4. Saved by the bell

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····Will····

La gente me rodea como si fuéramos amigos de toda la vida. Es lo que hacen siempre, se emocionan al ver una cara conocida aunque no lo sea de verdad. Por mi parte sonrío de la mejor manera que puedo, de esa que me enseñó mi padre.

—¿Nos conseguirías un autógrafo?

—¿Viene a recogerte? Yo quiero verle.

—A mi no me parece para tanto.

—Le adoro. Tengo hasta un póster.

Ya no sé ni quién dice qué pero tampoco me importa mucho, nunca he entendido por qué les gusta tanto preguntar si no me dejan responder. Sólo quiero ir a clase y poder centrarme. Que aquí pasaría desapercibido dijeron mis hermanos. Desde un banco que hay enfrente una chica de mi edad coge el móvil y nos saca una foto. Genial. La privacidad y el secretismo en la basura y ni siquiera he entrado al centro.

Menos mal que el timbre me rescata pronto y yo retrocedo poco a poco. Por mucho que me encante hablar con los fans de mi padre hay un momento y lugar que desde luego, no son este.

—Perdona —digo a una chica que pasa a mi lado sin mirarme—, ¿sabes dónde está la clase de biología?

Ella se fija en el papel, sin prestarme atención con sus ojos de color caramelo. Una trenza del mismo tono me roza el brazo cuando se gira a mirar a la horda que tengo detrás.

—Voy a la misma aula. Vamos juntos.

—Mil gracias —le susurro. Le dirige una mirada de odio a nuestros compañeros. No creo que la merezcan pero me callo. Agarra mi mano y tira con fuerza para que no me quede atrás cuando otra persona intenta volver a hablarme.

—¡Luego te vemos!

—No mientras yo pueda evitarlo.

Creo que en vez de la campana, me ha salvado ella.

***

—La biblioteca está en el tercer piso y para ir al gimnasio es mejor usar las escaleras de detrás pero se puede salir por el pasillo central. El comedor son esas puertas naranjas chillonas para que vomitemos antes de entrar y nos podamos tragar la bazofia que sirven.

Si algo he aprendido este primer día es que Calipso, como se llama mi nueva amiga, tiene la lengua tan afilada como las uñas. Al entrar por la puerta nadie nos ha mirado, por lo menos a mí, con ella se ha quedado embobado un chico bajito y moreno que la ha empezado a silbar.

—Buenos días mamacita... ¿Sabes? Nunca me dijeron que las flores tan bonitas podían andar.

—Pues deberías prestar más atención en clase. Aunque un trozo de estiércol andante como tú seguro que tiene más valor científico.

Sus amigos aúllan y ríen, el resto de la clase calla, incluido yo. Cali me señala una silla a su lado en primera fila y tomamos asiento, quiero preguntarle si está bien pero ella sólo asiente con la cabeza.

—Por curiosidad, ¿quién eres? —pregunta. Ya me he presentado pero sé que no se refiere a mi nombre.

—Will... Solace.

—Ni idea.

Me río algo más tranquilo, no sé si lo dice de verdad pero para mí es suficiente. Entra la profesora y saco el estuche y un cuaderno, intentando disfrutar como cualquier otro de un nuevo primer día.

***

—¿Quieres un helado? —me invita ella al acabar las clases.

Do You Want an Ice Cream?Where stories live. Discover now