25 - TÚ, YO Y NOSOTROS

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Un automóvil estaciona en frente de aquella lujosa mansión. Minimalista, corte sencillo y hasta elegante. La nieve desbordaba desde el amplio techo hasta la escalera. Este aspecto, lejos de ser desventajoso, la ensalzaba más que nunca haciéndola resplandecer y brillar ante los pequeños rayos de sol.

Gavin baja de su auto y se queda contemplando el lugar por un momento. Sin saber muy bien que hacer pensando el por qué estaba allí. Iba a encender un cigarrillo pero decidió que mejor luego, si visitaba la casa de su hermano era más conveniente ir sin aromas nauseabundos pegados en la ropa.

Camina hasta la escalera y observa su entrada. Un pequeño brote de pánico crece en su interior. Estaba alargando aquella tortura demasiado tiempo, innecesario y estúpido.

Exhaló y dirigió su determinante dedo al timbre de la entrada. Y otra vez la rutina desde hacía años: Chloe, la androide favorita de su hermano, rubia y deslumbrante lo saluda con una sonrisa. Tras invitarlo a pasar, le pide que aguarde unos momentos, Gavin ya conocía demasiado bien los pasos a seguir por lo que ninguna de esas peticiones le sorprendía. Tras aguardar cinco minutos, la puerta del pasillo fue abierta nuevamente indicándole que ya podía acceder. El brote de pánico en Gavin crecía y crecía asfixiándolo. Ya no quería fumar un cigarrillo sino el atado completo. Le estaba costando incluso pararse del asiento en donde se encontraba para avanzar hacia la otra sala, pero Gavin había ido determinante. La situación lo demandaba.

Camina y cruza el arco entre la sala de espera y la habitación continua a esta. Contrario a todas sus especulaciones, Elijah no se hallaba nadando en su piscina sosteniendo una copa de vino cual millonario empedernido. La dulce voz femenina de la androide lo saca de sus pensamientos indicándole que lo que buscaba se hallaba en el taller, pasando el pasillo.

Gavin agradeció a su genética poseer algo de memoria visual. Pocas veces había ido más allá del pasillo de invitados y mucho menos solo. Volvió a abrir otra de las puertas y a caminar lentamente por el iluminado corredor, muy distinto al de su casa. El castaño se sorprendió al encontrar una casa bastante normal, no exagerada ni cargada de objetos valiosos. Se veía muy bien, claro, pero no la de un egocéntrico sujeto como lo era su hermano.

Al final del pasillo, entre una de las múltiples puertas, halló la que seguramente era la indicada. La marca de una mano negra descansaba en el pomo de entrada, seguramente debido a aceite o algún compuesto extraño.

Abre la puerta y lo que se encuentra era una postal diferente a la esperada. Elijah llevaba ropa casual, ensuciado en aceite negro y thirium azul. Hasta los anteojos que usaba presentaban marcas de suciedad. Su cabello se hallaba revuelto y su ceño fruncido. Algo tan característico en Gavin y tan extraño ver en otra persona. En realidad, puesto en aquel contexto, nadie dudaría en el parentesco de ambos hombres.

Una incandescente luz lo cubría por completo, lámpara que descendía desde el techo alumbrando poco más que medio metro por debajo. Demasiado dramático para el detective, que por la poca amplitud de la luminaria, sospechaba el por qué su hermano debía usar anteojos.

Elijah levanta su vista de la mesa de trabajo y observa entre penumbras la figura del otro hombre mirándolo. No lo duda ni un segundo, la sonrisa en su rostro denota que ya sabe de quien se trata.

-¡Gavin! –corre Elijah a saludarlo. Sin preocuparse mucho por su aspecto, abraza a su hermano seguramente ensuciándolo en el proceso.

-Le dije a Chloe que vendría, no sé por qué te asombras tanto.

-Yo también me alegro mucho de verte hermanito –contestó el de anteojos con sarcasmo en su voz.

El detective reflexionó si era mejor disculparse ante su frialdad pero decide ir al meollo del asunto.

EN MIS ENTRAÑAS | REED900Where stories live. Discover now