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La señora Jeon siempre me había provocado una sensación diferente, no era odio. Ella era tan radiante como el sol; solía tener la energía que yo muchas veces necesitaba en mi vida. La primera vez que la vi vestía un vestido largo y lentes de sol. Como lo rápido que solía juzgar, jure que era una señora divorciada que había robado todo el dinero de su esposo, que tenía miles de cirugías con miedo a las arrugas. Cuan equivocada estuve y quizás me hubiera gustado tener toda la razón, no porque no me gustará perder, había un motivo por el cual solía huir de sus abrazos o sonrisas.

Me hacía sentir sola, porque mientras ella tenía hermanos que la visitaban siempre, nietos que corrían de aquí para allá y miles de amigos más jóvenes con salidas entre sus amigas. Yo la miraba por la ventana esperando ver el auto de mamá estacionarse, que tocará la puerta con un pastel entre manos preparado por ella. Yo seguía mirando por la ventana esperando ver a papá con su sonrisa y miles de historias sobre su trabajo. Y seguía esperando en tanto veía a la señora Jeon disfrutar de lo que yo no podía.

Y no era odio.

Tenía miedo que ese espacio para el amor de mis padres se lo ganará ella. Porque seguía esperando, toda mi vida espere por todo, como una princesa sentada en el margen de su cama llorando por el príncipe en su caballo. Pasaron los años, sabía que muchas cosas no llegarían por si solas. Que los sueños eran solo sueños hasta que los volvías realidad. Pero, aun así, nunca dejé de esperar por ellos.

Suspire limpiando mis manos del sudor antes de tocar el timbre. Si, había decidido visitar a mi vecina, una cosa era escapar de ella y otra cerrarle la puerta a su hijo. Quien solo lo vi cruzar la calle como si nunca hubiera sido humillado por mí. Temía por ser rechazada para luego me lanzarán un balde de agua fría en pleno invierno. Me aferre aún más a mi bufanda por las dudas. Solo debía ingresar, pedir disculpas e irme a seguir pintando hasta que el sueño me ganará. Era fácil y rápido, no había complicaciones en mi plan.

La puerta fue abierta segundos después dejando ver a la alegre Jiyeun quien llevaba unas tijeras de jardinería en su mano y algo de tierra en su mejilla. Y aun así se veía joven y radiante. Quizás mi visita fue como ver un eclipse, raro, muy raro. Abrió sus ojos, luego me abrazo a pesar de tener varias hojas en su cabello y ropa. Me sentía incomoda, la aleje con cuidado de no parecer alguien cortante.

—Es bueno verte, de verdad, no sabes cuánto soñé con tu visita —. Siempre hablaba fuerte, como si estuviera en plena fiesta con música a todo volumen y tuviera que elevar la voz para que la escucharán.

—Pues ¡sorpresa...! —dije sonriendo forzada, luego me aclare la garganta, me frote las manos listas para decir lo que tenía preparado desde la mañana—, mas la verdad he venido con la intención de...

Ni siquiera pude terminar, pues tomo mi brazo y me adentro con rapidez. La calidez del lugar me golpeó con fuerza, tanta que deje escapar un jadeo de comodidad pura. Mis manos dejaron de temblar por el frío y pude relajar mis músculos.

La casa de la señora Jeon tenía aquel toque que, con tan solo verlo, sabias que había más gente en su interior. Sus sofás eran grandes y largos, los cojines se veían algo desgastados. Quizás era por el uso o por sus nietos saltando sobre ellos. Las paredes eran de un melón oscuro, pero que le daba más puntos al aura hogareño. Ni hablar de los floreros. Era sabido por todo el pueblo que Jiyeun era amante de las flores, en especial de las rosas, no poda negar que un par de veces fui a su jardín trasero para poder tomar fotos y así agregar más realismo a mis cuadros.

Cuando su rostro apareció en mi campo de visión, sonreí apenada por mirar así de fijo su casa. Mordí mi lengua antes de querer continuar con mis disculpas y así poder marcharme.

C̴O̴N̴T̴R̴A̴ ̴V̴I̴E̴N̴T̴O̴ ̴Y̴ ̴M̴A̴R̴E̴A̴ || Jjk #1 (COMPLETA)Where stories live. Discover now