El Abismo Del Ser

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En la inconsciencia de Rapan brota un pequeño recuerdo, uno de los que más apreciaba ya que en este encontraba la fuerza para seguir adelante.



-¡Mi señora! ¡Mi señora! ¡Puede leerme la historia de Auron! - replicaba un Rapan en su etapa de menor a la sirvienta ciega quien fue al lado del niño en la cama muida y envolviéndolo en sus largas extremidades con membranas bastantes dañadas comenzó a tararear.



-Era una vez un ánimo fuerte, tan fuerte que fue nombrado desastre natural, Oh gran Auron venido de la nada, oh grandes dotes, grande tu espíritu sin codicia, con tu poder salvaste al rey, con tu poder nos diste un mañana. ¡Consume! ¡Consume! ¡Consume a los herejes de nuestro rey! Mira con dos ojos pero lo ve todo. Auron vuelve a nosotros, vuelve y trae tu justicia - chillaba la voz de la sirvienta personal de Rapan mientras esté último dormía en sus brazos.



Varios edificios se vinieron abajo creando un caos sin precedentes en la torre, una de las múltiples extremidades llevaba consigo una balanza la cual se inclino del lado izquierdo indicando una negativa.



-Aun vives, debes estar aferrándote a toda oportunidad de sobrevivir, algo admirable sin dudas pero inútil seguirnos te será un camino suicida yo esperaré del otro lado y te aplastare ese diminuto cráneo - hablaba con gran calma pero mostraba cuan sangre fría podía ser.



-Mi señor aún es impresionable si dejo que cualquiera se le acerque podría ser un riesgo a que lo manipulen como paso con su padre - pensaba esto sabiendo que el gato era un ser mañoso.



-Yo no causare problemas déjame ir - escucho la voz de Quiket y con ellos otro objeto esta vez uno redondo hecho de oro sostenido por la palma libero un destello rojo, el impacto con la superficie incinero todo en un área de diez metros a la redonda, todo escombro fue convertido en algo semejante al mismo cemento liberando una gran cantidad de vapor.



La balanza volvió a su posición original y vuelve a inclinarse a la izquierda.



-Astuto felino - musito al darse cuenta que ya no estaba allí.



Cinco brazos fueron necesarios para cargar con Rapan para luego irse al corazón de la ciudadela gris para seguir en su camino a la meta final, la cima de la torre.



En una distancia considerable estaba Quiket quien estaba sumido en el miedo absoluto, su pequeño cuerpo temblaba nervioso ante el horripilante poder de Auron.



-Eso fue absolutamente estúpido de mi parte, si tan solo hubiera dudado, un solo segundo bastaba para acabar como una mancha sobre esos escombros - el gato no podía evitar ver cómo los escombros caían haciéndole comprender lo cerca que estuvo de perecer, sus orejas se agacharon y dolido profirió - ¡Son tan insignificante! ¡Me da asco ser tan blandengue! ¡Yo..! ¡Yo veo como otros son tan imbatibles, pero yo palidezco ante ellos!



Sus pequeños ojos se llenaban de lágrimas ante su frustración, intentando lidiar con ella araña el suelo.



-No mas, ya no más, les mostraré a todos lo temible que soy - se disponía a resurgir con una ola de muerte - solo así podré devolverte está humillación Auron y pondré mis patas sobre ese poder.



Los habitantes volvían a sus casas, otros iban a sus deberes usuales al no ver a los extraños, el desastre en las calles fue dejado tal cual a un lado, pronto el apurado ritmo de vida de los grises volvió a tomar lugar colmando las calles con su ajetreo.



-Es de locos - juraba Minrietta al ser espectadora de esta locura.



-Ellos están muertos, eso que vez es solo la sombra de ellos, son meras siluetas siguiendo la voluntad del fragmento del gobernante de la torre - contaba Romuld quien siempre estaba atento a la anónima.

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