Tempestad

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"¡Son casi las cuatro de la tarde, damas y caballeros! ¡Y despedimos esta sección especial, completamente improvisada, dedicada al amor! No se preocupen a aquellos que no pudieron escuchar su pedido el día de hoy. ¡Porque mañana continuaremos emitiendo todas las solicitudes musicales que quedaron pendientes!"

Me acerqué al micrófono y dije, con voz más grave.

"Esta es la última canción del día: Isn't it romantic?"

Di la señal y la música comenzó a sonar.

"Para ustedes, queridos radioescuchas." Dije, en tono suave.

Me lancé hacia atrás, para reclinarme en el asiento, me quité un momento las gafas y lancé un largo suspiro, mientras escuchaba la canción.

Isn't it romantic?
Music in the night, a dream that can be heard.

Isn't it romantic?
Moving shadows write the oldest magic word.
I hear the breezes playing in the trees above
While all the world is saying you were meant for love.

Isn't it romantic
Merely to be young on such a night as this?

Isn't it romantic?
Every note that's sung is like a lover's kiss.
Sweet symbols in the moonlight,
Do you mean that I will fall in love per chance?

Isn't it romance?

¡Pero qué día tan, particularmente, curioso!

Nuestra aventura en el hotel, con Charlotte, había sido la gran noticia del día. ¡Estaba seguro que, a esas horas, no había persona en toda la ciudad que no se hubiese enterado! Y no me sorprendía, la verdad.

Después de todo, nuestra presencia en la cotidianidad de los ciudadanos de New Orleans había sido, especialmente, potente en el último tiempo. De manera indirecta, en mi caso y sin darme mérito como El justiciero, públicamente. Pero sí como locutor radial.

La estación de radio había ganado bastante más popularidad en las últimas semanas, por nuestra sección matutina dedicada exclusivamente a leer la noticia sobre El justiciero en primer lugar; incluida una reseña policial adicional que no era mencionada en la reseña del homicidio diario. Todos esperaban escuchar mi voz a diario, anunciando, de manera críptica, que el mundo era un poco menos malo por haber eliminado a una sabandija de la sociedad.

Y Charlotte se labró un nombre, rápidamente, entre los mundanales rumores que hablaban de ella, desde que hizo su debut en el escenario. Donde siempre se destacaba su belleza y su voz. La elegancia y potencia que tenía en su desplante escénico, había cautivado rápidamente a los visitantes recurrentes del local. Y muchas más personas, tanto hombres y mujeres, comenzaron a frecuentar el Mimzy's Palace, por la curiosidad que tenían y las ansias de poder presenciar el afamado show de El Ange Blanc.

Y no salían decepcionados, claramente.

Cada vez eran más los entusiastas seguidores que ella tenía. Y eran tremendamente molestos, según las propias palabras de Mimzy. Porque "parecían obviar que Charlotte estaría por un periodo limitado y no deberían acostumbrarse a ir su local por ella.". Pero ni toda la envidia de Mimzy evitó que la popularidad de Charlotte amainara. El Ange blanc brillaba por cuenta propia y atraía a personas que la adoraban, por montones.

Por eso, juntarnos a Charlotte y a mí en un solo y gran escándalo de índole amorosa, debió ser una bomba para los lectores de la ciudad. Y, de buena fuente, me enteré que Trench tuvo que lanzar un segundo tiraje, para abarcar la gran demanda por su periódico. Él tenía la exclusiva de la noticia del momento. Esa alimaña obtuvo las ventas que deseaba, a costa de inmiscuirse en nuestra vida personal. Y nada era tan efectivo como los chismes, en primera plana, de personas conocidas. Siempre era más interesante hablar de la vida de otras personas, que notar lo miserable que era su propia y fútil existencia.

El taxidermistaWhere stories live. Discover now