Capítulo 3

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Ian Wright

Debemos buscar una manera de salir de aquí sin ser revisados, y lo peor fue que nunca pensamos en algo para esta clase de casos. Era un plan perfecto, pero nos lo han jodido por completo.

Veo que Alexandra se muerde el labio, quiere decir algo; pero está insegura. Quiero preguntarle en qué piensa. Pero antes de poder decirle algo ella da un paso al frente y le habla a uno de los oficiales.

—Faltan dos personas—anuncia.

El oficial se gira hacia ella, frunce el ceño y camina hasta nosotros.

— ¿Cómo dice?—le pregunta en tono molesto.

—Q-que faltan d-dos personas—tartamudea para darle más realismo al asunto.

— ¿Quiénes?

Alexa traga saliva ruidosamente cómo si estuviera nerviosa.

—Aquí junto a nosotros estaban sentados una chica rubia y un tipo. Y ahora han desaparecido.

El policía tensa la mandíbula, se gira y avanza a grandes zancadas hacia su compañero. Habla con él y después, juntos van a recepción. Ahí platican con la chica que nos recibió e indicó la mesa en que debíamos sentarnos.

No puedo negar que estoy nervioso. Debemos largarnos de aquí ahora mismo antes de que los policías se den cuenta de quién soy, porque eso podría arruinarme por completo.

Pasan veinticinco interminables minutos y por fin nos dejan ir. Alexandra y yo salimos con toda la tranquilidad del mundo para no llamar la atención.

— ¿Una modelo robando un diamante?—Gruñe el policía—. No suena muy lógico.

—Es la chica que falta—dice la recepcionista.

— ¿Y el tipo que falta?—tercia el otro policía.

No logro escuchar nada más, varias personas vienen detrás de mí y ahogan las palabras con sus murmullos.

Sólo cuando nos encontramos en la calle me permito suspirar con alivio, y Alexandra también, debo admitir que fue una gran idea la que tuvo; después se lo diré, aún no es el momento. Andamos calle abajo hasta donde está la limusina. Aarón nos mira, igual que nosotros suspira aliviado. Se acerca a Alexa y la abraza fuerte. Y yo siento una punzada de celos.

—  ¿Qué fue lo que pasó?—pregunta mientras se separa de ella y la mira de arriba a abajo como para comprobar que esta en una pieza.

Qué idiota. Alexandra es una chica fuerte, no necesita que se preocupen por ella, desde muy chica ha estado en este puto mundo de las mafias.

Reprimo las ganas de poner los ojos en blanco, no quiero que se den cuenta de lo celoso que estoy.

— Pues esa puta francesa—gruñe Alexa—. Ella y su novio se han robado el diamante, ¿puedes creerlo? Una modelo famosa resulta ser una jodida ladrona.

— ¿Qué?—pregunta Aarón, está claramente confundido y yo no pienso decirle nada, y por lo visto Alexa tampoco, porque permanece en silencio mientras observa el suelo con la mirada perdida.

Aarón se da cuenta que no le responderá y me mira.

— ¿A qué francesa se refiere?

Estoy a punto de ignorarlo, pero Alexa lo mira irritada y pone los  ojos en blanco.

—La modelo, hablo de la chica esa, Sophie Lepro. Estábamos sentados en la misma mesa e Ian se la pasó hablando con ella—dice con los dientes apretados.

Y estoy totalmente seguro se que esa es una clara muestra de que se puso celosa, ¿verdad?

Eso me hace sonreír. Al parecer no le soy tan indiferente como ha dado a demostrar desde hace tiempo.

— ¿Y no sospecharon nada?

¡Qué preguntas tan puñeteras hace este hombre! Joder, me irrita.

— ¿Podemos irnos?—pregunto con el tono más neutral que me es posible—. No es seguro que estemos aquí, si los policías nos ven, sospecharán.

Ellos asienten. Subimos a la limusina y vamos de regreso al hotel. Ninguno dice nada durante un buen tramo del camino.

Aarón es quien rompe con el silencio.

— ¿Estás bien?—vuelve a preguntarle a Alexa.

—No. ¿Sabes lo que pasará cuando le digamos que no lo tenemos? ¡Nos matará!— Está muy nerviosa, se frota las manos y golpetea el suelo con un pie.

Ahora sí pongo los ojos en blanco, ¿por qué se pone tan paranoica? Mierda, no es nuestra culpa que la mafia francesa también anduviera detrás del maldito diamante. Aunque debo admitir que  Richard es un tipo sin escrúpulos y con un carácter fuerte, y que es muy probable que nos castigue de alguna manera por no haber cumplido con la misión; sin embargo, él y yo tenemos un trato, después de este viaje, él no volverá a molestarme. Podré irme ya de Nueva York.

Lo único que me dolerá será dejar a Alexandra, pero entre nosotros ya no hay nada, podrá encontrar a alguien que la haga feliz. Y yo no quiero ver cuando eso pase.

Aarón está muy cerca de ella, puedo leer en sus movimientos corporales que quiere abrazarla, pero no se atreve. Cobarde.

Bueno, también hay que ver que Alexandra es un poco intimidante, pero si él tuviera la intención, lo haría y ya, sin pensárselo mucho.

Se acerca más a ella, y creo que va a hacerlo cuando la  limusina se detiene y Alexandra sale disparada; casi corre hacía la entrada del hotel y se pierde en el interior de él.

Aarón va a seguirla, pero lo detengo agarrándolo del brazo impidiendo que lo haga.

— ¿Qué haces?—pregunta malhumorado—. ¡Sueltame! Necesito saber que ella...

—Está bien—lo interrumpo—. No es una muñeca de porcelana, es una mujer hecha y derecha, ya se le pasará. Y lo mejor será que la dejes en paz. Está molesta y será una imprudencia de tu parte si vas a su habitación cuando es obvio que quiere estar sola.

Frunce los labios y el ceño. Puedo notar que está furioso porque lo detuve, pero tuve mis motivos para hacerlo. Aún me preocupo por ella, sé que la esta pasando muy mal por el fracaso de la misión y lo que menos necesita es un cabrón que vaya a molestarla.

—Déjame en paz, Wright. Yo sé lo que hago.

Me encojo de hombros. Por supuesto que no lo sabe.

—Cómo quieras, yo te lo advertí.

Le palmeo el hombro cuando pasó por un lado de él a modo de despedida y entro al hotel.

La habitación está vacía, pero completamente desordenada. Quizá las chicas estaban buscando algo que pudieran llevarse, pero no les he dejado dinero, ni joyas; nada de valor que pudieran hurtar.

Me aflojo la corbata mientras camino hacía mi cama teniendo mucho cuidado de no pisar la ropa que está regada por toda la habitación; me la quito y la tiro lejos. Me acuesto en la cama, enciendo el televisor e intento apartar a Alexa de mi mente. Pero es imposible.

Hace años que no somos nada, ni siquiera amigos —y doy gracias al cielo por eso—. Pero duele.

Por eso ansío irme tan lejos como me sea posible, necesito olvidarla y matar estos malditos sentimientos que tengo hacia ella. Y sé que no lo lograré si permanezco más tiempo a su lado, al contrario, terminaré rogándole que vuelva a mí y yo no quiero rebajarme de esa manera.

Niego con la cabeza e intento concentrarme en lo que hay en el televisor, pero está en francés. Mejor decido apagarlo y meterme a bañar.

Me quito la playera. Justo en ese momento tocan la puerta.

Hago una mueca de disgusto,  avanzo hasta la puerta y la abro. Es Alexandra, y verla parada frente a mí hace que mi pulso se acelere y mi corazón esté latiendo fuerte contra mi caja torácica.

— Buenas noches, Ian. ¿No me invitas a pasar?

IAN WRIGHT [+18] ||TERMINADA||Where stories live. Discover now