevo — dirigió su mirada hacia el primogénito de los Aishi — lástima no ver a tu madre.

La señora Saikou tomó una mirada sombría ante lo que dijo su esposo, apretó el arma que sostenía  buscándola, ella sabía que estaba en alguna parte y apenas la viera no dudaría en dispararle. 

— Sin más, me retiro — hizo una reverencia confiado, volviendo a sonreír dejando a la vista sus pocas arrugas. Sus guardias apuntaron al grupo rival para evitar que le disparasen, asimismo ellos también apuntaron.

Aprovechando la multitud que había, Yanagi se escabulló con cuidado hacia un atajo que tenía la mansión Saikou, en el carro le habían mostrado un plano de esta y se grabó el camino para llegar a uno de los tantos posibles lugares que podría estar su hermana menor. 

Ryoba siguió el plan de Yanagi, pero no para encontrar a su hija, sino para enfrentarse a Ichirou y posiblemente a su enemiga de años. Entro por la pequeña puerta que se encontraba debajo de las escaleras, que llevaba a un sótano. Aquel sótano poseía unas escaleras que llevaban a la cocina, al llegar no vio más que otros cuerpos, sin asco paso entro ellos para salir y así llegar a las escaleras principales de la mansión, estaban divididas en dos. Era peligroso que tomara un camino tan visible, cualquiera podría verla y matarla, ¿Pero qué es una vida sin riesgos para Ryoba? Ajustó por encima su chaleco y tomó el camino de la izquierda, no sabía el porqué. 

Casi llegando al último escalón, se pegó a la pared al escuchar las voces de ellos. Aguanto la respiración, se mantuvo rígida y escucho cada cosa que decían. 

— ¡Sé que ella esta aquí!  —chilló molesta, golpeteando el piso.

— Ya basta, mujer. ¿Por qué crees eso? Vamos, esto se trata de Ayano, ¿Crees que arrimaría su culo hasta acá para salvar a la persona que le roba la atención de su esposo? — vociferó molesto, él quería la atención de ella.

Le dolió.

¿A quién le gusta que le digan las verdades en la cara? A ella no, pero había algo en lo que se equivocaba Ichirou, por más que ella le robara su atención, seguiría siendo su hija y seguiría teniéndole cariño. 

— Imbécil, te arrepentirás  — le dijo resignada. Él solo se burló, escucho como sus pasos se alejaban, no hacia su dirección, le alivió muchísimo. 

Preparó su cuchillo cuando escucho a la mujer venir, le cortaría la lengua. Al escucharla ya a su lado, se lanzó sobre ella con una sonrisa, era tan estúpida aquella. Al hacer esto, la pistola se fue de sus manos, cayendo unos metros atrás.

— Hija de puta — escupió la peli-plateada lanzándole un puño — ¡Te mataré!

Ryoba cayó a su lado luego de recibir el golpe, sonrió limpiándose el labio donde comenzaba a salir sangre.

 La perra esta muerta, pensó.

La agarró por detrás del cabello y estampó el rostro de la mujer contra el piso con muchísima fuerza, dejando así una pequeña mancha de sangre.

— Mira a quién le estás hablando, perra  — sacó el cuchillo, sonriente la apuñaló en el pecho. La peli-blanca no podía hacer nada, estaba muy desorientada luego del golpe y ahora esto comenzaba a dejarla inconsciente.

¡ELLA ES MÍA! [Ayano x Harem]Where stories live. Discover now