Capítulo 11

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Alexandra Martínez

Esta noche he decidido impresionar a Ian.
La boutique está a reventar de chicas. Es la primera vez que entro a un lugar como este, regularmente mi ropa la compro en algunas tiendas del centro.
Me detengo a observar detenidamente un vestido color rojo. Es bonito. Lo tomo y me dirijo a uno de los vestidores.

¡Es hermoso! En serio, y me encanta. Sin embargo, tengo la impresión de que me veo un poco… vulgar. Es bastante corto—me queda tres dedos debajo del culo—, el escote un poco pronunciado y me queda escandalosamente ceñido al cuerpo. Estoy absolutamente segura de que Ian se quedará con la boca abierta al verme, pero… no termina de convencerme.
Me miro al espejo y hago una mueca de disgusto.

— ¿Algún problema, señorita?—me pregunta la dependienta.
—No, es solo que… me queda un poco corto—balbuceo nerviosa. Hay muchas chicas midiéndose vestidos incluso más cortos y escotados que el mío. Y sí, me siento un poco… ridícula.
—Oh… bueno, es que en realidad casi todos los vestidos que tenemos son cortos, pero si quiere puedo buscarle uno de noche, esos son largos y…
— ¿Tan largo que me llegaría hasta los pies?

Ella asiente.
No, no puedo ponerme un vestido así de largo. Primeramente, no es apropiado para ir a un bar; segundo, soy muy bajita y no me favorecen los vestidos largos; y tercero, no creo que ese vestido sirva para impresionar a Ian.
Finalmente decido comprar el vestido, y también unos zapatos negros, muy altos.

Ya son las tres de la tarde, y estoy hambrienta. Entro en un McDonalds, compro una hamburguesa, papas y refresco. Me los dan para llevar y me encamino hacia mi departamento, tengo muchas cosas que hacer.

Al llegar voy directo a mi habitación, dejo las bolsas en la cama y enciendo el televisor. Mientras como me pongo a ver una película.
Cuando termina miro la hora, ya son más de las cinco. Y es ahora cuando me doy cuenta de que Ian y yo no hemos establecido una hora de llegada al bar. De inmediato le mando un mensaje.

“Hey, ¿a qué hora nos veremos?”

Mientras espero que responda voy al baño a lavarme las manos y cepillarme los dientes. Mi móvil suena y corro a ver que me ha respondido.

“¿Tan ansiosa estas de verme?”

No puedo evitar soltar una risita y poner los ojos en blanco, ¡es un coqueto! Y por supuesto que estoy ansiosa de verlo, pero no se lo diré.

“No exactamente, simplemente que necesito saberlo. ¿A qué hora, entonces?”

“¿Y para que necesitas saberlo? ¿Para ponerte hermosa e impresionarme?”

¡JODER! ¿Cómo lo sabe?
Frunzo el ceño. ¿Acaso este chico me espía?

“Nop. No eres tan importante, Wright.”

No contesta.
Me recuesto en la cama y espero.
Cinco minutos después llega un mensaje de él.

“¿Alguna vez te he dicho cuanto me pone que me hables por mi apellido? Y te veo a las ocho. ¡Apresúrate, Martínez!”

¿Qué? ¿Es en serio? ¿Le excita que le diga Wright? Ahora entiendo porque sonrío aquella vez en París, ¡es un tonto!
Ya es tarde y sí, debo apurarme.
Decido no responderle. De inmediato saco el vestido y mis zapatos. Y es entonces cuando me doy cuenta de que he olvidado comprar lencería, ¡dioses! ¿Cómo puedo ser tan distraída?
Corro a mi buró, abro los cajones y busco entre mi ropa interior algo sexy. Estoy segura de que no encontrare nada interesante, comprar lencería fina no es lo mío. Y no, no hay nada.
Tuerzo el gesto. No tengo otra opción, tendré que ir sin sostén y con una tanga de hilo dental, ya que es lo único más o menos excitante que tengo.

Entro al baño para darme una ducha. He comprado un shampoo de miel, sé que él lo amará, aún recuerdo cuando me decía que le encantaba el aroma de mi cabello. Tenía años que no lo usaba. Compruebo que en mi cuerpo no haya ninguna señal de vello incipiente, no tendría tiempo de ir ahora a quitármelo con cera. Gracias al cielo no hay. Mis piernas, axilas y monte de venus están libres de él.  

