Capitulo XVI

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Capítulo XVI

Kira

— Kira, Kira, Kira ¿me escuchas? — Andrew me zarandeaba.

— Ah, perdón, si si si estoy bien sólo estaba pensando en otra cosa — respiré para no llorar ante el recuerdo de mi abue —. Voy afuera un rato, ya vengo.

Empecé a caminar a las puertas que separaban la sala y el patio trasero, no habían muchas personas allí. Salí y la brisa de la noche me acarició la cara. Mi respiración era temblorosa, me estaba costando mucho no llorar, me dolía demasiado el pecho.

Matthew

Cuando Andrew abrazó a Kira, mi estado de ánimo bajó a los suelos. Primero sentí celos pero después...

Tenía que tomar un poco de aire. No había muchas personas en el patio trasero así que agarré una cobija y mi chaqueta para acostarme en el césped y ver las estrellas.

Sentí como mi pecho se apretaba, pero no sabía porqué. Estiré la cobija en el suelo y era bastante grande, me acosté y vi el cielo. Por la ubicación de la casa, la luz de la ciudad no opacaba a las estrellas, se podía ver algunas constelaciones y la media luna en su gran esplendor.

El olor a canela. Ese olor tan conocido pero a la vez lejano. Ese olor que no entendía porqué él podía percibirlo. No sabía si existía. Nada tenía sentido en este momento.

— Matthew Williams — escuché esa voz que no ha dejado mi cabeza desde esa vez en el parque — ¿no tienes frío?

Alcé mi mirada para ver a Kira. Ella me observaba con tal dulzura y preocupación, ¿cómo es que ella podía volverse tan fría en cuestión de segundos?

— Hi — dije como si estuviera sin aliento — sus ojos brillaban por la luz de la luna —. Um no, está fresco aquí afuera.

— ¿Puedo acompañarte? — me preguntó ella con cautela.

— Sí claro — me moví ligeramente a la derecha para que ella entré en el resto de la cobija.

El silencio reinó entre los dos, pero mi corazón desbocado me retumbaba en mis oídos.

— Sabes — hizo una pausa como para revisar que yo sí quería escucharla —. Siempre he sentido esa conexión con la luna y el sol, además llegó a un punto en el que estaba ligeramente obsesionada con los dos astros — soltó una risilla —. Mi madre cuando era pequeña me contaba varias historias y leyendas de los dos – alzó su mano como si estuviera midiendo las estrellas.

Mientras ella hablaba, yo la observaba. Sus labios estaban ligeramente rojos. Si no estuviéramos tan cerca, no me hubiera percatado que tiene varias pecas en sus mejillas y mandíbula. La recorrí con mi ojos, viendo cada pequeño detalle, hasta que llegué a su cuello. Tragué grueso, quería pegar mi nariz y oler su fragancia con más intensidad. Esta chica era un misterio para mí, no la conocía para nada pero sentía que podía contarle todos mis secretos y ella no me juzgaría.

— ¿Quieres que te cuente una de las historias? — ella giró su cabeza para preguntarme.

Mis mejillas se sonrojaron porque ella descubrió que la estaba observando por segunda vez. Aclaré mi garganta.

— Um sí, eso me agradaría mucho.

Ella sonrió y empezó con la historia.

Elena y Halía

Las personas creían que las estrellas eran fruto del amor entre el Sol y la Luna.

Halía era la que brillaba con luz propia durante las largas noches. Elena era la que iluminaba los días.

Sol-Luna, Kira y Amaris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora