La vie en rose

8K 556 1.2K
                                    


El sonido de unos tacones resonando en la madera me hicieron despertar. Iban de allá para acá, retumbándome en la mejilla derecha, y haciendo eco en mis oídos. Tenía frío. Un frío antinatural e intenso que me hacía temblar ligeramente. Un frío que hace varias semanas no sentía al despertar. Intenté abrir los ojos, no sin algo de dificultad. Pero, de inmediato, tuve que cerrarlos con fuerza por un repentino y enceguecedor rayo de luz. Podía ver las manchas difuminadas, producto de haber sido encandilada. Mantuve los ojos firmemente cerrados intentando recuperarme. Sin embargo, momentos después, pude distinguir otro rayo de luz a través de mis párpados.

Flash.

Alguien estaba sacando fotografías, sin duda. ¿Era alguna especie de paparazzi? ¿Me estaba sacando fotografías a mí, acaso? Pero yo no tenía ninguna sesión fotográfica programada. Más aún, ni siquiera estaba trabajando para el Mimzy's Palace a esas alturas. No tenía sentido.

Estaba aturdida. ¿Era eso una especie de sueño? ¿Una pesadilla? Me esforcé en ordenar mis pensamientos. Pero me dolía pensar. Tenía la cabeza pesada y revuelta. Con mucho trabajo, comencé a aclarar la nebulosa confusa que tenía en mi mente. Me concentré en traer coherencia a mi extraña situación. Y, al hacer memoria de mis últimos pasos, mi estado y mi postura parecían completamente absurdos.

Abrí un ojo, con cuidado. El olor a polvo cosquilleaba en mi nariz. Necesitaba saber dónde estaba, pero desde mi ángulo no podía ver más que un piso de madera viejo. Y sólo lograba vislumbrar unos pocos frascos sucios, acumulados en un rincón de un estante con la pintura gastada. Todo el lugar estaba casi en penumbras, iluminado, escasamente, por una tenue luz verde, de una fuente desconocida para mí. Nada concreto que me diera una mínima señal para ubicarme. Eso era lo único que me importaba en ese momento; ¿dónde estaba yo? ¿Por qué estaba tirada en el piso? ¿Qué había pasado? No recordaba haberme sentido mal para llegar a desmayarme, y acabar en el suelo, en aquel lugar tan extraño. Yo estaba segura de que había estado en el Mimzy's Palace y, desde ahí, no recordaba nada más.

¿Dónde estaba la sombra?

Intenté mover mi cabeza, pero de inmediato desistí. Reprimí un quejido. Mi sien izquierda me palpitaba, y la ligera jaqueca que tenía se acentuaba más, de forma punzante.

Entonces, mi estómago me dio un vuelco al ver a aquellos ruidosos tacones caminar frente a mi cara. Se detuvieron a centímetros de mi nariz. Yo no estaba sola. Quien fuera esa persona, parecía no importarle, en absoluto, mi presencia. Esa mujer estaba dándome la espalda, pero podía escuchar el inconfundible sonido de cómo cargaba una cámara de fotos.

Flash.

Volví a apretar los párpados y fruncí los labios, con molestia. Al arrugar el rostro, noté un tirón en mi costado izquierdo de la cabeza. Como si algo pegajoso se hubiese secado en todo el contorno de mi cara. Hice una inspección general de mi cuerpo y me di cuenta que sólo mi cabeza estaba mal. Como si me hubiese dado un golpe duro. Uno que yo no recordaba.

"¡Tenías razón!" escuché a la mujer "¡Esto es una verdadera mina de oro!"

¿Había alguien más en la habitación o me hablaba a mí?

Yo mantuve los ojos cerrados. Sus tacones pasaron de mi costado izquierdo al derecho. La rabia me borboteó, de inmediato, en el pecho. ¡Esa mujer había pasado por sobre mí, como si fuese un bulto más en piso, y que sólo se limitó a esquivar! Era indignante. Esa persona era consciente de que yo estaba tirada en el suelo y no le interesaba ayudarme.

"Sabía que el tipo era raro." Continuó, ella, con entusiasmo. "¡Pero nunca me imaginé que Alastor Leblanc fuera El justiciero!"

Fue, entonces, que sentí cómo el estómago se me encogía del miedo y el terror bajaba por mi espalda, como un estremecimiento violento. Todo malestar físico se esfumó de mi mente en aquel momento, y mis entrañas comenzaron a retorcerse sin control.

El taxidermistaWhere stories live. Discover now