Cierro el grifo de la regadera, abro la puerta corrediza, agarro mi toalla y me la enredo alrededor del cuerpo y salgo hacia mi habitación. Sobre la cama hay una toalla más chica, esa me la pongo en el cabello y me dispongo a secarme.
Al terminar, me pongo mi tanga negra de encaje, es realmente muy pequeña. De sólo pensar que Ian me verá con ella puesta me pongo colorada.
Voy al tocador. Me unto crema en todo el cuerpo, me pongo desodorante y me siento frente al espejo para maquillarme. Y aquí viene lo peor: No sé maquillarme.
Miro la cantidad de polvos, sobras, lápices y demás cosas que tengo; son demasiados. Lo primero que hago, es delinear mis ojos con el lápiz negro. Después rizo mis pestañas para colocar el rímel en ellas. Me pongo polvo en el rostro, después el rubor y finalmente me pinto los labios de color rojo.
No es la gran cosa, pero me veo bien.

¡Ya son las seis y media!
Me levanto de un salto y voy a la cama, donde yace mi precioso vestido nuevo. Luego de ponérmelo regreso al tocador y me percato de que aún tengo la toalla en la cabeza. Me la quito tirándola al suelo. No es necesario decir que mi cabello es un completo desastre. Conecto la secadora y la enciendo. Busco un cepillo redondo y con ambas cosas logro alaciar mi cabello y dejarlo ligeramente esponjado. Lo peino todo hacia atrás y luego lo agito. ¡Genial! Me ha quedado una melena perfecta.
Sólo faltan los zapatos. Me los calzo y me hecho un último vistazo frente al espejo.
Creo que ha valido la pena. Ian Wright volverá a caer rendido ante mis encantos.

Tomo mi móvil y mi bolso. Salgo de mi departamento mientras intento calmar el torrente de emociones que corre en mi interior.
Llego al bar, y sinceramente, me siento orgullosa de mi misma ya que no me caí ni una sola vez, a pesar de que la calle está horrible y que traigo unos tacones de quince centímetros. ¡Bien!
De inmediato, siento la mirada de los hombres que me siguen hasta la barra. Me siento en uno de los bancos que están frente a esta, pido un whisky y espero a que Ian llegue.

—Pensé que la cita era de negocios—dice una conocida voz femenina a mis espaldas.

Me encojo de hombros, no pienso contestarle. Sé lo que trama y no estoy interesada en armar un escándalo aquí.
La miro de reojo, se pone a mi lado y le pide al barman una cerveza.

— ¿No te verás con Ian?
—No creo que sea de tu incumbencia, Natalie.
—Yo creo que sí lo es, linda. Por si no lo recuerdas, ambas estamos trabajando para Richard y no creo que le guste saber que citaste a Ian única y exclusivamente para tu placer.

No puedo evitar soltar una corta carcajada. Eso a Richard no le interesaría en lo más mínimo, siempre y cuando cumplamos con nuestro trabajo a él le da igual con quien follemos. Y eso ella debería saberlo perfectamente. El barman pone el whisky frente a mí y a ella le da su cerveza.

— ¿Ian está tan bueno como dicen?

Resoplo molesta, ¿es que nunca se va a callar?
Volteo a verla. La definición exacta para la manera en que viene vestida es: vulgar. Trae una minifalda de mezclilla que le queda muy ajustada, estoy segura de que marca a la perfección su enorme culo. Su blusa blanca prácticamente deja al descubierto la mitad de sus senos y estoy segura de haber visto sus pezones (ewww). ¿Es que esta chica no puede vestirse mejor?
Natalie se inclina hacia adelante elevando un poco su trasero, es obvio su mensaje: busca sexo.

— ¿Qué haces aquí?—le pregunto.
—Supongo que lo mismo que tú. —Le da un sorbo a su cerveza—. Buscando algún chico interesante.

Arqueo una ceja.

—Creo que te has confundido, “linda”. Yo no ando buscando nada.

Bebo un poco de mi whisky. Escucho murmullos femeninos un poco alterados, volteo hacia la puerta y entonces lo veo.
Ian está guapísimo, como siempre. No puedo evitar sonreír.
Estira el cuello mirando en todas direcciones, supongo que está buscándome. Nuestros ojos se encuentran. Me sonríe y se dirige hacia mí. Veo como todas las chicas del bar lo miran embelesadas.
 Lo lamento chicas, ese papacito es mío, absolutamente mío.
Pero entonces mi sonrisa se desvanece cuando veo que su mirada viaja hacia Natalie y sus ojos se posan en su culo. Una punzada de celos se clava en mi estómago, deseo ir hasta él y llevármelo, alejarlo de esa zorra. Pero es tarde, Ian está frente a nosotras. Y en ese instante Natalie enfoca su mirada felina en él.
Creo que lo perderé de nuevo. 

IAN WRIGHT [+18] ||TERMINADA||Where stories live. Discover now