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Evite con todas mis fuerzas no pisar la línea del suelo, di unos saltos y cuando creí ser la campeona mundial del salto sin pisar las divisiones de la acera, tropecé con mi propio pie.

El cabello terminó en mi cara al tratar de no caer de cara contra el asfalto. Una risita se escucho a mis espaldas, trato de ignorarla.

Continuó con mi misión de llegar hasta el cruce evitando pisar las líneas. Me sentía como una niña eufórica, como si hubiera consumido kilos de azúcar. El corazón latía con rapidez y no era doloroso como otras veces, al contrario, quería seguir sintiendo esa adrenalina.

Quería seguir saltando como si no hubiera un mañana, reír cada vez que me equivocara, no tener miedo de hacer el ridículo. No tener miedo de lo nuevo, quería que siempre fuera así, escuchar la risa de Jungkook detrás mío, sus pasos siguiendo mi camino.

Juntos...

Y es que siempre había sido yo sola, encerrada, cohibida, negándole una oportunidad a lo nuevo.

Negándome a vivir y apostando todo a sobrevivir.

—Tranquila, mira por donde vas —. Su brazo se enredó en mi brazo y tiro de mi para darle paso a una pareja de ancianos.

Me safe de su agarre como una niña y acomode mi cabello con torpeza.

—No me toques —solté aún resentida.

Luego de haber llorado abrazados en la playa, tiro de mi para perdernos por los alrededores. Fue como si quisiera evitar todas las preguntas que bailaban en la punta de mi lengua.

Aunque tampoco quería escuchar la realidad.

Entonces por milésima vez en mi vida, me permití vivir una dulce mentira. Una donde Jungkook y yo éramos dos simples jóvenes que se conocieron de una manera particular y que luego de meses se volvieron a ver una travesura del destino.

Jungkook y Rea, nada más.

Sin rocas.

Ni  rosas.

Nada de  violines.

Cero de  melodías.

Sin pasado.

Sin futuro.

Sin mentiras.

Y sin lágrimas.

—¿A que país te gustaría viajar para quedarte por siempre?

Mi pregunta hizo que él detuviera su paso, entonces lo hice también. Giro sobre mis talones con lentitud para toparme con sus profundos ojos. Lo veo pensar mirando al cielo, espero en silencio, buscando encontrar la respuesta antes que él me lo diga.

Me encantaba leer sus ojos.

—Canadá.

—Todo es mejor en Canadá —coincidí sonriendo abiertamente.

—Todo es mejor en Canadá... —repitió.

Las palabras quedaron flotando en el aire. Los dos sabíamos que había mucho por hablar, preguntas por resolver y corazones que enmendar.

—Por cierto... ¿Con quienes viniste? —cuestiono volviendo a retomar la marcha.

—Con Lara y tres amigos más.

Mire al cielo, el sol se iba a paso lento, dejando detrás suyo una mezcla hermosa de tonos naranjas. La brisa ya no era tan violenta, dando caricias a mis mejillas. No había mucha gente y los alrededores de la playa estaban repletos de casas antiguas y uno que otro restaurante con hoteles.

C̴O̴N̴T̴R̴A̴ ̴V̴I̴E̴N̴T̴O̴ ̴Y̴ ̴M̴A̴R̴E̴A̴ || Jjk #1 (COMPLETA)Where stories live. Discover now