—Vale la pena intentarlo —dijo Dios.

—Como tu vida no está en riesgo es fácil decirlo, ¿no? —pregunté irritada.

—_____, mírame —dijo Él.

Volteé a verlo.

—Si lo haces, te recompensaré —dijo.

—¿Con qué exactamente? —pregunté, molesta.

—Podrás ser quien reine el infierno ahora —dijo.

Reí.

—No me interesa el poder, Alejandro —dije.—Simplemente quiero que Deamon deje de lastimar ángeles. Quiero poder ser solo un demonio más; no tener una responsabilidad tan grande como castigar almas.

—Entonces que alguien más sea quien reine el infierno —dijo.

—¿Y quién se queda a cargo? —pregunté irónica.

—Puedo crear un Ser que lo haga sin cuestionar —dijo Él.—Así todos estarán bajo su dominio y tú podrás ser feliz con Camila.

—Lo que más quiero, Ser Supremo, es simplemente que Camila y yo podamos tener una oportunidad. Realmente no me importa reinar, ni ser ángel o demonio, solo quiero intentar vivir una vida lo más tranquila posible con ella —dije suspirando.

—Deja que Camila escuche lo que tiene que hacerse para remediar esto —dijo negando la cabeza.—Me odiará.

—¿Realmente no hay otra forma? —pregunté esperanzada.

—Definitivamente no —contestó.—Es solamente débil a sí mismo. No funcionará cualquier otra cosa que se intente.

Camila entró a la habitación.

—¡_____! —gritó.

Corrió a abrazarme.

—Ángel —dije inclinándome un poco.

—Dejemos las formalidades —dijo rodando los ojos.

Se inclinó a darme un beso en la mejilla y un abrazo rápido. Le regresé el abrazo y también dejé un beso en su mejilla.

Me separé de ella. Sonreímos al mismo tiempo. Me aclaré la garganta.

—Oye, Camila, Alejandro necesita hablar contigo —dije viendo a Dios.—Estaré afuera si me necesitan.

—¡_____! —exclamó Dios.

No pudo detenerme, pues salí de la habitación casi corriendo, cerrando la puerta tras de mí.

Analicé con detenimiento mi herida en el antebrazo. No parecía que fuese a cerrarse en algún momento cercano. No es que odiara mi forma semihumana, pero me hacía sentir débil la falta de fuerza.

Suspiré derrotada. ¿Cómo es que lograría tal hazaña? No estamos hablando de un humano, sino, de El Rey. ¿Se imaginan la fuerza y el control que tiene Deamon?

Me sobresalté por los gritos que comenzaron a oírse dentro de la habitación. Camila pondrá pelea, definitivamente..., sin embargo, a veces hay cosas que debes hacer por el bien de la mayoría.

Decidí caminar un poco. El lugar se veía grande, pero odiaba que todo era color blanco. Eso me mareaba demasiado. Era como un laberinto de un solo color.

Caminé hacia donde mis pies me llevaban. Terminé en una terraza, pero me asusté, pues parecía que estábamos en medio de la nada... literalmente. Imaginen «nada», como antes de que Dios creara la luz al séptimo día. Era un vista... curiosa e indescriptible.

—¡_____!

Una muy exaltada Camila llegó hasta donde me encontraba y me abrazó con fuerza. La abracé tan fuerte como me fue posible sin lastimarla.

—Camila.

Se separó de mí y me vio a los ojos con tristeza.

—No lo hagas. No quiero perderte.

Suspiré.

—Son ustedes o es él, Ángel —acaricié su mejilla.— Y honestamente prefiero que sea él.

—¡También tú corres el riesgo!

Me miró desesperada, como tratando de encontrar las palabras, pero no pudiendo hacerlo.

—Necesito que me ayudes con una cosa, Ser —dije.

Sonreí ligeramente para transmitirle seguridad.

—Lo que sea —contestó sin dudarlo.

—Nunca he poseído un cuerpo. Necesito ayuda con ello. Necesito toda la información posible acerca de qué debo hacer para lograrlo.

—Dalo por hecho.

—Necesito algo más...

Me miró con curiosidad.

—Necesito alguien con quien practicarlo...

———

Creo que estoy algo oxidada.

Imaginas & One-shots de Fifth HarmonyWhere stories live. Discover now