17 - LO QUE ACTIVAS EN MÍ

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-¿Tú mataste a... a...? –Gavin tartamudeaba sin poder formular correctamente la pregunta.

-¿Aaron Sanz? ¿John Sommer? Termina la pregunta Gavin ¿A quién?

-Sanz, él. Tú lo mataste... ¿Cierto? –termina con dificultad su pregunta.

-Así es.

-¿Por qué?

-No lo sé, algo en mi sistema me obligó a hacerlo. Un virus, un malware, aun no descifro la naturaleza del error en mi núcleo.

-¿Y qué sentiste? –vuelve a preguntar el castaño con dificultad. Los parpados le pesaban incluso habiendo dormido casi once horas seguidas.

-Sentí un alivio muy grande, me sentí libre y completo. Un especie de placer jamás experimentado antes.

Nines se acerca más al detective. Este último se hallaba envuelto en mantas, el frío era intenso afuera y Gavin no paraba de temblar. El descenso de temperatura corporal era un efecto secundario de la droga que le suministraba RK al humano.

Cada doce horas, Nines pinchaba a Gavin con una pequeña jeringa que almacenaba en su bolsillo. Siempre en pequeñas dosis, solamente aumentaba los mililitros cuando el humano despertaba demasiado alterado o con taquicardia.

Nines había mantenido a Gavin en un estado casi totalmente vegetativo los últimos tres días. Únicamente lo dejaba tranquilo para que este se alimentara o fuese al baño. A veces Gavin estaba tan somnoliento y débil por la droga que 900 tenía que ayudarlo a ducharse.

-¿Por qué me haces esto Nines...?

Gavin se hallaba entre el umbral de la conciencia y el de los sueños. Se movía con dificultad, el cuerpo le pesaba y la cabeza le dolía. Sus músculos se habían casi entumecido por el tiempo que llevaba acostado y no podía hacer nada para remediarlo. Parecía que algo le había succionado toda la vitalidad y energía. Incluso existían momentos en los que no sabía si estaba soñando o se hallaba verdaderamente despierto.

Gavin era consiente que Nines le suministraba una especie de droga en determinado tiempo. Sentía su brazo arder cada vez que RK lo pinchaba. No tenía ni la más remota idea que tipo de droga era pero conocía de sobra sus efectos.

-No quiero hacerte daño –responde el androide acariciando su mejilla.

Nines se hallaba junto al detective, acostado a su lado a pesar de que no fuese la hora de dormir. Lo sabía porque rayos de sol se filtraban por la ventana e iban a parar al rostro de RK. Sus ojos azules resplandecían como cristalinos zafiros. Gavin no entendía si era efecto de la toxina pero se perdía en los ojos del androide cada vez que lo miraba.

Nines estaba al lado del menor noche y día, eran pocas las ocasiones en las que se separaba de él. Solamente un par de horas cuando el androide salía del departamento a comprar algo o a trabajar. Aunque Gavin no lo supiera, llevaba faltando al trabajo dos días, Nines había justificado su ausencia por enfermedad. Fowler no había quedado muy conforme con la escusa pero no hizo mayor escándalo.

El androide comprendía que si seguía impidiendo que Gavin saliera de la casa se acumularían los problemas acabándose las excusas. Aunque ya tenía un excelente plan trazado para engañar al capitán, no era tan fácil cuando Tina preguntaba en el trabajo o peor aun, llamaba por teléfono. Nines había atendido varias veces argumentando que Gavin no deseaba hablar en esos momentos, además de los mensajes que él mismo respondía imitando la escritura del humano.

-¿Seguro? Porque creo que me vas a terminar matando si sigues drogándome así.

-Te equivocas, controlo muy bien las dosis.

Gavin admiraba los zafiros azules del androide acercarse más y más, hasta sentir que su rostro fue rodeado con sus tibias manos.

-No tienes que preocuparte por nada, lo solucionaré –afirma Nines. Este junta sus labios con los contrarios en un lento beso que Gavin recibe necesitado.

Necesitado de contacto, de un poco de realidad, de algo que lo despertara y lo hiciera sentir vivo. Su somnolencia era extrema, su cuerpo no percibía ni experimentaba ningún tipo de sensación o emoción. El detective recibe aquel beso como un oasis en medio del desierto. Contraproducente si tenemos en cuenta que el culpable de todo aquello era a la vez su salvación. Nines representaba la redención y el castigo, la muerte y la vida a la vez. Una maniática moneda de doble cara. Tan irreal y lúcido en partes iguales.

-Lamento hacerte esto pero si me enfrentas activarás en mí lo que intento esconder. Ese maldito error que invade mi software. Te mataré si me haces enfadar Gavin, y sabes que lo haré.

Gavin escuchaba atentamente intentando asimilar todo lo que su cerebro le permitiera. Le horrorizaba el hecho de desatar la maldad más profunda y remota del androide. Pero a su vez, debía hacer lo posible para evitar el juego que 900 estaba siguiendo. En algún momento, el androide bajaría la guardia y podría escaparse. Nines podría ser eficiente y perspicaz pero incluso el modelo más avanzado se equivocaría en alguna ocasión. Aquel desliz o error se volvería la oportunidad perfecta.





Notas:

Fue corto pero volveré a subir capítulo el jueves ❤

EN MIS ENTRAÑAS | REED900Where stories live. Discover now