Puntos de vista

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El señor Alastor me miraba con una sonrisa dentada, expectante. Me puse de pie y me acerqué a la bolsa de papel marrón en el piso para tomarla. Saqué de ella un precioso vestido rojo con negro, de escote en V y mangas abullonadas.

"¿Qué...?" susurré incrédula al mirar el vestido. Estaba nuevo y la etiqueta decía, en una cursiva muy elaborada: "Emporio de Rosie".

No podía ser cierto. ¿Un vestido de Rosie? De inmediato seguí indagando en la bolsa.

Había un par de guantes negros con pequeños lazos en las muñecas. Y también una preciosa bufanda de pelo blanco. Había un pequeño paquete morado cerrado con una cinta que resultó contener ropa interior y medias nuevas. Y en el fondo había un par de zapatos nuevos, de color negro y de tacón cuadrado.

Me puse de pie y me giré para mirar al señor Alastor solicitando una explicación. Me miraba divertido con su cabeza reposada en su mano.

"¿Por qué...?" intenté preguntar. "¿E-esto es para mí?"

"Estaba guardándolo para navidad, pero supuse que esta noche era ideal para estrenarlo." dijo mordiendo una tostada.

Yo seguía mirándolo en silencio, sin salir de mi estupor.

"Rosie me debía un gran favor." prosiguió restándole importancia. "Considéralo como un cambio justo. Aunque los accesorios me los cobró aparte."

Sacó algo de su bolsillo y lo puso en la mesa. Era un par de aretes de metal e imitación de perla blanca.

Sentía que no me salían las palabras. Me quedé de pie ahí con el vestido entre mis manos. Era el primer vestido nuevo que había tenido en años y lo abracé con fuerza.

"¿Y? ¿Qué piensas?" dijo ladeando la cabeza.

"¡Esto es increíble!" dije sin poder contener una gran sonrisa. "No debió molestarse, señor."

Se rio entre dientes.

"Cariño, si vamos a salir no permitiré que te ridiculices entre los mejores vestidos." dijo poniendo mantequilla en su segunda tostada. "Además el rojo te queda bien y quedaremos vestidos a juego. Rosie también tiene un traje para mí que debo ir a buscar a su local después del trabajo."

Acaricié la tela sobre mi cuerpo con solemnidad. Era de verdad suave y caía con elegancia. Creía que nunca volvería a tener algo tan bonito en mi vida. Lo apegué a mi pecho y me di una vuelta completa. El movimiento de la falda era exquisito.

"De verdad no sabe cuánto se lo agradezco, señor Alastor." le dije sin contener la emoción.

Él sólo sonrió y siguió desayunando como si nada pasara. Guardé las cosas con cuidado dentro de la bolsa y me uní a él. Estaba eufórica. No podía creer que usaría un vestido de Rosie otra vez. Continué con mi desayuno con una gran sonrisa.

Rosie era la única persona que el señor Alastor y yo conocíamos en común. Cada uno de los vestidos que usé en los mejores años de la finca Magne me los había hecho ella. Era una confeccionista magnífica. Excéntrica, amable a su modo y de gusto refinado. Una mujer muy guapa y alta que usaba siempre trajes que la cubrían de pies al cuello y un enorme sombrero solía acompañarla, incluso estando bajo techo.

Rosie también era amiga del señor Alastor. Ella le estaba fabricando un traje a medida al señor Alastor en aquel entonces, y él me había pedido ir al local de Rosie para que le diera mi opinión estética. Le comenté, emocionada, que yo también la conocía y ella pareció gustosa de verme. Aunque se sorprendió mucho de que ahora trabajara de sirvienta. Rosie siempre pensó que yo había logrado escapar a Francia apenas se desplomó la bolsa, junto a mi familia. Cuando le conté mi historia, ella prometió no decir nada sobre mi paradero.

El taxidermistaWhere stories live. Discover now