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Romuld forcejeaba con los hombres grises, vestigios del tiempo, simples sombras de lo que alguna vez fueron pero ahora son solo un cascarón vacío con presas de sus propias emociones en un ciclo infinito de tortura dónde nunca conocerán la satisfacción o el descanso, no por mano propia. El híbrido lagarto abrió un pase entre la multitud hasta un edificio para conseguir un respiro aunque fuera solo por cinco minutos.

—¡Corran! ¡Por aquí! — les señaló con rápidos ademanes haciendo énfasis en la velocidad.

Minrietta estaba abrumada por tantos enemigos quienes insistían en someterla contra el piso, ella podía imaginar lo peligroso que era permanecer así por un prolongado tiempo, si bien su piel le daba cierta ventaja no sería por siempre. Nadira disparaba con una expresión cansina, parecía no disfrutar el accionar del gatillo contra los habitantes con apariencia humana, si bien era atípico que ella no disfrutará el disparar como antes mostrándose más humana a lo que había aparentado en el exterior, la mujer paso a un lado de Minrietta, por un momento ambas cruzan miradas Nadira parece reconocer algo en la mirada de la anónima y dispara una ráfaga, quitándole a los seres huecos, esto deja sin habla a Romuld quien estaba listo para ir a rescatar a la monstruo.

—Creí que me dejarías — confesó Minrietta aún incrédula.

—¡Quizá lo haga si no te mueves! — le advirtió cubriéndole de la horda iracunda, los cuerpos se desmoronaban al ser tocados por la bala, pero el número no bajaba.

Marloc pudo ver cómo el resto salía de entre el tumulto a un edificio gris, pero su vista no llego a ver más al ser atacado por los habitantes, sus habilidades le resultaban un estorbo para lidiar con los múltiples ataques, agobiado por la marea de sentir no podía responder, los anónimos a su servicio los dejo actuar por cuenta propia para poder tener una oportunidad ante la contundente fuerza en conjunto de los seres grises. Ellos mordían a todos intentando incrementar su número, pero esto no era posible el cuerpo se reducía inmediatamente en polvo sin darles nada que procesar para duplicase.

—¡Malditos seres sin alma..! ¡Están carentes de todo anhelo, pero eso que les falta lo tienen en envidia, puedo sentir su furia, el ímpetu de esas almas dañadas! ¡Yo que poseo el poder me veo limitado por mi propia humanidad, debo dar más de ella para superar esta brecha — las frías manos de los habitantes tocaban el cuerpo de Marloc, listos para infringirle daño.

El aspecto de Marloc resaltaba por ser repulsivo en su mayor parte por la sección de su cabeza dónde “aquello” que surgía, la extensión verde palpitaba, pequeñas serpientes se asomaron de la piel del hombre iniciando un lento y zigzagueante avanze por la parte baja de su rostro, la boca sufría cambios impresionantes, dientes amarillos con filo deslumbraban asomándose sobre sus pequeños labios, el cambio alcanzó la mitad de su rostro pero su cuerpo había cambiado en más de un sentido, todo su ser se sentía como si fuera consumido por fuego, este sufrimiento lo impulsaba a incorporarse eclipsando al resto de sus sentidos. Romuld quien seguía fuera del edificio pudo ver cómo la espada de Marloc, la cual llevaba en su mano de manera inconsciente destellaba pero también parecía estar consumiendo lo que el humano entregaba. Sin esperar más tiempo se metió al edificio dejando al hombre a su suerte y bloqueando la puerta con unos muebles y todo lo que pudiera, cuando terminó se encontró con Nadira con varios arañazos en los brazos al llevar únicamente una camisa negra de resaque, exponiendo sus extremidades a la horda quienes no se tocaron el corazón al agredirla. Minrietta quien apenas se dio cuenta de la ausencia de Rapan, ella intento asomarse por una ventana en el piso superior, pero el hombre lagarto se interpuso.

—¡No podemos! Si nos vuelven a ver será seguro que seguirán dándonos caza! Parece que se entretuvieron con ese extraño al que se asemeja a un humano — expresó Romuld quien no parecía tenerle apego al tipo.

—¡Debemos ir por ellos! ¡Rapan está afuera! ¡Incluso Quiket! — les pedía la anónima.

—¿Hablas del gato que te abandono? No deberías preocuparte por alguien así, si no cuentas con alguien en las mala no tienes un deber con ese alguien. Mira a Romuld el a sido alguien fiable, aún luego de doscientos treinta y dos años — le aconsejaba dándole un perturbador dato sobre ambos.

La monstruo quedó pensativa al darse cuenta de cómo era la situación, recordó como su peso abandonaba su hombro, ella preocupada vio como la cola del felino se desvanecía, ella deseaba que está situación no significará nada, que aún su relación fuera cercana, solo al caer en ello noto la realidad no existía una relación, únicamente era un medio para adquirir sus necesidades, tal como su padre fue en su tiempo.

—Solo eran bribones, solo me.. — pensaba lamentada repentinamente comprendió las demás palabras dichas por la mujer.

—¡¿Tu especie vive tanto tiempo?! — Minrietta le miro minuciosamente intentando  encontrarle dicha edad encima, pero no fue así.

—No, soy un caso especial —enseguida fue a buscar ropa para envolver sus heridas — preparemos todo para llegar a la salida.

Su compañero miro por la ventana polvorienta notando como el hombre bendecido cambiaba la situación a su favor con solo dos guardias, uno de ellos tenía un globo ocular salido y el otro tenía enterrado una barra de acero en una pierna. La pálida cabellera de Marloc había crecido llegándole hasta los hombros, su mano humana portaba una tridente obtenido al enfrentarse contra los habitantes sin color, su brazo monstruoso se extendía y usando sus garras como punta de lanza atravesaba a sus múltiples enemigos, el hombre estaba eufórico, casi no parecía el mismo estaba volcado completamente en su éxtasis al darles fin a estos seres tan parecidos a él.

—¡Muere! ¡Muere! ¡Muere! ¡Muere! ¡Muere! ¡Muere! ¡¡Muere!! ¡¡Muere!! ¡¡Muere!! ¡¡MUERE!! — sus dos principales ojos miraban a los seres delante suyo, los pequeños alrededor del ojo rojo parecían mirar otras direcciones, su mente estaba orquestando algo, a la par que se perdía en su vida previa.

—¡Mira el parque de atracciones este fin de semana abrirá! — decían los compañeros de Matthew en la oficina, mientras esté último estaba apartado haciendo reportes en su máquina.

—¡Deberíamos ir todos! — propuso Karen al resto, estos parecían complacidos con ello.

—¡Si! ¡¿Vieron su montaña rusa?! ¡Es tan impresionante! ¡Ocho alucinantes giros de trescientos sesenta grados y al final de estos una intensa caída! ¡Toda una experiencia! — Daniel era fanático de las experiencias extremas aún teniendo treinta años.

Uno de los compañeros le dieron un codazo a Karen, señalándole con un ademán nada discreto a Matthew quien seguía metido en el trabajo, sin notar del todo de lo que iba el grupo, el pelirrojo pretendía no estar al tanto de la conversación, el grupo inicio a murmurar entre si, mientras los pensamientos del oficinista lo carcomía.

—¡Únete a la conversación! ¡No seas el bicho raro! ¡Has experimentado algunas experiencias! ¡Habla! ¡No vivas como esa figura desapercibida por el resto! — se reprochaba al llevar siempre está clase de vida en todo lugar donde fuera.

Karen fue con el hombre solitario quien solo oprimía el teclado de su computadora de manera aleatoria intentando dar una coartada.

—¡Hola Martín! — hablo con un tono dulce el cual le hizo difícil hacerle notar que ese no era su nombre — ¿Has oído hablar de la feria que está por abrir? ¡Ja! ¡Por supuesto lo has oído! ¿verdad? — la mujer hablaba y hablaba sin darle oportunidad a Matthew de responder, parecía querer pasar de él — Verás que todos nos hemos puesto de acuerdo para ir este fin de semana unos gustaría que viniera.

—Es solo una invitación por mero compromiso, sin ninguna intención de buena fe, ni genuina interés por forjar lazos de amistad — comprendía mientras observaba la sonrisa vacía de la mujer.

—Gracias, pero ya tengo compromisos — se disculpaba de no poder ir con ellos.

—No pasa nada, ya habrá otra ocasión — se limito a responder con la misma falsedad.

Luego de esto pudo oír como era tachado de bicho raro, al no verle involucrado en el día a día con sus compañeros de trabajo, Matthew solo intento ignorarlo.

—¡BASTARDOS! ¡BASTARDOS! ¡Solo fui una burla para ustedes! ¡Me miraban con lastima! ¡Me daban una falsa promesa de amistad! ¡Si este dolor es lo que me hace ser débil, lo que aún me cataloga como un humano yo NO LO QUIERO! ¡No seré más el tipo del que se burlan! — su cuerpo ansioso le suplicaba detener el cambio que en este seguía avanzando, su masa muscular se vio incrementada, dejando de lucir tan delgado, incluso su altura se vio mejorada.

Las figuras humanas delante del hombre perdieron identidad para el ahora peliblanco quien a los pocos de matar en su frenesí pudo verlos con la apariencia de sus compañeros de trabajo, familiares distantes, amigos de la infancia cuya separación fue ocurrido de a poco en poco, cada uno de estos fue recibido con un contundente tajo, un acto sin una pizca de duda o pesar, solo dejaba una pequeña esencia de regocijo un placer nada culposo.

—¡Mueran! ¡Mueran! ¡¡MUERAN TODOS USTEDES!! — su mente se hundía en la cólera y frustración, el monstruo en su interior emergió las restricciones fueron retiradas casi en su totalidad, dando como resultado en una degollina contra esos pseudo humanos.

Rapan estaba abrumado tras tantos cambios, tantas cosas ocurriendo sin previo aviso, el anónimo no pudo más que ver a aquel hombre a quién solía respetar, ahora sentía una total aversión al trastornado humano quien era susceptible al frenético y aterrador mundo, siempre meciéndose en el borde del abismo, dónde en sus profundidades solo existía la locura encarnada, aquello a lo que Rapan despreciaba al haber visto a Nadira tiempo atrás.

—Mi señor — se inclino el anónimo dando una reverencia, mientras sus manos seguían trabajando en la protección contra los habitantes — debemos irnos, el primer nivel es el más peligroso, existe una cuenta regresiva en la cual te va destrozando hasta volverte en uno mas de estos guls, este nivel conocido como Delivery es el que reúne el tiempo de otros para seguir con la torre o bien así fue hasta hace poco, él consiguió llegar a dónde ningún otro a llegado y con ello obtuvo el tiempo en su totalidad.

—¡Espera! ¿Quién eres? ¿Quién lo consiguió? ¿Y como es posible poseer el tiempo? Aún así si tiene el tiempo a su favor ¿Por qué no se impone contra el Rey Emperador? — Rapan intentaba encontrar el ritmo.

—El tiempo no es algo fácil de emplear, ni de domar, sin embargo es algo temido por el Rey, una fuerza de la naturaleza indiscutible capaz de hacer sucumbir a todo, sin importarle su estrado social. Así tras tres años de guerra se llegó a un acuerdo, pero esto solo era un respiro para ambos bandos de los constantes ataques — le contaba el fornido anónimo, mientras intentaba ver más allá de la horda — y sobre quien soy, solo un anónimo que decidió perder su nombre y todo vínculo con su propia sangre, únicamente motivado por el resurgimiento de la verdadera casta real, por ello me metí a la torre, dónde se supondría el verdadero Rey surgiría del abismo infernal.

—¡Espera! ¡No puede ser! ¡Yo no soy el indicado! ¡Ese sería..! — pensó en su hermano, en el camino al cual pretendía seguir su vida — ¡Yo no soy el indicado, ese es mi hermano!

—Bebiste una porción de tiempo, tu destino está marcado, ya no existe la posibilidad de evitarlo — hablo seriamente tras escuchar como relegaba su deber — nuestro destino nos da un peso diferente al de nuestros hermanos, no te demerites, tu no eres inferior a tu hermano, así como yo al mío Sooin-Do.

Will I Become A Monster?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora