22 - Megamo Saiko.

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Narra Amao.

Limpié mis manos y envolví los postres de chocolate, estaba muy emocionado por ir a la casa de Ayano. Estaría infinitamente agradecido con ella, sonreí y salí de la casa no sin antes despedirme de mi padre. Hace ya unos días entré a trabajar junto a mi padre al restaurante más famoso de los Aishi, son muy profesionales ahí a pesar de que estén bajo mucha presión. 

He aprendido mucho, es emocionante aprender algo nuevo cada día y más si se trata de cocina. 

Sin esperar más toqué la puerta ansioso, volvía tocar luego de un tiempo prudente... Nadie abría. Apreté mis labios y saqué mi celular para llamar a Yan-chan, no prendía. Fue un pequeño golpe a mi corazón, quería agradecerle por todo. 

Suspiré y dejé el pastel en la entrada, encorvado vagué por las calles de Japón mirando de vez en cuando a las parejas que pasaban a mi lado sonrientes. Seguí suspirando, sentía demasiados celos.

Me dirigí a casa, me ponía mal ver todas esas parejas... Y yo no ser una de ellas. Me detuve en seco cuando sentí una fuerte mirada sobre mí, era de esas que te querían hacer correr hasta los brazos de tu madre y llorar. Miré a mis lados con disimulo y me eché a correr. Logré ver a alguien que me espiaba desde un callejón, lo que más resaltaba era su sonrisa, era escalofriante.

Caí abruptamente gracias a que un idiota me hizo zancadilla, iba a reclamarle hasta que reconocí su sonrisa y a...

— Creo que debemos hablar, Amao —palmeó mi hombro sin dejar su sonrisa de lado. Intentaba intimidarme y lo estaba logrando.

— ¿Qué crees que haces-

— Shh, no entremos en detalles. Mejor ayúdame en algo y te recompensaré —me invitó a entrar al auto, mejor dicho me obligó. No era para nada idiota, muchos creían que lo era gracias a mi apariencia dulce. Los amables son estúpidos, ¿Quién inventó eso?

Entré sin rechistar, a pesar de que traía una chaqueta que tapaba el arma podía ver como a veces la pistola se asomaba al compas cuando el se movía.

***

— ¡Yan-chan! ¡Qué alegría de verte acá! Te hemos extrañado mucho —dijo la señora Najimi acercándose a abrazarme.— Osana, ven a recibir a Yan-chan —alzó un poco la voz para que la escuchara, la vi aparecer por el pasillo con una mala cara. Tampoco me da gusto verte, querida.

Saludó con desgano y volvió a su habitación.

— Déjala, estos días anda muy rebelde esa muchachita —habló con desaprobación.  

— Tranquila, ya estoy acostumbrada —reí nerviosa, algo incomoda. 

— Sabes... Eres de las pocas chicas que trae Osano a la casa, se puede decir que eres la segunda—confesó y miré a Osano sorprendida.

 — Que pena, quería ser la primera —bromeé.

— ¡Cá-cállate baka! —me dio un zape y corrió al comedor, donde ya se encontraba su padre y sorpresivamente su hermana menor.

Su madre y yo no pudimos evitar reír. Al final inconscientemente comencé a recordar momentos que había pasado con él, hasta que llegaron imágenes de un niño peli-naranja jugando conmigo, eran algo borrosas las imágenes, y estaba haciendo un esfuerzo por lograr entenderlas.

Dos niños y una niña reían y jugaban, a excepción del azabache que solo miraba a la niña reír.

Masajeé mis sienes, un dolor punzante no tardó en llegar.

¡ELLA ES MÍA! [Ayano x Harem]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora